domingo, 26 de noviembre de 2023

Mis 5 visitas imprescindibles en Nantes

 

Hoy volvemos a visitar Francia. Esta vez, la región de Bretaña, al oeste del país. A una ciudad bañada por le famoso río Loira; sí, ese con multitud de bellos castillos en su ribera. Y, sí, claro que tiene uno espectacular.

 

A una urbe que otrora hizo riqueza con el vergonzoso negocio de la venta de esclavos pero que, hoy en día, ha logrado reconvertirse en un foco de arte contemporáneo. Pasear por sus calles equivale a sorprenderse con esculturas que desafían lo convencional, con arte urbano que emerge en cada vía y con parques y jardines que maravillan a quien decide pasear por ellos por las curiosas composiciones que los pueblan.

 

Una ciudad con dos hijos predilectos cuyos nombres han sobresalido en la historia mundial. Por un lado, Ana de Bretaña, por dos veces reina consorte de Francia (la única que ostenta tal honor) y una de las mujeres más inteligentes del medievo. Y, por otro, a Jules Gabriel Verne, escritor francés del siglo XIX célebre por sus novelas de aventuras y por ser el precursor de la ciencia ficción como género literario.

 


Hoy visitamos Nantes. La sexta urbe más poblada de Francia. Una ciudad que os asombrará. ¿Os apetece descubrir sus principales encantos?

 

¿Dónde está Nantes?

 

Esta es la primera pregunta que te realizarán cuando le digas a alguien que tu próximo destino de vacaciones es Nantes. Se trata de una ciudad francesa que no todo el mundo conoce en España pero que, os aseguro, no os defraudará lo más mínimo. Os dejo localización en Google Maps para los que no controlan geografía.

A continuación, vamos a describir los principales encantos de esta ciudad. Elegí los cinco más importantes, aunque los que me conocéis sabéis que serán algunos más.

 

Castillo de los Duques de Bretaña

 

Se trata de uno de los emblemas de Nantes y uno de los monumentos destacados del barrio de Bouffay, centro neurálgico de la ciudad medieval donde aún es posible rastrear tal pasado en las fachadas con entramados de madera y el sinuoso callejero.

 

Castillo de los duques de Bretaña. Nantes.

Este castillo tiene a sus espaldas ocho siglos de historia, pues fue construido a finales del siglo XV por Francisco II, el último duque de Bretaña. En su interior vivieron personajes tan importantes como Ana de Bretaña, la única mujer que reinó dos veces en el país y cuyo rostro podéis admirar en una estatua de bronce junto al puente levadizo.

 

Lo que más sorprende de este castillo, la primera vez que lo observamos, es la combinación de un exterior militar medieval imponente, con murallas de ladrillo con torres y rodeada de un foso (por cierto, hoy en día una pradera visitable); y un interior refinado, ya intuido desde el exterior, con un blanco palacete residencial decorado con balcones renacentistas y motivos góticos.

Diferentes vistas de la muralla exterior del Castillo de los duques de Bretaña. Nantes.
 

Las mejores vistas que vamos a conseguir del castillo las obtendremos desde la Rue de États, donde podremos bajar al foso y pasear casi rodeando el castillo, desde la Place Marc Elder, lugar de acceso al castillo con sus poderosas torres circulares y su original veleta o la Rue Premiuon, que nos da otra visión de las torres interiores.

 

No obstante, la vista más impresionante, en mi opinión, la obtenemos desde el espejo del agua (Le miroir d’eau), una obra de Cors Jhon Kennedy donde gracias a 208 difusores, se crea una superficie de agua que refleja el castillo como un espejo.

 

Le miroir d´eau. Una de las vistas más bonitas del Castillo de los duques de Bretaña. Nantes.

Cuando entramos a esta fortaleza nos sorprende la amplitud del lugar, con una gran explanada rodeada de varios edificios, donde destacan tres. El primero y más bonito lo tenemos a nuestra espalda nada más entrar. Debéis alejaros un poco para admirarlo en su total extensión. La fachada blanca y los balcones tienen una especial belleza típicamente francesa.

Patio principal del Castillo de los duques de Bretaña. Nantes.
 

