domingo, 27 de octubre de 2024

Mis 5 museos favoritos de Bolonia

 

 

Bolonia no se caracteriza por tener unos museos internacionalmente destacables, pero ello no quiere decir que los muchos que posee no atesoren piezas interesantes.

 

Si viajáis a Bolonia aquí tenéis mi recomendación para poder admirar arte durante vuestra visita. ¿Os animáis?

 

Bolonia tiene numerosos museos, estando la mayoría integrados en la tarjeta Bolonia Card, por lo que su visita es muy cómoda. Dentro de todos ellos os voy a mostrar los encantos de los cinco que más me gustaron.

 

1.    Museo arqueológico

 

Se trata de uno de los museos más prestigiosos de la ciudad y su visita es obligada si os interesa la historia antigua. Se ubica en el Palacio Galvani, a pocos pasos de la Plaza Mayor.

 

Por supuesto, el núcleo principal del museo lo componen las piezas de las culturas romana, griega y etrusco-itálica, con especial atención a Felsina. Aquí destacaría la estatua de Nerón, erigida por los boloñeses para rendir homenaje al emperador que había financiado la reconstrucción de Bolonia tras el incendio del año 53. La misma la tenéis justo en el hall de la entrada, a vuestra derecha.


 

El patio interior tiene dispuestas varias lápidas y esculturas. El mismo nos sirve para acceder a la primera planta, lugar donde tenemos el grueso de la exposición. La figura en piedra de Neptuno nos da la bienvenida.

 


Una parte muy interesante son las vasijas funerarias y los ajuares encontrados en los enterramientos. Igualmente podremos admirar diversas lápidas talladas de gran belleza.

 


Por supuesto, tampoco podía faltar la cerámica griega o los bellos mosaicos.


 

En una segunda parte vamos a poder admirar copias de esculturas clásicas y más piezas funerarias, esta vez de la cultura etrusca.

 



Lo más destacable, en mi opinión, es su colección egipcia, la tercera de Italia (tras Turín y Florencia). La encontraréis en la planta baja, a la izquierda según entráis en el museo.

 

No perdeos los cinco relieves de la tumba de Horemheb, general del ejército en la época del faraón Akenatón. La joya de la corona del museo.


Tras pasar por el pasillo que contiene los relieves tendréis una gran sala donde admirar todo tipo de piezas egipcias de gran belleza: sarcófagos, esculturas familiares…

 


En resumen, una visita que encantará a todos los apasionados de la historia y la arqueología.

 

2.    Museo Civil Medieval

 

La siguiente para, cronológicamente hablando, no puede ser otra que el museo medieval, poseedor de piezas importantísimas y de gran valor artístico.

 

Este interesante museo se encuentra en el palazzo Ghisilardi Fava, una joyita del renacimiento boloñés en la vía Manzoni 4, junto a la Catedral.

 

La exposición comienza con una sección introductoria que ilustra la formación de las colecciones en época moderna y contemporánea para, luego, introducirnos en la vida medieval de la ciudad con objetos que nos llevarán a recorrer del el S. VII hasta el S. XVII, ya de época moderna. Vamos a realizar un pequeño recorrido por los puntos más importantes.

 

En la sala 4 vamos a encontrar los monumentos funerarios de los médicos del Bolognese Studio (Universidad), que representan una de las principales razones de interés del museo. A partir del siglo XIII se extendió la costumbre de realizar este tipo de monumentos para celebrar la fama de los médicos en derecho civil y canónico. Los arcos estaban formados por un sarcófago apoyado por mansolones y acompañados de una placa conmemorativa. El techo de la tumba estaba decorado con estatuas de santos donde la Virgen y el Niño se situaba en el centro. El fallecido fue representado en dos momentos: en la tapa como una figura típica acostada en los monumentos funerarios y, también, como profesor en la silla mientras da conferencias a sus alumnos, representados en los dos paneles laterales.

 


En la sala 7 vamos a encontrar una preciosa estatua de Bonifacio VIII, uno de los papas más famosos del Medievo. Se encargó por el Consejo Popular del Municipio de Bolonia en el año 1300 para agradecer el dictamen del pontífice respecto a una disputa mantenida entre Bolonia y Móena Estense. La estatua está hecha de madera cubierta de cobre dorado para lo cual apareció una vez todo de oro. Las partes que ahora aparecen ennegrecidos se deben a la oxidación del metal y también se han perdido algunas piezas incluyendo los pies y las dos coronas de la tiara. Su aspecto juvenil se interpreta como la intención de crear una imagen simbólica de la eternidad de la Iglesia.

