En una de mis visitas al Museo Nacional de Arte
Romano de Mérida, excursión que recomiendo encarecidamente, tuve la ocasión de
comprobar el gran desconocimiento que existe respecto a las calzadas romanas.
Y tal desconocimiento no es exclusivo de las personas
profanas en la materia, sino de numerosos arqueólogos e ingenieros de caminos
que ignoran el verdadero aspecto de muchas de las calzadas romanas existentes
en nuestro territorio, confundiéndolas, en muchas ocasiones, con obras medievales
e incluso modernas.
Por tanto, y como complemento a uno de los capítulos
del libro Mis
mentiras favoritas. Historia Antigua, en donde trato el tema de las
calzadas romanas pormenorizadamente, voy a descubriros las auténticas
barbaridades que se han cometido en nuestro país respecto a este tipo de vías
históricas.
En el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida
existe, al entrar por el pasillo principal, un tramo de calzada romana expuesto en el patio exterior. Una
visitante preguntó por ella a una de las personas encargadas de la vigilancia
del museo, informándola de que se trataba de un tramo de la calzada romana que
salía por un portillo de la muralla de la ciudad y enlazaba con el camino hacia
Corduba (Córdoba) a través de la
necrópolis oriental.
Calzada romana en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida |
La información es correcta. El problema vino
después. La visitante dijo que le parecía mentira el esfuerzo realizado por los
romanos para llevar un camino enlosado de Mérida a Córdoba hace miles de años;
a lo que la empleada del museo contestó: “Es
que los romanos eran muy trabajadores”. Fin de la anécdota. La visitante
siguió con su visita y se llevó la impresión de que los romanos sabían hacer
calzadas muy bien.
La explicación que obtuvo seguro que le cuadró, a
las mil maravillas, con los típicos dibujos que aparecen en todos los libros de
texto infantiles. En ellos podemos ver a unos afanados romanos trabajando en la
construcción de una calzada, en donde se colocan diversas capas de distintos
materiales, terminando con el típico enlosado en la parte superior. ¡Incluso
algunos profesores obligaban a la memorización de las capas en los nombres
latinos!
Ejemplo de dibujo en libros de texto sobre calzadas romanas |
Sin
ser falso todo lo anterior, resulta incompleto.
Es cierto que las calzadas enlosadas fueron típicas de la construcción romana y
que, grosso modo, podemos comulgar con las distintas capas que nos indicó
Vitrubio en muchos casos de vías romanas.
Pero, y aquí está el meollo de la cuestión, este
tipo de vías sólo se construyeron en las zonas urbanas. En las calzadas interurbanas se realizó otro tipo de calzada que no
tenía ninguna parte superior enlosada con grandes piedras.
La existencia de dos tipos de calzadas romanas
diferentes ya fue expuesta por Nicolás Bergier en el siglo XVII. En su mítica
obra Histoire des Grandes Chemins de
L´Empire Romain (1622) podemos leer, en el capítulo V del segundo libro, lo
siguiente: “los caminos estaban
pavimentados de forma diferente, dentro de la ciudad de Roma y fuera de ella. Porque
en Roma se pavimentaba ordinariamente con piedra… y en el campo la piedra era
muy rara y la grava muy frecuente”.
El investigador renacentista francés había dado con
la clave de las calzadas romanas, aunque su obra, mal interpretada
posteriormente, no ayudó a futuros investigadores a seguir el camino marcado.
Hoy día, sin embargo, sabemos que en las
vías interurbanas la parte superior de las calzadas romanas, eso que
Bergier define como grava, era, en
verdad, un canto rodado sumamente fino
que favorecía la pisada del caballo (recordemos que sin herrar), su agarre al
galopar y era el firme ideal para el transporte de mercancías en carros. En
efecto, este tipo de suelo permitía una excelente adherencia a los animales de tiro y era tremendamente fácil de reparar y mantener, simplemente
adicionando más cantidad de este material.
Tan importante era la capa superior en las vías
interurbanas que, en algunos lugares, los romanos llegaron a traer el material
desde distancias enormemente alejadas.
