Uno de los pasajes más conocidos del
Antiguo Testamento es en el cual Dios se ofende porque Adán y Eva prueban la
fruta prohibida, la manzana.
¿Por qué se considera la manzana la fruta
del pecado? Os lo cuento en pocas palabras.
Lo primero que puede sorprender a
cualquiera que se acercara al Antiguo Testamento para comprobar la cita sobre
la manzana de la discordia es la ausencia de tal fruto por ningún lado. En
efecto, en el Génesis (2, 16-17) podemos leer lo siguiente: “Y el Señor Dios
mandó al hombre y a la mujer diciendo: «De cada árbol del jardín puedes comer
libremente, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de
él, porque en el día en que comas de él seguramente morirás”.
El seguramente morirás no debió ser
suficiente amenaza para nuestros dos incautos antepasados bíblicos, razón por
la cual terminaron probando el fruto de ese árbol tan especial.
Bien es cierto que algo tuvo que ver una
malvada serpiente (Génesis, 3, 4-5): “Y la serpiente dijo a la mujer: No
moriréis con seguridad, porque Dios sabe que en el día en que comáis de ella,
entonces vuestros ojos serán abiertos, y seréis como dioses, conociendo el bien
y el mal”. Menuda tentación.
El resto de la historia ya la sabemos. Eva
prueba el fruto, le da un poco a Adán y se arma la marimorena. Nada más probar
el fruto “se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que
estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas”.
Pero esto no fue lo peor que les iba a pasar. Cuando Dios se enteró de que
habían roto su prohibición entró en cólera. Y en el Antiguo Testamento Dios
tiene un humor de mucho cuidado. A la serpiente le dijo “De hoy en adelante
caminarás arrastrándote y comerás tierra”. A Eva le dedicó unas palabras un
tanto machistas bajo nuestra actual moral: “Aumentaré tus dolores cuando
tengas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te llevará a tu
marido, y él tendrá autoridad sobre ti”. Y a Adán le dijo lo siguiente: “Como
le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto del árbol del que te dije que no
comieras, ahora la tierra va a estar bajo maldición por tu culpa; con duro
trabajo la harás producir tu alimento durante toda tu vida. La tierra te
dará espinos y cardos, y tendrás que comer plantas silvestres. Te ganarás el
pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual
fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás”.
Y por si no fuera suficiente castigo los
expulsó a ambos del jardín del Edén.
Si en el Génesis no se habla de manzanas,
¿de dónde viene entonces la tradición de considerar esta fruta el fruto del
árbol prohibido?
La clave la tenemos en una mala traducción
de la Biblia. El
error surgió en el siglo IV d.C., cuando San Jerónimo realizó la traducción de
los textos sagrados al latín, para conformar la llamada Biblia Vulgata (para el
vulgo, es decir, el pueblo).
La palabra mal
fue traducida al latín vulgar como malum, que en aquella época servía
tanto para designar al mal como al fruto del manzano, el árbol llamado Malus
pumila. En el latín original ambos significados se diferenciaban por la
longitud vocálica de la letra “a”, más breve para el significado de mal,
pero esta cualidad ya se había perdido en la época de la traducción, lo que
llevó al error de interpretación. Las personas que leyeron esa traducción de la
Biblia se quedaron con el significado de manzana, el cual se grabó a fuego en
la cultura popular gracias a la repetición de este tema en multitud de obras
pictóricas renacentistas. Una de las que más
influyó fue el Adán y Eva de Durero.
Más tarde, la fijación de la manzana como
el fruto prohibido tuvo otras importantes influencias, como el poeta británico
John Milton, autor del texto literario clásico sobre la expulsión del
paraíso: Paradise Lost.
Ahora bien, no sólo hemos visto en el
mundo del arte la manzana representando al fruto prohibido. Miguel Ángel, en la
Capilla Sixtina, representó este momento clave con el higo como protagonista.
Este fruto tiene a su favor tanto aparecer en el relato bíblico (se taparon sus
vergüenzas con hojas de higuera) como haber sido considerado, durante siglos,
un símbolo de la sexualidad femenina (recordemos que el fruto prohibido también
puede interpretarse como un símbolo de placer inmoral).
Y en un fresco situado en una capilla de la
abadía de Plaincourault (Francia, siglo XIII) podemos ver que el árbol del
conocimiento fue representado como una gigantesca Amanita muscaria, una
seta tóxica que puede ser mortal.
Y estos son sólo dos ejemplos de frutas
que se han considerado como posibles candidatas a sustituir la manzana. Otras
teorías sugieren que pudo ser la uva, la granada, la banana e incluso el trigo.
Sea como fuera, la próxima vez que os
digan que la manzana es el fruto prohibido podéis contestarles que eso lo dijo
San Jerónimo, por error.
Hasta la próxima
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