domingo, 21 de septiembre de 2025

Mi visita a la Alhambra

 

La Alhambra es el monumento más importante de Granada y su visita uno de esos momentos increíbles que recordaréis toda vuestra vida.

 


Para que no os perdáis nada de esta visita he decidido crear una entrada especial donde explico la visita y realizo una breve guía de lo más importante. ¿Os interesa descubrir o regresar a la Alhambra?

 

Existen muchos lugares únicos que visitar en nuestro país. Pero, sin duda, la Alhambra es uno de los conjuntos monumentales que hay que ver, al menos, una vez en la vida. Yo, como soy un ansioso, pues ya voy por mi segunda visita (y lo que te rondaré, morena).

 

Lo primero de todo es explicar un poco que el conjunto de la Alhambra tiene una parte que es de entrada libre y otra, de pago. Por supuesto, las mejores zonas a visitar necesitan de una entrada (Alcazaba, palacios nazaríes, El Partal y Generalife).

 

La visita a la Alhambra tiene una demanda muy alta, por lo que os aconsejo adquirir las entradas en la página oficial del patronato (aquí). La visita a las zonas visitables es por vuestra cuenta salvo la zona de los palacios nazaríes, donde deberéis respetar el horario elegido en la reserva.

 

El nombre de la Alhambra proviene del árabe al-Qal'a al-hamra (castillo rojo), lo que nos da pistas sobre su material de construcción: piedra mezclada con arcilla de color rojo.

 

Ahora bien, originalmente este palacio no tenía el color actual. Al contrario, sus muros estaban encalados de blanco, color considerado en el islam símbolo del poder, señal de buen augurio, luz y representación de la divinidad. ¿Por qué, entonces, se le puso el nombre de castillo rojo? La versión más difundida es que, durante su construcción, se hacían fogatas nocturnas para iluminar a los constructores, dando el fuego el color rojizo a la construcción.

 

Para acceder a la Alhambra desde el centro de la ciudad tenéis dos opciones. La primera vez que visité Granada subí caminando desde una calle próxima a la Plaza de Santa Ana (Cuesta Gomérez). En un recorrido de unos 20 minutos llegaréis a la Puerta de la Justicia, formada por un gran arco de herradura apuntado, enmarcado por alfiz. Tras este arco se halla un espacio a cielo abierto que servía para hostigar al enemigo y que antecede a un arco interior de menor tamaño, sobre el que se dispone la lápida fundacional de mármol y pizarra. La torre, posiblemente, estaba estucada y coronada por almenas. Su carácter monumental, su imponente masa y sus sistemas defensivos, la convirtieron en símbolo inequívoco del poder de los monarcas granadinos, y por ello en entrada idónea para selectos visitantes y embajadores ante la corte nazarí.


 

Además de su función estructural, posee uno de los valores simbólicos más destacados de la Alhambra: la mano representada en la clave del gran arco exterior de la puerta y la llave reproducida encima del arco interior de entrada. La llave era símbolo de la fe, y la mano es alegoría de los cinco preceptos de la ley musulmana, es decir, representa la perfección. Son símbolos islámicos que contrastan con la figura gótica de la Virgen y el Niño, del escultor Roberto Alemán, colocada por orden de los Reyes Católicos sobre la gran lápida que contiene la inscripción, en árabe, fundacional de la puerta, que se encuentra encima de la llave. Atravesémosla para adentrarnos en este mágico lugar.

 

Ahora bien, en la segunda ocasión, como ya estoy un poco entrado en años, decidí tomar un autobús desde la Plaza Isabel la Católica. Es más cómodo y os deja, en apenas 10-15 minutos, en la entrada del Generalife. Yo os recomiendo esta opción para subir y la primera para bajar. Para informaros de los billetes os dejo la web de transportes de Granada (aquí), aunque lo mejor es sacar la tarjeta Credibús recargable (podéis comprársela al conductor directamente).

 

La Alhambra cuenta con varios puntos de interés a visitar: el Palacio de Carlos V, los Palacios Nazaríes, la Alcazaba y el Generalife con sus jardines. El recorrido completo os llevará, tranquilamente, unas 4-5 horas mínimo. Tened en cuenta que la visita a los Palacios Nazaríes es con horario fijo.

 

El orden de la visita dependerá de cada persona. Yo visité primero el Generalife, luego la zona de El Partal, la Alzacaza y el Palacio de Carlos V. Por último, para dejarme con un buen sabor de boca, visité los Palacios Nazaríes.

