Yo era una de esas personas
que no quería pasar una parte de mis vacaciones en un camping. No tenía una
experiencia negativa anterior; al contrario, mi negativa era infundada y se
basaba en la comodidad de una cama, la intimidad de unas paredes, el disfrute
de un baño propio… Todas estas cosas las tenía en un hotel, pero no en un
camping.
Como mi mujer si tenía ganas
de veranear, de vez en cuando, en un camping, podéis imaginar que finalmente
visitamos alguno. Las mujeres llegan a ser muy convincentes cuando les
interesa, ¿verdad?
Puesto que para ir de camping
necesitas varias cosas (básicamente tienda de campaña y utensilios tales como
camping-gas, saco de dormir, colchoneta o inflador), y tu deseo es amortizar
tal gasto, pues la visita al camping una semana al año, como mínimo, se vuelve
costumbre. Si a esto sumamos un contexto de crisis económica donde debes
ajustarte el cinturón, pues estaba todo dicho.
Mi única condición fue
alojarnos en camping de alta categoría. Nada de praderas desoladas de árboles e
infestadas de bichos. Y debo decir que, tras visitar unos cuantos, la
experiencia fue enriquecedora. Y me siento en la obligación de compartirla.
Por tanto, si estáis
interesados en conocer buenos lugares donde acampar con vuestra tienda os
interesará seguir leyéndome. En esta ocasión, por ser el primer artículo sobre
camping, os mostraré el que más me sorprendió: un camping con baño propio.
¿Queréis conocerlo?