Si visitáis alguna vez la bella población soriana de Calatañazor podréis ver un busto de Almanzor. El mismo recuerda la supuesta batalla que el caudillo andalusí perdió ante los cristianos a los pies de esta población. Recuerdo de aquella confrontación, librada en el año 1002, quedó el dicho que aparece recogido en la placa: “Calatañazor, donde Almanzor perdió el tambor”.
Todo el
mundo que llega hasta aquí habrá leído que tras aquella batalla Almanzor
terminaría muriendo, en su camino de regreso a Córdoba, en la localidad de
Medinaceli. Una bonita historia épica que fortalecía las ansias de revancha de
los cristianos.
Ahora bien,
¿realmente existió la batalla de Calatañazor donde Almanzor fue derrotado?
El encuentro
armado entre los cristianos y Almanzor en las proximidades de Calatañazor
aparece en las crónicas, por primera vez, en el Chronicon mundi (1236) del
clérigo e historiador leonés Lucas de Tuy.
El obispo de
Tuy escribió lo siguiente respecto a esta batalla en su obra de historia más
importante, la cual relataba los sucesos acaecidos desde los orígenes del mundo
hasta la conquista de Córdoba por Fernando III el Santo en 1236:
“Como
Almanzor saliese de Galicia y quisiera asolar de nuevo las fronteras de
Castilla, le salió al encuentro con un gran ejército en un lugar llamado
Calatañazor donde trabado el combate cayeron muchos miles de sarracenos y si la
noche no acabase con el día el mismo Almanzor hubiera sido apresado. Sin
embargo, durante el día no pudo ser vencido y llegada la noche se dio a la fuga
con los suyos. Al día siguiente el rey Vermudo ordenó formar las tropas para al
llegar el crepúsculo del día luchar con el ejército sarraceno. Pero al avanzar
el ejército hacia el campamento musulmán solo encontraron las tiendas fijas con
abundante botín. El conde García Fernández, habiendo perseguido a los
sarracenos acabó con una gran multitud de ellos.
Y algo
admirable ocurrió, el mismo día que Almanzor perecía en Calatañazor, cierto
hombre que parecía un pescador se lamentaba ya en idioma árabe ya en español
exclamando: «en Calatañazor perdió Almanzor el tambor». Acudían a él los
infieles de Córdoba y al acercarse la figura se desvanecía ante sus ojos para
reaparecer en otro lugar repitiendo la misma lamentación. Creemos que se
trataba del diablo que lloraba el desastre de los sarracenos. Almanzor, desde
el día en que fue derrotado, no quiso comer ni beber, y llegando a la ciudad
llamada Medinaceli murió y fue sepultado allí”.
Este relato
fue recogido posteriormente en De rebus Hispaniae (1244), escrito por el
arzobispo de Toledo Ximénez de Rada pocos años después. La fama de esta obra
consolidaría el relato de Lucas de Tuy, aunque el arzobispo introdujo algunas
variaciones significativas. Por ejemplo, Almanzor no volvía de Galicia en su
relato, sino que entraba en Castilla. Y la culpa de la derrota musulmana se
atribuyó, en buena medida, a la intervención divina, pues envió una peste sobre
los sarracenos como castigo por la toma de Compostela unos años antes.
El cambio de
estas importantes partes del relato nos debe poner en alerta sobre la
verosimilitud de toda la historia. Máxime, cuando se están relatando hechos
acaecidos hace más de 200 años. Veamos que nos dice la crítica histórica sobre
el relato original de Lucas de Tuy.
La
primera incongruencia que salta a la vista al analizar el relato del obispo de
Tuy está en el ámbito temporal. Lucas de Tuy sitúa en el mismo año el ataque de Almanzor a
Compostela y su fallecimiento, pero sabemos, por otras fuentes, que esto no es
así.