En este edificio, que en realidad son tres unidos, se encuentra el museo de historia de Nantes, un excelente lugar donde conocer la historia de la ciudad y su esplendoroso pasado. Puesto que no logré encontrar información de este museo en la red antes de viajar os dejo un breve resumen de sus principales salas.

 

El museo está dividido en 7 secciones que abordan aspectos y épocas importantes de la historia de la ciudad. El tiempo que dedicaréis a este museo estará entre 1,5 – 3 horas, según el nivel de dedicación al que estéis interesados. Junto a la entrada os proporcionarán una audioguía (en español) para entender cada sala.

 

Comenzamos nuestro recorrido por el sótano de la torre central, donde nos adentraremos en la historia de los duques de Bretaña, la vida de Francisco II y de su hija Ana, la futura reina de Francia, así como el pasado galorromano, mediante algunas piezas interesantes. Me gustó el vídeo sobre la vida de Ana de Bretaña, la copia del relicario donde se conserva su corazón, la maqueta de la ciudad, donde cuelga de una pared un hermoso tapiz con los emblemas de Francia (flor de lis sobre fondo azul) y de Bretaña (campo de pieles de armiño sobre un fondo blanco), los relieves realizados por los presos en la antigua cárcel, el muro interactivo donde explican el importante edicto de Nantes (1598, autorizaba la libertad de conciencia y de culto en Francia) o la sala con la chimenea vista que nos adentra en la vocación atlántica de la ciudad.

 

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 

En la siguiente sección descubriremos la vocación marítima de la urbe, mediante piezas interesantes como cuadros o maquetas de barcos. A destacar la imagen de San Telmo, patrón de la gente del mar, o el emblema de la industria de Galletas LU, una empresa que difundió por el mundo el nombre de esta ciudad.

 

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 

La tercera sección se dedica a la trata atlántica. Entre los siglos XVIII-XIX Nantes prospera gracias al comercio con las colonias francesas de las Antillas, donde parte importante era la trata de esclavos. En estas salas descubriremos la magnitud de este comercio, el cual se estima deportó 550.000 hombres, mujeres y niños de África hacia América a bordo de buques nanteses. Así como el transporte inhumano en los barcos o los elementos con los que les mantenían presos.

 

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 

Un documento que me sorprendió fue el llamado Código Negro, una especie de código legal de los esclavos donde, entre otras cosas, se les definía como una cosa o se les obligaba a convertirse al cristianismo.

 

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 

Por último, admiraremos objetos pertenecientes a los señores del comercio de esclavos, tales como vajillas, un magnífico panel japonés, o los mascarones con rostros de esclavos que colocaban en sus viviendas.

 

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 

La cuarta sección, a la que se dedica una única habitación, se centra en la Revolución. Aquí Nantes vive un momento ambiguo, dividida entre los ideales revolucionarios de libertad y los intereses contrarios a la abolición de la esclavitud debido a los beneficios que se obtenían. En varias vitrinas veremos armas, dinero de papel y una bandera francesa ensangrentada, seguramente proveniente de la famosa Batalla de Nantes que el 29 de junio de 1793, en el contexto de la Guerra de la Vendée, enfrentó a las fuerzas monárquicas al mando de Jacques Cathelineau y los republicanos dirigidos por Jean Baptiste Camille de Canclaux. Estos últimos resistieron el sitio y ataque a la ciudad, quedándose los monárquicos sin un buen puerto atlántico.

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 
 

En la quinta sección nos adentraremos en los cambios que la ciudad desarrolló en época decimonónica. Hubo que cambiar de ocupación por las presiones abolicionistas de los nuevos tiempos, pasando a dedicarse a la caza de ballenas y explotación de su grasa, piel y carne. Veremos la dura vida de los hombres que descargaban mercancías en el puerto (llevaban una pieza de esparto que les cubría la espalda y la cabeza para no dañarse con los bultos) y diferentes objetos utilizados en los barcos.

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 
 

Pero lo mejor de todo, en mi opinión, es la parte dedicada a la empresa de galletas Lu. Vamos a descubrir la existencia de dos torres (una hoy en día ha desaparecido), la multitud de cajas diferentes que tenían, los tipos de galletas y los anuncios que realizaron.

 

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 

La sexta sección se dedica al periodo de las guerras mundiales, dos conflictos donde se llegó a una violencia nunca vistas. Los objetos van desde el uniforme francés de la Primera Guerra Mundial o el primer chaleco antibalas, hasta la dominación alemana durante la Segunda Guerra Mundial de la ciudad, con objetos carteles y fotografías de la destrucción.

