domingo, 15 de noviembre de 2020

Pasajes comerciales cubiertos en Europa


Los centros comerciales actuales, un lugar cubierto en el que se reúnen multitud de comercios juntos, no es una idea moderna. Al contrario, su precedente más cercano con los pasajes cubiertos decimonónicos, lugares creados en el siglo XIX en los que la rica burguesía del momento podía comprar, pasear o reunirse con sus amistades en un lugar alejado del ruido, el frío o la lluvia.

A través de mis viajes por Europa me encontré con numerosos de estos pasajes cubiertos, en los que la sensación de viajar en el tiempo resulta tan fascinante como evocadora. ¿Te atreves a descubrir algunas de las galerías comerciales cubiertas más fascinantes del viejo continente?


Antes de comenzar con la selección de galerías comerciales cubiertas vamos a realizar una pequeña historia introductoria.

Podemos definir a las galerías comerciales como pasajes cubiertos, de acceso exclusivamente peatonal, en el que se reúnen diferentes comercios; por lo general relacionados con la hostelería.

La expansión de las galerías comerciales clásicas coincide con la Belle Époque, y todas se caracterizan por tener una decoración neoclásica, cubiertas de hierro y cristal y elegantes suelos en los que suelen estar presentes interesantes mosaicos. Los escaparates de los comercios suelen hacer uso de la madera y, en general, están conservados tal como se crearon en el siglo XIX.

Aunque tenemos ejemplos de principios de siglo, el grueso de estos elementos arquitectónicos urbanos se construyó a partir de 1822, siendo París uno de sus focos más importantes. Una guía de aquella ciudad definía turísticamente esas galerías del siguiente modo: “Estos  pasajes,  una  novedad  del  lujo  industrial, son  galerías cubiertas  de  vidrio,  revestidas  de  mármol,  que atraviesan  bloques enteros  de casas, cuyos dueños se han unido para esa especulación. Ambos costados de la galería, que reciben luz de arriba, están ocupados por las tiendas más elegantes, de suerte que uno de esos pasajes constituye una ciudad, inclusive un mundo, en pequeño” (Benjamin, Walter: Paris, Capital del siglo XIX).

París posee numerosos ejemplos de este tipo de galerías, siendo la Galerie Vivienne (1823) uno de los pasajes más conocidos y emblemáticos de la capital francesa. Podemos indicar que este es el prototipo de galería que se exportó con más éxito. En el suelo se extiende un colorido mosaico con grecas clásicas y motivos estrellados. La luz entra por el techo acristalado, sostenido con una estructura de hierro sostenida por arcos de medio punto. Las fachadas de los comercios abusan del vidrio y apenas dejan lugar a cualquier estructura que pudiera despistar al comprador de sus productos. Esta galería tiene tres entradas y diferentes tramos. El más espectacular es la galería central, tanto por su altura como por las reminiscencias al Louvre que muchos creen adivinar. Conectada con el resto de pasajes por rotondas, posee diferentes comercios clásicos (una librería data de 1825 y mantiene su decoración clásica) y tiendas de lujo, tanto de vinos como de perfumes.

Galeria Vivienne. París.

Pero, en mi opinión, no es la mejor galería que podemos admirar en Francia. Ese honor se lo lleva el Passage Pommeraye de Nantes. Una galería comercial que contiene, además de la parte comercial, otra dedicada a viviendas. Fue construida entre 1840-1843 y lleva el nombre de su promotor, un notario de Nantes que terminaría arruinado.

Passage Pommeraye. Nantes.

 

Una de las particularidades de esta galería comercial es que posee tres plantas, estando conectadas por una preciosa escalera. La razón es que las dos entradas principales tienen una diferencia de altura de casi 10 metros. Tiene cuatro galerías que desembocan a diferentes calles y, sin duda, lo mejor de la galería es su recargada decoración de inspiración neoclásica con esculturas renacentistas. Un eclecticismo decorativo típico de la época que nos sumergirá en el siglo XIX. Una galería que seguro os dejará boquiabiertos por su belleza. 


