Que soy una persona peculiar,
por no decir rara, es algo obvio hasta para mí mismo.
En primer lugar porque tengo
dos carreras universitarias; y no me refiero a titulaciones dobles o con gran
similitud de asignaturas convalidables. En mi caso cursé una carrera de
ciencias y luego otra de humanidades. Y no por titulitis, sino por vocación.
En segundo lugar, soy un
hombre escribiendo un blog, por lo que quedo reducido a un escueto 10% de todos
los Blogger españoles.
Y este porcentaje baja aún
más cuando descubro que formo parte del 8% de hombres que sufren una alteración
a los colores. Es más, estoy dentro del grupo de deuteranómalos, el cual afecta
al 5% del total de la población masculina.
Vamos, que normal y típico no
soy.
No puedo ayudarte a sacarte
dos carreras universitarias y en multitud de páginas enseñan de forma clara y
concisa los pasos necesarios para hacerte Blogger. Ahora bien, si lo deseas,
hoy te voy a enseñar algunos puntos básicos sobre la visión de los colores
humana, la importancia que tiene realizarse las pruebas correspondientes para
comprobar que se posee una buena percepción a los colores y la razón por la que
nadie es daltónico.
¿Quieres descubrirlo?
El siglo XVIII fue el momento
en el cual la ciencia comenzó a interesarse verdaderamente por las anomalías a
los colores que afectan a algunas personas. Y como suele ser habitual, los más
interesados en el tema fueron los mismos investigadores que sufrían algún tipo
de estas alteraciones. El más famoso fue John Dalton, quién a la postre ha dado
el nombre más vulgar y conocido al conjunto de alteraciones en la visión del
color, el daltonismo.
A continuación, mediante unas
breves preguntas, intentaré explicar de forma clara este tipo de alteraciones
tan mal conocido.
¿Cómo vemos los colores los humanos? Cada uno a su
manera.
El ser humano es capaz de
llegar a ver hasta 10 millones de colores distintos en todos los niveles de
luminancia existentes, valor que desciende hasta los 8 millones si mantenemos
fijo el nivel de luminancia.
Ahora bien, la percepción de
los colores no es algo objetivo, sino que resulta tremendamente subjetiva.
Podemos asegurar que cada persona es capaz de ver los colores de una forma
individualizada y que le diferencia del resto de individuos. Esto se debe a que
en la percepción de los colores no sólo influyen las propiedades de los
objetos, sino que también interviene la absorción realizada por los pigmentos
visuales del ojo y el complejo circuito neuronal existente entre el ojo y el
cerebro.
No obstante, a la hora de
nombrar los colores las respuestas de la mayoría de individuos es la misma. Lo anterior se
debe a dos fenómenos. Por un lado, la educación es básica a la hora de
identificar los colores. Podemos decir que el ser humano educa su subjetividad
y aprende la norma social respecto a los colores. Por otro, la discriminación
de tal magnitud de colores diferentes se reduce a la combinación de tres
colores primarios (rojo, verde y azul), los cuales, combinados adecuadamente,
pueden reproducir el resto de colores existentes.
¿Cuál es el mecanismo de nuestra visión de los
colores? Algo muy curioso
Lo primero que debemos
desmentir es una idea falsa asentada insidiosamente en el imaginario cultural
común. Nosotros no vemos los objetos de un color determinado por ser de ese
color, sino porque las longitudes de onda que refleja son de un color
determinado.
La luz es energía y la
cuantificamos mediante lo que llamamos longitud de onda. Denominamos espectro
electromagnético a la distribución energética del conjunto de las ondas
electromagnéticas. El espectro electromagnético se extiende desde la radiación
de menor longitud de onda, como los rayos gamma, hasta las ondas
electromagnéticas de mayor longitud de onda, como son las ondas de radio. Entre
ambas se encuentra la luz ultravioleta, la luz visible y los rayos infrarrojos.
El ojo humano sólo es capaz de percibir una región del espectro muy reducida,
la franja de espectro visible. Esta región comprende las longitudes de onda que
van desde los 380 nm hasta los 780 nm (1 nm = 1 nanómetro =
0,000001 mm). Y cada una de estas longitudes de onda del espectro visible
es percibida por nuestro cerebro como un color diferente.
