Debido a la numerosa inmigración proveniente de países
sudamericanos en las consultas optométricas y oftalmológicas españolas se ven
cada vez más casos del problema ocular llamado clínicamente Pterigium. Tal vez
su denominación en latín suene un poco rara. Comúnmente se le suele mencionar como
pterigión, carnosidad o uña en lenguaje coloquial y las personas que lo sufren
pueden llegar, de no tratarse, a perder completamente la visión.
¿Os interesa el tema?
¿Qué
es el Pterigium?
Lo primero que debemos hacer es diferenciar dos
conceptos.
Empecemos por la alteración conjutival más leve,
denominada pinguécula. Se trata de
una alteración degenerativa benigna en la conjuntiva, mucosa fina y
transparente que recubre la parte blanca de nuestros ojos. Coloquialmente
podemos definirlo como una especie de grano o bulto blancuzco con forma de
lenteja que no suele mostrar ninguna sintomatología.
No obstante, en ambientes de sequedad y suciedad, así
como con una excesiva incidencia de luz solar UV la zona puede llegar a
inflamarse e irritarse, dando lugar a una pingueculitis. De manera habitual
este problema ocasiona sensación de cuerpo extraño y requiere ser tratado con
lágrimas artificiales. Al no afectar a
la visión, no necesita mayor tratamiento oftalmológico.
El pterigium,
en cambio, es una alteración degenerativa benigna conjuntival que si afecta a nuestra visión. Una
pinguécula puede degenerar hacia un pterigium (no siempre se produce ni es lo
habitual), aunque también puede aparecer sin presencia anterior de aquella.
En el pterigium la parte alterada de la conjuntiva
comienza a crecer hacia la córnea poco a poco. El término pterigión deriva del
griego pterygos, que significa ala.
Y, en efecto, tal como definieron los griegos, parece que fuera una especie de
ala de pájaro la que se expande por el ojo.
Se trata de una auténtica invasión de vasos sanguíneos
y tejido conjuntival hacia la córnea transparente. Además de opacificar la zona
que invade, lo que provoca un problema estético, tiende a generar astigmatismos
indeseados de alto valor (al deformar la curvatura normal corneal), lo que
provoca problemas de visión importantes. Al igual que la pinguécula, puede
provocar episodios puntuales de irritación con sensación de cuerpo extraño.
De
manera habitual el pterigium aparece en el lado del ojo próximo a la nariz.
La explicación de esta curiosa localización reside en la acción de los rayos
UV, tal como explicó Coroneo hace ya un par de décadas.
La configuración del ojo y la cara en los humanos
permiten un amplio campo de visión temporal, lo que hace que mucha de la luz
que alcanza la córnea provenga de los lados. Coroneo estableció que esta
radiación del lateral representa un riesgo importante, debido a que focaliza
sobre el limbo nasal. La córnea actúa como una lente y concentra la luz
periférica tanto en la zona del limbo nasal (lugar en el que se encuentran las
células madre y que sufre una concentración lumínica multiplicada por veinte)
y, por extensión, en la conjuntiva nasal.
¿Cuál
es la prevalencia del Pterigium?
La prevalencia actual del pterigium está en un 12% a
escala mundial, siendo Arabia Saudita (0,07%) el lugar con menor incidencia y
China (0,53%) el país con mayor número de casos notificados (Dato extraídos de:
Farhad Rezvan, MD, Mehdi Khabazkhoob, PhD, Elham Hooshmand, MSc, Abbasali
Yekta, PhD, Mohammad Saatchi, PhD, Hassan Hashemi. Prevalence and risk factors
of pterygium: a systematic review and meta-analysis. Survey of ophthalmology.
September–October, 2018Volume 63, Issue 5, Pages 719–735).
Mientras que en zonas ecuatoriales la prevalencia
aumenta hasta el 22%, en latitudes cercanas a los 40º la prevalencia disminuye
a menos del 2% (datos extraídos de: Dake Y, Mukae R, Soda Y.
Immunohistochemical localization of collagen types I, II, III, and IV in
pterygium tissues. Acta Histochem 1989; 87:71-79.).
De manera general existe una mayor prevalencia en
países tropicales y subtropicales, así como en latitudes muy altas lo que viene
provocado por la mayor exposición a la radiación UV que existe cerca del
ecuador y en la proximidad a los polos. Diversos estudios han informado que las
personas que viven en los trópicos (menos de 30º de latitud) tienen un riesgo
44 veces mayor de sufrir pterigium (datos extraídos de: Ochoa-Tabares, J.C.
Génesis del pterigión. Una aproximación desde la biología molecular. Rev Mex
Oftalmol; Noviembre-Diciembre 2006; 80(6): 318-324).
Igualmente, la raza y la herencia parecen estar implicados
en la aparición del pterigium. Suele aparecer con más frecuencia en
afroamericanos que en caucásicos, siendo en los primeros más habitual encontrar
el pterigium carnoso y en los segundos el tipo atrófico. Aunque se ha postulado
cierto componente genético desconocemos la verdadera influencia y el mecanismo
exacto en el desarrollo de este problema ocular (datos extraídos de Iradier
Urrutia, M.T. (coord.) Cirugía del Pterigión. SEO).