Museo historia de la ciudad de Nantes en el Castillo de los duques de Bretaña. 
 

En las últimas salas encontramos una exposición temporal de Barthélémy Toguo titulada expresiones descoloniales, donde mezclaban diferentes piezas artísticas con un sentido que no llegué a entender.

 

Justo enfrente de este palacio principal se encuentra otro edificio, con un aire totalmente diferente (algo inglés para mi gusto), anteriormente dedicado al almacenamiento de armas y, en la actualidad, dedicado a las exposiciones temporales. Cuando lo visité estaban preparando la exposición sobre Ghengis Khan y estaba cerrado.

 

Patio de armas del Castillo de los duques de Bretaña. 

Y el más pequeño, situado entre ambos y a la izquierda es un elegante café restaurante donde podréis tomar algo si la visita se hace larga.

 

Además, existen unas escaleras donde poder subir a las murallas y poder andar por el camino de ronda, admirando el exterior de la ciudad y disfrutando de bonitos rincones escondidos.

 


En definitiva, una visita muy interesante para empezar a descubrir la historia de Nantes y su importante pasado. En total, para verlo todo correctamente, tendréis que dedicarle a este castillo unas tres horas en total. Seguro que con estos conocimientos os empaparéis mejor en la ciudad actual.

 

Museo de Bellas Artes de Nantes

 

Se trata del museo más importante de Nantes y una de las pinacotecas más importantes de Francia. El museo fue creado en 1801 por Napoleón Bonaparte con fondos traídos del Louvre. Su catálogo aumentó notablemente poco tiempo después con la colección del diplomático nantés François Cacault. Y en los siguientes años la ciudad fue enriqueciendo este museo con compras de cuadros de autores franceses famosos y donaciones de importantes coleccionistas. Su colección actual comprende más de 9000 obras, con las que hacer un recorrido por la historia de la pintura entre el siglo XIII y la actualidad, destacando importantes autores reconocidos como Georges de La Tour, Eugène Delacroix, Fragonard, Ingres, Gustave Courbet,, Monet, Picasso, Kandinsky…

 

En un primer momento este museo se ubicaba en el antiguo Halle aux toiles (antiguo Mercado de telas), en la rue du Calvaire, pero pronto se quedó pequeño. El edificio actual fue inaugurado en el año 1900 y reformado en el año 2009 para convertirse en un espacio expositivo moderno acorde al siglo XXI.

 

Lo primero que nos encontramos al llegar al museo por la rue George Clemenceau es la impresionante fachada del palacio, configurada en dos pisos con escalera de acceso donde destaca el superior lleno de esculturas relativas a las artes. Se trata del clásico edificio palaciego del siglo XIX configurado internamente alrededor de un patio central con dos plantas y una impresionante escalera interior monumental.

 

Este es uno de los tres edificios de los que consta este museo. La última reforma del estudio Stanton Williams concibió el edificio anexo del cubo como un lugar moderno donde acoger la colección de arte contemporáneo. Una pasarela colgante conecta este edificio con el palacio. Consta de cuatro plantas y su parte arquitectónica más interesante es el magnífico muro cortina translúcido de mármol y vidrio laminado situado en las escaleras. Por último, en la place de l’Oratoire, existe una antigua capilla del siglo XVII que ahora sirve para mostrar exposiciones temporales.

 

La colección de pintura de este museo tiene un especial interés para los amantes del arte. Debido a la gran cantidad de obras a comentar decidí realizar un post particular a este museo que podéis consultar como guía de visita. Por ello, aquí sólo voy a ofrecer algunas breves pinceladas con las que animaros a visitarlo.

 

Lo primero que debo destacar de este museo es una particularidad que, espero, se vaya implementando en el resto de pinacotecas. Esto es, la mezcla de estilos y artistas diferentes donde las obras dialogan unas con otras de una manera tan sorprendente como genial. En este museo vais a encontrar, en muchas salas, con esta particular puesta en escena, lo que seguro os maravillará.