La capa superior enlosada, típica de las calzadas
urbanas romanas tenía una doble función: reducir la velocidad de los transportes
en el interior de las urbes (algo lógico cuando existen viandantes abundantes)
y favorecer la limpieza de los excrementos animales. Por el contrario, su
mantenimiento era sumamente caro y engorroso, algo impensable para
transportarlo a las vías interurbanas.
Teniendo en cuenta esta doble manera de construir
podemos entender las quejas que nos transmitieron famosos romanos sobre las
humaredas de polvo que se levantaban en los caminos interurbanos. Os dejo como
ejemplo una frase de Quintiliano: “El
camino te llena de polvo, pero ni todo camino levanta polvo, ni cualquiera que
esté lleno de polvo lo está por el camino” (Instituciones oratorias).
Como las principales diferencias entre los dos tipos
de calzadas se tratan pormenorizadamente en el capítulo del libro voy a
complementarlo con varios ejemplos en
donde la mala identificación de la calzada romana ha provocado la destrucción
de la misma.
La creencia, por largo tiempo mantenida, de que
todas las calzadas romanas debían tener una parte superior enlosada con grandes
piedras conllevó situaciones arqueológicas absurdas:
En unas ocasiones se eliminaban todas
las capas de calzada hasta llegar al basamento de piedra, en la creencia que
esa era la capa superior. Es lo que pasó en Chinchilla
(Albacete), en la antigua carretera romana que unía Cartagena y Segóbriga. La
construcción de una nueva urbanización descubrió una calzada romana, pero interpretada
como moderna fue decapada y destruida totalmente hasta su base.
En otras ocasiones se han interpretado
caminos enlosados de época medieval como romanos por el simple hecho de estar
formados por piedras en la capa superior. Es el caso, por
ejemplo, de la calzada de El Puerto del Pico (Ávila) es paradigmático. Una vía
que cruza el monte sin ningún criterio ingenieril, con pendientes excesivas y
que era imposible para el transporte con caballos sin herrar; un camino sólo
apto para mulos de carga medievales.
En la famosa Vía de la Plata,
autovía moderna erigida con todos los criterios actuales de protección al medio
ambiente y al legado cultural, se han cometido auténticas barbaridades.
Por poner sólo unos ejemplos diremos que hoy día se publicita un camino romano entre
Salamanca y Zamora que nunca fue tal; tampoco existía ningún camino romano al norte
de Salamanca, por más que se publicite su prolongación hasta Gijón; la cañada
de ganados, sin valor histórico alguno, es lo que se ha identificado como
romano y protegido en la construcción de la autovía, obviando la auténtica
calzada romana, cortada por la nueva construcción en algunos puntos, como al
norte de Calzada de Valdunciel.
Fuente: Isaac Moreno Gallo |
En otra parte de esta famosa vía se ha protegido el
llamado Camino Real de Castilla, en la sierra de Béjar (Salamanca), por
su errónea interpretación como romano, cuando las pendientes que posee y el
enlosado o las obras de drenaje transversal remiten más a época moderna. Ningún
ingeniero romano hubiera construido una calzada en tan inestables laderas de la
sierra, sino que hubiera aprovechado el paso más bajo por el collado. Precisamente,
el lugar por donde discurre hoy día la autovía, que se ha superpuesto a la
original calzada romana. Aunque, eso sí, realizando numerosas y costosas
estructuras para salvaguardar el camino de mulas moderno.
Supuesta calzada romana de Bárcena de Piedeconcha |
Un caso parecido y aún más sangrante lo tenemos en
la A-67, la Autovía de la Meseta, entre Torrelavega y Reinosa
(Cantabria). En este caso, la errónea interpretación del camino enlosado de
Bárcena de Piedeconcha provocó una variación del trazado original costosísima.
Hoy día se publicita, con un bonito cartel, la vía como romana y se explota
turísticamente. Me gustaría saber cómo demonios transportarían los romanos
costosos productos de vidrio con caballos sin herrar por tales caminos de
cabras que no tienen ni uno sólo de los criterios de construcción romana
ingenieril.
