domingo, 2 de noviembre de 2025

Los indios no matan a las vacas por considerarlas sagradas

 

La India es un país totalmente increíble a ojos de un occidental. Su cultura milenaria tiene tantos aspectos distintos a la europea que resulta, en ocasiones, difícil explicarse ciertas costumbres ancestrales.

 

Una de ella es el amor que tienen hacia las vacas, consideradas divinas. Para los hindúes la vaca es símbolo de vida, al igual que pudiera ser la Virgen María para los cristianos. Y, por tanto, matar a una vaca se considera un sacrilegio horrible.

 

Resulta triste la imagen de hindúes famélicos que, a pesar de las adversidades, mantienen vivas a sus vacas sin comérselas. En un acto que nosotros identificamos como de altos valores espirituales, pero, a la vez, de escasa practicidad. ¿Cómo llegar a entender tal actitud ante la vida?

 

Hoy os voy a explicar la razón práctica de esta creencia, en apariencia, irracional. ¿Os interesa el tema?

 

Bajo nuestros ojos occidentales resulta totalmente ineficaz y contra productivo mantener vivos unos animales que no producen. Las vacas indias son muy diferentes a las vacas especializadas occidentales. Aquellas no aportan leche (apenas 227 litros/año vs 2267 litros/año de una europea), ni carne (por el tabú respecto a matarlas) y, a la vez, compiten con humanos y otros animales por tierras de cultivo y alimentos.

 

Además de lo anterior, puesto que los hindúes comparten espacio vital con los musulmanes (comedores de vaca), los conflictos suelen ser frecuentes entre ambas comunidades y, en ocasiones, sangrientos. Algo que continúa envenenando las relaciones diplomáticas entre India y Pakistán.

 

Para muchos, este culto a las vacas antieconómico es la causa número uno de pobreza en la India. Por tanto, la conclusión occidental es que la irracional doctrina hindú de sacralizar a las vacas es el principal problema para que la India avance y logre sacar de la pobreza a la mayor parte de su población.

 


Ahora bien, Marvin Harris, famoso antropólogo estadounidense fallecido en el año 2001, escribió un interesante libro que nos explica la razón lógica de este culto a la vaca y su utilidad práctica en la India. Os muestro las principales ideas de su razonamiento.

 

En primer lugar, en la India existen numerosos agricultores que viven de lo que producen sus escasas tierras. Para los trabajos de granja se necesita la tracción animal. En concreto bueyes, un animal indispensable y que en la India es deficitario si consideramos el número de tierras cultivadas. Por tanto, ante la imposibilidad de comprar un tractor por parte del pobre agricultor hindú, los bueyes son fundamentales. Y estos animales proviene de las vacas. Por tanto, la primera utilidad práctica de las vacas en la India es producir tractores, esto es, bueyes. Y bajo este prisma la comparación con la vaca productora de leche occidental ya no es válida.

 

La segunda utilidad práctica la encontramos en sus heces. En Europa la agricultura intensiva utiliza abonos agrícolas que han sustituido al estiércol animal. Pero esto no ocurre en la India, donde los agricultores no pueden permitirse el lujo de comprar fertilizantes ni pesticidas. Tampoco sería recomendable mecanizar la agricultura como en occidente, pues ello conllevaría una reducción de puestos de trabajo (la agricultura sería más eficiente con menos trabjadores) y la consiguiente emigración del campo a la ciudad. Unas ciudades en la India ya excesivamente masificadas. Es decir, la mecanización de la agricultura en la India (en caso hipotético de disponer del capital de dinero suficiente para llevarse a cabo), lejos de mejorar la vida de la mayoría de la población la empeoraría notablemente.

 

Pero resulta que la boñiga de vaca, en la India, además de utilizarse como abono, también es un eficaz combustible en la cocina (sustituye eficazmente la escasez de petróleo, carbón y madera), pues tiene una llama limpia, lenta (permite cocinar a fuego lento) y es la fuente preferida de calor. Y, mezclada con agua, se convierte en una pasta que recubre el suelo de los hogares humildes, otorgando una superficie lisa que se barre con facilidad.

