sábado, 14 de diciembre de 2013

Córdoba se visita a pie.

Córdoba es uno de los destinos turísticos más importantes de Andalucía debido a su gran patrimonio cultural. No obstante, resulta ser una gran desconocida, pues muchas personas no la han visitado nunca o han estado sólo de paso, como parada para comer y seguir el viaje hacia las playas del sur. En este último caso, la visita principal es la famosa Mezquita-Catedral , única en el mundo.

Para aquellos que pasan una noche en Córdoba, la visita turística se reduce al centro de la ciudad. Córdoba ofrece numerosos museos y monumentos a todos los visitantes que quieran entretenerse uno o dos días completos. Su oferta cultural es maravillosa y variada, dejando un gran sabor de boca al visitante.

Ahora bien, uno de los mejores monumentos de Córdoba no está en el centro urbano, sino en sus afueras. Es necesario trasladarse en coche o autobús a 8 kilómetros del centro para visitarlo. Esta relativa lejanía, unida a que es un conjunto de ruinas arqueológicas (algo que no suele atraer especialmente) suele impedir a muchos turistas poder contemplar una de las ruinas españolas más evocadoras e importantes que tenemos actualmente. ¿Sabes de qué estoy hablando? Sea cual sea tu respuesta esta información te interesará.



La ciudad palaciega de Medina Azahara fue uno de los monumentos más importantes de la época califal de Al-Ándalus. Fue construida por orden de Abd al-Rahman III, iniciándose las obras entre los años 936-940. Esta horquilla viene dada por el hecho de que sólo tenemos una fecha datada de forma segura: la inauguración de la mezquita en el año 941. Aunque las obras continuaron durante 40 años, ya en el año 945 la corte del califa se trasladó a este lugar emplazado en Sierra Morena.

En muchos lugares de Internet podréis leer que la ciudad fue levantada en honor a una de las concubinas favoritas del califa, llamada Azahara. Esta bonita leyenda no puede ser más falsa. Existía una costumbre, muy arraigada en la tradición islámica, de construir nuevas ciudades por parte de los califas abbasíes.

En verdad, la construcción de este complejo palaciego se debía a intereses políticos e ideológicos.  Por un lado, el nuevo califa necesitaba un lugar con el que rivalizar a sus otros califas rivales. El objetivo principal era superar la corte de los califas abbasíes en Samarra. Por otro lado, en la mente del califa estaba instalada la idea de que sólo con grandes construcciones era posible prestigiar su nueva titulación califal.

Su nombre actual es una castellanización de Madinat al-Zahra, cuyo significado es “la ciudad brillante”. Y si hacemos caso a las crónicas, la ciudad palatina de Abd al-Rahman III tuvo que ser fastuosa. El califa deslumbraba a todas aquellas embajadas que visitaban la ciudad con los mejores mármoles, techumbres de madera, arcos de herradura y profusa decoración en estuco. Y aunque la ciudad fue arrasada y saqueada en el año 1010, apenas 75 años después de su construcción, todavía podemos ver en sus restos la enorme suntuosidad que atesoraba.

Yo he visitado las ruinas en dos ocasiones. Primero en 1999, como un joven turista interesado en las ruinas históricas medievales. Entonces la visita me maravilló, aunque a decir verdad era escasa la infraestructura existente. Luego, por segunda vez, me acerqué en el año 2011, esta vez como estudiante de Historia a punto de terminar. Mi mayor formación académica, así como una gran restructuración de las infraestructuras del yacimiento arqueológico hicieron de la visita algo mágico.

Por ello, para todos aquellos que estéis interesados en visitar Medina Azahara os realizaré un pequeño tour con información que os complementará esta interesante visita.

Para llegar a las ruinas podéis ir en coche privado o en autobús público:

-         Si vais en coche tan sólo debéis seguir la carretera A-432 que se dirige a Palma del Río. La puedes coger desde la Ronda de Poniente. Transcurridos unos 4 kilómetros por ella veréis el desvío a la derecha hacia el yacimiento arqueológico.
-         Si optáis por el bus público debéis saber que cuesta 8,50 (aunque aquí te incluye el precio del bus lanzadera desde el centro de interpretación a las ruinas) y que sale desde el Paseo de la Victoria (Glorieta Hospital Cruz Roja) y el Paseo de la Victoria (frente al Mercado Victoria). Para los horarios es mejor consutar su web (www.turismodecordoba.org) o una oficina de turismo, aunque suelen salir de martes a domingo a las 10:15 h y volver a las 14:15 h a Córdoba en horario de mañana y salida a las 17:00 h y vuelta a las 21:00 h en horario de tarde (este servicio de tarde no se ofrece el domingo).

