Continuamos nuestro recorrido por esta
preciosa ciudad de la Bretaña francesa tras haber descrito en un post anterior
(aquí) varias de las mejores visitas que podemos hacer.
En las siguientes líneas vais a poder
descubrir que Nantes es una ciudad moderna con multitud de secretos que os
sorprenderán a cada paso. Abrochaos los cinturones que nos adentramos en un
nuevo viaje a Nantes.
Jardín de las plantas
Nantes tiene tres importantes espacios
verdes que deberíais visitar si tenéis tiempo. El más importante es el
denominado Jardín de las Plantas. Se trata de un inmenso espacio verde
(7 hectáreas) en pleno centro de la ciudad, justo enfrente de la estación de
tren. Posee 10.000 especies diferentes de árboles y cada temporada se plantan
50.000 flores. Se trata de uno de los cuatro jardines botánicos más importantes
de Francia y alberga colecciones únicas que son un auténtico paraíso para los
enamorados de la botánica.
Jardín de las plantas. Nantes. |
Por ejemplo, se conservan 600 variedades diferentes
de camelias. La magnolia Hectot, con más de 200 años, es la más antigua del
parque y su tronco tiene una circunferencia de 2,30 metros. El tulipero de
Virginia, que alcanza los 35 metros de altura, atraerá la atención por sus
enormes flores en forma de tulipán. Y el pino Wollemi es un árbol joven
plantado en 2009. Descubierto en Australia, es excepcional por su rareza: se
encuentran menos de un centenar en el medio natural.
La función de todo jardín botánico es
conservar estos seres vivos y como ejemplo de cooperación científica, este
jardín intercambia semillas con otros diseminados por el mundo para hacer más
ricas sus colecciones. Este jardín recibe 1.000 especies diferentes al año,
mientras que “exporta” más del doble.
En la entrada sur existe una zona típica
de estos parques, la casa de las fieras. Por las mañanas podréis acariciar a
las cabras enanas. Y avanzando un poco descubriréis el aviario, donde destacan
los hermosos patos. Las vistas con los lagos artificiales o las esculturas que
jalonan los cruces son preciosas. Y si os fijáis bien descubriréis unos bancos
muy originales: unos torcidos, otro que se balancea y hasta idóneos para
tumbarse y echar una buena siesta. Pero el mejor es el banco gigante. O el oso que duerme la siesta en una pequeña loma.
Jardín de las plantas. Nantes. |
Pero si algo distingue a este espacio de otros similares es la inclusión de obras de arte de diferentes artistas. Todos los años se organizan eventos que pueblan las praderas con obras de arte contemporáneo. Y algunas de ellas han sido honradas con tener aquí su estancia definitiva. Son, por ejemplo, las macetas gigantes extraídas de los libros de Claude Ponti, situadas en la zona de juego infantil.
Jardín de las plantas. Nantes. |
O los característicos y
coloridos diseños de Jean Jullien, con figuras que encontraréis en el agua o en
los árboles. También son puntos imprescindibles el gran banco o el oso dormilón.
Jardín de las plantas. Nantes. |
El parque posee varios invernaderos que
deberían ser parte de toda visita, pues nos van a permitir viajar,
botánicamente, por diferentes espacios naturales: Invernadero de Isla de las
Palmas, Exposición Tropical e Islas Canarias y el Invernadero de Ambientes
Áridos y Palmarium.
Jardín de las plantas. Invernaderos. Nantes. |
Jardín de las plantas. Invernaderos. Nantes. |
En algunos hasta existen mesas donde poder
estar a una buena temperatura si afuera hace algo de frío.
De los otros jardines destacables en la
ciudad voy a daros, simplemente, unas pinceladas. Uno se sitúa en la Isla de
Versalles, al norte. Podéis llegar en tranvía tomando la línea 2 y bajando
en Saint-Mihiel. Tan sólo tendréis que andar un poco para llegar.
Entrar en esta isla supone sumergirse en
la cultura japonesa de jardines con su estanque, sus simbólicos faroles y sus
característicos árboles.
Jardín japonés. Nantes. |
Existe en el centro del parque un pabellón
de té, ideal para tomar fotografías y tenerlo como telón de fondo. En este
edificio siempre existen exposiciones sobre el río Edre y sobre temática
asiática. En el centro podréis encontrar un jardín mineral típico de ciertos
monasterios japoneses.
Jardín japonés. Nantes. |
Este entorno natural es un lugar donde se
respira paz pero que, personalmente, me gusto menos que el que tuve la ocasión
de visitar en Toulouse. No obstante, a pesar de ser el más pequeño de la
ciudad, es el segundo más visitado de Nantes. Por algo será.