 

Dentro de las obras expuestas en la planta baja debo destacar el genial San Sebastián y un monje franciscano de Pietro di Cristoforo Vanucci, llamado El Perugino, por su ubicación como paso intermedio entre el arte bizantino (fondo dorado) y renacentista (composición figuras). El caravagesco de Georges de La Tour El Sueño de San José. Aquí el artista equipara genialmente la intuición de la vela que ilumina la estancia con el oculto mensaje que recibe el padre de Jesús. La genial Judith de Virginia Vezzi, por mostrarnos el momento justo donde la protagonista se recrea en la venganza perpetrada sobre Holofernes. Y, de Greuze voy a destacar su magnífico El Guitarrista, con una moderna pose de Rock Star pero una esencia totalmente rococó. Aquí salimos de las composiciones galantes y de alta cuna para admirar un personaje contemporáneo del autor con toda su honestidad. El guitarrista aparece concentrado, mientras afina su instrumento (ver mano que ajusta las clavijas). De ahí su pose, acercando el oído al instrumento para escuchar el tono de las cuerdas. La premura del instante se entrevé al observar que apenas se ha llegado a quitar el abrigo de un solo brazo. Como curiosidad indicar que no se trata de una guitarra (el mástil es muy corto) y debía tratarse de otro instrumento más complicado de afinar, lo que explicaría su cara de disgusto.

 


En la primera planta vamos a adentrarnos en el siglo XIX. Comenzaremos la visita por la sala donde se expone Retrato de Madame de Senonnes, una obra maestra de Ingres. La representada en el cuadro de Ingres es Marie Marcoz, esposa del vizconde Senonnes, quien encargó esta obra. La mujer aparece sentada en un sofá junto a cojines amarillos cuyo color contrata con el vestido de lujoso terciopelo rojo y mangas adornadas con velo de encaje. El rostro fue tomado de La Fornarina de Rafael, siendo un óvalo perfecto. El brazo derecho nos ofrece la sensación de que el cuerpo está ligeramente inclinado hacia adelante. Todo detalle está estudiado y representado con el fino dibujo de Ingres, el cual sabe reproducir la escena como si de un fotógrafo se tratara. Es ostensible la representación de la riqueza que muestra la dama, con numerosas piedras preciosas en anillos, cruces, cadenas y pendientes. El espejo define un vacío que parece agarrar a la modelo por detrás del cuello. Tratado como un sólido oscuro, el espejo negro crea una decoración neutra que no remite a ningún interior, una rareza fascinante.

 

De la colección orientalista, voy a destacar la obra de Jean-León Gérôme Cabeza de mujer con cuernos de carnero. Este tondo sorprende por los rasgos faciales ambiguos, el extraño traje cubierto de piel con mangas sedosas y rasgadas y los hermosos cuernos de carnero curvos que emergen de su ondulado cabello rojo. ¿Se trata de la imagen de una joven vestida para un baile de disfraces o de un personaje mitológico? Ni la literatura ni la iconografía grecorromana alude a una mujer con cuernos de carnero, y, sin embargo, hay que pensar que se trata de una figura de fantasía. El encanto misterioso de esta obra reside en el tacto fino y la atención al detalle con el que el autor confirió al personaje una presencia inquietante.

 


En la sala de los realistas es una visita obligada Las cribas de trigo, de Courbet. Este autor es conocido por mostrar de manera realista escenas rurales. En esta obra, tanto escena de género como retrato en grupo, Coubert utilizó a sus familiares para realizar una composición que, probablemente, nunca se llegó a producir. Desde atrás, en el centro, su hermana Zoé tamiza el trigo, mientras que su otra hermana Juliette, sentada, clasifica el grano; a la derecha un joven, probablemente Désiré Binet, el hijo de Courbet que entonces tenía seis años, observa el interior de una tara. Los detalles son numerosos: los sacos de harina, los cuencos, la sábana, el gato envuelto son pistas de una vida campesina sutilmente percibida. El crítico Michael Fried planteó una hipótesis que parecía atractiva: el cuadro representaría una metáfora de la pintura misma; el artista se proyectaría en el tamiz, los granos de trigo encarnarían el pigmento, mientras que la hoja simbolizaría el lienzo. El contexto, sin embargo, remite a la intención de Courbet: rehabilitar la vida rural abrogando las materias de historia antigua y académica. En este sentido, la escena central da la impresión de ser una ofrenda a alguna deidad. El brazo vigoroso y extendido de Zoé recuerda el de la Sibila libia de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.

