domingo, 12 de noviembre de 2023

Esta no es mi graduación de lentillas

 

Cuando un miope encarga sus lentes de contacto en la óptica le entregan las mismas insertas en una caja. Sea cual sea el formato y la duración de las mismas, invariablemente todas deben mostrar la graduación y los parámetros de porte (radio y diámetro).

 

Ahora bien, en casos de graduaciones superiores a 4 dioptrías, la graduación que indican las cajas de lentillas no tiene porqué coincidir con la graduación que tenemos en nuestras gafas. Hoy os voy explicar la razón de esto. ¿Os interesa?

 

En un post anterior sobre lentes correctoras escribí sobre el verdadero objetivo de las lentes con las que los ópticos compensamos los errores refractivos: llevar la imagen a la retina.

 

Ahora vamos a dar un paso más y complicar el asunto un poquito. ¿Tenéis una lupa a mano? Si vuestra respuesta es negativa también podrían valer las gafas de cerca de vuestro padre o abuelo.

 

Una lupa no deja de ser otra cosa que una lente convergente, es decir, que converge los rayos de luz. Eso seguro que ya lo sabías de ver algún dibujo animado donde el protagonista provoca un incendio con una lupa enfocando los rayos luminosos en un punto en concreto.

 

¡Qué grande era Bart Simpson!

Ahora bien, nosotros no vamos a ser tan malévolos y utilizaremos la lupa para su función real, agrandar las letras. Por tanto, vamos a colocarla delante de un texto y ver como las letras aumentan de tamaño.

 

La función de toda lupa es aumentar el tamaño de los objetos

Nuestra mano habrá colocado la lupa a una distancia concreta entre nuestros ojos y el papel, aquella en la que las letras aumentan más. Esa distancia dependerá del poder dióptrico de la lupa que tengamos en la mano.

 

Resulta evidente que cuanta mayor potencia dióptrica de nuestra lupa mayor aumento lograremos. Ahora bien, también podemos lograr una pequeña diferencia dióptrica variando la distancia entre la lupa y el texto. Si acercamos la lupa al texto comprobamos que su poder dióptrico disminuye, hasta el punto de apenas suponer gran cosa cuando la dejamos sobre el texto. 

Si apoyamos la lupa sobre el texto el mismo apenas aumenta su tamaño


Por el contrario, cuando acercamos la lupa a nuestros ojos, el poder dióptrico aumenta, haciendo las imágenes aún más grandes, aunque a costa de perder calidad (aparecen las llamadas aberraciones).

 

Al acercar la lupa a nuestros ojos las letras se ven más grandes, pero la calidad empeora

La principal conclusión que podemos sacar de este pequeño experimento es que el poder dióptrico de una lente del conjunto ojo y lente no sólo depende de las dioptrías que tenga la lente, es decir, de su potencia; también influye la distancia en donde se coloca [respecto a nuestros ojos].


INCISO: Anoto la aclaración que aporta el compañero Norberto respecto a la afirmación anterior: "El poder dióptrico de una lente, como su potencia, en zona paraxial, dependen exclusivamente de los radios de curvatura de las superficies de la lente y de los índices de refracción (tanto de los que lo rodean como del de la lente), y no de la distancia del objeto. Lo que pasa es que el poder dióptrico (y la potencia) del conjunto lente+ojo, sí que depende de la distancia entre la lente y el ojo".

 

Esto nos lleva a la cuestión con la que abríamos este artículo. ¿Por qué algunas personas llevan diferente graduación en gafas y lentillas?

 

La graduación que los optometristas recetamos en gabinete y colocamos en las gafas no informa sobre el error refractivo del paciente, sino de la potencia de la lente con la cual vamos a compensarlo. Esta graduación se mide con gafa de prueba o con foróptero, el cual suele colocarse entre 10-12 milímetros separado de la cara de los pacientes.

 

Por tanto, para ser precisos, lo que apuntamos en las recetas optométricas es la lente capaz de compensar el error refractivo de un paciente, la cual está colocada a una determinada distancia de su ojo, por lo general 10-12 milímetros. Esta distancia es donde suelen situarse la mayoría de las gafas (metal).

 

Ahora bien, las lentillas no se encuentran tan alejadas del ojo. Es más, se sitúan junto al ojo, flotando en la lágrima. Este pequeño cambio de distancia a la hora de colocar la lente delante de nuestro ojo puede provocar diferencias a la hora de prescribir una graduación. Si para valores menores a cuatro dioptrías la diferencia es mínima, cuando superamos esta cifra los optometristas debemos realizar un cálculo para ajustar la lente correctora.