Londres, capital de la Revolución industrial europea, también contó con numerosas galerías cubiertas desde principios de siglo. Una de las más antiguas fue la Burglinton Arcade, la cual data de 1819. Este pasaje cubierto discurre desde Piccadilly hasta Burlington Gardens y, al igual que los modelos franceses, podemos considerarlo un precursor de este tipo de construcciones comerciales. Consta de un pasillo recto iluminado por el techo acristalado en el que se sitúan unas cuarenta tiendas. La laboriosa fachada de Piccadilly, en estilo tardío del manierismo victoriano, se construyó a principios del siglo XX.

En el interior voy a destacar los clásicos escaparates revestidos de madera oscura que le otorgan una sobriedad mucho más acusada que en el caso anterior y que, de paso, nos pueden transportar en el tiempo a la época decimonónica.

Una particularidad de esta galería es la existencia de bedeles propios de la galería, una especie de vigilantes de seguridad uniformados. Su presencia no evitó, en 1964, un espectacular robo de joyas.

Burglinton Arcade. Londres.


A partir de su irrupción en París la escalada internacional fue exponencial. En Bélgica la Galería  Saint  Hubert fue  construida en 1847.

En el interior destacar las arcadas acristaladas separadas por pilastras y dos pisos superiores, cuya estructura de hierro es mucho más delicada y ligera. La decoración es típica del Cinquecento italiano, semejando las fachadas de los palacios renacentistas en el piso superior. Los escaparates, elevados del suelo por un zócalo de mármol y encorsetados entre pilastras clásicas, guardan una unidad estética que contrasta con la variedad de productos ofertados. Se echa en falta la inclusión de un suelo de mosaico, aunque su decoración escultórica interior compensa la ausencia de este elemento.

Esta galería, en verdad, está formada por tres galerías unidas (Rey, reina y príncipes) y entre los comercios de lujo que podréis encontrar destacaré la chocolatería Neuhaus; además posee unos cines y un pequeño teatro como curiosidades que la hacen única en su género.

Galería Saint Hubert. Bruselas.

En  Italia,  gracias  al  espíritu  emprendedor  de  la floreciente Milán se  realizó  la  mayor  galería  proyectada:  la Galleria  Vittorio Emanuele  II  en  Milán,  construida entre 1867.

En mi opinión se trata de una de las galerías cubiertas más elegantes de todas las que podemos ver. Se encuentra en un céntrico y emblemático lugar de Milán, en el lado norte de la Piazza del Duomo, sirviendo de conexión con la Piazza della Scala. Conocida como “el Salón de Milán”, es el centro de reunión más importante para todos aquellos que busquen el lujo. Todos los que atraviesan sus espectaculares entradas, configuradas como verdaderos arcos del triunfo de la sociedad capitalista, no pueden evitar quedarse boquiabiertos.

Su construcción supuso un nuevo paso evolutivo, pues superó en grandiosidad a sus modelos precedentes. Consta de dos arcadas perpendiculares, en forma de cruz, en donde el brazo norte-sur es más largo que el este-oeste. Los brazos, de 96 pies de alto se cubrieron con  bóvedas  de  medio cañón de cristal y en el cruce de ellas con una impresionante cúpula del mismo material que cubre un amplio espacio octogonal.

La decoración interior resulta deslumbrante. En la rotonda central existen una serie de frescos que representan a cuatro de los cinco continentes, mientras que en el suelo, además del elegante mosaico general existen zonas de particular esmero. Una de ellas es la parte en la que se representan las insignias de diversas ciudades italianas.

Los muros, con tres pisos, están configurados con la habitual simetría y decoración que remite a la época renacentista italiana. Numerosa decoración escultórica en las pilastras le otorgan un aspecto aún más refinado que modelos anteriores, así como sus enormes dimensiones permiten la circulación cómoda de los numerosos visitantes (el 98% de los turistas que visitan Milán, según cifras oficiales, acceden a esta galería).