Jardín japonés. Nantes. |
El otro espacio verde curioso se ubica muy
cerca del Museo de Julio Verne, en un paraje natural excepcional. Se llama El
jardín extraordinario y su nombre hace honor a lo que ofrece. Instalado en
una antigua cantera de granito en desuso (la cantera de la Misery en Chantenay),
el mayor de los grandes parques de Nantes es atípico. Sus acantilados, de 25
metros de altura, además de ofrecer unas vistas muy hermosas del Loira, crean
un microclima único para la flora tropical (+4ºC). Paseando por este entorno
recorreremos cuatro de los cinco continentes. Las especies son exuberantes,
típicas de los climas tropicales, y de grandes tamaños por lo general. Como yo
me acerqué en otoño me sorprendió encontrarme con ejemplares de azafrán de 20
cm de altura.
Inaugurado en 2019, Romaric Perrocheau, su
cocreador lo define como “un jardín de deseo, de sueños, de impulso”. En
verdad, cuando estamos dentro, todo es hermoso, impresionante, exuberante. Y
ello no es casualidad, pues la intención de este lugar fue intentar recrear el
universo mágico de los Viajes Extraordinarios de Julio Verne. Al descubrir la
vegetación de la cantera, los visitantes encontrarán sorprendentes similitudes
con la descripción que hace Julio Verne en su famosa novela La isla misteriosa.
Por ello, esta es una visita complementaria y obligada si nos acercamos a su
museo, muy cerca de aquí.
Jardín extraordinario. Nantes. |
Un punto ineludible es la gran cascada de
25 metros, la cual marca la elevación de la cantera y pone de relieve la
majestuosidad de la hiedra centenaria que adorna el frente. Justo al final del
jardín se encuentra la gran escalera, la cual posee 28 metros de desnivel, 177
escalones y 4 miradores intermedios diseñados como paradas durante el ascenso o
descenso (os recomiendo mejor esta opción) entre la plaza Maurice-Schwob,
arriba, y el Jardín Extraordinario, abajo. La escalera de acero, diseñada por
François Delaroziere, director artístico de la empresa La Machine Nouvelle
Fenêtre, ofrece vistas al jardín y perspectivas sublimes del Loira. Se camina
por el frente rocoso, siguiendo al máximo los tramos naturales y el relieve de
la cantera, al tiempo que magnifica el mundo rocoso y vegetal.
Una visita que os encantará y os dejará
con la boca abierta.
Para consultar toda la información sobre
los parques de Nantes os aconsejo visitar esta página: https://nature.metropole.nantes.fr/parcs-jardins/#parks-map
Museo Historia Natural
La historia de esta colección comienza en
1799 en el gabinete privado del farmacéutico nantés François-Renié Dubuisson,
el cual era un apasionado de la historia natural. Más adelante, Frédéric
Cailliaud añadió la colección de ciencias naturales y, ya a mediados del siglo
XX se incorporó un vivero con animales vivos.
La colección que posee este museo es una
de las más extensas de toda Francia en cuanto número de especímenes, resultado
de ser la ciudad un importante puerto donde arribaban multitud de expediciones
científicas.
El museo ocupa el edificio palaciego desde
1875, aunque fue ampliado en 1970 cuando la anexa École Supérieure de Commerce
se trasladó a otra ubicación. Su fachada principal, semejando una especie de
templo griego con seis columnas y figuras clásicas en el tímpano, nos adelanta
que vamos a sumergirnos en un lugar de sabiduría.
Museo de Historia Natural. Nantes. |
En su interior vamos a encontrar las
diferentes colecciones separadas por secciones.
En la planta baja, nada más acceder y
obtener la entrada nos toparemos con la Galería de Ciencias de la Tierra y
el Universo. La misma está dividida en tres partes: por un lado,
paleontología y prehistoria, por otro, geología y mineralogía. Y en el centro
la sección dedicada a los meteoritos, donde merece la pena detenerse a admirar,
por ejemplo, el enorme Meteorito de Saint Aubin. Con sus 177kg de peso,
se trata del más grande que encontraremos en Francia. Su peso se debe a que es
un monstruo de metal compuesto por una aleación de hierro y níquel desconocida
en la Tierra. Este meteorito chocó contra la superficie terrestre hace 55.000
años, antes de la llegada del Homo sapiens a Europa. Uno de sus descendientes,
un agricultor del departamento de Aube, desenterró un primer fragmento en 1968.
Museo de Historia Natural. Nantes. |
El anterior es uno de los muchos que
podremos admirar, pues el museo posee una de las colecciones más extensas del
país respecto a rocas foráneas a nuestro planeta. Importante también, por su
gran pasado temporal, es el meteorito denominado Black Beauty, tres
pequeños fragmentos de hasta diez piezas diseminadas por diversos museos. En
este meteorito se encuentran fragmentos milimétricos de rocas de más de 4.430
millones de años: un récord planetario que la convierte en la primera muestra
del terreno más antiguo del planeta Marte.