 

Por último, destacaré las obras de los impresionistas, perfectamente representados por Sysley o Renoir o Monet. Aunque la obra más importante de este último artista en el museo son Los nenúfares de Giverny, particularmente me gustó mucho más la Góndola de Venecia. Una obra excelsa donde se plasma una góndola de manera radical, tanto por la rápida composición, como por el uso del color azul y el encuadre utilizado. Una de mis grandes descubrimientos.

 

Respecto al arte contemporáneo, el cual comenzaremos a ver en esta planta y, sobre todo, en el edificio de El Cubo, sobresalen las obras del genial Kandinsky, cuya abstracción se basa en crear obras compuestas por la libertad creativa con el uso del color y las formas.

 


El arte contemporáneo tiene un claro fundamento: provocar al observador de alguna manera. Por ello, os muestro algunas de las obras que más me removieron por dentro. Ahora bien, al ser algo particular, cada cual tiene su explicación al respecto.

 

Sin duda, una visita genial que merece mucho la pena y estará entre vuestras principales de Nantes. Y si deseáis un recorrido pormenorizado con explicaciones de las obras más importantes os remito a un artículo en este blog que realicé en exclusiva sobre este precioso museo.

 

Pasaje Pommeraye

 

Todos los que me seguís conocéis mi debilidad por las galerías comerciales cubiertas construidas en el siglo XIX. Y seguro que habréis leído mi entrada exclusiva sobre las más importantes de Europa (aquí).

 

Una de las razones por las que visité Nantes fue admirar esta preciosa galería comercial construida entre 1840-1843. Cuando estéis allí comprobaréis que se trata en una de las más bellas de toda Europa.

 

Passage Pommeraye. Nantes.

El pasaje lleva el nombre de su promotor, Louis Pommeraye. Este personaje, cuyo apellido es el materno debido a que su padre era desconocido, era notario en Nantes y se casó con la hija de un importante comerciante de la ciudad, Marie-Louise Besnier. Siendo director de la empresa Pommeraye et Cie, ideó la construcción de un pasaje cubierto que albergara boutiques de lujo y zonas residenciales, conectando el distrito de negocios por la rue de la Fosse y el distrito cultural por la rue Santeuil. Este tipo de galerías cubiertas eran una demanda de la floreciente burguesía para poder comprar protegidos de las inclemencias del tiempo. La exhibición de los productos en los escaparates fue una innovación rompedora en la época.

 

Aunque inicialmente fue todo un éxito, la crisis económica de 1846 provocó el impago de varios préstamos (a importantes empresas refinadoras de azúcar de la ciudad) y Louis terminó arruinado. Seguramente, debido a este importante traspiés, Pommeraye terminó tan deprimido que murió el 6 de agosto de 1850 de manera repentina.

 

La galería comercial ha tenido una historia algo tumultuosa desde entonces, aunque hoy en día, gracias a una reciente renovación (2015), ha logrado recuperar su esplendor original y volver a lucir tan impresionante como cuando la ideó su promotor.

 

Las entradas a la galería están muy bien disimuladas con el resto de edificios de la calle donde se ubican, aunque su sencillo arco triunfal no pasa desapercibido para quien lo está buscando.

 

Entrada al Passage Pommeraye. Nantes.

Una de las particularidades de esta galería comercial es que posee tres plantas, estando conectadas por una preciosa escalera. La razón es que las dos entradas principales tienen una diferencia de altura de casi 10 metros. Os animo a admirar la escalera, con elementos decorativos en hierro forjado, desde diferentes ángulos, pues su belleza es incomparable.

 

Escalera del Passage Pommeraye. Nantes.

Cada piso tiene su denominación: el inferior es la Galerie de la Fosee; el nivel intermedio, la Galerie Régnier, que conecta con el reciente Pasaje Coeur-de-Nantes (adicionado al proyecto original durante la reforma de 2015); y el nivel superior lo ocupa la Galerie Santeuil.

 

Las cuatro galerías del Passage Pommeraye. Nantes.

La iluminación interior del pasaje se realizó mediante dos soluciones innovadoras. Por un lado, se cubrió el techo con una cubierta de hierro y cristal que permitía aprovechar toda la luz del sol. Y para cuando la misma no existía, algo común en esta ciudad tormentosa, se ideó un sistema de lámparas de gas.