 

En la página oficial del Patronato de Granada podéis encontrar amplia información del monumento, por lo que yo sólo os voy a dar algunas breves pinceladas de los puntos más interesantes.

 

Como os indiqué antes, el autobús de subida os deja en la puerta que da acceso a los jardines del Generalife. El Yannat al-arif, como se conocía en tiempos nazaríes, es la villa con jardines utilizada por la realeza de Granada como lugar de retiro y descanso. Se trata de una almunia rodeada de huertas y jardines ornamentales que de forma integral servían tanto para la manutención como para el asueto de la familia real nazarí.

 

De entre todos los lugares que vais a visitar creo que el que más recuerdo os traerá será el llamado Patio de la Acequia. Es, tal vez, el más antiguo jardín ornamental conservado en el planeta, pues desde el siglo XIII ha permanecido de manera continuada. El Patio de la Acequia nunca ha dejado de ser jardín y, aunque ha sufrido cambios en sus plantaciones, ha conservado siempre lo fundamental, el eje de agua y los cuadros laterales de cultivo, manteniendo su carácter de patio cerrado y, en gran medida, el carácter de las construcciones que lo enmarcan. Las vistas desde las ventanas, llenas de estucos, son impresionantes.

 

Patio de la Acequia. Generalife. LA Alhambra. Granada

Atravesando la alcoba lateral de la Sala Regia se asciende, al nivel de un corredor abierto, a otro lugar encantador: el denominado Patio del Ciprés de la Sultana. La edificación porticada data de 1584, frente a la que se desarrolla un intimista patio ajardinado de gusto barroco. Originalmente todo el espacio estaba ocupado por el baño del Palacio, del que no ha quedado aparentemente nada, excepto tal vez, la entrada del caudal de agua de la acequia que debió abastecerlo antes de continuar al Patio contiguo y que puede observarse en forma de cascada a través del hueco en el muro lateral. En el centro se encuentra una alberca con dibujo en planta en forma de «U», en cuyo centro se dispuso, en el siglo XIX, otra más pequeña de la que sobresale una fuentecilla de piedra. Todo el conjunto está rodeado de surtidores que lanzan agua consiguiendo un ambiente de frescor que ya en 1526 impresionó vivamente al Embajador de la República de Venecia Andrea Navaggiero en su visita al Generalife.


Tampoco debéis perderos la conocida como escalera del agua. En el Generalife, el agua resalta y amplifica cualquier elemento o construcción por más sencilla que parezca. Aquí vemos un tramo de escaleras delimitado en sus laterales por dos pequeños muros laterales rematados por una conducción de tejas vidriadas por las que desciende el agua. Cubierto por una bóveda de laureles, la experiencia sensitiva del agua, junto a una atmósfera de luces y sombras, llenan de magia el lugar. La escalera nos llevará a la zona más elevada del Generalife, un jardín verdaderamente precioso.

 


Si tenéis tiempo y ganas podéis visitar algunos otros puntos un poco más alejados, como son los restos del palacio de Dar al-Arusa, la Alberca Rota y la Silla del Moro.

 

Para acceder a la zona monumental de la Alhambra debéis atravesar la Puerta del Agua. Atravesaréis unos jardines con los restos de algunos palacios pertenecientes a los nobles de la corte y os dejará en la plaza junto al Parador de Granada (antiguo convento de San Francisco). Podéis entrar para ver un pequeño jardín con fuente. Bajando la calle veréis, a vuestra mano izquierda, varias tiendas de recuerdos. A vuestra mano derecha que no se os pase entrar en el Baño de la Mezquita, un baño público construido por Muhammad III a inicios del siglo XIV que conserva todo su encanto.

 


Un poco más abajo os toparéis con la iglesia de Santa María de la Alhambra. La misma data del siglo XVII y se levantó sobre el solar de la Mezquita Mayor. Tiene planta de cruz latina, destacando en su interior su retablo barroco.

 


Justo enfrente de la iglesia anterior se encuentra, imponente, el Palacio de Carlos V, el heredero de los Reyes Católicos. Lo mandó construir en 1527, con lo que recaudaba de los impuestos que cobraba a los moriscos por dejarles vivir en la ciudad. Pero las obras se frenaron con la guerra de las Alpujarras y no se retomaron hasta mediados del siglo XX.

Palacio de Carlos V. La Alhambra. Granada.

 

El Palacio de Carlos V, símbolo del triunfo de la cristiandad sobre el islam, posee un original exterior cuadrangular e interior circular, cuyo estilo del pleno renacimiento contrasta poderosamente con el resto de construcciones.

