Llegamos
al final de otro curso del blog y ya hemos cumplido, nada menos, que 7 añazos.
El 7 es
un número especial y desde la remota antigüedad se ha considerado un número
mágico. Para Pitágoras era el número perfecto, pues se componía de la suma del
3, número sagrado que simboliza la perfección, y del 4, número asociado a lo
terrenal y que nos recuerda los cuatro puntos cardinales o los cuatro elementos
básicos.
Hipócrates
dijo que “el número siete, por sus
virtudes ocultas, tiende a realizar todas las cosas; es el dispensador de la
vida y fuente de todos los cambios, pues incluso la Luna cambia de fase cada
siete días: este número influye en todos los seres sublimes”.
Siete
astros nos dieron los nombres a la semana (en inglés aún se mantiene tal
denominación), siete eran las colinas de Roma, siete las notas musicales de la
escala mayor (do, re, mi, fa, sol, la, si), siete los pecados capitales (soberbia,
avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza), siete los sacramentos
católicos (Bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, extremaunción,
matrimonio y orden sacerdotal), siete los brazos del Menorá judío (su famosos
candelabro), siete son los cielos del Islam, siete las que consideramos Bellas
artes (Arquitectura, danza, escultura, música, pintura, literatura y cinematografía),
siete los colores del arco iris, siete los Infiernos de Dante en su Divina
comedia, siete los horrocruxes de Lord Voldemort en Harry Potter y hasta siete
eran las esferas del Dragón en el universo de Dragon Ball.
Nuestro
séptimo año juntos presagiaba grandes cosas y creo que no ha decepcionado a
nadie. Repasemos lo más importante que nos ha dejado este año.