En función del sexo, los hombres (13%) suelen sufrir
este problema ocular en una proporción algo mayor que las mujeres (12%).
¿Cuáles
son las causas por las que puede aparecer?
Basándonos en un reciente estudio de meta-análisis
publicado en el año 2018, los factores
que contribuyen al desarrollo del pterigium, ordenados según sus mayores
probabilidades, son:
-
Trabajo al aire libre (1.46)
-
Vivir en áreas rurales (1.45)
-
Exposición a la luz solar de más de 5
horas al día (1.24)
Otros factores que se consideran causantes del
pterigium, de una manera más o menos directa, también son la exposición
excesiva a condiciones ambientales irritantes (polvo, serrín, suciedad…), el
ojo seco crónico y el envejecimiento. Según el estudio indicado la prevalencia
de sufrir pterigium aumenta al 19,5% en las personas mayores a 80 años.
¿Cómo
podemos prevenirlo?
Resulta interesante indicar que en el estudio se
añadía la eficacia que provoca una adecuada protección solar mediante gafas de
sol (0,47).
Este
valor termina por confirmar algo que numerosos estudios llevaban
hace tiempo indicando: el daño ocular
que provoca una exposición crónica a la radiación electromagnética.
Hasta ahora eran muchos los que, escudándose en la
falta de estudios concluyentes al respecto, negaban la existencia de este daño
ocular crónico. Pero poco a poco la ciencia va encontrando la demostración en
personas de lo que ya hace tiempo se demostró in vitro y en animales. El
siguiente paso será la demostración del daño que provoca la radiación
electromagnética en nuestro cristalino. Estudios in vitro han demostrado esta
relación directa y, a día de hoy, la única explicación coherente que tenemos
sobre el estadísticamente significativo número de cataratas corticales en el
cuadrante inferior nasal, respecto al resto de zonas del cristalino, se debe a la influencia directa de la radiación UV
sobre él de manera crónica.
Por tanto, la
protección mediante gafas de sol nos proporciona un remedio adecuado para
evitar el daño crónico que la radiación electromagnética provoca en nuestras
estructuras oculares.
¿Qué
hacer si tengo pterigium?
Lo primero que debemos hacer es acudir al oftalmólogo
para una revisión del problema.
Aunque hoy día podemos consultar en Internet los
síntomas y signos de numerosas enfermedades siempre es recomendable consultar a
un especialista de la visión ante este tipo de problemas oculares.
Una primera valoración puede realizarse en las
ópticas, las cuales aconsejarán adecuadamente sobre el problema y derivarán al
oftalmólogo en caso de necesidad de una mayor exploración o tratamiento.
El oftalmólogo será el encargado de valorar y
dispensar un tratamiento adecuado.
¿Qué
tratamiento existe para el pterigium?
En Internet existen varias páginas con remedios
caseros para tratar el pterigium. Estos remedios van desde complementar la
dieta con mayores aportes de vitamina C o vitamina A, por sus poderes
antioxidantes, a utilizar infusiones de pepino o grosellero negro.
Teniendo en cuenta que un exceso de vitamina A, al no
ser hidrosoluble, puede generarnos problemas mayores o que la infusión de
grosellero negro, utilizada, presumiblemente, para mejorar la visión nocturna
nada interfiere en el astigmatismo secundario que provoca el pterigium al
invadir la córnea, debemos concluir que nada lograremos mediante la botánica de
herbolario.
De manera habitual, los pacientes con pterigium que
acuden a un oftalmólogo lo hacen preocupados por la estética. Tener siempre el
ojo rojo y esa especie de mancha sanguinolenta que ocupa la zona blanca de la
conjuntiva no es lo deseable, estéticamente hablando. Ahora bien, los
oftalmólogos desaconsejarán la cirugía del pterigium de manera habitual, como
primera opción, dadas las altas probabilidades de recidiva.
Mientras el pterigium esté controlado y no avance lo
suficiente como para provocar un problema en la visión la mayoría de
oftalmólogos suelen desanimar al paciente respecto a la cirugía. Y ello no se
debe a que la operación sea complicada (todo lo contrario), sino que el pterigium
que vuelve a salir suele hacerlo de
manera bastante más invasiva y virulenta que el primero.
Por tanto, la única manera de solucionar un pterigium
es mediante su extirpación quirúrgica, la cual deberá ser valorada por un
oftalmólogo en función de diversos condicionantes y teniendo en cuenta la
afectación corneal existente.
Aunque aquí me salgo de mi disciplina un poco indicaré
que, dentro de las técnicas quirúrgicas existentes la SEO (Sociedad Española de
Oftalmología) indica que la técnica
quirúrgica de elección en pterigion primario es la escisión del pterigion con
autoinjerto conjuntival debido al menor número de recidivas.
Espero que con este breve post quede más claro el tema
del pterigium.
Para obtener más información del trabajo referenciado
pinchar aquí:
Farhad Rezvan, MD, Mehdi
Khabazkhoob, PhD, Elham Hooshmand, MSc, Abbasali Yekta, PhD, Mohammad Saatchi,
PhD, Hassan Hashemi. Prevalence and risk factors of pterygium: a systematic
review and meta-analysis. Survey of ophthalmology. September–October,
2018Volume 63, Issue 5, Pages 719–735
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