 


Su interior alberga actualmente dos espacios museísticos: el museo de bellas artes, con obras pictóricas y escultóricas de Granada, y el museo de la Alhambra, con importantes piezas arqueológicas. Entre las obras singulares del primero destacar el conjunto escultórico del entierro de Cristo, óleos con vistas de la Alhambra y varios cuadros costumbristas, como el de la hora de la siesta, costumbre típicamente española.

 


Respecto al museo arqueológico destacar una escultura de un león proveniente del Maristán, un trono plegable de campaña, azulejos y otros objetos interesantes de la cultura musulmana.

 


Tenéis una propuesta de recorrido aquí.

 

Junto al Palacio de Carlos V se encuentra la entrada a la zona del Palacio de El Partal. Si vais a volver a bajar en el autobús que habéis tomado para subir podéis dejar esta parte para la última, pues os llevará hasta el Generalife. Yo quería bajar andando, por lo que lo vi antes.

 

Este palacio debe su nombre a la voz árabe que significa pórtico, y se refiere a los restos de la residencia del sultán Muhammad III, el más septentrional y más antiguo. Al principio de la dinastía nazarí, este palacio era la zona principal, pero, tras la construcción del palacio de Comares, se convirtió en una zona marginal.

 

Palacio El Partal. La Alhambra. Granada.

Hoy en día es un rincón evocador de la Alhambra y muy reconocible gracias a la alberca que le antecede. El interior, conocido como torre de las damas, tiene una decoración con zócalos alicatados, amplios paños de yeserías policromadas y una excelente cubierta de madera (el original fue desmontado y trasladado a Berlín). Por encima del pórtico se encuentra un bello mirador llamado el observatorio.

 

Que tampoco se os pase el oratorio del Partal, un edificio rectangular situado junto al pórtico e integrado en el paisaje para favorecer la meditación, que posee una bella decoración en estuco.

 


En vuestro camino hacia el Generalife atravesaréis un bonito jardín, donde destacan las torres que se insertan, cada cierto tramo, sobre la muralla. Encontraréis la Torre de los Picos, mundialmente conocida gracias a Washington Irving; la Torre de la Cautiva, una torre palacio que atesora, junto al Palacio de Comares, el más completo programa decorativo de la Alhambra; la Torre de la Infanta, muy similar a la anterior en cuanto a decoración. Yo las encontré todas cerradas, por lo que, salvo que queráis salir por el Generalife, os podéis ahorrar este paseo.

 

Volviendo a la zona del Palacio de Carlos V, vamos a acercarnos a la Plaza del Aljibe, construida por el Conde de Tendilla, primer alcaide de la Alhambra, es una gran explanada que da acceso a la Alcazaba. Antes de dirigíos hacia allí no dejéis de admirar la Puerta del Vino, una de las más antiguas y la única, interior, que queda en pie. Era una especie de arco triunfal y muestra una ruda decoración pétrea en la cara exterior, que contrasta con la delicada decoración de cerámica de cuerda seca de la cara interior, única en la arquitectura alhambreña. También conserva en esta cara uno de los pocos restos de decoración esgrafiada y pintada de los muros exteriores de la Alhambra.

 


Por cierto, junto a esta puerta se encuentran los baños y una zona con máquinas expendedoras de comida y bebida.

 

La Alcazaba constituyó el área residencial de la guarnición de élite al servicio del Sultán, cuya función principal era vigilar la ciudad palatina. Su función castrense la notamos desde la entrada en recodo al pie de la torre del Homenaje. No es la única en la que debéis fijaros, siendo también señeras la torre de la Pólvora (llamada así por ser plataforma de artillería en época moderna) o de la Vela. Esta última es la más grande de todas y se la conoce con este nombre porque los cristianos colocaron una campana que sonaba al alba para avisar a los agricultores del riego de las huertas, manteniéndolos en vela.

 


Puesto que albergaba a la guarnición de élite del Sultán, el lugar es una pequeña ciudad musulmana. Una estrecha calle recorre el recinto y lo divide en dos espacios diferenciados: al norte se ubicaban las viviendas de la guardia, mientras que al sur se hallaban los almacenes.

 

Las vistas desde las torres son verdaderamente evocadoras, pudiendo observar el barrio del Albaicín en la ladera de enfrente.