Si os gustan los minerales y las rocas en
esta sección vais a disfrutar. Tanto en la exposición como en el número de
piezas me recordó al Museo Geominero de Madrid. Además, advertiros que si la
pieza tiene un pictograma verde está permitido tocarla (si es rojo no).
Museo de Historia Natural. Nantes. |
Y, respecto a la sección de paleontología,
vamos a descubrir cráneos de diferentes tipos de Homo (Habilis, Erectus,
Neandertal, Sapiens…), armas en piedra y hueso, los típicos trilobites y
algunas figuras de pequeños dinosaurios.
Museo de Historia Natural. Nantes. |
Por cierto, en esta planta baja se sitúa
la biblioteca, un lugar abierto a todos los curiosos que deseen profundizar
sobre algún tema con una colección muy interesante. Lo malo es que se encuentra
en francés.
En la planta superior descubriremos la Galería
de Zoología. Dominando el centro de la sala se encuentra el ineludible esqueleto
de ballena de 18 metros de largo. Se llama la Ballena de Donges y se
trataba de un animal enfermo que fue accidentalmente atropellado por un barco
en el Golfo de Vizcaya, en mayo de 1991.
Museo de Historia Natural. Nantes. |
Aquí vamos a encontrar más de un millar de
ejemplares animales, disecados o mostrando, en algunos casos, su esqueleto,
donde conoceremos a nuestros compañeros en la Tierra. En la parte baja tenemos
los mamíferos y los peces. Un espécimen curioso es el llamado Rey rata,
un conjunto de varios ratones cuyas colas están anudadas y que dependían del
resto de la comunidad para sobrevivir y alimentarse. Este es uno de los pocos
especímenes que podremos encontrar en un museo y que no sean un fraude (En
Francia sólo existen tres ejemplares similares).
Museo de Historia Natural. Nantes. |
En la parte alta se distribuyen las
vitrinas de las aves. La sección ornitológica es la más emblemática del museo. Si
os gusta admirar pájaros con plumajes coloridos esta es vuestra sección.
Museo de Historia Natural. Nantes. |
De los aproximadamente 700 ejemplares que
podremos admirar, destacaría dos especies extinguidas: la paloma migratoria y la
gran alca. Este último animal, parecido a un pingüino, fue recolectado en un
barco tras una erupción volcánica submarina frente a la costa de Islandia en
1830. Las grandes alcas sólo vivían en las frías zonas del hemisferio norte y
fueron poco a poco decreciendo en su número debido a la facilidad para cazarlas
(no podían volar) y el aprovechamiento de su carne, plumas y grasa. En 1844 la
última pareja fue asesinada.
Museo de Historia Natural. Nantes. |
En esta parte alta también tenemos la
impresionante colección de conchas de moluscos con más de 5.000
ejemplares reunidos de diversas colecciones.
En el Vivarium encontraremos
numerosos ejemplares de reptiles y, sobre todo, serpientes. El museo se
especializó en estos animales y encontraremos hasta una veintena de ejemplares
no venenosos, los cuales comparten espacio con curiosos lagartos. A ellos se
unen insectos, cocodrilos y tortugas.
Vivarium en el Museo de Historia Natural. Nantes. |
Por último, existen dos salas dedicadas a
las exposiciones temporales. Cuando yo visité el museo estaba “Ocean,
una inmersión fuera de lo común”, la cual ofrecía una visión poco común de
la biodiversidad marina lejos de las costas: la vida planctónica, la singular
fauna de las grandes profundidades y la presente en las aguas heladas del
Océano Austral.
Museo de Historia Natural. Nantes. |
La entrada al museo dura todo el día y
podemos salir para volver a entrar más tarde, si bien no lo veo necesario. Es
un museo de dimensiones no muy grandes (en mente tengo el de Londres) y que
perfectamente se puede visitar en un par de horas. Si viajáis con niños seguro
que les encantará.
Para información sobre horarios y precios
os dejo su web: https://museum.nantesmetropole.fr/home.html
Arte contemporáneo disperso por la
ciudad
Nantes es una ciudad que rebosa arte en
cada esquina y en este apartado, a modo de cajón desastre, os voy a mostrar
algunas pinceladas del mismo, realizando un curioso recorrido por los distintos
barrios del centro de la ciudad.
Empecemos por el barrio Gare, donde
ya hemos conocido las figuras coloridas de Jean Jullien en el Jardín de las
plantas. Muy cerca también encontramos la Lieu Unique, un centro de
exploración artística y hervidero cultural donde la estructura más destacable
es la poderosa torre LU, un auténtico tótem publicitario de la empresa
de galletas que fue rehabilitada y nos permite admirar unas bellas vistas de
Nantes. Fijaos que posee en su decoración la mitad de los signos del zodíaco,
debido a que anteriormente existía una gemela al otro lado de la calle, hoy en
día desaparecida.