El horario del monumento es el siguiente: de martes a sábado de 9:00 a 18:30 h y domingos de 10:00 a 17:00 h. El precio muy económico: gratuito para todos los miembros de la UE. El tiempo aproximado de la visita, unas 3 horas para verlo todo sin prisas.

Lo primero que encontraréis al llegar al yacimiento será su centro de interpretación. Fue inaugurado en el año 2009, por lo que denota un agradable “olor” a nuevo. Su arquitectura es abierta, muy espaciosa y agradable. El edificio ha recibido dos importantes galardones: Premio Aga Khan de arquitectura en 2010 y Museo Europeo del Año en 2012. Por tanto, el edificio en sí ya resulta una visita interesante para los amantes de la arquitectura moderna. Pero lo mejor está dentro.

Lo primero que veréis es una sala de proyección donde os introducirán a lo que fue esta ciudad-palaciega. El video resulta muy didáctico, pues mediante reconstrucciones de ordenador se ha vuelto a “levantar” Medina Azahara. Aquí os dejo el video donde lo podéis ver:




                            Fuente: Alberto Luque González.

Tras este inicio, que sabe a poco, pasareis a un pequeño museo de dos plantas donde podréis ver distintos objetos recuperados del yacimiento. Mención especial merecen los capiteles con decoración estucada o la famosa “cervatilla” de Medina Azahara, una pieza de bronce zoomorfa cuya función era servir de surtidor de agua de alguna fuente. Debéis fijaros en el delicado trabajo de grabado con buril formando círculos tangentes, los cuales encierran obras esquemáticas.

Tras visitar el museo, podemos pasarnos por la cafetería para tomarnos un respiro o visitar la pequeña tienda librería que se sitúa en el hall principal del edificio. Una vez visitado el museo, podremos salir y coger un autobús en la entrada del edificio, el cual nos llevará directamente a las ruinas propiamente dichas. Su coste 2,10 por persona y su frecuencia unos 20 minutos.

El mejor plano que encontré en la red es éste.



Plano Junta Andalucía. (Pinchar aqui para ver más grande)

Entraremos a las ruinas por la parte superior de ellas, lo que nos dará una visión en conjunto de todo el yacimiento. Éste puede parecernos enorme, pero tan sólo se ha excavado poco más del 10% del total prospectado. Y lo que visitaremos será alrededor de un 5%. Aún así  nos os preocupéis, que no os decepcionará.



Los primeros paneles explicativos, nada más entrar al complejo, os mostrarán un mapa del lugar y el significado de la ciudad-palaciega. Descubriréis la verdadera causa de su edificación (política) y su edificación para un funcionamiento totalmente autónomo. Para ello se realizaron importantes infraestructuras viarias, obras para el abastecimiento de agua y un eficiente sistema para la extracción de piedra. Existían dos caminos importantes: El Camino de los Nogales, que comunicaba la ciudad con las canteras de Santa Ana de la Albaida, de donde se obtenía la piedra caliza para la construcción, y el Camino de las Almunias, vía protocolaria por donde accedían las embajadas. Y para el abastecimiento de agua se reutilizó el llamado actualmente Acueducto de Valdepuentes. La circulación de agua por el interior del palacio es algo de lo más destacado de la construcción. Existían numerosas canalizaciones que servían para distribuir agua para el consumo humano y agua para riego jardines, así como canalizaciones para expulsar las aguas residuales. Las tuberías estaban fabricadas en plomo y surtían de agua tanto a las viviendas privadas, que tenían numerosas fuentes decorativas, como a las albercas de los grandes jardines. Junto a la ciudad surgieron distintas residencias de importantes funcionarios de gobierno, pues no debemos olvidar que aquí se trasladó todo el gobierno califal.



