Cuando pensamos en Málaga como lugar donde pasar nuestras
vacaciones inmediatamente vienen a nuestra mente las playas de Torremolinos o
Fuengirola. Si pensamos en Málaga capital aparecerán las de la Malagueta o la Misericordia. Por
supuesto, todos han oído hablar de Marbella. Nos imaginamos tomando un refresco
en el chiringuito y vestidos con el bañador todo el día.
En pocas ocasiones pensamos visitar Málaga capital en otra
época que no sea verano, perdiendo así una ocasión única para descubrir una
ciudad maravillosa llena de encanto y vida. Hoy descubriremos un poco de esa
Málaga cultural que atrae a tantos turistas al año.
Málaga capital es una gran desconocida para muchos
españoles. Suelen visitarla de pasada mientras disfrutan de sus vacaciones
veraniegas por la zona, lo que les impide descubrir la totalidad de la inmensa
oferta turística que posee. Esto es un gran error pues Málaga es una ciudad que
posee un atractivo cultural muy superior a otras ciudades españolas del
interior.
Este año viajé a Málaga a principios del mes de noviembre. El
AVE es la opción más práctica y cómoda de llegar a la ciudad si tu idea es no
salir de ella. En apenas dos horas y media, casi sin enterarte, te plantas en
Málaga desde Madrid.
Estaba un poco asustado por el tiempo que podría hacer, pues
las previsiones anuales advertían que era el mes más lluvioso. Pero una vez
allí, mientras en Madrid comenzaba el frío otoño y debías comenzar a abrigarte,
en Málaga volví a la manga corta y a las agradables temperaturas de 25-28ºC Por tanto, lo primero que
obtendremos en Málaga en los meses otoñales es una agradable temperatura que ya
habíamos olvidado en el interior peninsular.
Lo anterior predispone a visitar la ciudad andando y
descubrir sus numerosos y encantadores rincones. Que el centro histórico sea
peatonal en su gran parte es algo muy cómodo si viajas con niños pequeños, como
era mi caso. Además no es una ciudad semi-abandonada, como otros centros
históricos debido a la
crisis. El centro de Málaga está lleno de vida, de comercios
variados y de lugares donde sentarse y tapear. No sólo se limita a la famosa
calle Larios, la más conocida y lujosa de la urbe, sino que el comercio se
extiende por todas las callejas adyacentes. Esa vida comercial tan intensa hace
que pasear por el centro de la ciudad sea una visita interesante por sí misma.
Y es que además de comercios, Málaga atesora un patrimonio
arquitectónico único. Numerosos palacios jalonan sus calles céntricas, y
edificios emblemáticos, con fachadas curvas en las esquinas y llenas de
balcones, invaden la
ciudad. Además, sus edificios de pocas alturas hacen que el
ambiente sea aún más acogedor. Lo dicho, pasear por sus calles es una visita
turística más.
A los amantes de las iglesias Málaga no les decepcionará. Lo
primero que debemos destacar es su imponente catedral. Su fachada barroca y clasicista oculta un interior
renacentista que tiene aires similares a la catedral de Granada. No en vano su
arquitecto fue el mismo, Diego de Siloé. Como curiosidad fijarse que una de las
dos torres de la fachada no llegó a construirse, motivo por el cual se la
conoce como “la manquita”. La vista desde la plaza del obispo, con el barroco
Palacio Episcopal en otro de sus laterales, es la más impresionante. Su
interior es deslumbrante, como es típico en catedrales de este tipo. Aconsejo
visitar las capillas laterales, las cuales tienen retablos y tallas de gran
valor histórico.
La catedral se edificó sobre la antigua mezquita, de la cual conserva el patio de naranjos típico de aquellos centros de culto. Y antes de abandonar el lugar no olvidemos visitar la aneja iglesia del Sagrario, la cual posee un bellísimo retablo plateresco y un curioso cristo mutilado.