Lieu Unique. Nantes. |
Muy próxima a esta torre, en un pequeño
canal, por la noche, podremos admirar Nymphea, la imagen de una ninfa
moderna en la superficie del agua. El rostro es de la famosa actriz francesa
Laetitia Casta. Yo me acerqué dos veces y no estaba encendido por lo que
entiendo que sólo aparecerá en momentos de gran afluencia turística.
A continuación, vamos a adentrarnos en el barrio
histórico Bouffay. Sus estrellas callejuelas nos remiten al medievo. Por
ello, nada mejor que comenzar en la antigua Puerta de San Pedro, la cual
esconde la obra de Laurent Le Deunff. Se trata de una especie de pequeño
castor, en verdad un animal imaginario, sacado de un libro medieval, que
poseía una cola de pez.
En la plaza de San Pedro, justo enfrente
de la Catedral, os voy a pedir que os detengáis en un comercio de fotografía.
En la fachada destaca el rótulo moderno que nos indica lo que se vende
aquí. En esta ocasión son unas gafas con un par de pájaros, en color y blanco y
negro. Esta composición, será una de las muchas que vamos a encontrarnos por la
ciudad y es, en mi opinión, uno de los grandes aciertos de la ciudad respecto
al fomento de arte urbano contemporáneo. Varios artistas han reinterpretado los
rótulos de las tiendas y han actualizado esta costumbre que se remonta al
medievo. Ahora bien, dándole su particular visión moderna.
Tomando la Rue Verdún vamos a ver
más rótulos de este tipo. Merece la pena detenerse en una curiosa cabeza cúbica
de aspecto infantil (Dröm), o en la dentadura gigante cuyos dientes
fueron cambiados por los típicos caramelos de Nantes, llamados rigolettes.
Rótulos originales en Nantes. |
Esta calle nos llevará a la Place du
Piroli, donde encontraremos una curiosa lucha entre el arcángel San Miguel
representando una tienda de galletas y la serpiente de una farmacia.
Tomemos ahora la Rue de la Marne. Justo
enfrente de las famosas Galerías Lafayette tenemos la entrada al Passage
Bouchaud, el cual nos llevará a un curioso rincón con un jardín colgante
llamado Jungla interior. Nada que ver con el también escondido jardín de
la Psallete, justo detrás de la Catedral, y que posee un palacete del siglo XV.
El contraste entre ambos jardines ocultos resulta interesante.
Passage Bouchaud vs jardín Psallete |
Al final de esta calle, a mano izquierda,
nos toparemos con la interesante Iglesia de Sainte-Croix, con su fachada
barroca, nave gótica y torre de metal con ángeles tocando unas especies de
trompetas. Esta iglesia esconde junto a sus muros otro interesante pasaje que
lleva a un patio donde existen exposiciones temporales. Y os aconsejo entrar y
admirar su particular belleza.
Iglesia de Sainte Croix. Nantes. |
Tomando la Rue Belle Image llegaremos a Rue
Bouffay, donde encontraremos tres rótulos interesantes: primero un animal
peludo en una tienda de extensiones; pegada está una carnicería donde las
cabezas de animales llevan curiosas pelucas y, un poco más adelante, el típico
gato de la suerte japonés sirve de reclamo a una tienda oriental. En esta
ocasión lleva una peluca como la de Nicolas Sirkis, cantante del grupo
Indochine (se juega con el nombre del local) y le rodean dos discos de oro.
Rótulos originales en Nantes. |
Hemo llegado a la Place du Bouffay, la
cual posee la curiosa escultura égole du pas de coté, que podemos
traducir como elogio a un paso a un lado. La escultura creada por Philippe
Ramette representa a un hombre trajeado que mira al horizonte y tiene uno de
los pies fuera del pedestal, en el vacío. Se trata de una alegoría sobre dar un
paso al lado y el atrevimiento de Nantes por apostar por este tipo de arte
contemporáneo para embellecer la ciudad. Sin duda es una de las más bonitas que
he visto.
Égole du pas de coté. Nantes. |
Y en la cercana Rue de la Baclerie
encontraremos el único resto que queda de la casa de los escabinos, donde se
celebraban las reuniones del consejo burgués, una chimenea de varios pisos.
También muy cerca, pero en dirección contraria, encontraremos el último rótulo
remarcable. Está en la sombrerería Falbalas, en la esquina de las calles
Flesselles y Paix. Se trata de un genio bonachón con un aparatoso
sombrero. Luce una cola de castor como recuerdo del primer nombre del comercio
(Au Vrai Castor) y elementos marinos de buena suerte como conchas o un trébol.