Todo este trabajo de identificación correcta y
denuncia de los numerosos atropellos que las administraciones públicas han
realizado sobre el patrimonio viario romano se lo debemos al auténtico experto
en la materia (yo sólo difundo divulgativamente parte de su obra): Isaac Moreno Gallo. Si deseáis más
información sobre el tema no dudéis en visitar su web “Traianus” y leer sus interesantes
artículos. También os dejo un vídeo interesante en el que trata el tema de las calzadas romanas:
Y la próxima vez que os digan que una calzada
enlosada con una pendiente de más de 8º es romana levantar la voz y decir que
eso no es cierto.
Fuentes:
Moreno Gallo, Isaac:
·
Vías
Romanas e Infraestructuras modernas. I Congreso
Internacional de Carreteras, Cultura y Territorio. CICCP de Galicia. La Coruña.
Marzo 2010.
·
Vías
Romanas. Ingeniería técnica y constructiva. Revista
Hispania Nostra. Nº 85. Junio, 2005
·
Infraestructura
viaria romana II. Ponencia presentada y publicada con
motivo de I Congreso sobre las Obras Públicas Romanas celebrado en Mérida el
15/11/2002.
·
Características
de la infraestructura viaria romana. Revista Obra Pública
Ingeniería y Territorio Nº56. Septiembre 2001.
Rodríguez Morales, Jesús: Las Vías Romanas en la erudición moderna. V Congreso de Obras
Públicas Romanas. Marzo, 2010
[...] que, a groso modo, podemos [...]
ResponderEliminarSobra la «a».
Se dice "grosso modo"
ResponderEliminarHola, gracias por la puntualización.
EliminarCorregido.
Saludos.
Si no entiendo mal, que tú no comprendas, como transportaban los romanos costosos vidrios por este camino, es el argumento sólido que aportas, para demostrar que no es una calzada romana?
EliminarPues muy solido todo, no sé si más soldó que el vidrio ese al que te refieres, desde luego menos sólido que las losas de esta calzada, que piso cada día.
Por cierto, no hay ninguna variación en el trazado de la autovía de la meseta, que no estuviera ajustada al falseamiento inicial del estudio informativo de la misma, en los apartados relacionados con impacto ambiental.
Nada que ver con este camino, todo que ver con las denuncias a la fiscalía de medio ambiente, que se hicieron en su día desde ecologistas en acción.
Lo sé perfectamente ya que yo mismo fui una de las dos personas que redactó dicha denuncia.
Jose Higuera.
Hola José, gracias por comentar.
EliminarLa razón por la que no es una vía romana no es por el transporte de vidrio, sino por la carencia de un trazado compatible con la ingeniería romana. Ninguna vía interurbana, por ejemplo, tenía una inclinación superior a 8° debido a las limitaciones del transporte de la época y por motivos de eficiencia. Porque si los romanos eran algo, podríamos afirmar que eran prácticos.
Respecto al asunto que indicas de la autovía de la Meseta tienes información pormenorizada de la misma en los trabajos de Isaac Moreno Gallo. Auténtico estudioso de las tropelías realizadas por los diseños actuales de las autovías, los cuales, en su casi totalidad, discurren por las antiguas vías romanas por motivos de eficiencia económica. Y encima te dejan al lado la calzada medieval o moderna con el cartelito típico de las vías romanas de losas de piedra que sólo se encontraban en los tramos urbanos.
Esa es la esencia que deseaba mostrar en el artículo.
Saludos
Hola diego, te felicito por el artículo. Me permito comentarte algo que me ha llamado la atención, escribes que el firme de zahorra "permitía una excelente adherencia de las ruedas de los carros", pero las ruedas de los carros tirados por animales no son motrices y no necesitan "agarrase" al firme para impulsar el carro, los que necesitan adherencia son los animales de tiro, no las ruedas. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias por la corrección Xavi.
EliminarMe alegro que te gustará el artículo.
Mi proyecto final de carrera trató sobre las calzadas romanas y les tengo bastante cariño.
Saludos