Galleria Vittorio Emanuele II. Milán.


Entre sus comercios más importantes destacar el histórico Café Biffi (el primero con instalación eléctrica de la época), la platería Bernasconi, tiendas de moda italiana, como Prada o Versace, el modernista bar Zucca o el Hotel Town House Galleria, el más lujoso de la ciudad.

No fue la única Galleria que se construyó en Italia. En la cercana y rival ciudad de Turín, la urbe barroca por antonomasia, se realizaron numerosos de estos pasajes comerciales que alternaban con sus kilométricos pórticos también cubiertos. El frío clima del norte de Italia aconsejaba la realización de estas galerías bajo techo. Un buen ejemplo es la Galleria Subalpina (1874).

Ubicada entre la céntrica Piazza Castello y Piazza Carlo Alberto, se trata de uno de los tres históricos centros comerciales de la capital piamontesa de este tipo. Y en su época fue la tercera en importancia de Italia, tras la anterior de Milán y una galería en Roma desaparecida actualmente.

Su nombre  proviene de la Subalpine Bank of Industry, empresa que asumió la carga de su construcción. Se configura como un amplio y luminoso salón de cincuenta metros de largo y catorce de ancho, que se enriquece decorativamente con un notable aparato ecléctico que combina elementos de los estilos renacentistas y barrocos. La bóveda posee la misma estructura característica de estas edificaciones y si en algo destaca respecto a galerías interiores es por su aspecto recoleto. No os esperéis grandiosidad, sino una intimidad agradable que remite a tiempos pretéritos. Además, la parte central está delimitada por jardineras, obligando al transeúnte a recorrer la pasaje pegado a los escaparates.

Galleria Subalpina. Turín.


Entre las selectas tiendas que podemos encontrar en esta galería destacaría el famoso Caffè Baratti & Milano, ejemplo de este tipo de cafés históricos que en Turín han sabido conservarse en su aspecto original del siglo XIX, así como librerías, restaurantes e, incluso, una óptica.

Génova es otra ciudad italiana en la que poder encontrar una elegante galería cubierta. Se trata de la Galleria Mazzini (1880). Se encuentra en pleno centro de la ciudad, junto al Teatro Carlo Felice y la Piazza De Ferrari. La entrada resulta inconfundible, mezclando un piso inferior tipo arco del triunfo, con un piso superior formado por amplios ventanales. Una mezcolanza típica de la arquitectura del hierro de la época.

El interior posee una única nave rectangular con la consabida cúpula superior de hierro y cristal que le proporciona la luminosidad necesaria. Las sobrias pilastras que enmarcan los escaparates, así como los ventanales del piso superior remiten a un neo-renacimiento alejado de anteriores fórmulas decorativas barrocas y sobrecargadas. Diversos mosaicos decoran el suelo de su interior, aunque datan de principios del siglo actual.

Galleria Mazzini. Génova.


Y en el sur de Italia tenemos la emblemática Galleria de Umberto I, en Napoles (1891), la cual podemos comparar, en grandiosidad, con la milanesa. Su entrada en exedra, a modo de arco triunfal, posee numerosa decoración escultórica, lo que nos remite a los modelos clásicos. Ello se potencia con la decoración en fresco del techo del pórtico, compuesta por una serie de tondos con divinidades clásicas (Diana, Crono, Venus, Júpiter, Mercurio y Juno).

Su interior está constituido por dos calles que se cruzan ortogonalmente, cubiertas por la esperada estructura de hierro y vidrio, y flanqueadas por algunos edificios, cuatro de los cuales con entrada desde el octágono central. Se configura en tres pisos en donde la diferente decoración que enmarca escaparates y ventanas le otorgan un dinámico gusto estético. En las pechinas de la cúpula ocho figuras femeninas de cobre sostienen sendas lámparas. Las amplias lunetas en las cabeceras de los brazos presentan complejas escenas en estuco, todas relacionadas a la música. Y en el tambor de la cúpula, decorado con ventanas semicirculares, es visible la Estrella de David presente en todas las cuatro ventanas.