El genio bonachón de Nantes. |
Justo enfrente nos encontramos con el barrio
de Feydeau, una antigua isla que dejó de serlo cuando se rellenaron los
brazos del Loira entre 1926 y 1946. No obstante, su singularidad sigue intacta,
destacando las grandes mansiones que nos trasladan a la opulencia que se vivió
en nantes gracias a la trata de esclavos. Todos los palacetes se caracterizan
por poseer balcones de hierro y bellas ornamentaciones a base de mascarones, en
puertas y ventanas, donde reconocer figuras mitológicas como Neptuno.
Palacios en el barrio de Feydeau. Nantes. |
Os recomiendo pasear con la mirada alzada
y deteneos en los detalles de cada fachada. En algunas encontraréis restos de
antiguos amarres que recuerdan su origen isleño y también os sorprenderá ver
fachadas inclinadas, como en Ámsterdam, debido al movimiento de los cimientos.
Como curiosidad indicar que en el Nº4 del cours Olivier de Clisson nació Julio
Verne un 8 de febrero de 1828. Una sencilla placa recuerda este suceso.
Palacios en el barrio de Feydeau. Nantes. |
Respecto al arte contemporáneo voy a
destacar, en la rue Leon Maitré (justo enfrente del último punto que
dejamos al genio nantés), un original pato amarillo con vibración e hinchador
que anuncia un sex shop y, justo enfrente, una curiosa farmacia donde la
temperatura que indica su rótulo no es la ambiental, sino la de los transeúntes
que se asoman al medidor de la pared. En los alrededores también encontraréis
una heladería con el cartel típico de los helados y la silueta de un reno con
un original tejido a cuadros.
Rótulos originales en Nantes. |
En la parte más cercana al castillo
tenemos el mirador de agua (ya descrito en el post anterior) y uno de los campos
de fútbol más originales que vais a poder ver. Denominado Feydball, un
curioso juego de palabras que aúna el deporte y el barrio, se trata de un campo
curvo con un curioso espejo que proporciona la imagen de un campo de fútbol
original. El mundo al revés.
Feydball, el nuevo deporte de Nantes. |
Justo enfrente se encuentra el dragón
de madera creado por el japonés Maruyama en un área de juego infantil. Y muy
cerca podemos encontrar los grafitis de la pared Royal de Lux, un trozo
de edificio que cayó del cielo el 24 de mayo de 2011 y que se ha cubierto con
escenas de personajes e historias de la ciudad (parada Tram 2-3 Hotel Dieu).
¿Encontráis a Julio Verne o a Ana de Bretaña?
Grafiti royal de Lux. Nantes. |
El barrio de la Isla de Nantes,
antiguos astilleros industriales, ha logrado una reconversión impresionante,
aunando sorprendentes edificios modernos con obras artísticas contemporáneas de
muy diferente signo.
La manera por la que accederás a este
barrio es cruzando el puente de Ana de Bretaña. A nuestra derecha podemos
admirar varada una corbeta de tres mástiles llamada Belém y construida en
Nantes en 1896. Si lo haces por la noche, en uno de los primeros edificios a tu
izquierda (Edificio Harmonie), podrás ver encendida la obra de Francois
Morellet de temps en temps, un indicador luminoso en lo alto de
la fachada que nos muestra el tiempo en la ciudad (nubes, sol o lluvia).
El paso de cebra imposible (Traverses)
que se encuentra junto a este edificio es obra de Aurélien Bory. Con el flujo
caótico de líneas onduladas pretendía pacificar el tráfico y abandonar el
encorsetamiento de las rectas habituales. No existe un camino corto para
cruzar.
Siguiendo el boulevard y a mano derecha
encontraremos el parque de Les Machines de L´ille, que ya comenté en el post
anterior como uno de los imprescindibles. No obstante, me gustaría indicar
algunas obras remarcables en la explanada que lleva hasta el río. Aquí vamos a
encontrar el árbol del baloncesto, con canastas en distintos niveles
para jugar partidos originales con reglas novedosas; junto a la amarilla Grua
Gigante Jaune, recuerdo de los astilleros, encontramos asomada al río la
obra de Vicent Mauger Résolution des forces en présence. Una escultura
puntiaguda que podemos interpretar como el esqueleto de un extraño animal de
metal o un arma medieval.
Grua Jaune. Nantes. |
Bajando pegados al río vamos a
encontrarnos con las botas gigantes de Lilian Bourgeat (Invendus Bottes)
en el huerto de la Cantine; y la composición de Bouren y Bouchain, Les
anneux. Una sucesión de 18 anillos (por la noche iluminados) que ofrecen
recortes paisajísticos de la otra orilla del Loira. En esta zona existe, en un
antiguo hangar donde maduraban las piñas y los plátanos, una interesante
galería (Hab Galerie) donde se exhiben exposiciones de arte contemporáneo todo
el año.