 

El arma que tenemos los optometristas para calcular la potencia de la lente de contacto necesaria cuando la graduación supera las cuatro dioptrías es la tabla de distometría. Se trata de una tabla de conversión donde, conociendo la graduación en gafa, podemos ofrecer la graduación equivalente en lentilla necesaria para compensar el error refractivo de nuestro paciente.

 

Tabla de distometría

En la imagen podemos comprobar cómo, según el paciente tiene más miopía en gafa, su corrección en lentilla disminuye. En el caso de la hipermetropía es al revés.

 

Lo anterior explica la razón por la que una misma persona puede tener una graduación diferente en gafas y lentillas. La prescripción de la receta o la graduación que aparece en las cajas de las lentillas no nos informa sobre nuestro error refractivo, sino respecto a la lente que lo compensa. Y la misma, tal como hemos comprobado con el experimento de la lupa, depende tanto de la potencia de la lente (dioptrías) como de la distancia que la separe del ojo. A continuación, un ejemplo donde se muestra la receta de la graduación en gafas y la caja con la graduación en lentillas tras haber aplicado la conversión con la tabla de distometría.

 

Un inciso respecto a la corrección de las ametropías en gafas. Para altas graduaciones debemos tener muy en cuenta si el paciente lleva una montura de metal o de pasta. Mientras en las primeras la separación del lente quedará en torno a la misma distancia a la que hemos graduado, en el caso de las gafas de pasta el lente quedará algo más cerca. Esto significa que para una miopía alta no debemos apurar mucho en la graduación o estaremos hipercorrigiendo al paciente simplemente por montar los lentes en una gafa de pasta que queda más pegada al ojo. En hipermetropías ocurrirá justo al revés.

 

Si a lo anterior unimos la diferencia de potencia que podemos inducir en monturas variando los ángulos pantoscópicos, podemos concluir que elegir una montura on-line, sin el criterio de un profesional, es, cuanto menos, arriesgado.

 

Por último, no quiero despedirme sin explicar un par de costumbres que adquieren las personas con errores refractivos y que son consecuencia de la variación de la potencia de las lentes según la distancia que las separe de los ojos.

 

En los miopes, cuanto más cerca está la lente del ojo, la potencia dióptrica lograda es mayor. Es por ello que muchos miopes a los que le sube la graduación aguantan unos meses subiéndose las gafas todo lo posible. Con el clásico gesto de empujar las gafas por el puente, logran aumentar el poder dióptrico de sus lentes correctoras y compensar pequeñas subidas de graduación. En algunos casos, esta costumbre es tan asidua que llegan a comerse el lacado de las gafas.

 

Un gesto muy miope

En los hipermétropes ocurre lo contrario. El poder dióptrico de las lentes positivas tiende a aumentar según lo alejamos de nuestros ojos. Por ello, las personas que utilizan lentes positivas para leer (la presbicia no deja de ser algo similar a la hipermetropía), cuando les sube la graduación, pueden compensarlo haciendo que las gafas le resbalen por la nariz. En estos casos, la visita a la óptica se posterga hasta que la gafa no puede bajarse más (nos quedamos sin nariz) y los brazos no pueden alejar más el texto.

 

Esta señora présbita necesita un cambio en su prescripción

Por tanto, si veis a algún familiar miope sin baño en el puente de su gafa y con la misma empotrada en la cara sería bueno animarle a visitar la óptica. Y si es hipermétrope aconsejadle lo mismo antes que las gafas se le caigan de la punta de la nariz.

 

Hasta la próxima


 

3 comentarios:

  1. No es totalmente correcto decir que : "el poder dióptrico de una lente no sólo depende de las dioptrías que tenga, es decir, de su potencia; también influye la distancia en donde se coloca.". El poder dióptrico de una lente, como su potencia, en zona paraxial, dependen exclusivamente de los radios de curvatura de las superficies de la lente y de los índices de refracción (tanto de los que lo rodean como del de la lente), y no de la distancia del objeto. Lo que pasa es que el poder dióptrico (y la potencia) del conjunto lente+ojo, sí que depende de la distancia entre la lente y el ojo.

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    1. Hola Norberto, gracias por comentar.
      En efecto, es tal como indicas. Quería hacerlo comprensible para los más profanos, aunque lo mismo simplifiqué en exceso. Apunto tu aporte en el texto para que quede más exacto.
      Saludos

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