Cuando la luz (blanca) incide
en un objeto, parte de la radiación electromagnética de la luz es absorbida por
el mismo, mientras que otra parte es reflejada. Estas segundas ondas luminosas
reflejadas son las que llegan a nuestros ojos e inciden en nuestra retina. Los
fotorreceptores captan esas radiaciones electromagnéticas y las transforman en
impulsos electroquímicos, transportándolas, a través del nervio óptico, al
cerebro, donde se interpreta toda esa información.
Existen dos tipos de
fotorreceptores, los conos y los bastones. Los primeros actúan en condiciones
de buena iluminación, permitiéndonos ver los objetos que nos rodean. En cuanto
a la visión del color existen tres tipos de conos, los cuales absorben,
únicamente, un tipo de longitud de onda determinada (rojo, verde y azul).
Mediante la combinación de estos tres colores primarios somos capaces de
obtener el resto de los millones de colores distintos que somos capaces de
discriminar.
Los bastones, por su parte,
son unos fotorreceptores especializados en captar pequeñas proporciones de luz
(son capaces de detectar un único fotón). Por ello, solamente se encuentran
activos en condiciones de escasa iluminación. Por el día, estos fotorreceptores
se saturan y no son operativos. Entre sus características principales están las
de no poder diferenciar detalles visuales finos y no ser capaces de diferenciar
los distintos colores. De ahí el refrán Por
la noche todos los gatos son pardos.
¿Por qué se originan las alteraciones al color? Por defectos
en nuestra retina.
John Dalton estaba convencido
de que su alteración al rojo-verde se debía a una supuesta coloración azulada
de su humor vítreo, al cual funcionaría como un filtro que absorbía la luz
roja. Tan convencido estaba de su hipótesis que donó sus ojos a la ciencia, una
vez muerto, para confirmar su teoría.
Hoy día sabemos que la causa
principal de las alteraciones al color se encuentra en los fotorreceptores de
nuestra retina, concretamente en los conos. Ya hemos indicado que existen tres
tipos de conos diferentes, los cuales poseen un pigmento capaz de absorber tres
colores (rojo, verde y azul). Las alteraciones a los colores surgen cuando
alguno de los tres pigmentos está ausente o presenta un patrón de absorción
alterado.
¿Estas alteraciones son congénitas o adquiridas?
Existen los dos casos.
La forma más común y conocida
es la alteración congénita. En estos casos podemos dividir los casos en tres
tipos. El más grave es aquél donde no existen los fotopigmentos de absorción
para el rojo y el verde. A estas personas se les denomina acrómatas y
están condenados a vivir en un mundo monocromo donde los colores son percibidos
como diferencias de claridad. Su visión se reduce al blanco, gris y negro.
Una alteración importante es
aquella donde falta uno de los tres fotopigmentos que tienen las personas
tricrómatas sin anomalías a los colores. A estas personas se les denomina dicrómatas.
Una alteración más leve es
aquella donde existen los tres fotopigmentos de los fotorreceptores, pero uno
de ellos presenta un patrón de absorción alterado. A estas personas se les
denomina tricrómatas anómalos.
Las anteriores alteraciones
congénitas al color están ligadas a un reducido número de genes. Los estudios
genéticos han confirmado que los genes de los pigmentos rojo y verde están
ubicados en el cromosoma X. Al ser de carácter recesivo, la proporción de
hombres afectados es mucho mayor (8%) que el de las mujeres (0,5%). Para que un
hombre (XY) tenga una alteración congénita al color sólo es necesario que tenga
afectado su cromosoma X, mientras que para que una mujer (XX) esté afectada por
este tipo de anomalías es necesario que ambos cromosomas X porten este defecto.