 


Toca ahora entrar en la zona principal y más evocadora de este magnífico lugar, los Palacios Nazaríes. Este conjunto se ha conservado en todo su esplendor gracias a que los Reyes Católicos escogieron estas estancias como residencia en Granada. Otros palacios de la Alhambra, tal como hemos podido comprobar, no tuvieron la suerte de sobrevivir debido al abandono o a la destrucción durante la ocupación militar francesa del siglo XIX.

 

La entrada a los Palacios Nazaríes se realiza en las proximidades del Patio de Machuca, que posee una curiosa alberca que recuerda los ninfeos romanos.

 

La primera sala que encontraremos es el Mexuar, lugar donde se reunía la Sura o Consejo de Ministros. Este lugar ha sufrido múltiples modificaciones a lo largo del tiempo, destacando, por su curiosidad, el friso epigráfico de yesería que discurre por encima del zócalo alicatado. Procedente del desaparecido Pórtico del Patio de Machuca se colocó en el Mexuar por artesanos moriscos, en lugar de las típicas almenillas, con una clara intención simbólica: «El Reino es de Dios. La fuerza es de Dios. La Gloria es de Dios». Esta sala es un buen aperitivo que nos muestra lo que nos vamos a encontrar en esta parte del palacio: azulejos con diferentes tramas y motivos geométricos, estucos, artesonados en las techumbres y bellos miradores.

 


Tras atravesar un pequeño patio interior, accederemos al Palacio de Comares, el cual se construyó en torno al patio de los Arrayanes, en diferentes fases, a lo largo del siglo XIV. El nombre del patio proviene de los grandes macizos de esta planta, también llamada mirto, que bordean la alberca en sus lados mayores.

 

Originalmente estos espacios ajardinados eran mucho más bajos y probablemente con mayor variedad de árboles enanos, para que sus copas no sobresalieran en exceso. La Alberca juega un papel importantísimo en la definición arquitectónica y estética del lugar pues, con su lámina de agua, que actúa como un espejo, refleja las estructuras dándoles una proyección geométrica que rompe la excesiva horizontalidad del espacio. El Patio siempre estuvo pavimentado con grandes losas de mármol blanco, aunque a finales del siglo XVI consta que se amplió su solería por lo que originalmente pudo estar reducida a unos andenes.

 

Patio de Comares. La Alhambra. Granada.

En el extremo norte se encuentra la Sala de la Barca y al Salón de Embajadores, una de las mayores y más ricas construcciones de toda la Alhambra. La Sala de la Barca es la antesala al espacio más importante de este palacio y su denominación puede derivar de la forma de su bóveda semicilíndrica, semejante al casco de un barco invertido, o tal vez de la palabra árabe al-baraka (la bendición), repetida insistentemente en las yeserías de sus muros. A finales del siglo XVI fue necesario repintar el techo, por lo que también se la conocía hasta épocas recientes como Sala Dorada. La forma y dimensiones del techo lo convierten en un ejemplar extraño y único. El original quedó casi totalmente destruido a consecuencia de un incendio el 15 de septiembre de 1890, finalizando su restauración en junio de 1965, a partir de dibujos, fotografías y piezas salvadas.

 


La armadura, de lazo ataujerado, es de madera de pino. Sus extremos son de cuarto de esfera con decoración de lazo de 12. El eje central conjuga ruedas de 12 y sinos o estrellas de 8, combinándolas sucesivamente. Un zócalo de diferentes alicatados reviste toda la sala, incluidas las alcobas que se abren a los extremos mediante grandes arcos semicirculares. Las alacenas fueron ampliadas en el siglo XVII para abrir sendas ventanas con rejas al patio, como puede verse en los grabados del siglo XIX y en fotografías antiguas.

 

El Salón de Comares también es conocido como de los Embajadores o del Trono. En sus muros se abren nueve pequeñas alcobas, iguales dos a dos, excepto la central frente a la entrada, reservada al Sultán y más ricamente decorada. La solería de la estancia, repuesta en diversas ocasiones, conserva en el centro la mayoría de sus piezas originales, de cerámica dorada, a las que se añadieron otras semejantes posteriormente. Posiblemente tuvo también losas de mármol.

 


Los paramentos verticales del Salón están íntegramente revestidos de decoración. En su parte inferior conserva diferentes zócalos alicatados originales, sobre los que se desarrolla la rica decoración de yesería, alternando la geometría con el ataurique y la epigrafía. Originalmente estaba policromada con vivos colores, como si de un tapiz se tratara.

 

Esta sala del trono se encuentra situada en la Torre de Comares, la mayor de la Alhambra con sus 45 metros de altura.