Los anillos de Nantes. |
Visto lo anterior vamos a regresar por
donde hemos venido y tomar la Rue La Noure Bras de Fer. A los pocos pasos nos
sorprenderá la obra de Lilian Bourgeat, Métre a Ruban. En el patio del
edificio Aethica la artista ha desplegado una cinta métrica de dimensiones
colosales, dando importancia a objetos tan banales como este por su
sobredimensión exagerada.
Métre a ruban. Edificio Air. Nantes. |
Un poco más adelante y siguiendo la misma
calle llegamos al sorprendente edificio Manny, donde Rolf Julius creó Air.
Una especie de manto metálico definido como “una suave música para las paredes”
que parece hacer “audible la fachada”. Por cierto, como curiosidad, en la parte
baja de este edificio, la artista Angela Bulloch creó la prolongación del paso
de cebra en el suelo de la planta baja, creando cierta confusión mental al
viandante.
Merece la pena caminar un poco más hasta
el Ping pong Park, donde Laurent Perbos desplegó toda su imaginación
mostrando originales mesas para jugar al ping pong.
Ping pong park. Nantes. |
A la vuelta por la orilla del río podemos
admirar la acristalada fachada del moderno edificio del palacio de Justicia. Y
si tenéis algo más de tiempo podéis acercaros a admirar un par de obras que se
quedaron fuera de nuestra ruta, pero que no están demasiado lejos: In a
Silent Way (Rue de la Tour-D´auvergne,42), un par de colosales
esculturas de dos cabezas aisladas con sus dispositivos electrónicos; y L´Absence
(patio Escuela Nacional de Arquitectura), una especie de extraña vivienda con
protuberancias que parece un iceberg.
L´Absence. In a silent way. Nantes. |
El elegante barrio de Graslin lleva
el nombre de quien lo diseñó y es el barrio comercial por excelencia. Aquí se
encuentra el Pasaje Pommeraye ya comentado en el post de imprescindibles, el
Museo de Historia Natural (comentado arriba), el memorial de la esclavitud
(para conocer el pasado y lo que supuso la trata de personas en Nantes) y una
impresionante basílica de estilo neogótico, San Nicolas, que bien merece una
visita al estar la Catedral cerrada.
En este barrio vamos a encontrar dos
importantes plazas. La plaza Royale, con su imponente fuente que
simboliza la vocación fluvial de la ciudad, y, sobre todo, la Place Graslin.
En esta última tenemos la excepcional fachada del Teatro Graslin, unas
preciosas y originales farolas, una fuente con bailarinas que homenajean a
Matisse y el restaurante con estética modernista La Cigale. Merece la pena
entrar y echar un vistazo por su excepcional decoración. Por cierto, si tenéis
el Pass Nantes tenéis opción a una pausa de chocolate "Celaya" del
01/10 al 31/03 (chocolate a la taza con dos trozos de tarta casera) en el
horario de 15h30-18h.
Place Graslin con el Teatro y La Cigale. |
Esta plaza es un buen comienzo para
iniciar nuestra ruta de arte urbano. Justo en un lateral del teatro encontramos
el original cartel del Cine Kartoza que supone un homenaje al cine mudo.
Un hombre permanece en pie impertérrito sin notar que una de las letras se le
cae encima (se supone que funciona cada cuarto de hora, pero yo nunca lo vi
activo y pasé varias veces).
Avanzando hasta la Rue Scribe, el cartel
que tiene el Hotel Amiral no puede ser más elocuente sobre lo que
ofrece, un buen descanso. Continuemos rectos hasta la cercana Rue Racine, 14,
donde veremos en la librería La Ghéothequé un cartel donde los
continentes se desmoronan por estar torcido. Giremos ahora hacia la anexa Place
Paul Emilie Ladmirault para fijarnos en la fachada del banco Credit Agricole,
donde varias cámaras de vigilancia nos advierten de un posible robo. En la
misma plaza tenemos Les Songes, donde un hombre en pijama parece querer
volar.
Rótulos originales. Nantes. |
Tomando el camino hacia Rue Gresset
pasaremos junto al Museo de Historia Natural. Nuestro objetivo es llegar hasta
el Hotel Voltaire Opera, en cuya fachada vamos a encontrar un original
instrumento, parecido a un antiguo parquímetro, que calcula automáticamente las
ovejas necesarias a contar para dormir.
Muy cerca se encuentra Cours Cambrone, un
amplio espacio abierto donde encontramos la original escultura Éloge de
la transgression. Se trata de otra escultura transgresora de Ramette.