Respecto a las alteraciones
adquiridas al color, en muchas ocasiones, una pérdida repentina, es la muestra
precoz de una enfermedad subyacente, ocular o sistémica. Por tanto, descubrir a
tiempo este tipo de alteraciones puede ser una forma eficaz de revelar
patologías ocultas o intoxicaciones. Se diferencian de las de tipo congénito en
varias cosas: suelen ser monolaterales (afecta a un solo ojo), fuertemente
asimétricas, se acompañan de otras alteraciones funcionales, son difíciles de
clasificar por los test habituales, la Agudeza Visual
suele estar afectada y mejoran/empeoran con el tiempo, dependiendo de la
evolución de la enfermedad causal.
Entre las enfermedades que
generan una discromatopsia azul-amarilla están el Glaucoma, la Diabetes, el
Papiledema o la
DMAE. Enfermedades que generan discromatopsia rojo-verde son
la Neuritis óptica, la Papilitis o la Ambliopía tóxica.
Igualmente, algunos fármacos
pueden causar alteraciones a los colores. Los antidiabéticos orales pueden
provocar defecto rojo-verde, mientras que la Eritromicina o la Indometacina
provocan defecto azul-amarillo.
¿Cuáles son las principales alteraciones a los
colores?
Los problemas en el
fotopigmento rojo se denominan defectos protán.
Las personas con problemas en el fotopigmento verde sufren defectos deután. Y los defectos en el
fotopigmento azul se denominan tritán.
Según de grave sea la
alteración tendríamos:
-
Tricrómatas
anómalos:
o
Protanomalía
(ligera anomalía a la percepción del color rojo)
o
Deuteranomalía (ligera
anomalía a la percepción del color verde)
o
Tritanomalía
(ligera anomalía a la percepción del color azul).
-
Dicrómatas:
o
Protanopía
(carecen de sensibilidad al rojo)
o
Deuteranopía (carecen
de sensibilidad al verde)
o
Tritanopía
(carecen de sensibilidad al azul).
-
Monocrómatas o
acrómatas (su visión se reduce a una escala de grises).
Como se puede comprobar,
indicar que una persona es daltónica, científicamente no significa nada, salvo
que posee una alteración en su visión de los colores. Por tanto, llamemos a
cada cual por su nombre, aunque suene algo raro.
De forma general podemos
indicar que el término científico correcto para nombrar cualquier deficiencia
en la percepción de los colores sería el de discromatopsia, que significa: “Dificultad
o incapacidad para distinguir los colores”.
Luego, según el fotopigmento
implicado y el grado de afectación tendrá el apellido de protanope, protanómalo,
deuteranope, deuteranómalo o tritanope, tritanómalo. Aunque lo más común es
nombrarlos únicamente por este último nombre, pues con ello se tiene toda la
información sobre la afección.
¿Son comunes las alteraciones al color? Mucho más de
lo que dicen las estadísticas.
Ya hemos comentado que el
8,5% de la población sufre algún tipo de alteración congénita de la visión
cromática. Los hombres, con un 8%, son el grupo más afectado. Y entre todos
ellos, el 5% está encuadrado en una deuteranomalía. Esto es bastante lógico,
pues si estudiamos la proporción de los tres tipos de fotopigmentos retinianos
descubrimos que los que absorben el color verde son mayoría aplastante
(20:40:1; rojo, verde, azul).
No obstante, los datos
anteriores no deben ser tomados como dogmáticos y encierran un margen de error
elevado. Ello se debe al escaso interés que se presta a este tipo de problemas
en las consultas ópticas y oftalmológicas. ¿A cuantos de ustedes le han
realizado un test para comprobar si su visión de los colores es correcta en
algún momento de su vida?
En mi caso particular, sólo
el hecho de cursar la carrera universitaria de óptica me permitió conocer mi
anomalía a los colores, a raíz de la cual pude diagnosticar a otros miembros de
mi familia, los cuales eran ignorantes respecto a su afección.
Aunque lo anterior puede
sorprender, las anomalías leves (tricrómatas anómalos) pueden pasar
completamente desapercibidas para quien la sufre si no tiene una ocupación
donde la discriminación de los colores sea necesaria e imprescindible.
¿Cómo podemos detectar una anomalía en la visión de
los colores? Tenemos nuestras armas optométricas.