En el suelo, bajo la cúpula, se encuentran mosaicos con vientos y signos zodiacales, realizados en 1952 en sustitución de los originales, dañados por la guerra.

Galleria Umberto I. Nápoles.


Sin duda, una de las grandes desconocidas de este tipo de construcciones necesitada de mayor publicidad.

El modelo de lujosa Galleria italiana, tipo Milán, se traspasó a Alemania, país en el que se llamaron Pasagen. La  Kaisergalerie de Berlín fue la más emblemática de todas (1873), aunque fue destruida durante la II Guerra Mundial.

Otra galería que me gustaría destacar es la que visité en Praga, capital de la República Checa. Praga es una ciudad llena de galerías cubiertas y en los alrededores de la Plaza de Wenceslao vais a poder encontrar numerosos de estos pequeños centros comerciales decimonónicos. Entre todas las existentes debemos realizar una mención especial a la Galería Lucerna.

El Pasaje Lucerna tiene diversas entradas. Tal vez, la más modernista, con sus globos de luces redondos sea la que se encuentra en la calle Štěpánská, aunque si lo que deseáis es encontraros rápidamente con la famosa escultura de David Cerny vuestra entrada debería realizarse por la calle Vodičkova. En efecto, este pasaje recibe numerosas visitas debido a la controvertida escultura llamada estatua ecuestre de San Wenceslao. El polémico artista decidió retratar al famoso personaje checo montando un caballo al revés. Una osadía convertida en reclamo turístico hoy día.

Galería Lucerna. Praga.


En la misma zona en la que se encuentra la escultura podemos admirar la decoración art-decó que conserva esta galería, siendo su mejor representación el Palacio Lucerna, una de las salas cinematográficas y de conciertos más relevantes de Europa y que hoy día alberga exposiciones de arte contemporáneo. La gran sala del Palacio Lucerna, el cine o el Lucerna Music Bar, lugar de conciertos, son otros atractivos que hacen de este pasaje algo más que una simple unión de tiendas comerciales. Sin duda, una visita muy recomendable dentro de la mítica ciudad de Praga.


En España sólo conservamos tres galerías comerciales de este tipo. Una de ellas, en mi opinión la más bonita, se encuentra en la ciudad de Valladolid. Se trata del, desconocido para muchos, Pasaje Gutiérrez. Fue construido en 1886 según la moda imperante en la Europa de finales del Siglo XIX. Tenía las principales características de todos ellos: cubiertas de hierro, tejas de vidrio y una moderna iluminación de gas que permitía a la burguesía de la época realizar sus compras resguardados del mal tiempo y al comercio aumentar su exposición en las calles más importantes.

El pasaje Gutiérrez se articula en torno a una cúpula acristalada central con la estatua de Mercurio (dios del comercio), del que salen dos tramos de galerías decoradas con yeserías, arcos y pinturas que remiten a la época decimonónica.
 
Pasaje Gutiérrez. Valladolid.

Está situado entre las calles Fray Luis de León y Castelar se renovó a finales del siglo XX y se ha convertido en una de las atracciones turísticas de Valladolid. Diversos cafés permiten al paseante rememorar tiempos pretéritos en sus coquetas terrazas.


Si de día resulta sorprendente, por la noche, con la iluminación encendida es una visita imprescindible.

Pasaje Gutiérrez. Valladolid.

La otra galería cubierta que visité, aunque mucho menos espectacular que la anterior se llama la Galería del comercio y la industria. Está situada en plena Plaza del Pilar, en Zaragoza, por lo que su visita es obligada tras la remodelación a la que fue sometida durante la Expo de 2008. Se trata de una galería de cuatro calles con un claro aire clasicista en sus falsas columnas y su decoración floral a base de estuco.

 


La última galería en España la tenemos en Albacete y se llama Pasaje de Lodares. Cuando la visite os comentaré al respecto.


Espero que este pequeño repaso os gustara y animara a buscar estos lugares tan curiosos en vuestros viajes.

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