 

Pero, sin duda, lo mejor de la galería es su recargada decoración de inspiración neoclásica con esculturas renacentistas. Un eclecticismo decorativo típico de la época que nos sumergirá en el siglo XIX. Lo chocante no serán los comercios, sino las vestimentas actuales de los visitantes, los cuales se asemejan a viajeros en el tiempo.

 

Interior con estatuas del Passage Pommeraye. Nantes.

Las estatuas de la gran escalera son las alegorías del Comercio, Industria, Agricultura, Bellas Artes, Espectáculo, Ciencia y Comercio Marítimo. Y recorriendo el edificio observaremos hojas de acanto, enredaderas, aves del paraíso y múltiples motivos decorativos que embellecen el interior.

 

Interior del Passage Pommeraye. Nantes.

Como curiosidad, indicar que este lugar ha sido escenario de diversas películas, como La reine blanche del director Jean-Loup Huber, o varias de Jacques Demy, como Les Parapluies de Cherbourg o Une chambre en ville.

 

Máquinas de la Isla

 

Cuando visité Toulouse me quedé con ganas de acercarme hasta Halle de la Machine, un lugar donde la ingeniería y la imaginación se unen para crear seres tan sorprendentes como el famoso minotauro. Ahora bien, todas esas creaciones fueron creadas en el taller principal de esta empresa, el cual tiene su epicentro en Nantes. Por tanto, en esta ocasión no podía dejar pasar el visitar Les Machines de L’île.

 

Situado en los antiguos astilleros navales de la ciudad, junto al río Loira, se ubica un lugar mágico donde descubrir cómo se combina, según sus creadores, la imaginación de Julio Verne y las ideas ingenieriles de Leonardo da Vinci. Como si fueran unos nuevos humanistas, los ingenieros de esta empresa han creado varios conjuntos de esculturas metálicas, con una estética muy particular, que seguro dejarán con la boca abierta a grandes y pequeños.

 

Sin duda, el icono de este particular parque de figuras metálicas es el Elefante gigante. Lo podréis ver paseando por el lugar, transportando a todo aquel que quiera subirse a sus terrazas laterales (hasta 50 personas) y, en verano, refrescando con su trompa a los viandantes con los que se cruza. Esta construcción de madera y hierro, inspirado en el elefante de las Indias de Julio Verne, tiene 12 metros de altura y pesa 50 toneladas. Aunque las vistas desde arriba deben ser impresionantes, no lo es menos admirar como se mueven sus patas en un mecanismo tan genial como sorprendente.

El elefante más famoso de Nantes.

 

Otro de los lugares icónicos es el Gran Carrusel de los mundos marinos. Una estructura de tres niveles que nos sumerge en una de las obras clásicas de Verne, Veinte mil leguas de viaje submarino. En este gigantesco carrusel podremos ver desfilar 36 figuras articuladas que nos darán la sensación de estar buceando por el imaginativo mundo creado por el escritor de Nantes.

 

Gran Carrusel de los mundos marinos. Nantes.

Desde las terrazas que bordean el carrusel podremos ver los diferentes ingenios mecánicos, los cuales nos llevan desde los ejemplares de los fondos abisales hasta los que pueblan la superficie marina. Existe una entrada para ver la estructura y otra para montarnos en uno de estos ingenios y dar unas cuantas vueltas. La experiencia, sin duda, es evocadora.

 

Por último, aunque no menos importante, está la Galería de las Máquinas. Se trata de un laboratorio donde se prueban las máquinas fabricadas en el taller de la compañía La Machine y en donde descubriremos todo un bestiario muy particular. Los maquinistas no sólo nos van a explicar la historia de cada construcción, sino que pondrán en funcionamiento los ingenios mecánicos y nos permitirán interactuar con ellos.

 

Galería de las Máquinas. Nantes.

Un colibrí gigante picotea una flor. Una oruga se arrastra por una rama. Un perezoso se mueve lentamente por otra, Un camaleón se traga una mosca. Una araña mecánica despierta y se eleva de sus hilos. Dos aves realizan un particular cortejo. 

Galería de las Máquinas. Nantes.