 


En la misma sala tampoco conviene perderse el Piviale di San Domenico, un magnífico ejemplo de la influencia del arte textil inglés. Esta joya realizada en tela de lino a finales del siglo XIII muestra una decoración gótica llena de figuras y estructuras realizadas con hilos de seda de colores, así como hilos de oro y plata. Las imágenes muestran episodios del nacimiento de Cristo y su Pasión, intercalados con dos estrechas coronas que contienen cabezas de santos. La narrativa se desarrolla dentro de las arquitecturas ojivales, que marcan la secuencia de episodios.

 

Bajando al piso inferior vamos a encontrar nuevamente escultura funeraria, tanto del tipo médicos universitarios como de guerreros o monjes.

 


Dentro de las piezas escultóricas sobresale el Busto del Papa Gregorio XV Ludovisi, una impresionante pieza de bronce obra joven de Gian Lorenzo Bernini. El papa es retratado como obispo de Roma en circunstancias litúrgicas. Su pose es estática, frontal y posee cierta vitalidad que anima la pose, tanto en las arrugas de la frente como en el ligero movimiento de los labios, casi imperceptible, que parece indicar el inicio de un discurso.

 


La exposición de armas realiza un recorrido por los siglos XV-XIX, pudiendo admirar armaduras completas, espadas y armas de fuego, tanto europeas como orientales.

 


En la sala 16 se expone una bella colección de manuscritos iluminados que pasa por ser una de las más importantes de la ciudad.

 


Para más información consultar: https://www.museibologna.it/medievale/

 

3.    Pinacoteca Nacional

 

Se trata de un importante museo (de los mejores fuera de Roma) donde poder adentrarnos en la pintura boloñesa de los siglos XIV-XVIII. Si os gusta la pintura italiana este es un imprescindible. Con unas 30 salas, vais a tener que echarle un par de horas como mínimo. A continuación, os dejo un breve resumen con las principales obras que admirar.

 

Podemos dividir el museo en tres partes diferenciadas. La primera está dedicada al gótico final, con obras destacadas como San Jorge y el dragón de Vitale da Bologna, el cual nos da la bienvenida al museo.

 


De entre todas las obras voy a destacar un Crucificado de Michele di Matteo u obras de Giotto y seguidores, como Virgen en el trono con santos. En el políptico que tiene la firma del artista podemos observar el refinamiento en la representación de los detalles, la elegancia de los ornamentos y del juego de la alternancia de colores y las novedades respecto a la representación espacial, donde se intuye la profundidad.

 


Personalmente me encantó El Paraíso y el Infierno, una asombrosa representación del Maestro de la Avicena, y, respecto a la sección de la pintura al fresco, la Adoración de los Magos, de Jacobus e Simone di Filippo, o San Juan en la Batalla de Clavijo, un fresco atribuido al pseudo Iacopino da Bologna.

 


La segunda sección comprende las obras renacentistas, donde vamos a encontrar numerosas joyitas del arte italiano. A destacar la obra más importante de la pinacoteca, el Éxtasis de Santa Cecilia de Rafael. El poeta romántico inglés Percy Shelley describió la pintura de la siguiente manera: “La figura central, Santa Cecilia, parece extasiada; sus profundos, oscuros y elocuentes ojos están levantados; su cabello castaño echado hacia atrás desde su frente, sostiene un órgano en sus manos; su semblante, por así decirlo, calmado por la profundidad de su pasión y éxtasis. Está escuchando la música del cielo y, como me imagino, acaba de dejar de cantar porque las cuatro figuras que la rodean evidentemente señalan, por sus actitudes, hacia ella; especialmente San Juan, quien, con un gesto tierno pero apasionado, inclina su rostro hacia ella, lánguido con la profundidad de la emoción. A sus pies yacen varios instrumentos de música, rotos y sin cuerdas”. Además de Juan Evangelista, identificado por el águila, vemos a Pablo con su espada, a Agustín de Hipona con su báculo y a María Magdalena con su frasco de Alabrastro.

