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domingo, 4 de agosto de 2024

Eva probó la manzana prohibida

 

Uno de los pasajes más conocidos del Antiguo Testamento es en el cual Dios se ofende porque Adán y Eva prueban la fruta prohibida, la manzana.

 

¿Por qué se considera la manzana la fruta del pecado? Os lo cuento en pocas palabras.

 

Lo primero que puede sorprender a cualquiera que se acercara al Antiguo Testamento para comprobar la cita sobre la manzana de la discordia es la ausencia de tal fruto por ningún lado. En efecto, en el Génesis (2, 16-17) podemos leer lo siguiente: “Y el Señor Dios mandó al hombre y a la mujer diciendo: «De cada árbol del jardín puedes comer libremente, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él, porque en el día en que comas de él seguramente morirás”.

 

El seguramente morirás no debió ser suficiente amenaza para nuestros dos incautos antepasados bíblicos, razón por la cual terminaron probando el fruto de ese árbol tan especial.

 

Bien es cierto que algo tuvo que ver una malvada serpiente (Génesis, 3, 4-5): “Y la serpiente dijo a la mujer: No moriréis con seguridad, porque Dios sabe que en el día en que comáis de ella, entonces vuestros ojos serán abiertos, y seréis como dioses, conociendo el bien y el mal”. Menuda tentación.

 

El resto de la historia ya la sabemos. Eva prueba el fruto, le da un poco a Adán y se arma la marimorena. Nada más probar el fruto “se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas”. Pero esto no fue lo peor que les iba a pasar. Cuando Dios se enteró de que habían roto su prohibición entró en cólera. Y en el Antiguo Testamento Dios tiene un humor de mucho cuidado. A la serpiente le dijo “De hoy en adelante caminarás arrastrándote y comerás tierra”. A Eva le dedicó unas palabras un tanto machistas bajo nuestra actual moral: “Aumentaré tus dolores cuando tengas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti”. Y a Adán le dijo lo siguiente: “Como le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto del árbol del que te dije que no comieras, ahora la tierra va a estar bajo maldición por tu culpa; con duro trabajo la harás producir tu alimento durante toda tu vida. La tierra te dará espinos y cardos, y tendrás que comer plantas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás”.

 

Y por si no fuera suficiente castigo los expulsó a ambos del jardín del Edén.

 

Si en el Génesis no se habla de manzanas, ¿de dónde viene entonces la tradición de considerar esta fruta el fruto del árbol prohibido?

 

La clave la tenemos en una mala traducción de la Biblia. El error surgió en el siglo IV d.C., cuando San Jerónimo realizó la traducción de los textos sagrados al latín, para conformar la llamada Biblia Vulgata (para el vulgo, es decir, el pueblo).

 

La palabra mal fue traducida al latín vulgar como malum, que en aquella época servía tanto para designar al mal como al fruto del manzano, el árbol llamado Malus pumila. En el latín original ambos significados se diferenciaban por la longitud vocálica de la letra “a”, más breve para el significado de mal, pero esta cualidad ya se había perdido en la época de la traducción, lo que llevó al error de interpretación. Las personas que leyeron esa traducción de la Biblia se quedaron con el significado de manzana, el cual se grabó a fuego en la cultura popular gracias a la repetición de este tema en multitud de obras pictóricas renacentistas. Una de las que más influyó fue el Adán y Eva de Durero.

 


Más tarde, la fijación de la manzana como el fruto prohibido tuvo otras importantes influencias, como el poeta británico John Milton, autor del texto literario clásico sobre la expulsión del paraíso: Paradise Lost.

 

Ahora bien, no sólo hemos visto en el mundo del arte la manzana representando al fruto prohibido. Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina, representó este momento clave con el higo como protagonista. Este fruto tiene a su favor tanto aparecer en el relato bíblico (se taparon sus vergüenzas con hojas de higuera) como haber sido considerado, durante siglos, un símbolo de la sexualidad femenina (recordemos que el fruto prohibido también puede interpretarse como un símbolo de placer inmoral).

 


Y en un fresco situado en una capilla de la abadía de Plaincourault (Francia, siglo XIII) podemos ver que el árbol del conocimiento fue representado como una gigantesca Amanita muscaria, una seta tóxica que puede ser mortal.

 


Y estos son sólo dos ejemplos de frutas que se han considerado como posibles candidatas a sustituir la manzana. Otras teorías sugieren que pudo ser la uva, la granada, la banana e incluso el trigo.

 

Sea como fuera, la próxima vez que os digan que la manzana es el fruto prohibido podéis contestarles que eso lo dijo San Jerónimo, por error.

 

 Si os gustan estas y otras historias similares encontraréis más en mi libro Mis mentiras favoritas. Historia Antigua. Gracias a lo recaudado con el mismo mantenemos abierta esta ventana de conocimiento. Muchas gracias.

 


Hasta la próxima

 

 

 

 

 

 

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