 

En los lados este y oeste del patio de los Arrayanes, por su parte, se hallaban las habitaciones de las esposas del sultán y en las del lado sur se ubicaban las estancias de las concubinas y el servicio.

 

Por último, un lugar muy interesante, históricamente hablando, es el Baño de Comares. Todos los palacios de la Alhambra tenían su propio hammam, pero éste es el único baño medieval islámico que se ha conservado prácticamente íntegro en Occidente. Tomado por la cultura islámica de las termas romanas, pronto se convirtió en un elemento fundamental del mundo musulmán. Las estancias del baño de la Alhambra, por su estado de conservación y especial naturaleza, con el fin de preservarlas lo mejor posible, no se visitan habitualmente, aunque sí se pueden contemplar desde otros espacios a través de huecos.

 

El Palacio de los Leones se encuentra situado al este del de Comares, y ocupa lo que sería el antiguo jardín de este. También es conocido como Palacio del jardín feliz y representa el momento culminante de la arquitectura nazarí.

 

Patio de los leones. La Alhambra. Granada.

Fue erigido, durante el segundo gobierno de Muhammad V (1362-1391), después de recuperar el trono con la alianza con el rey castellano Pedro I. El palacio, con una superficie aproximada de 1900 m², tiene su eje central en el denominado patio de los Leones, que da nombre al palacio, y las estancias se estructuran a partir de este patio, alrededor de cuyas galerías se distribuyen las alcobas, y salas privadas del sultán y sus esposas.

 

En este patio sobresale la Fuente de los Leones, símbolo del poder del sultán. No sólo es el elemento más representativo de su riqueza decorativa, sino que también lo es del complejo y sofisticado sistema hidráulico del recinto palatino.

 

Patio de los leones. La Alhambra. Granada.

Esta fuente de los Leones ocupa el eje central del palacio en torno al cual se abren las distintas estancias regias. Se compone de doce esculturas de leones surtidores distribuidos de forma radial que parecen "sostener" en sus lomos una gran taza dodecagonal de 2,56 m. de diámetro. La taza, constituida por un surtidor central y decoración epigráfica, geométrica y vegetal, se apoya sobre una base cilíndrica realizada en piedra caliza. La pieza central del surtidor es una réplica del original que fue retirado en 1981 para su estudio. Contiene ocho orificios distribuidos perimetralmente que se corresponden con los ocho desagües de mayor tamaño situados debajo de los mismos. De este modo el agua que vierte la fuente se recoge en los desagües, sin desbordarse por la taza, estableciendo una suave armonía con la que brota por los caños de la boca de los leones produciendo un suave rumor de agua.

 

El esquema organizativo del Palacio de los Leones consta de un patio central alrededor del cual se distribuyen distintas estancias de las cuales la principal se conoce como Sala de las Dos Hermanas. Como elementos distintivos destacan su arquería y columnata que envuelve la totalidad del espacio y los dos pabellones que avanzan en sus lados menores, aportando complejidad a su composición y riqueza a la percepción del conjunto. Los ritmos decorativos establecidos responden a una sutil combinación que se complementa con el claroscuro de las yeserías creando un ambiente cargado de exotismo que ha sido valorado por numerosos viajeros y artistas a lo largo del tiempo. El patio ha llegado a día de hoy con una configuración en forma de crucero, con fuente central, del que se encuentran escasos precedentes tanto en Al Ándalus como en el resto del mundo islámico medieval. La perfección proporcional y visual que añade al patio la galería de columnas anteriormente citada, lo ha convertido en uno de los ejemplos arquitectónicos más universales y admirados, y supone un ejemplo de integración de arquitectura y agua, en la que esta se reparte desde la fuente central del patio hacia todo el palacio.

 

La sala de los Mocárabes al oeste, recibe su nombre de la bóveda que originalmente cubrió esta estancia, la cual debió tener una riqueza decorativa exuberante. Hoy no podemos más que hacednos una idea pues, en 1590, la explosión de un polvorín cercano destruyó la yesería, siendo sustituida por la construcción actual.

 

La sala de Abencerrajes al sur, debe su denominación al atribuirle la tradición del siglo XVI el poco riguroso escenario de sangrientas disputas cortesanas que acabarían con los principales miembros de esa familia norteafricana. La estancia principal se encuentra elevada con respecto al nivel del Patio, el cual se divisa desde el interior a través de su única abertura, una amplia puerta que conserva sus batientes originales, de madera ataujerada con rica decoración de lacería, restaurados en varias ocasiones.