 


La iconografía del retablo es inusual puesto que, en lugar de representar una figura o figuras para ser veneradas, representa el acto de adoración en sí mismo. Cada uno de los santos estaba asociado con visiones, al igual que Elena Duglioni (aristócrata boloñesa dueña de la capilla donde se exhibiría la tabla), y el coro celestial que se abre sobre las cabezas de los santos está estrechamente relacionado con las devociones de la mecenas, en las que la música era un elemento importante. Cecilia estuvo asociada con la música de la Edad Media, pero los instrumentos rotos aquí parecen referirse al abandono de los placeres terrenales que resultaron de la devoción de Cecilia a lo sagrado. En esta pintura, personifica la música religiosa como un camino para la unión con Dios.

 

La obra es un canto a la castidad debido a los símbolos y figuras: El sencillo cinturón de Santa Cecilia es un símbolo renacentista tradicional de la castidad; Juan el evangelista fue el santo patrón de la virginidad y Pablo alabó el celibato en la primera epístola a los Corintios.

 

Otras importantes obras que podemos ver en esta parte del museo son Los esponsales de la Virgen, de Lorenzo Costa, un precedente al estilo rafaelesco; la pequeña pintura de Ercoli de Roberti titulada Llanto de una María, con un sugerente poder expresivo de pena y unas excelentes lágrimas cristalinas; la cena de San Gregorio Magno, de Vasari, un abarrotado y colorido cuadro donde el artista representó al Papa Clemente VII y al duque Alessandro de' Medici, recientemente fallecidos. La escena alude a un episodio en la vida del Papa Gregorio Magno. Todos los días el Papa sirvió personalmente a doce pobres invitados a su mesa, en recuerdo de la última cena; un día esos doce invitados se unieron milagrosamente a una decimotercera, que se reveló como Jesús mismo.

 


La última sección está dedicada al Barroco. Aquí voy a destacar las obras de Agostino, Ludovico y Annibale Carracci, los renovadores del barroco temprano que plantaron cara a Caravaggio. No os perdáis La Asunción de la Virgen de Annibale, La última Comunión de San Jerónimo, de Agostino y Madonna dei Bargellini, de Ludovico.

 

Guido Reni tiene una sala dedicada en exclusiva, donde destacan obras como la expresiva La matanza de los inocentes, un Retrato de mujer (identificada con dudas como la madre del pintor) y un colosal Sansón victorioso bebiendo de la quijada.

 


El siglo XVIII y XIX tiene obras mucho menos importantes y conocidas, por lo que la última parte del museo podréis recorrerla rápidamente salvo que os encante este periodo.

 

En resumen, un museo muy grato de ver para empaparse en la pintura italiana del final del gótico, renacentista y barroca.

 

4.    Museo internacional de la música

 

Este museo puede que, inicialmente, parezca sólo interesante para los apasionados a la música. Pero, ni mucho menos. También lo es para todos aquellos que deseen admirar el interior de un bello palacio, así como para aquellos a los que les gusten las anécdotas históricas.

 

Este museo se ubica en el Palazzo Sanguinetti (S. XVI), un bello ejemplo de palacio neoclásico donde destacan sus numerosos frescos de los siglos XVIII-XIX. La primera sala que encontraremos al subir las escaleras (la exposición se encuentra en la primera planta del palazzo) será la típica sala con frescos que simula la estancia en un jardín clásico.


 

La existencia de este museo se la debemos al fraile franciscano Giambattista Martini. En la época era un sabio de todo lo relacionado con la música y llegó a reunir más de 17.000 volúmenes musicales. La exposición muestra unos 250 ejemplares (los más importantes) que van rotando en el tiempo.

 


El museo consta de nueve salas donde vamos a recorrer seis siglos de historia de la música europea a través de más de 80 instrumentos musicales antiguos, más de un centenar de cuadros de personalidades ilustres del mundo de la música, una rica colección de tratados, volúmenes, cartas, manuscritos, libretos de ópera y partituras autógrafas.

 

Entre los objetos que no debéis perderos os enumero los siguientes:

 

·       El examen de ingreso de Mozart a la academia filarmónica de Bolonia (Sala 3). Indicar que existen varias versiones: una llena de errores (Mozart no sabía mucho de gregoriano), otra realizada por el Padre Martini y una última, presumiblemente copiada por Mozart de la anterior corrección, con la que el famoso compositor conseguiría pasar el examen.

 


·       La colección de retratos de los músicos más importantes del mundo. El padre Martini deseaba realizar una gran obra de Historia de la Música y los retratos estaban destinados a formar parte de su apéndice iconográfico. Lamentablemente, este apéndice debía ir en el quinto volumen, y Martini falleció mientras estaba preparando el cuarto. Aquí podréis admirar a Monteverdi, Mozart, J.S. Bach, Rameau, Tartini, Gluck, Vivaldi, Cimarosa, Paisiello, Jommelli, Scarlatti, Porpora, Haendel, Farinelli, Rossini, Donizetti, Bellini, Verdi, Wagner... ¿A cuántos conocéis?