Las pruebas de detección más
rápidas y fáciles de realizar por parte de los especialistas en el cuidado de
la visión son las llamadas Láminas Pseudoisocromáticas. Aunque existen de
muchos tipos, las láminas de Ishihara
pasan por ser la mejor prueba posible. No obstante, debemos advertir que es un
test especialmente diseñado para detectar deficiencias congénitas rojo-verde
(90-95% de efectividad); en cambio, sus resultados no son óptimos para lesiones
adquiridas.
En su versión completa el test de Ishihara consta de 38 láminas,
donde en las 25 primeras se muestran números y en las 13 restantes caminos o
trayectorias que sirven para evaluar a las personas analfabetas. Las imágenes
de estos test están formadas por pequeños círculos de diferentes colores, los
cuales tienen una figura, un dibujo o un número de fondo. La particularidad de
estas imágenes reside en la circunstancia de que una tricrómata normal
distinguirá sin problemas el número representado, mientras que una persona que
sufra una deficiencia en la visión cromática o no lo distinguirá o verá otro
totalmente diferente.
Si deseáis hacer la prueba os dejo un enlace con un test online de 24 láminas, con el que podéis haceros una ligera idea por si tenéis algún problema. Por supuesto, en caso de sospechar alguna anomalía sería necesario acudir a vuestro optometrista para que os realice un test completo y valore si tenéis alguna anomalía y, en caso afirmativo, definir qué tipo es.
Si deseáis hacer la prueba os dejo un enlace con un test online de 24 láminas, con el que podéis haceros una ligera idea por si tenéis algún problema. Por supuesto, en caso de sospechar alguna anomalía sería necesario acudir a vuestro optometrista para que os realice un test completo y valore si tenéis alguna anomalía y, en caso afirmativo, definir qué tipo es.
Existen otros test más
especializados, denominados Pruebas de discriminación cromática, en los que los
sujetos analizados deben ordenar una serie de piezas de diferentes colores en
función de su similitud cromática. Su mayor ventaja es la detección de
alteraciones en la visión de los colores, tanto si son congénitas como
adquiridas, aunque su mayor inconveniente es la complicidad de la prueba y el
largo tiempo requerido para realizarla.
Sin duda, el test de Farnswort-Munsell (FM) es el más
famoso y utilizado de todos los existentes. En su versión completa consta de 85
piezas de colores cuya saturación y luminosidad son constantes, variando sólo
la tonalidad de cada una de ellas. La discriminación de matices se obtiene a
través de la representación gráfica de los resultados obtenidos. Aquí el enlace para los interesados en realizar el test online.
El último tipo de prueba
requiere de anomaloscopios, un equipamiento costoso utilizado en trabajos de
investigación. Su funcionamiento consiste en igualar un espectro luminoso
amarillo utilizando una mezcla de longitudes de onda rojo y verde. Las
anomalías a los colores se detectan estudiando las distintas proporciones
utilizadas para ello.
El instrumento más utilizado
para realizar este tipo de pruebas es el anomaloscopio
Nagel. La prueba consistiría en igualar, inicialmente, el campo amarillo
del test con los cambios que se pueden hacer en las luces rojo-verdes. En la
segunda parte de la prueba se ajusta el rango rojo-verde y el sujeto analizado
realiza cambios en el campo amarillo.
¿Qué problemas pueden generar las alteraciones a los
colores? Leves y graves.
Antes de ser consciente de mi
anomalía en la visión de los colores tuve ciertas situaciones graciosas. Por
ejemplo, en una discoteca, donde el cambio de luces es constante, me costaba
distinguir correctamente ciertos colores, igualándolos genéricamente con el
marrón. Eso me supuso, en ocasiones, bailar con la más fea, como suele decirse,
o dirigirme a la persona equivocada.
Aunque en los colores de
objetos habituales no tenía ningún error (lo que significa que los aprendí en
su día fenomenalmente), en objetos nuevos mis igualaciones de colores no eran
las que realzaban otras personas. No obstante, la cosa era tomarme por un
bromista y punto.