 

Las vacas de la India son una raza que puede sobrevivir largo tiempo con muy poco alimento y agua, siendo muy resistentes a las enfermedades. Por ello es típico ver vacas famélicas en épocas de sequía vagando libremente sin ser sacrificadas. Esto no se hace por espiritualidad, sino por practicidad. El campesino humilde, dueño de una única vaca, sabe que si sacrifica al animal tendrá pan para hoy y hambre para mañana. Si sobreviven a la sequía no podrán arar sus campos, lo que los llevará a la ruina absoluta. Por tanto, la doctrina sagrada respecto a las vacas tiene unos cálculos muy racionales.

 

Pero en la India también se sacrifican vacas. La presión del hambre hizo que, en épocas pasadas, los hindúes tuvieran que saltarse sus doctrinas. Pero, incluso, cuando las vacas ya son totalmente improductivas en todos los sentidos de la palabra, su sacrificio es aprovechado. Existen castas de rango inferior a los que se les permite comer carne de vaca. Casualmente, son las castas dedicadas al trabajo del cuero, donde la India ha creado una floreciente industria artesanal.

 

Por tanto, las vacas no se sacrifican hasta el último momento pues, las más viejas y famélicas puede que sirvan, en épocas de escasez, como alimento, permitiendo salvar así a las más aptas. Y cuando llega el momento los hindúes han sabido seguir aprovechando al animal hasta en sus últimas consecuencias: carne y cuero.

 

Aunque en ocasiones se ha especulado con que realizar una industria cárnica mejoraría la calidad de vida de la India, esto es falso respecto a las vacas. Y ello se debe a que el valor calórico consumido por un animal siempre es muy superior al valor calórico de su cuerpo. Es decir, en un país donde la ingestión de calorías per cápita ya está por debajo de los requisitos mínimos diarios, la orientación de tierras cultivadas hacia la producción de carne sólo provocaría la mayor competencia respecto a tierras, el aumento de precios por los alimentos y el empobrecimiento de la población.

 

La verdadera ventaja de las vacas indias respecto a las europeas reside en que no compiten con los humanos respecto a los cultivos. Las vacas de los hindúes es un infatigable devorador de desperdicios y sólo una parte muy pequeña proviene de pastos. En esencia, las vacas consumen productos de desecho humano o que no pueden ser consumidos por los hombres y otorgan numerosas ventajas prácticas: producción de bueyes, abono, combustible, leche y carne. “Esencialmente, el ganado vacuno convierte artículos con poco valor humano directo en productos de utilidad inmediata”.

 

La cruda realidad de las vacas hindúes no es la que los occidentales pensamos. Ese amor sagrado hacia estos animales es perfectamente compatible, bajo la mentalidad hindú, con el aprovechamiento despiadado hasta el último momento. Dejan que las vacas malvivan, alimentándose de desperdicios, y luego las exprimen todo lo posible hasta que el animal no sirve para nada más, momento en el que se sacrifica y se sigue aprovechando en forma de carne para ciertas castas y del trabajo del cuero con su piel.

 

En verdad, “el amor a las vacas es un elemento activo en un orden material y cultural complejo y bien articulado, que activa la capacidad latente de los seres humanos para mantenerse en un ecosistema con bajo consumo de energía, en el que existe poco margen para el despilfarro”.

 

En realidad, diversos estudios han demostrado que, en contra de lo que podemos pensar, este sistema posee un alto rendimiento y eficiencia, mucho mayor que el occidental. La clave reside en que los hindúes aprovechan todo de la vaca a cambio de invertir en ella muy poco. Justo lo contrario que la ganadería occidental, donde se debe invertir mucho para una producción masificada.

 

Por tanto, como conclusión, no nos dejemos engañar por conceptos tan banales como que los hindúes tienen mayores valores espirituales que nosotros al respetar la vida de un animal improductivo como la vaca de la India. Al contrario, se trata de un sistema económico-social de equilibrio con la Naturaleza donde a la vaca se la exprime hasta la extenuación en todos los sentidos de la palabra. No en vano, su supervivencia está en juego.

 

Hasta la próxima

 

 

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