El mes pasado comentamos diversas curiosidades de
nuestro calendario actual y su relación con los calendarios del mundo antiguo. Vimos
que nuestra tradición grecolatina está muy presente en él, aunque también somos
hijos del Renacimiento, el cual lo modificó en su forma actual.
Como continuación imprescindible hoy vamos a
descubrir las semejanzas y diferencias existentes en nuestro calendario
mediante el estudio de la etimología y las festividades celebradas en Roma.
Seguro que os vais a sorprender mucho.
¿Os interesa saber porqué comenzamos el año en enero
o porqué los nombres de los meses de nuestro calendario no tendrían sentido
para un romano?
Enero
(Ianuarius)
era el mes dedicado al dios Jano (Ianus),
una deidad poderosa, cuyo nombre significa puerta y se considera símbolo del
cambio. Se le representa con dos caras, que simbolizan el pasado y del futuro,
pues en este mes daba comienzo el año romano.
Existe una confusión a la hora de colocar
el comienzo del calendario romano debido a un error de interpretación sobre un
suceso ocurrido en el siglo II a.C., pues en muchos lugares podéis leer que el
año romano comenzaba en marzo y no en enero.
En realidad, el año político romano sí comenzaba en marzo, pero sólo hasta que las
guerras celtíberas obligaron a cambiar el inicio del año. Así, en el 153 a.C.
se comenzó el año el 1 de enero, con el objeto de poder reclutar con tiempo las
tropas que debían ir a luchar en la Península Ibérica.
Por tanto, contrariamente a como suele
aparecer en Internet, el año civil romano siempre comenzaba el 1 de enero desde
que así lo instituyera Numa a finales del siglo VIII a.C. Y fue a partir del
153 a.C. cuando también comenzó el año político romano en ese misma día.
En enero los romanos celebraban diversas
fiestas. El 1 de enero se intercambiaban felicitaciones y palabras de buen
agüero, así como un aguinaldo en honor a la diosa de la salud Strenia. Tal
aguinaldo se retrasó posteriormente unos días para hacerlo coincidir con la
fiesta de las Saturnalia, siendo el precedente de nuestros regalos navideños.
Por otro lado, el día 5 se honraba a los muertos en la Compitalia y el 15 se
festejaba en honor a Carmenta, patrona de las matronas.
Febrero (Februarius) era el último mes del año republicano
(o el penúltimo según la fuente que tomemos) y su nombre provenía de la palabra
februa, que se relaciona con la
fiebre y los instrumentos de purificación. Algo muy unido entre sí, pues la
fiebre se consideraba antaño como purificadora.
En este mes de retrospección interna se realizaban
diversos sacrificios y ofrendas que pretendían calmar posibles iras de los
dioses contra agravios cometidos en el año.
La fiesta más importante del mes era el día 15, las denominadas Lupercales, en honor al dios Fauno.
Aunque relacionada con la fecundidad, puede que sea el origen cristiano de San Valentín.
Marzo (Martium) era el primer mes republicano y el
tercero tras el ordenamiento juliano. Estaba dedicado al dios Marte, originalmente dios de la vegetación
y luego de la guerra. Esto se debía a que era el inicio del ciclo anual de la
temporada de guerra. Pero los romanos no olvidaban que también era el mes en el
cual terminaba el invierno y comenzaba la primavera, símbolo de la regeneración
del mundo. Por ello, en la víspera del día 15 (los famosos idus de marzo en los que fue asesinado Julio César) se celebraba la
Mamuralia, fiesta que consistía en
expulsar de la ciudad a un viejo que representaba el invierno. Por el mismo
motivo el día 5 se celebraba el Navío de
Isis, una procesión en navío que celebraba el final del cierre de las rutas
marítimas. Otras fiestas de este mes eran la Liberalia (luego llamadas Bacanales por la mutación del dios Liber en Baco), celebradas el día 17 y erradicadas por la iglesia por
impúdicas; o los Quincuatros, fiesta
de los artesanos asimilada por el cristianismo con la de San José;
Abril (Aprilis) era un mes consagrado a la diosa Venus.
Etimológicamente proviene del nombre etrusco de la diosa (término apru-), aunque Ovidio y Plutarco también
nos referían la acepción de abrir (del latín aperire), como símbolo del esplendor del mundo vegetal y el inicio
de las cosechas.
Sea como fuere, este mes congregaba las
celebraciones a Venus el día 1, a Cibeles (Megalenses)
el día 4 y a Ceres (Cerealia),
inventora de la agricultura del 12 al 19. El día 15 se tenía costumbre de
sacrificar a la diosa madre tierra, Vesta,
treinta vacas preñadas para asegurar una buena cosecha. Otras fiestas dedicadas
con la vegetación eran Vinalia, en
honor a Júpiter, protector de las viñas, el día 23 o Floralia, en honor a Flora, diosa de las flores, el día 28.