Más adelante, cuando cursaba
la carrera de Óptica y Optometría, casi suspendo una práctica en la que
debíamos igualar colores con una especie de anomaloscopio. Mi compañero me tomó
por un loco y yo decidí copiar sus resultados para realizar la práctica según la norma. Sería más
adelante, cunado realizaba el último curso, el momento en el cual me detectaron
el defecto que tenía. Fue gracias a una compañera (gracias Montse) que estaba
realizando su proyecto final de carrera sobre anomalías en la visión de los
colores. Necesitaba voluntarios para realizar los test y conmigo encontró un
filón. Su diagnóstico: deuteranómalo.
Mi alteración en la visión de
los colores es leve, por lo que no me ha provocado perjuicios graves. Sí he
tenido situaciones cómicas en mí día a día en la óptica, pues ciertas
coloraciones de lentes o gafas de tonos indefinidos suelo confundirlas con
facilidad.
Ahora bien, existen
profesiones donde no es posible ejercer ni con una pequeña alteración al color.
Me refiero a emparejador de color en telas o pinturas, pintor de automóviles,
restaurador de obras de arte, Cuerpo y Fuerzas de Seguridad del Estado, piloto
de aviones o controlador aéreo.
En otras profesiones las
deficiencias leves pueden ser toleradas. Por ejemplo, un conductor de
ferrocarril o camión no tendrá problemas al distinguir las luces del semáforo,
por ser colores aprendidos por aprendizaje y presentarse siempre en la misma
disposición.
En otras profesiones suele
ser muy recomendable una visión normal a los colores, y aunque leves defectos
pueden ser admitidos, las alteraciones más graves provocan limitaciones. Me
refiero a profesiones tales como fotógrafo, florista, frutero, carnicero,
joyero, sastre, profesiones sanitarias (entre las que se incluye la óptica),
botánico…
¿Qué problemas pueden sufrir
diariamente las personas con anomalías al color?
En algo tan normal como
escoger la fruta, muchas personas con la visión alterada de los colores tendrán
dificultades para escoger cerezas o fresas maduras. Si la persona cose, la
elección del hilo puede que no sea la más apropiada según que colores.
Distinguir entre prendas de vestir marrones y negras es bastante difícil, o
encontrar el punto de la carne asada al cocinar. Los mapas con muchos códigos
de colores (los cuales son similares) les traerán varios dolores de cabeza (doy
fe, pues los tuve cuando estudié Historia).
Respecto a la conducción, el
50% de los dicrómatas y el 20% de los tricrómatas anómalos presentan
dificultades, pues en determinadas condiciones de iluminación pueden sufrir
ciertas confusiones. Por ejemplo, las personas con defecto protán tendrán
dificultad para distinguir los colores rojos en la noche, razón por la cual son
más proclives a saltarse un “stop”. Y las personas que sufren deficiencias al
color necesitan estar más cerca de las luces de las señales rojas que los
tricrómatas normales antes de reconocer el color de la luz o señal. No
obstante, no debemos asustarnos. El hecho de percibir esa inseguridad los hace
unos conductores más precavidos, razón por la cual, estadísticamente, están
involucrados en menos accidentes de tráfico que las personas con visión a los
colores correcta. Simplemente una buena iluminación de las vías facilitaría
enormemente la conducción a todas las personas con anomalías al color.
Por último, una
recomendación. Todos los niños que comienzan la escolarización deberían ser
revisados, de forma rutinaria, sobre su visión de los colores. Ello es básico,
pues en el proceso de enseñanza actual los profesores utilizan con mucha
alegría los colores para realizar asociaciones. Por ejemplo, son típicos los
códigos de colores para enseñar aritmética. No sólo se utilizan para aprender números
o palabras, sino también objetos y formas, por lo que una alteración en los colores
puede afectar al rendimiento escolar. Más adelante, el estudio de mapas
geográficos, o las tareas en el laboratorio (códigos de colores para
diferenciar sustancias químicas) puede conllevar problemas de aprendizaje.
Es, por lejos, lo mejor que he leído sobre el tema.
ResponderEliminarHola, gracias por comentar. Me alegro que te gustara y espero que fuera de utilidad.
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