Málaga conserva muchas otras iglesias de interés. Tan sólo
destacaré dos. Una de ellas la iglesia
de Santiago, lugar donde se bautizó Picasso. En su exterior podemos
observar diversos elementos originales de su pasado mudejar, como la torre de
ladrillo y la portada. Su
interior, del S.XVIII, es deslumbrante en cuanto a su profusa decoración en
estuco y a la calidad de las tallas que posee. La otra es la iglesia de los Mártires, con una decoración muy similar a la anterior,
donde destacan de nuevo diversas imágenes de gran devoción popular.
Y, por último, una visita que no suele recomendarse en las
guías turísticas y que a mí me gustó especialmente. Se trata de la visita a la próxima Basílica
de Santa María de la
Victoria. La iglesia tiene en el altar a la patrona de la
ciudad, una talla que data de la época de los Reyes Católicos. Y justo debajo
del camarín de la virgen (aunque la visita se realiza a través del parque
exterior) se encuentra el Panteón de los condes de Buenavista, un lugar algo
tétrico paro con el encanto de la decoración barroca. Toda la torre tiene una
particular simbología. El panteón, en la zona baja, nos muestra lo efímero de la vida. Luego,
ascendemos a una capilla, símbolo de la transición del alma al cielo. Y,
finalmente, en el camarín de la Virgen, nos adentramos en el paraíso, con su
recargada decoración llena de querubines y símbolos marianos. Junto al camarín
se encuentra la pequeña sala del tesoro, donde también veremos la indumentaria
de la Virgen.
Cripta de los condes de Buenavista |
Para los que las iglesias les aburran Málaga les ofrece
otros interesantes destinos turísticos. Los apasionados de la Historia lo
pasarán en grande e la zona de los jardines de Ben Gabirol. Apenas quedan
restos destacables de la Malaka fenicia, pero lo primero que encontraremos será
un espléndido teatro romano. En
pocas ocasiones el centro de interpretación supera en interés a las ruinas
históricas, pero aquí lo logra por goleada. Nos recibirán con un instructivo
vídeo que nos abrirá la mente al mundo del teatro. Luego, en pantallas
interactivas táctiles, podremos descubrir numerosa información sobre las
diversas épocas históricas de la ciudad y sobre el teatro griego y romano. Si
deseamos leer toda la información deberemos contar con al menos una hora de
tiempo. Además, se exponen algunas piezas originales (máscaras, ánforas…) con una
cuidada explicación.
Un poco más adelante encontraremos la Alcazaba, el típico palacio musulmán nazarí. Su subida es algo
pronunciada, aunque merece la pena por los rincones que oculta entre las
murallas y puertas en recodo. Un lugar que fue considerado durante años como
inexpugnable. Pero lo mejor del palacio son los dos patios con fuentes y
pabellones de arcos polilobulados. No debemos esperarnos nada parecido a la
Alhambra para no decepcionarnos, pero vistos en perspectiva su encanto es
evocador. La alcazaba tiene diseminadas distintos paneles explicativos sobre la
fortaleza y muestras de cerámica musulmana. De hecho, toda la zona es una
especie de mueso donde descubriremos diversos aspectos del trabajo cerámico
musulmán.
Patio de la Alberca |
Detalle decoración alcazaba |
La alcazaba se comunicaba con el Castillo del Gibralfaro a través de un camino amurallado llamado Coracha. Hoy se encuentra cerrado al público, y lo mejor para visitar el castillo es bajar en ascensor hasta el ayuntamiento y coger enfrente el autobús nº35. En pocos minutos llegaremos a lo alto de la montaña que contiene el castillo. Su valor histórico es muy relativo, pues todas las edificaciones interiores fueron derruidas durante su largo periodo de uso castrense. Tan sólo un centro de interpretación, con figuras y maquetas, nos muestra la vida del castillo como guarnición militar en la época moderna y contemporánea. Lo mejor de la visita al castillo son las vistas que nos ofrece de la ciudad. Casi a vista de pájaro podremos ver los distintos monumentos, así como el puerto y las playas que rodean la ciudad.