Una de las
primeras fuentes que nos hablan de la destrucción de Compostela por Almanzor es
la crónica del obispo del siglo XI Sampiro:
“En los
días de aquél (Vermudo II) por lo pecados del pueblo cristiano, aumenté
el número de los sarracenos y su rey, que adopté el falso nombre de Almanzor
—como él no hubo ni habrá otro en el futuro—, tomando consejo de los musulmanes
del otro lado del mar, y con todo el pueblo ismaelita, entré en los confines de
los cristianos y comenzó a devastar muchos de sus reinos y a matar con la
espada. Estos son los reinos de los francos, el reino de Pamplona, y también el
reino leonés. Ciertamente devastó ciudades y castillos y despoblé toda la tierra
hasta que llegó a las zonas marítimas de la España Occidental y destruyó la
ciudad de Galicia en la que está sepultado el cuerpo del beato Santiago
apóstol. Pues había dispuesto ir al sepulcro del apóstol para destruirlo, pero
aterrándose volvió. Destruyó iglesias, monasterios y palacios y los quemó con
fuego en la era 1035”.
Una simple
puntualización respecto a las fechas de este documento. Sabemos que Vermudo II
fue rey de León entre los años 985-999. Esto no nos cuadra mucho con la fecha
final de 1035.
Esto se debe
a que Sampiro seguía la Era Hispánica, la cual se utilizaba ampliamente en
nuestro país en la Alta Edad Media (hasta el siglo XIV). Esta Era Hispánica
tenía el error de considerar la pacificación de Hispania por parte de Roma en
el año 38 a.C. (cuando en verdad ocurrió en el 19 a.C.). Y se utilizó ese año
para comenzar a computar los años (ahora utilizamos la Era Cristiana). Por
tanto, debemos restar 38 años a cualquier fecha datada con la Era Hispánica. En
este caso, los acontecimientos referidos por Sampiro se refieren al año 997.
La fecha
exacta del ataque de Almanzor a Compostela lo comprobamos también en una de las
más importantes crónicas musulmanas, el Bayan al-Mugrib (La increíble
historia, siglo XIV), escrita por Ibn Idhari. En esta crónica, donde se cuenta
la historia de Al-Ándalus y Marrakech, podemos leer:
“Al-Mansur
había llegado en esta época al más alto grado de poder. Socorrido por Allah en
sus guerras con los príncipes cristianos, marchó contra Santiago, ciudad de
Galicia, que es el más importante santuario cristiano de España y de las
regiones cercanas del continente. La iglesia de Santiago es como la Qaaba para
nosotros […].
Al-Mansur
dirigió contra tal ciudad la expedición estival que salió de Córdoba el sábado
23 Chumada II de 387 [3
julio 997], que era su cuadragésimo octava campaña […].
[Después de
diversas peripecias los musulmanes] fueron a acampar ante la orgullosa
ciudad de Santiago el 2 de Xaban [10 de agosto]. La habían abandonado
todos sus habitantes y los musulmanes se apoderaron de todas las riquezas que
en ella hallaron y derribaron las construcciones, las murallas y la iglesia, de
modo que no quedaron huellas de las mismas. Sin embargo, los guardias colocados
por al-Mansur para hacer respetar el sepulcro del santo impidieron que la tumba
del santo recibiera daño alguno. Pero todos los hermosos palacios, sólidamente
construidos, que se alzaban en la ciudad, fueron reducidos a polvo y no se
hubiera sospechado tras su arrasamiento que hubieran existido allí la víspera”.
Respecto a
la muerte de Almanzor, según las fuentes musulmanas (Dikr Bilad al-Andalus y la
biografía de Almanzor escrita por Ibn al-Jatib en su Kitab al-Ihata fi Tarif
Garnata) se produjo durante la expedición que en el año 1002 organizó para
castigar a los reinos cristianos, y muy especialmente al conde Sancho García de
Castilla, que habían estado a punto de derrotarlo en la batalla de Cervera en
el año 1000.
Su objetivo
era el Monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja, pues deseaba dar un
golpe moral similar al realizado en Compostela hacía unos años atrás (San
Millán era patrono de Castilla). Almanzor consiguió, incendiar y arrasar el
monasterio, humillando tanto a castellanos como a pamploneses. Pero allí sufrió
un ataque de gota (una enfermedad que le atormentaba desde hacía veinte años).