De la planta cuadrada, centrada por una bella fuente dodecagonal de mármol, abren a sus costados, mediante dobles arcos, dos amplias alcobas. Gran parte de su decoración de yesería fue muy restaurada en el siglo XVI, al que también corresponde el principal zócalo de azulejos, de procedencia sevillana.



Lo más espectacular de la Sala es su impresionante cúpula de mocárabes en forma de estrella de ocho puntas al abrirse sobre ocho trompas también de mocárabes.

 

La sala de los Reyes al este, es el gran espacio áulico y emblemático del Palacio de los Leones. Lugar de reposo y tertulia, se estructura en torno a un gran vestíbulo, de más de 30 metros de longitud, que servía de escenario para las más variadas recepciones y representaciones festivas.


El espacio se encuentra dividido en tres alcobas de planta cuadrada, rematadas con cúpulas de mocárabes que sobresalen de la cubierta general a semejanza de linternas -otro elemento característico de la arquitectura nazarí-. Estas salas se ven fraccionadas perpendicularmente por grandes arcos dobles de mocárabes.



Las tres falsas bóvedas albergan pinturas sobre cuero de rica iconografía profana. El estilo se corresponde con el gótico lineal en el abundante empleo de la línea y el dorado, responde también a los caracteres de la pintura trecentista: tanto en los rasgos de los personajes representados como en algunas indumentarias de tipo florentino. El conjunto se debe a artistas cristianos conocedores del mundo musulmán, en donde se mezclan la estética italiana con la islámica, poniéndose de manifiesto la influencia del taller toledano como base de la amistad existente entre don Pedro I de Castilla y Muhammad V de Granada.


En las bóvedas laterales, parecen representarse las escenas secuenciales de un relato novelesco medieval, en el que unos caballeros, claramente identificados por sus ropas musulmanas y cristianas, realizan diversas pruebas para obtener los favores de una dama. La historia que comienza en la bóveda izquierda, puede tener su desenlace en la bóveda de la derecha, sucediéndose distintos episodios como la cacería de animales salvajes, el juego del ajedrez o la justa entre caballeros. Todas las escenas se desarrollan entre una extraordinaria representación de la naturaleza: aves y animales silvestres en movimiento entre una profusa vegetación y arboleda.

 

Por último, la sala de las Dos Hermanas, al norte, corresponde a la segunda residencia del Palacio de los Leones, y posee semejante estructura a la de los Abencerrajes.


 

Tras la entrada, se desarrollan a derecha e izquierda sendos corredores que conducen respectivamente, a las habitaciones de la planta superior y al retrete de la vivienda. El nombre lo recibe por las dos grandes losas de mármol, centradas por una fuentecilla que evacua por un canalillo al Patio de los Leones.


El zócalo de alicatados, uno de los más originales por su peculiaridad de toda la Alhambra, es una bella composición geométrica a base del entrelazado de cintas de varios colores.


La decoración de yesería de los paramentos, dividida como es característico del arte nazarí en grandes paños separados por inscripciones epigráficas, cubre por completo los muros, culminando en la que es sin duda la obra maestra: una cúpula de mocárabes que, a partir de una estrella central, se desarrollan mediante el conocido teorema de Pitágoras.


En los dos laterales de la Sala, de planta cuadrada, abren dos alcobas. Cada una con su característico espacio para la tarima o cama, que se cubren con unos extraordinarios artesonados de madera bellamente decorados.

 

Otras estancias dignas de mención de este palacio son el Patio de Lindaraja, cuyo nombre procede del precioso mirador que lo preside en su cara meridional y que tiene un aspecto claramente claustral cristiano; las habitaciones de Carlos V, construidas por el emperador en 1528 como una especie de “suite imperial”. La tradición indica que en estos cuartos se engendró a Felipe II y, posteriormente, en uno de ellos se alojó el escritor Washington Irving; y, cerrando el conjunto, el llamado Peinador de la reina, un intimista pabellón al que se añadió en el siglo XVI la conocida «estufa», y en el exterior una galería de tradición italiana. Sin duda, lo mejor de estos espacios son las vistas que se obtienen.

 


Hasta aquí la extensa entrada de hoy. Si alguien la puede utilizar como guía para visitar este excepcional monumento me daré por satisfecho del esfuerzo realizado.

 

Por último, os comparto una web donde podéis realizar un Tour Virtual de la Alhambra, siempre que queráis: https://www.alhambra.org/mapa-virtual-alhambra.html

 

Hasta la próxima

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