El emplazamiento de la ciudad no fue casual. Se extiende por donde el borde montañoso de Sierra Morena se adentra más en la llanura, lo que realza su majestuosidad. Además, la construcción en la ladera permitió realizar una construcción en distintas terrazas escalonadas, ocupando el palacio los niveles más altos, por encima del caserío urbano y la mezquita aljama. La terraza intermedia se corresponde con los jardines, mientras la inferior estaría ocupada por la medina o ciudad. Hay que tener en cuenta que la parte excavada se corresponde con el tercio central de la zona palatina, más la mezquita.

La ciudad fue cuidadosamente planificada en su entramado urbano. Por ejemplo, toda la parte meridional del palacio fue dejada diáfana para poder tener una visión amplia y panorámica de la campiña. Si se construyó a ambos lados en esta zona inferior, una parte occidental con un urbanismo planificado de forma ortogonal y otra oriental con unas normas más laxas en cuanto a ordenación. Además, todo el espacio de la ciudad se ordenó bajo un plan uniforme, diferenciando dos zonas claramente: uno oficial y público con los grandes edificios de recepción visitantes y otro privado ocupado por las viviendas de los personajes vinculados a la corte.

Respecto a los jardines, éstos muestran la típica disposición persa de patio de crucero, la cual consta de dos paseadores en alto que se cruzan transversalmente y dividen la zona inferior en cuatro terrizos.


Además, la especialización de funciones también se puede observar en el interior de algunas viviendas. Y en los distintos ocupantes de las mismas, que van desde el califa hasta los servidores, pasando por los funcionarios del estado. Las viviendas más lujosas se caracterizaban por tener un patio central y estar configuradas alrededor de él, lo que preservaba la intimidad de sus moradores.

Como pudimos ver en el video del centro de interpretación, los muros de la ciudad estaban profusamente decorados, ocultando la sillería desnuda que vemos actualmente. En las zonas más nobles se solían cubrir las paredes con placas de piedra tallada, de distinto material a la piedra de la sillería, donde se realizaba una decoración profusa de relieves arbóreos y florales. En los paneles explicativos lo comparan con una especie de epidermis de los edificios.

La decoración anterior era muy cara, por lo que la gran mayoría de los edificios se enlucían con mortero de cal y arena y se decoraban posteriormente. Es típico encontrar en la parte inferior de los muros un zócalo de color rojo oscuro, así como ornamentación de carácter geométrico y vegetal.

Lo más importante de la decoración artística de todo este conjunto es que en el taller de Medina Azahara va a cristalizar lo más característico del arte califal cordobés. Si seguimos las explicaciones de Henri Terrasse podemos descubrir varias influencias o tradiciones unidas:

  • Tradición local en el sistema de aparejo (a base de piedra de sillar alternando dos a tizón por uno a soga) y en el enlucido que cubre la estructura interna de los muros. Sobre estos enlucidos aparecen frisos pintados en rojo y amarillo. En zonas muy ricas se revisten con placas de mármol o de piedra, talladas con decoración (un sistema de origen bizantino que pasará al mundo árabe).
  • Aportes orientales: planta y disposición de los edificios y cerámica, con sus diversos procedimientos técnicos y decorativos.
  • Tradición helenística bizantina: obras importadas como columnas de mármol o pavimentos, motivos decorativos geométricos (combinando cuadros y rombos) y florales (hojas de vid, racimos de uva, acantos palmetas y rosetas) y la técnica de talla decorativa.
Reproduzco íntegra la opinión de Borras Gualis sobre este aspecto: “En suma, tanto elementos de tradición local, desde el clasicismo romano a la rudeza visigoda, como elementos de tradición oriental, bizantinos y omeyas de un lado, y abbasíes de tradición persa sasánida, de otro, van a confluir en esta nueva síntesis formal que constituye el arte califal cordobés y que se forjó en el crisol de Madinat al-Zahra. Si a ello se suma el esplendor de las artes suntuarias e industriales se obtiene una valoración aproximativa de la trascendencia del taller artístico de Madinat al-Zahra”.

Uno de los aspectos más cuidados del palacio era la recepción de las embajadas. Desde que llegaban a Córdoba, todo su camino estaba planificado para deslumbrar, siendo el salón de Abd al-Rahman III el punto final y centro de la vida política del califa. En esta sala el califa se presentaba directamente, sin ocultarse como en el caso de los califas  abbasí y fatimí, y todos sus visires y funcionarios se repartían por la sala de acuerdo a un estricto orden protocolario.