Luego hace su aparición la hormiga gigante. Y una garza de ocho metros de envergadura sobrevuela la Galerie des Machines. Los vegetales cohabitan con plantas mecánicas y animales… Os aseguro que este lugar os dejará maravillados y si subí a alguna máquina la experiencia os encantará. Para mí, uno de los lugares más chulos que ver.

 

Galería de las Máquinas. Nantes.

Las entradas a cada atracción tienen su precio independiente y el funcionamiento de las estructuras depende del tiempo (viento) y la época del año, por lo que os aconsejo informaros antes de visitar el parque tanto en su web como en la web de previsión del tiempo.

 

Catedral de San Pedro y San Pablo

 

No podía dejar de incluir a la Catedral de Nantes entre los cinco mejores lugares para ver en la ciudad. Ahora bien, la misma está colocada en último lugar debido a que permanece cerrada al público tras los daños ocasionados por el incendio intencionado que acaeció en julio de 2020, en plena pandemia de coronavirus. Aunque no tan mediático como el incendio de la Notre Dame de París, los daños al patrimonio histórico de la Catedral fueron muy importantes, perdiéndose el gran órgano, la sillería y el techo de cristal del siglo XV. Hasta comienzos de 2025 no abrirá sus puertas, aunque merece la pena acercarse hasta allí para admirar su fachada.

 

Esta Catedral tiene como particularidad que está realizada con piedra blanca y no con granito, como suele ser habitual en esta zona de Francia. Y sus bóvedas, de casi 40 metros de altura, son mayores que las de la famosa catedral parisina.

 


Comenzó a levantarse en 1434 en un claro estilo gótico flamígero. La fachada exterior está compuesta por dos torres macizas coronadas por terrazas. Como particularidad indicar que las tres entradas, ricamente decoradas con esculturas, tienen todas puertas dobles, lo que no es habitual. Así como tampoco el rosetón, que suele tener forma redonda, o la presencia de una especie de púlpito exterior desde donde dirigirse a los fieles concentrados en la explanada exterior. Por cierto, que cuenta la leyenda que justo en esta plaza Nicolás Fouquet fue arrestado por d'Artagnan el 5 de septiembre de 1661 por orden de Luis XIV de Francia.

 

Lo más bonito de la Catedral es su imponente interior, cuya gran altura os sorprenderá, así como sus maravillosas vidrieras de colores. Yo no pude entrar a verla, pero os dejaré las imágenes de otros viajeros que la visitaron con anterioridad.

 


Pero si algo destaca en el interior de esta Catedral es una joya de la escultura francesa: La tumba de Francisco II, duque de Bretaña, y de su mujer Margarita de Foix. Los padres de la omnipresente en Nantes, Ana de Bretaña, quién fue la que encargó el monumento como forma de honrar a sus padres.


 

Este monumento funerario realizado en mármol de Carrara a comienzos del siglo XVI por Michel Colombe (escultor) y Jean Perréal (arquitecto), está considerado un nexo de unión entre el arte medieval y renacentista. Las figuras yacentes de los duques de Bretaña reposan sobre un gran sarcófago elevado sobre un zócalo de mármol negro de Lieja. Ambos aparecen con los ojos cerrados y las manos entrelazadas, como rezando. Sus cabezas reposan sobre almohadas sujetas por tres ángeles, mientras que a sus pies reposan un par de animales: un lebrel, símbolo de la fidelidad, y un león, símbolo de la fuerza. En las cuatro esquinas de la tumba se elevan cuatro estatuas femeninas, representando cada una de las virtudes cardinales: la justicia, la fuerza, la templanza y la prudencia (fijaos que ésta tiene dos caras, símbolo de que el prudente piensa como un hombre sabio). En las paredes laterales del sarcófago existen varios bajorrelieves que albergan a los santos patrones de los dos finados (San Francisco de Asís y santa Margarita), Carlomagno y San Luis, así como los Doce Apóstoles (seis en cada de los lados). Su estética es claramente gótica en la composición y realización de las figuras, contrastando poderosamente con la finura renacentista de las esculturas fúnebres superiores.

 

Hasta aquí la entrada de hoy. Como siempre, Nantes guarda muchos más encantos en su interior, por lo que os emplazo a seguir con nuestra visita en un segundo artículo de próxima aparición.

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