Como curiosidad decir que el emperador Nerón,
siguiendo una costumbre anteriormente llevada a cabo por otros insignes
personajes romanos, intentó cambiar el nombre de este mes y denominarlo Neroneus en honor a su nombre. Su
trágico final y la victoria de Vespasiano (contrario al neronismo) hicieron que
la medida no prosperara.
Mayo (Maius) tiene un confuso origen etimológico.
Por un lado algunos defienden que debía su denominación a la diosa Maya, madre
de Hermes (el Mercurio romano). En
cambio, otros abducen que proviene de la palabra maiores (mayores), siendo un mes consagrado a su respeto.
El primer día de mayo los comerciantes ofrecían en
honor a Maya sus mercaderías y en los barrios se levantaban en su honor
floridas capillas, lo que podría estar detrás de la actual festividad andaluza
de las cruces de mayo. Y el 15 tenían lugar las celebraciones en honor a
Mercurio, dios de los comerciantes. Igualmente, en este mes existía una
celebración doméstica muy importante, la denominada Lemuria, una serie de rituales realizados por el Pater Familias encaminados a aplacar a
los lémures, versión maligna de los lares que podemos asimilar con los malos
espíritus.
Junio (Iunius) tiene una complicada etimología, pues
su denominación podría proceder de un par de diosas. Lo más lógico sería pensar
en la relación con la diosa Juno, esposa de Júpiter. Pero Ovidio también nos
muestra la posibilidad de tratarse de un mes dedicado a la diosa Hebe, bajo su
advocación de diosa de la juventud (Iuventas).
En este caso, este mes enlazaría con el anterior, que como vimos podía estar
consagrado a los mayores. Este mes, comienzo del verano, se consagraría
entonces a los jóvenes (iuniores).
No obstante, el poeta romano también nos transmite
otra opción, pues el nombre del mes podía provenir del término iungere, que significa unir. Lo que transmitiría
una idea de concordia y lo volvería a conectar con la diosa Juno, una de cuyas
atribuciones era proteger los matrimonios.
Sea como fuere en este mes las celebraciones más
importantes eran el día 4, momento en el que se celebraba la destrucción de
Troya y la huída de Eneas, fundador mítico de Roma; y el 23, festividad del
solsticio de verano. Los romanos conmemoraban en este día tanto el matrimonio
de Júpiter y Juno como el recuerdo al legendario rey de roma Servio Tulio. En
honor a este importante personaje se pasaba la noche en vela y se encendían
diversas hogueras, las cuales se saltaban un número impar de veces con el
objetivo de lograr buenos augurios para el futuro. Una tradición solidificada
por el cristianismo en la Noche de San Juan.
Mosaico de las cuatro estaciones. Villa romana de Hellín (Albacete). |
Julio (Iulius) era el quinto mes del calendario
republicano, razón por la cual se denominaba Quintilis. Fue posteriormente, con la divinización de Julio César
tras su muerte cuando se decidió cambiar su denominación por la que actualmente
conservamos. La propuesta, promovida por Marco Antonio durante su consulado
conmemoraba el mes de nacimiento de su idolatrado mentor.
Este mes estaba consagrado a la diosa de la
sabiduría Minerva y el día 20 se celebraban las Panateneas (herencia de su equivalente griego, Atenea). Las damas
nobles regalaban a la diosa una lujosa túnica, con la cual sacaban a la imagen
en procesión. Una costumbre que aún se conserva en nuestro país.
Otras festividades importantes era la Neptulania, el día 23, cuyo objetivo era
conjurar la sequía en honor al dios Neptuno; o los juegos organizados en honor
al recuerdo de Julio César, los cuales se celebraban desde el día 20 hasta el
final del mes.
Agosto
(Augustus),
anteriormente denominado Sextilis, debe su denominación al emperador Augusto,
quién le cambió el nombre republicano cuando recibió el primer consulado (en
calidad de su cargo como Pontífice Máximo y con la unanimidad del Senado).
Existe un mito en la conciencia colectiva
respecto a este cambio. Según la tradición, Augusto, además, de colocar su
nombre a continuación del de Julio César, dando idea de continuidad, añadió un
día más a este mes con el objeto de igualarlo con Julio. Para ello, ni corto ni
perezoso, quitó un día al mes de
Febrero, que se quedó con 28 y varió los días del resto de mes para mantener la
alternancia entre 30 y 31 días.