Entraremos al complejo por la Puerta Norte , con su clásica disposición acodada, para luego ver los restos de una vivienda de la zona superior. En la llamada “Casa Militar" tendremos un primer contacto con la decoración típica de la ciudad, basada en arcos de herradura, pavimento de ladrillo y estucados. No obstante, si queremos ver algo realmente interesante debemos avanzar hasta la vivienda de Yafar. La casa se organiza en torno a tres patios, cada uno con una función distinta (público, privado y de servicio). Lo más deslumbrante es la fachada del oficial, compuesta por una triple arcada de herradura sobre columnas de mármol. Posee una decoración de ataurique con motivos geométricos y vegetales. Además, desde este lugar, podremos apreciar los enormes y preciosos jardines que poseía la ciudad. Justo detrás está la Casa de la Alberca, única por organizarse en torno a un jardín. 

Posando frente el pórtico de la casa de Yafar.
Nuestra siguiente parada será el Gran Pórtico, que constituía la entrada más monumental a la ciudad. Aunque se ha perdido gran parte, aún conserva todo su efecto escenográfico, destinado a deslumbrar a las embajadas que llegaban a visitar al califa. Si queréis haceros un poco los listos fijaros que de todos los arcos que posee, sólo el central es de herradura, siendo el resto del tipo “escarzano”.

Parte central del Gran Pórtico


Desde aquí podemos observar la mezquita. La reconoceréis por tener cuatro palmeras en su interior. Como curiosidad deciros que este edificio está orientado hacia La Meca de forma correcta, no como la Mezquita de Córdoba cuya orientación es aproximada.

El Salón de Abd al-Rahman III, también llamado Salón Rico, era el auténtico salón del trono y una de las zonas más importantes de todo el complejo arqueológico. En esta segunda visita no pude ver su interior al estar acondicionándolo, pero os dejaré una breve reseña de él. Se trata de una gran sala basilical compuesta por tres naves separadas por arcadas de herradura. Estos arcos tienen la característica policromía bicolor, alternando las dovelas en rojo y tono carne. Los mármoles de las columnas son de gran calidad, alternando los colores rosados y azules de forma muy estética. Los capiteles de las columnas son los típicos de avispero que vimos en el museo. Debemos imaginarnos las paredes cubiertas por paneles de mármol que contenían como motivo decorativo el árbol de la vida, típico de Oriente. La techumbre tenía representado el firmamento lleno de estrellas.

Interior Salón Rico (Fuente: Wikipedia)

Creo que resulta interesante incluir la descripción que hace Borras Gualis de este importante salón: "El salón presenta un pórtico de planta rectangular, poco profundo y muy ancho, flanqueado por dos estancias o alcobas laterales; Ewert ha visto aquí el precedente de los pórticos y salones de la Aljafería de Zaragoza. Dicho pórtico da acceso a las tres naves longitudinales del salón central, siendo la entrada a la nave central por el sistema de triple arco de herradura y a las laterales por arco doble, mientras que el pórtico al exterior abre en una serie de cinco arcos de herradura. El salón basilical es de tres naves, en dirección N-S, separadas por arquerías sobre columnas, formadas por seis arcos cada una. A ambos lados de este salón basilical de tres naves, hay una nave extrema a cada lado, separadas por un muro y comunicadas mediante puerta tanto con el salón central, como con las alcobas extremas del pórtico que les sirven de antesala. Aquí aparece ya cristalizado el estilo califal cordobés, tanto en la proporción de los arcos de herradura (trasdós descentrado y despiece de las dovelas a la línea de impostas) cuanto en la alternancia cromática de los fustes en mármol azul de Córdoba y mármol rosado de Cabra

Y hasta aquí esta pequeña reseña a Medina Azahara. Espero que vuestra visita sea más enriquecedora con esta breve información de un enamorado de las ruinas. Hasta la próxima.
 

FUENTES:

Anotaciones tomadas en la visita al yacimiento arqueológico.

BORRÁS GUALIS, G.M.: El Islam. De Córdoba al Mudéjar. Ed. Sílex. 2000.

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