Cuando adaptamos una lente progresiva de
última generación, una de las medidas que solemos personalizar son los
parámetros faciales, esto es, como queda la gafa en la cara de nuestro cliente.
Hoy os voy a explicar brevemente qué son
estas medidas y la importancia que tienen en una buena adaptación. ¿Os
interesa?
¿Qué son los
parámetros faciales?
Cuando valoramos como se
asienta unaa gafa en la cara de nuestros pacientes son tres las medidas que se
suelen tomar. A saber, la distancia de vértice, el ángulo pantoscópico y la
envolvente o ángulo de galbe.
La distancia de
vértice es la separación que existe entre el ojo y el lente. Como es
lógico, la variación de este valor dependerá tanto del paciente (como apoye la
gafa en su nariz, la profundidad de cuenca ocular…) como del tipo de montura.
Por lo general, las monturas metálicas suelen quedar más separadas de la cara
que las monturas de pasta.
El ángulo pantoscópico
es el ángulo que forma la gafa con la línea vertical de la cara con la mirada
de frente. Es un valor importante, pues que el plano de la montura quede más o
menos cerca del rostro será fundamental a la hora de ver por la zona de cerca
de un progresivo.
El ángulo de Galbe
o envolvente es el ángulo formado en el plano horizontal entre la normal al
frente y el plano del aro. Es decir, lo que la montura se cierra en nuestro
rostro por los laterales.
¿Cómo se miden los
parámetros faciales?
La manera más común de
tomar estas medidas es con algún tipo de regla que suele aportar el fabricante
de lentes. Actualmente existen programas informáticos, en tablets o columnas de
medición, que logran medir estos valores. Ahora bien, sus resultados prácticos
no han logrado desechar que se siga utilizando el sistema tradicional basado en
la regla milimétrica.
Entre las muchas que he podido utilizar a lo largo de mi carrera una de las que más me gustan es la del fabricante francés Essilor, la cual cuenta con un nivel para medir el ángulo pantoscópico, una regla especial para medir la distancia al vértice y una plantilla para averiguar la envolvente. Su manejo es muy sencillo.
Para tomar la distancia
al vértice se coloca al paciente con la gafa mirando al frente, mientras que
nosotros nos colocamos en un lateral. Con una regla milimitrada, se hace
coincidir el cero con la cara posterior del talco y se mide la distancia hasta la
córnea, en milímetros.
Para la medida del ángulo pantoscópico el
paciente se coloca la montura y, con los talcos quitados se apoya el extremo
plano de la regla sobre el aro, de forma que los dos puntos de apoyo de la
regla con la montura son la parte superior e inferior del aro. La medida se
realiza mirando una burbuja que marca un ángulo en función de la inclinación.
Para medir el ángulo de Galbe, se apoya la
montura sobre la parte superior del aro en la zona de la regla adecuada para
ello, de forma que se coloca el puente de la montura en la zona central de la
regla y en función del ángulo de Galbe, los aros estarán sobre una línea que
tienen marcado el ángulo que corresponde.
¿Cuáles son los valores normales en
los parámetros faciales?
Cada fabricante, a la hora de sacar un
producto al mercado, realiza numerosas pruebas de control. Una de ellas es el
cálculo de la media de estos valores.
En principio, estos valores deberían
coincidir, pero no siempre ocurre así. Por ejemplo, en la siguiente imagen os
muestro las diferencias existentes entre los valores que considera normales el
fabricante Essilor y los que considera normales el fabricante Hoya.
A groso modo coinciden bastante, aunque en
el ángulo de Galbe la diferencia podría ser sustancial.
¿Debemos siempre medir estos valores
de porte?
En mi opinión, siempre que se realice un
progresivo se deberían medir estos valores y comprobar si entran dentro de la
normalidad.
La existencia de unos valores normales
supone que esta personalización debe tenerse en cuenta siempre y cuando nos
salgamos de lo que cada fabricante considera normal.
Es decir, si nuestro ángulo pantoscópico
es igual a 9º, nuestro galbe 5º y la distancia de vértice 12 mm añadir esta
personalización al diseño del progresivo será totalmente indiferente respecto a
no hacerlo.
Ahora bien, si los valores se salen de la
norma, añadirlos en la construcción del progresivo nos va a otorgar unas
ventajas importantes que pueden decidir la adaptación a los lentes por parte
del paciente.
¿Qué ventajas aportan estos
parámetros?
El ángulo pantoscópico otorga una mayor
comodidad visual al mitigar las distorsiones producidas por la existencia de
una lente multifocal. En muchas ocasiones, los pacientes están acostumbrados a
un tipo de montura con un ángulo muy extremo y variarlo ocasiona problemas de
comodidad inespecíficos. Por ello, la máxima es elegir una montura similar a la
que viene utilizando y, por supuesto, personalizar el valor cuando sale de la
norma.
La distancia de vértice es una medida
fundamental para optimizar al máximo los campos visuales, pues que la montura
quede más o menos cerca de nuestros ojos influirá considerablemente en una
buena adaptación. Como en el caso anterior, es necesario conocer los hábitos
del paciente y el tipo de montura que llevaba para intentar ajustar en el nuevo
progresivo unos valores similares.
Por último, el ángulo de galbe vuelve a
incidir en las distorsiones laterales. Además, según sea la curva base de la
lente los espesores variarán considerablemente, lo que redunda en el aspecto
estético final de las lentes.
¿Qué dificultades nos encontraríamos
si estos valores se dejan al azar?
En lo que atañe a la distancia de vértice,
si esta distancia es mayor a los 12-14mm se percibirán los campos estrechos.
Afecta a todos los campos, aunque en cerca se magnifica cuanta mayor es la
adición. Las zonas de cerca serán difíciles de encontrar por parte del
paciente.
Igualmente, al modificarse esta distancia
se percibirán cambios en la percepción de las potencias. Por ello es importante
no variar mucho esta distancia de un PSV a otro o, en caso de ser imposible,
personalizar el valor.
Respecto al ángulo pantoscópico, una mayor inclinación
de la necesaria provocará quejas en la visión lejana con disminución de campo
de lejos, sensación de balanceo y zona de cerca más baja.
En cambio, una menor inclinación de la óptima inducirá
disminución de campos en cerca e intermedia. Es muy típico que el paciente
manifieste una visión en forma de trapecio, indicándonos que las cosas se ven
más anchas por un lado por el otro.
Respecto al ángulo de galbe, si la montura supera los
6º tendremos imágenes deformadas (efecto pecera) y magnificación de la imagen;
este efecto se aprecia a todas las distancias, aunque en especial en intermedia
y cerca.
Por tanto, como conclusión final, indicar que la
personalización de los parámetros de porte siempre es un factor a tener en
cuenta en la adaptación de unos progresivos.
En muchas ocasiones, la existencia de valores fuera
de la norma provoca inadaptaciones que son muy fáciles de solucionar con la
toma de estas medidas y la incorporación al pedido de lentes.
Hasta la próxima
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