En realidad esta leyenda es falsa y fue
inventada en la Edad Media. El monje cristiano Juan de Sarcobosco recoge en su
obra este bulo abduciendo que fue la envidia del hijo adoptivo de Julio César
lo que provocó el cambio, incluso, del número de días del mes, que se igualó a
Julio. En realidad, tal como conocemos por las fuentes, en el calendario
juliano ya existía un mes de febrero con 28 días (se puede ver en los Fasti Antiates Maiores) y un mes de agosto con 31 (anteriormente denominado Sextilis
por el lugar que ocupaba originalmente antes de añadir los meses de enero y
febrero al calendario de 10 meses creado por Rómulo).
Este mes estaba dedicado a la diosa Diana
y en su honor, el día 13, se realizaban diversos ritos en su honor, los cuales
duraban hasta el día 15. Para muchos, la actual fiesta de la Virgen no deja de
ser un recuerdo de esta celebración pagana. El día 23 se celebraba Vulcanalia, en honor al dios del fuego
Vulcano, cuyo objetivo era proteger a los romanos de los incendios estivales,
un peligro típico de los veranos en los climas mediterráneos.
Septiembre (September) se denominaba así por ser el séptimo
mes en época republicana y aunque hubo varias propuestas para cambiarle el
nombre ninguna terminó cuajando. El Senado le ofreció la opción a Tiberio,
sucesor de Augusto, por seguir con la tradición iniciada con la constitución
del Imperio, pero el emperador se negó abduciendo que al terminar los meses del
año esta tradición se convertiría en un problema. Otros emperadores no fueron
tan modestos y tanto Calígula como Domiciano intentaron denominarle Germánicus, nombre que no prosperó dados
los enemigos que se crearon ambos emperadores durante sus respectivos mandatos.
Este mes estaba consagrado al dios Vulcano, aunque
las mayores festividades del mes se realizaban en honor al dios de la medicina,
Esculapio, el día 3, y en honor al dios Baco, el día 6, momento en el cual se
representaban los misterios dionisíacos.
Octubre (October) significaba octavo. Domiciano intentó
denominarlo con su nombre y durante su mandato lo bautizó así, pero la medida
fue tras su muerte.
Se trataba de un mes lleno de fiestas agrícolas, destacando
la Tesmoforia, fiesta en honor a la
diosa de la agricultura Ceres. También tenía lugar el Armilustrio, ceremonia con trompetas que anunciaba el final de la
temporada de guerra.
Noviembre (November), que significa noveno, era un mes
muy importante, pues era el momento de arar los campos y sembrarlos. Pero la
gran carga de trabajo condicionaba la escasez de fiestas presentes en estas
fechas. Tal vez, lo más destacable, fueran los Ludi Plebeii, unos juegos plebeyos que duraban del 4 al 17.
Diciembre (December), denominado de esta forma por ser
el décimo en el calendario original republicano, tenía como fiesta más
relevante las Saturnales, precedente
directo de nuestras actuales fiestas de Navidad. La gran fiesta en honor al
dios Saturno comenzaba el día 17 y se prolongaba hasta el 23. Toda Roma se
paralizaba, los amos y esclavos intercambiaban sus posiciones y todos los
miembros de la familia recibían regalos (los esclavos recibían una paga en
dinero o especie, algo aún celebrado hoy día entre los asalariados). Banquetes
y procesiones se celebraban sin parar, precedente de nuestros carnavales.
El final de esta festividad coincidía con el
solsticio de invierno, conmemorándose el día 25 la celebración del día del Sol
Invicto, una deidad cuyo culto fue muy importante a partir del emperador
Aureliano. Casualmente coincidía con Mithra, Shidarta (Buda) y, posteriormente,
con el nacimiento de Jesucristo. Una muestra más del sincretismo y la
adaptación de las religiones por sustituir, de forma sutil, los viejos ritos
por los nuevos.
La denominación de los días del mes por los romanos
tampoco se parecía a la nuestra (instaurada por los visigodos, por cierto). En
vez de guiarse por los números cardinales, como nosotros hacemos hoy día, fijaban
su atención en tres días concretos denominados Kalendas (1), Nonas (5 o
7) e Idus (13 o 15) y nombraban al
resto en relación con estos tres. Pero esto, ¡ya es otra historia!
FUENTES:
Monzón Acosta, Ignacio: Curiosidades del mundo antiguo. Medea.
Historias de la Historia: Etimologías de los meses
del año. En la red: http://historiasdelahistoria.com/2016/01/06/etimologias-de-los-meses-del-ano
Historias de la Historia: Calendario Archivos. En la
red: http://historiasdelahistoria.com/tag/calendario/page/2
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