Almanzor ordenó la retirada y fue llevado en litera a Medinaceli, donde finalmente
murió.
Las crónicas
cristianas confirman tal suceso. El Chronicon Burgense (siglo XIII) se
limita a reseñar que “el año 1002 murió Almanzor y fue sepultado en el
infierno”. La Crónica Silense (primera mitad del siglo XII), por su
parte, nos da algún detalle más: “después de muchas y horribles
matanzas de cristianos, fue arrebatado en Medinaceli, gran ciudad, por el
demonio, que le había poseído en vida, y sepultado en el infierno”.
La
segunda incongruencia la tenemos en el nombre de los monarcas que participaron
en la batalla de la que nos informa el obispo de Tuy.
La
participación en la batalla del rey Vermudo II de León se antoja bastante
complicada, pues, como ya hemos visto, este monarca había fallecido en el año
999, por lo que no es posible que estuviera presente en una batalla en el año
1002.
La
intervención del conde de Castilla García Fernández tampoco pudo ser posible. García
Fernández, hijo de Fernán González, fue conde de Castilla desde la muerte de su
padre en el año 970 hasta su propio fallecimiento, precisamente en Medinaceli,
en el año 995. Le sucedió su hijo Sancho García, quien era conde de Castilla en
el año 1002.
La
tercera incongruencia reside en la existencia de una batalla de Calatañazor. Ninguna fuente, ni cristiana ni
musulmana próxima a los hechos, refiere ninguna batalla.
Ya hemos
visto, en el relato musulmán de la última campaña de Almanzor que aparece en su
biografía, que no existió batalla alguna entre cristianos y musulmanes.
Respecto a
las crónicas cristianas, la primera mención de una batalla en el año de la
muerte de Almanzor aparece en la Crónica Najerense (segunda mitad del
siglo XII): “en el año decimotercero de su reinado, después de muchas y
horribles matanzas de cristianos, luchando con dicho conde Sancho y dándose a
la fuga, reventó por medio y murió en la villa llamada Grajal y fue sepultado
en Medinaceli”.
Esta crónica
debemos tomarla con cuidado, pues ni la fecha del reinado ni la localidad del
Grajal parecen ser datos verídicos. Pero, tal vez, fue la fuente que utilizó
Lucas de Tuy para realizar su relato.
Diversos
historiadores y estudiosos de esta época han intentado dar sentido a este
galimatías. Para el arabista Évariste Lévi-Provençal, la leyenda de Calatañazor
podría estar en la batalla de Cervera (verano del año 1000), un enfrentamiento
donde una coalición cristiana de tropas navarras, castellanas y leonesas
estuvieron a punto de vencer a Almanzor. El paso del tiempo confundiría a los
cronistas posteriores llevando esta batalla al año 1002.
En cambio,
para Ramón Menéndez Pidal, lo que debió producirse, mientras las tropas de
Almanzor se retiraban con su caudillo moribundo, fue que los caballeros
castellanos molestarían esa retirada. Posteriormente, los ecos de ese acoso a
la retaguardia se interpretarían como que Almazor muere huyendo del conde
Sancho.
Conclusión
final
En
definitiva, ante la falta de fuentes que lo sostengan debemos concluir que la
batalla de Calatañazor nunca tuvo lugar tal como lo refleja la crónica de Lucas
de Tuy y posteriores basadas en ella.
Lo máximo
que pudo ocurrir fue algún tipo de hostigamiento de la retaguardia musulmana
mientras se retiraban de haber saqueado el territorio cristiano. Nada similar a
una batalla propiamente dicha ni a una victoria ante Almanzor.
Esta batalla
ficticia debemos contextualizarla en la propaganda que los cristianos desean
propagar a la hora de dar muerte a uno de los caudillos musulmanes más feroces
con los reinos cristianos.
Ahora bien,
todo lo anterior no debería desanimaros para visitar el pequeño y encantador
pueblo de Calatañazor, en Soria. Una de esas joyas que te trasladan en el
tiempo al año 1000 según paseas por su entramado medieval. Si queréis conocer
un poco este lugar tenéis información en este blog.
Hasta la
próxima
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