jueves, 19 de junio de 2014

Día 7: Sábado 19 junio 2010 Pedrouzo-Santiago



A las 6:40h comenzamos a caminar nuestra última etapa. Dicen que es la más difícil, por los kilómetros que llevas a la espalda y por las enormes ganas que tienes por llegar.


Salimos de Pedrouzo atravesando un bonito bosque de eucaliptos. Hasta el Monte do Gozo quedan 14 Km., donde volvemos a transitar por sendas boscosas de maravilloso encanto. Hay subidas y bajadas, pero el Camino está en perfectas condiciones y logramos mantener un buen ritmo de 3,5 Km. /hora, a pesar de nuestras condiciones lastimosas. Sin duda el Apóstol Santiago nos da fuerzas para seguir. Todo el mundo nos da ánimo cuando nos los encontramos y nos damos cuenta que no hemos pasado inadvertidos. Nos conocen más peregrinos de los que nosotros conocemos y, de hecho, recuerdan donde nos cruzamos o nos adelantaron. Pero como tortuguitas que somos, al final acabamos alcanzando a todas las liebres.

La llegada a Monte do Gozo fue algo decepcionante. Esperaba ver la Catedral perfectamente, pero tan sólo pude ver algunos tejados de las viviendas de la ciudad. A veces olvido mi ametropía, aunque creo que ni el mejor de los hipermétropes es capaz de divisar nada desde allí.

Visitamos la capilla de San Marcos y ponemos el penúltimo sello en nuestra credencial. Para llegar a Santiago nos separan sólo 4,4 Km. Es un trayecto sencillo, pero sumamente feo, pues toca callejear por las afueras de la ciudad. En uno de los bares que nos cruzamos paramos a tomar un café y a satisfacer otras necesidades fisiológicas. Como curiosidad indicaros que el dueño del bar era aficionado al atleti y tenía una camiseta de Fernando Torres.

Después de este pequeño descanso cuesta volverse a poner en camino y nuestros pies ya estaban en el límite de sus fuerzas. Afortunadamente se cruzó en nuestro camino el Hotel San Lázaro, del que nos había hablado bien la peregrina alicantina que nos encontramos en la anterior etapa. Decidimos entrar y tuvimos suerte de poder alojarnos en una habitación doble (39). El hotel se encontraba a unos 20 minutos andando del centro y la habitación era sencilla, pero para nosotros parecía un hotel de 5 estrellas comparándolo con lo que habíamos transitado los días pasados. Subimos, nos aseamos, cambiamos las ropas, dejamos la mochila y, en chanclas, nos fuimos directos a la Catedral. El Santo se merecía que le visitáramos en mejores condiciones que las que traíamos.

Llegar a la Plaza del Obradoiro fue muy emocionante. Sobretodo echando la vista atrás y recordando por lo que habíamos pasado. Debo reconocer que se me escapó una lágrima.

La Catedral de Santiago de Compostela, la meta de todo peregrino


Visitamos la Catedral, la cual ya conocíamos, aunque en esta ocasión los sentimientos eran distintos a los de un turista. Entramos por la preciosa Puerta de Platerías y por muy poco no vimos el botafumeiro balancearse por el interior de la Catedral. Tras terminar la misa nos quedamos un rato en el templo, sobrecogidos cada uno en nuestros pensamientos. Como era año jubilar abrieron la Puerta del Perdón y, tras hacer una larga cola (aguantando además a unos italianos napolitanos que se colaron por toda la cara) entramos para “abrazar” la imagen del Santo y ver su sepulcro. ¡Vaya momento!

Más tarde, recogimos la Compostela con nuestro nombre en latín. Y con los deberes hechos fuimos a comer pulpo y tarta de Santiago. ¡Que no se diga!

Muy pronto volvió nuestra vena turística, pues no pudimos resistir comprar algunos recuerdos. En concreto conservo una figura del Apóstol Santiago y una taza con la típica flecha amarilla del Camino, donde suelo desayunar.

Acostarnos a las 22:00h y ver el telediario fue lo que nos volvió a conectar con nuestra vida anterior al Camino.




Al día siguiente volvíamos a Madrid en autobús. El trayecto era largo y caro: de 13:45h a 22:30h y 42,50 por persona. Pero no teníamos otra opción, pues el avión no queríamos cogerlo.

Tuvimos tiempo para volver a la Catedral y escuchar misa de 10:00h. Me resultó realmente entretenida, pues hubo muchos cánticos y fue tremendamente participativa. Fue un perfecto colofón para nuestra pequeña peregrinación.

Fue un viaje muy duro y, visto en perspectiva, me parece mentira que lo lográramos realizar. Hubo momentos en los que realmente estuvimos cerca de desfallecer, pero ni por un momento pensamos abandonar. En el Camino hay algo que te da fuerzas, de eso estoy seguro.

Espero que contar mi experiencia sirva a alguien para preparar su Camino de una mejor manera. Para todos los demás os dejo el decálogo de conclusiones que yo saqué de todo este viaje:

1.     El Camino tiene algo difícil de explicar, pero que se siente en muchas ocasiones.
2.     El Camino no termina en Santiago, al igual que la vida no termina con la muerte.
3.     Yo no hago el Camino, el Camino me hace a mí.
4.     El poder de la mente es más fuerte que el del cuerpo: si quieres puedes.
5.     Sin sacrificio no hay gloria.
6.     El esfuerzo siempre tiene recompensa.
7.     La perseverancia es una virtud que te lleva a conseguir los objetivos.
8.     El Camino enseña a cada persona algo diferente. A otros no les enseña nada, pero a nadie deja indiferente.
9.     En el Camino nunca estás solo y siempre hay alguien que puede echarte una mano.
10.  Hay muchos caminantes, pero pocos peregrinos.





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