En esta ocasión aparece una niña que no sabemos si quiere subir o bajar del
pedestal. Las fotos originales son obligadas. La escultura del General
Cambronne que da nombre a esta plaza parece mirarla de forma inquisidora.
Rótulos originales en Nantes. |
Y a tiro de piedra se encuentra la Rue de
L´Heronniére, donde vamos a encontrar la pizzería Donatello a un
original cocinero deslizando una pizza por su espalda. Muy cerca, en la fachada
del Hotel Le Cambronne, vemos al derrotado general en Waterloo dormido
sobre la bandera francesa.
Un último rótulo que se quedó fuera de
nuestro recorrido, pero que bien merece una visita, se encuentra en las
proximidades de la Basílica de San Nicolás. En la Rue Guepin, 4
encontramos un original cartel que funciona para dos comercios: una carnicería
y una tienda de skate. Mejor verlo. Y desde aquí podéis acercaros al único
rascacielos de la ciudad, el Bretaña. Las vistas desde la planta superior
debían ser espectaculares, pero en la actualidad el restaurante allí ubicado
cerró.
Para más información sobre todos los
rótulos disponibles en Nantes os dejo con la publicación oficial de la Oficina
de Turismo: https://www.calameo.com/read/0001068660aec24bc84c2
Trentemoult
Para llegar a este antiguo pueblo de
pescadores en la otra orilla del río Loira debemos subirnos a un pequeño barco de
la línea Navibus N1, situada junto a la parada Gare Maritime. La frecuencia
suele ser de unos veinte minutos, que es el doble de tiempo que se tarda en
realizar el corto recorrido. El viaje, aunque corto, nos permite admirar desde
otra perspectiva el barrio de los astilleros o el Museo Julio Verne.
El interés que tiene este lugar reside en
la costumbre de los pescadores de decorar sus casas con las coloridas pinturas
utilizadas en los barcos. De aquella tradición ha resultado un curioso conjunto
de edificaciones a cuál más original y encantadora. Sin duda, el cambio
respecto a la bulliciosa Nantes es radical.
Lo primero que nos encontraremos al llegar
al embarcadero de Trentemoult es una de sus casas más reconocibles, la cual
tiene la antigua publicidad de Petit Beurre Lu Lu. Justo al lado, está la
colorida tienda L'Heureux Hasard de ropa vintage y objetos de artesanía. Merece
la pena admirar su escaparate antes de perdernos por las callejuelas de este
curioso barrio.
Trentemoult. Nantes. |
Calles estrechas, fachadas de colores,
rincones con encanto y multitud de amigables gatos nos esperan mientras
descubrimos sus rincones.
Trentemoult. Nantes. |
El aire de este lugar es bohemio, inundado
por restaurantes mirando al río y galerías de arte. Mi consejo: perderos
caminando por sus callejuelas y siempre manteniendo los ojos bien abiertos.
Trentemoult. Nantes. |
Trentemoult. Nantes. |
El único lugar reseñable como parada de
arte urbano es el conocido Péndulo de Roman Signer, un añadido del artista
suizo a una antigua construcción abandonada junto al río. Si el tiempo acompaña
es posible verlo en funcionamiento y el artista quiso representar una especie
de reloj absurdo, sin aguja, que marca el tiempo, regular e inexorablemente.
Rubrica el ritmo del río y rinde homenaje a su violento y tranquilo poder.
El péndulo de Trentemoult. Nantes. |
Paseando por sus callejuelas encontraremos
preciosos grafitis en las paredes, los cuales engrandecen aún más la
experiencia inmersiva en este precioso barrio.
Trentemoult. Nantes. |
Trentemoult. Nantes. |
Sin duda, Trentemoult es una visita
imprescindible debido a lo diferente del lugar y al encanto que poseen estos
pequeños rincones escondidos en el mundo.
Museo Julio Verne
He dejado para el final el museo de uno de
los nanteses más conocidos e internacionales del mundo. La razón es que se
ubica en un lugar minúsculo que no permite explotar adecuadamente toda la
magnitud del personaje. Ahora bien, esto está en vías de solucionarse, pues se prevé
un cambio de ubicación en breve con la ampliación de las instalaciones.
En la actualidad está situado en una bella
mansión blanca presidida por una enorme escalinata si accedemos desde el río. Yo
os recomiendo evitar esta penosa subida y acceder por la parte de atrás. No es
la casa donde vivió Julio Verne, sino que se ubica en el lugar donde “debió
de acudir a menudo a contemplar desde lo alto el río, puerta del mar abierto y
camino hacia la aventura” (Julien Gracq).
Museo Julio Verne. Nantes. |
El museo, abierto desde 1978, recrea la
riqueza y diversidad de su obra literaria mediante objetos personales como
manuscritos, libros, ilustraciones o carteles. Así descubriremos al hombre, al
escritor y su imaginario tan original.
