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domingo, 19 de mayo de 2024

¿Qué son los parámetros faciales de un progresivo?

 

Cuando adaptamos una lente progresiva de última generación, una de las medidas que solemos personalizar son los parámetros faciales, esto es, como queda la gafa en la cara de nuestro cliente.

 

Hoy os voy a explicar brevemente qué son estas medidas y la importancia que tienen en una buena adaptación. ¿Os interesa?

 

¿Qué son los parámetros faciales?

 

Cuando valoramos como se asienta unaa gafa en la cara de nuestros pacientes son tres las medidas que se suelen tomar. A saber, la distancia de vértice, el ángulo pantoscópico y la envolvente o ángulo de galbe.

 

La distancia de vértice es la separación que existe entre el ojo y el lente. Como es lógico, la variación de este valor dependerá tanto del paciente (como apoye la gafa en su nariz, la profundidad de cuenca ocular…) como del tipo de montura. Por lo general, las monturas metálicas suelen quedar más separadas de la cara que las monturas de pasta.

 

El ángulo pantoscópico es el ángulo que forma la gafa con la línea vertical de la cara con la mirada de frente. Es un valor importante, pues que el plano de la montura quede más o menos cerca del rostro será fundamental a la hora de ver por la zona de cerca de un progresivo.

 

El ángulo de Galbe o envolvente es el ángulo formado en el plano horizontal entre la normal al frente y el plano del aro. Es decir, lo que la montura se cierra en nuestro rostro por los laterales.


¿Cómo se miden los parámetros faciales?

 

La manera más común de tomar estas medidas es con algún tipo de regla que suele aportar el fabricante de lentes. Actualmente existen programas informáticos, en tablets o columnas de medición, que logran medir estos valores. Ahora bien, sus resultados prácticos no han logrado desechar que se siga utilizando el sistema tradicional basado en la regla milimétrica.

 


Entre las muchas que he podido utilizar a lo largo de mi carrera una de las que más me gustan es la del fabricante francés Essilor, la cual cuenta con un nivel para medir el ángulo pantoscópico, una regla especial para medir la distancia al vértice y una plantilla para averiguar la envolvente. Su manejo es muy sencillo.

 

Para tomar la distancia al vértice se coloca al paciente con la gafa mirando al frente, mientras que nosotros nos colocamos en un lateral. Con una regla milimitrada, se hace coincidir el cero con la cara posterior del talco y se mide la distancia hasta la córnea, en milímetros.

 

Para la medida del ángulo pantoscópico el paciente se coloca la montura y, con los talcos quitados se apoya el extremo plano de la regla sobre el aro, de forma que los dos puntos de apoyo de la regla con la montura son la parte superior e inferior del aro. La medida se realiza mirando una burbuja que marca un ángulo en función de la inclinación.

 

Para medir el ángulo de Galbe, se apoya la montura sobre la parte superior del aro en la zona de la regla adecuada para ello, de forma que se coloca el puente de la montura en la zona central de la regla y en función del ángulo de Galbe, los aros estarán sobre una línea que tienen marcado el ángulo que corresponde.

 


¿Cuáles son los valores normales en los parámetros faciales?

 

Cada fabricante, a la hora de sacar un producto al mercado, realiza numerosas pruebas de control. Una de ellas es el cálculo de la media de estos valores.

 

En principio, estos valores deberían coincidir, pero no siempre ocurre así. Por ejemplo, en la siguiente imagen os muestro las diferencias existentes entre los valores que considera normales el fabricante Essilor y los que considera normales el fabricante Hoya.




A groso modo coinciden bastante, aunque en el ángulo de Galbe la diferencia podría ser sustancial.

 

¿Debemos siempre medir estos valores de porte?

 

En mi opinión, siempre que se realice un progresivo se deberían medir estos valores y comprobar si entran dentro de la normalidad.

 

La existencia de unos valores normales supone que esta personalización debe tenerse en cuenta siempre y cuando nos salgamos de lo que cada fabricante considera normal.

 

Es decir, si nuestro ángulo pantoscópico es igual a 9º, nuestro galbe 5º y la distancia de vértice 12 mm añadir esta personalización al diseño del progresivo será totalmente indiferente respecto a no hacerlo.

 

Ahora bien, si los valores se salen de la norma, añadirlos en la construcción del progresivo nos va a otorgar unas ventajas importantes que pueden decidir la adaptación a los lentes por parte del paciente.

 

¿Qué ventajas aportan estos parámetros?

 

El ángulo pantoscópico otorga una mayor comodidad visual al mitigar las distorsiones producidas por la existencia de una lente multifocal. En muchas ocasiones, los pacientes están acostumbrados a un tipo de montura con un ángulo muy extremo y variarlo ocasiona problemas de comodidad inespecíficos. Por ello, la máxima es elegir una montura similar a la que viene utilizando y, por supuesto, personalizar el valor cuando sale de la norma.

 

La distancia de vértice es una medida fundamental para optimizar al máximo los campos visuales, pues que la montura quede más o menos cerca de nuestros ojos influirá considerablemente en una buena adaptación. Como en el caso anterior, es necesario conocer los hábitos del paciente y el tipo de montura que llevaba para intentar ajustar en el nuevo progresivo unos valores similares.

 

Por último, el ángulo de galbe vuelve a incidir en las distorsiones laterales. Además, según sea la curva base de la lente los espesores variarán considerablemente, lo que redunda en el aspecto estético final de las lentes.

 


¿Qué dificultades nos encontraríamos si estos valores se dejan al azar?

 

En lo que atañe a la distancia de vértice, si esta distancia es mayor a los 12-14mm se percibirán los campos estrechos. Afecta a todos los campos, aunque en cerca se magnifica cuanta mayor es la adición. Las zonas de cerca serán difíciles de encontrar por parte del paciente.

 

Igualmente, al modificarse esta distancia se percibirán cambios en la percepción de las potencias. Por ello es importante no variar mucho esta distancia de un PSV a otro o, en caso de ser imposible, personalizar el valor.

 

Respecto al ángulo pantoscópico, una mayor inclinación de la necesaria provocará quejas en la visión lejana con disminución de campo de lejos, sensación de balanceo y zona de cerca más baja.

 

En cambio, una menor inclinación de la óptima inducirá disminución de campos en cerca e intermedia. Es muy típico que el paciente manifieste una visión en forma de trapecio, indicándonos que las cosas se ven más anchas por un lado por el otro.

 

Respecto al ángulo de galbe, si la montura supera los 6º tendremos imágenes deformadas (efecto pecera) y magnificación de la imagen; este efecto se aprecia a todas las distancias, aunque en especial en intermedia y cerca.

 

Por tanto, como conclusión final, indicar que la personalización de los parámetros de porte siempre es un factor a tener en cuenta en la adaptación de unos progresivos.

 

En muchas ocasiones, la existencia de valores fuera de la norma provoca inadaptaciones que son muy fáciles de solucionar con la toma de estas medidas y la incorporación al pedido de lentes.

 

Hasta la próxima

 

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