Vista del puerto de Málaga desde el Gibralfaro |
Los parques de la ciudad son otro de los atractivos
destacados de ésta. Junto al Palacio de la Aduana, notable edificio neoclásico,
se extiende un alargado parque que llega hasta la zona de playa. Se trata de un
auténtico jardín botánico, pues contiene numerosas especies tropicales que no
suelen verse en Europa. Su paseo es muy agradable, y junto a él podremos
admirar los edificios del rectorado de la universidad y el ayuntamiento, de un
llamativo color amarillo pastel. Junto a él se encuentra el jardín de Pedro
Luis, que nos llevará hasta la plaza de toros malagueña “la malagueta”.
Por último, no puedo olvidar los museos de los que dispone
Málaga. Se cuentan por decenas, si bien sólo me centraré en los más básicos y
principales.
Visita obligada para todos los amantes del arte es el Museo Picasso, ubicado en el palacio de
los condes de Buenavista, a los cuales conocimos en su panteón. La colección no
es muy grande, pero posee obras variadas que nos descubrirán diversos aspectos
de la ingente obra artística de este icono del arte malagueño. Personalmente me
quedo con “Mujer con los brazos levantados” una obra colorista pintada tan sólo
un año antes que el tétrico Guernica. La pintura representa a la amiga y
periodista Dora Maar. Otras obras a destacar de la exposición son el “Acróbata”
o “Madre y el niño”, una de las obras cubistas que más os agradarán.
Mujer con los brazos levantados (1936) |
Una visita complementaria a la anterior puede ser la de la Fundación Picasso, ubicada en la casa donde nació
Picasso, en plena plaza de la
Merced. Allí descubriremos obras y salas con la decoración
original de 1881.
Para los amantes de la pintura otra visita obligada es el Museo Carmen Thyssen. Ubicado en el
Palacio de Villalón, expone una selecta y cuidada colección de la pintura del
S.XIX, con especial atención a los artistas andaluces. Esta época es una de las
más desconocidas por el gran público, que se sorprenderá con la pintura
costumbrista y paisajística de Bamberger, Manuel Barrón o Guillermo Gómez Gil
entre muchos otros. El museo tiene tres plantas, siendo dedicada la última a
exposiciones temporales. Hasta el 20 de abril de 2014 podréis disfrutar de una
exposición con obras de Courbet, Monet, Léger y Van Gogh, aunque de éste último
sólo expone “Molino de agua en Gennep”.
Por último, un museo
curioso es el de Artes y Costumbres
Populares. Se ubica en un antiguo mesón, llamado de la Victoria, por lo que
el interés del museo se centra tanto en el continente como en el contenido. En
este último podremos observar diversos aspectos de la vida tradicional de la zona. Así estarán tanto
una herrería, como una cocina, una tahona o una sala dedicada a la pesca. En la planta
superior encontraremos habitaciones y complementos pertenecientes a la
burguesía del S.XIX, así como una interesante exposición de los famosos
“barros” andaluces, pequeñas figurillas escultóricas de bandidos y bailadoras
del S.XIX.
Por tanto, en Málaga encontraremos museos de arte pictórico
relevantes, arte religioso en forma de iglesias, basílicas y catedrales, parques
donde relajarnos, un centro urbano lleno de vida donde comprar y tomar unas
tapas típicas de la zona, ruinas históricas del pasado de la ciudad y, por
supuesto, unas magníficas playas donde descansar.
En noviembre no llegué a bañarme, aunque algunos valientes
si lo hicieron, pero pasear por la arena cuando ya no pensaba hacerlo hasta el
año que viene no tiene precio.
Me gusta mucho y me parece muy interesante esta visión de Málaga.
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