En la primera sala y en el vídeo de
presentación conoceremos el árbol genealógico del escritor. Una familia
estructurada y culta propicia para fomentar la creatividad de Julio Verne. A
ello habría que añadir la pasión por los libros de la biblioteca familiar, con
clásicos de aventuras que despertaron su imaginación, así como una ciudad que
participaba plenamente en la Revolución Industrial y que desde sus astilleros
partían barcos hacia “viajes extraordinarios”.
Museo Julio Verne. Nantes. |
En la siguiente habitación descubriremos
la pasión de Julio Verne por la geografía. Una pasión que descubrió en la
escuela, con los atlas, y que prosiguió en la época que le tocó vivir, llena de
descubrimientos geográficos. Sus encuentros con exploradores como Jaques Arago
fueron esenciales, reafirmándole en la vía de los viajes y su propósito de “pintar
toda la tierra, el mundo entero en forma de novela, imaginando aventuras
espaciales en cada país y creando personajes especiales según los medios en que
actúan”.
Museo Julio Verne. Nantes. |
En esta sección descubriremos que Verne
fue un viajero incansable, lo que le sirvió para recopilar material que luego
plasmó en sus novelas. Estuvo en Inglaterra, Escocia (1859) y Escandinavia
(1867). Este último año, junto a su hermano Paul, cruzó el Atlántico desde
Liverpool hasta Nueva York. Y desde 1866 concilió la escritura junto a la navegación,
realizando escapadas a bordo de sus propios barcos. Llegó a tener tres
embarcaciones, llamadas todas ellas Saint-Michel. En el Saint-Michel I, tal
como veremos en la vitrina donde se exponen sus fotografías, redactó buena
parte de su famoso libro Veinte mil leguas de viaje submarino.
En 1848, con 20 años, su padre le envió a
París para cursar los estudios de derecho. Su idea era que le sucediera como
abogado, pero Verne tenía otras motivaciones, siendo su objetivo convertirse en
escritor. Por ello frecuentaba librerías y salones literarios en la capital
francesa.
Museo Julio Verne. Nantes. |
Su obsesión por la literatura provocó que
su matrimonio, con Honorine de Viane, o su trabajo, como agente de bolsa,
fueran un rotundo fracaso. Tal como dijo una vez, escribir era para él la “fuente
de la única felicidad verdadera”.
Afortunadamente para él, sus novelas
fueron todo un éxito y le permitieron disfrutar de una holgura económica
importante. Desde 1871 se asentó en Amiens, participando de la vida burguesa de
la ciudad.
Verne era un escritor incansable y
perfeccionista, cuidando tanto el desarrollo de sus tramas como realizando un
arduo trabajo de investigación previo. Gracias a revistas especializadas estaba
informado de los avances de la ciencia o de los relatos de los viajeros y
exploradores.
Admirando los volúmenes de sus obras
descubriremos la importante colaboración con el editor Pierre-Jules Hetzel. Sus
libros con encuadernaciones de cartón multicolor o sus características
ilustraciones, así como el marketing asociado fomentaron, en gran medida, el
éxito y la fascinación de la obra de Verne.
Museo Julio Verne. Nantes. |
De Julio Verne conocía sus aventuras por
el centro de la tierra o por las profundidades del océano. Pero no conocía que
también realizó incursiones en el espacio. En la sala dedicada a ello veremos
también la maqueta de una terrible máquina capaz de surcar los cielos,
sumergirse en el agua y rodar por la tierra. Verne estaba fascinado por las
innovaciones técnicas de su tiempo, pero desconfiaba del mal uso que podían dar
de ella personas malvadas o corruptas. Todo ello aparece también en su obra
reflejado.
Museo Julio Verne. Nantes. |
Por último, descubriremos que Verne soñó
con ser autor de obras de teatro. Era un apasionado tanto de obras clásicas
como de los éxitos de Víctor Hugo, a los cuales acudía en París. En 1850,
gracias al apoyo de su amigo Alejandro Dumas junior, montó en el escenario del
Théatre Historique uan comedia llamada Las pajas rotas. Una historia de
amor divertida y ligera que tuvo un éxito bastante modesto.
En total escribió más de treinta obras de
teatro, si bien su éxito en este mundo lo consiguió cuando se representaron
algunas de sus más famosas novelas, como La vuelta al mundo en ochenta días o
Miguel Strogoff.
Museo Julio Verne. Nantes. |
Sin duda, un museo ideal si estáis
interesados en conocer aspectos de la vida del magnífico escritor nantés.
Hasta aquí mi selección de lugares
imprescindibles en Nantes. Espero que tanto este artículo, como el anterior, os
animen a visitar una de las ciudades más sorprendentes de Francia y que seguro
os dejará un gran sabor de boca.
Hasta la próxima.
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