 


 

·       El Harmonice Musices Odhecaton A: el primer libro musical impreso en 1501 por Ottaviano Petrucci. Este personaje fue el inventor de la impresión tipográfica para la música. En la sala 5 encontraréis muchos otros libros musicales que os dejarán alucinados (como las versiones de bolsillo).

 


·       Y para retrato importante el de Farinelli (Sala 6), considerado el mejor cantante de ópera de todos los tiempos por su capacidad para realizar todos los registros posibles. Su mirada altiva y orgullosa nos muestra la importancia que tenía en su época. Como curiosidad indicar que aparecen las efigies de Fernando VI y Bárbara de Braganza, quienes le otorgaron la orden militar de Calatrava (así como una prueba falsa de su sangre noble).

 

 


·       En la Sala 7 encontramos el manuscrito original autógrafo del Barbero de Sevilla, sin duda, la obra más famosa y conocida de Rossini. Indicar que la compuso en tan solo 14 días y a la primera, sin ningún borrón.


 

·       Curiosos instrumentos musicales están repartidos por las diferentes salas, como la Buccina, un curioso trombón con forma de dragón; la Trompeta de Mar que, a pesar de su nombre, poco tiene que ver con los instrumentos de viento y se toca con un arco (aunque ofrezca el sonido de una trompeta); o el teclado perfecto, el Clavemusicum Omnitonum, original de 1606, que tiene 125 teclas dispuestas en 5 filas diferentes y 31 teclas por octava (con un botón para cada semitone e incluso una por cada trimestre de tono). Sería perfecto teóricamente, pero imposible de tocar salvo por alguien con siete dedos en cada mano.

 


Para más información: https://www.museibologna.it/musica/

 

5.    Museo Davia Bargellini

 

Dentro de todos los pequeños museos insertos en palacios os voy a recomendar esta joyita muy próxima al museo anterior y enfrente de la Basílica de Santa María dei Servi (no dudéis en entrar que es preciosa).

 

En las siete salas que conforma el museo vamos a poder admirar dos núcleos expositivos: la galería de fotos Davia Bargellini y la colección de artes aplicadas. Todo ello en un apartamento amueblado del siglo XVIII con valiosos muebles originales.

 

Entre los objetos interesantes que podremos admirar voy a destacar la colección privada de pinturas (tanto religiosas como los retratos familiares). Aquí destaca, a mi entender, la Madonna dei Denti de Vitale da Bologna. Un tríptico desmembrado del que sólo se conserva la parte central. No pude averiguar la razón de que se la llama la Virgen de los dientes, pues parece que no los enseña. Un pequeño misterio.

 


También es destacable la Pietá de Simone dei Crocefissi, junto a los retratos de los miembros de la familia Bargellini.


 

Entre los objetos de arte aplicado destacaré el teatro de marionetas, una auténtica joya del siglo XVIII. Construido en madera tallada y pintada, está compuesto por un escenario, telón de fondo y multitud de marionetas, de varios tamaños, realizadas en madera de tela y diversos materiales (jefa, estuco, cera, lienzo acolchado, papier mache etc). En total son 74 figuras humanas, 9 caballos y un mono. El teatro fue encargado por los condes de Albicini de Forlá, cuyo escudo de armas se coloca en el centro de la escena y sus características técnicas nos remiten a Venecia, donde este tipo de espectáculos tuvo una difusión extraordinaria.


 

Y, por supuesto, una reproducción en miniatura del interior de una casa privada del siglo XVIII que está totalmente equipada al más mínimo detalle.


 

Dentro de las esculturas voy a destacar el Busto de Virgilio Bargellini de Vincenzo Onofri, y el rey David de Angelo Gabriello Piá, así como otras menores desperdigadas por las salas, entre las que me sorprendió una de cera al final del recorrido.


 

En definitiva, un museo pequeño y muy interesante.

 

Para más información consultar: https://www.museibologna.it/schede/museo-civico-d-arte-industriale-e-galleria-davia-bargellini-746/

 

Por supuesto, Bolonia tiene muchos más museos interesantes. Pero los demás os dejo descubrirlos a vosotros.


Y el próximo mes vamos a recorrer las iglesias más interesantes de Bolonia

 

Hasta la próxima

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