domingo, 16 de noviembre de 2025

Mis 5 visitas imprescindibles en Colonia

  

Hoy nos vamos a una ciudad alemana preciosa. Se trata de la cuarta ciudad más poblada del país, con algo más de un millón de habitantes. La urbe más antigua, pues su fundación se remite a época romana. Un destino turístico europeo muy destacado, entre otras cosas, por poseer una imponente catedral que se encuentra entre los monumentos más visitados de Alemania.

 


Algunos la definen como la ciudad alemana menos alemana de todas. Tal vez, por el importante carnaval que se celebra cada febrero en esta ciudad y a la que acuden desde todos los lugares del mundo. O por el particular ambiente festivo de sus habitantes, donde la cerveza de tipo Kölsch (algo menos amarga que el tipo estándar alemán) es una institución.

 

¿Os animáis a conocer Colonia?

 

1.    La Catedral de Colonia

 

Se trata de la visita estrella a esta ciudad y el símbolo de la misma. Comenzó a construirse en el año 1248 y no se concluyó hasta el 1880 (¡¡¡¡632 años!!!!). Ahora bien, mereció la pena.

 

Lo primero que os sorprenderá será su altura. La parte más alta de la torre mide 157 metros, lo que la convirtió en el edificio más alto del mundo hasta la culminación del Monumento a Washington en 1884. Lo que no le han quitado es ser la catedral más grande de Alemania y la segunda en estilo gótico de mayor tamaño (Sevilla es la primera) y altura (la iglesia de Ulm la gana por 4 metros).

 


Es uno de los monumentos más visitados de Alemania, recibiendo más de 6 millones de turistas al año. Sí, siempre habrá gente alrededor.

 

Otra cosa que os llamará la atención es su color negro. Si os acercáis podréis ver zonas más claras, que se corresponden con el color original de la misma. El color negruzco, además de la suciedad acumulada a lo largo del tiempo, provino, principalmente, de la construcción de la estación de trenes en el año 1859. Los trenes, impulsados con carbón, tiñeron la fachada de la catedral, dándole este color ya característico.

 


Si a ello añadimos que se utilizó un tipo de piedra que ennegrece con el paso del tiempo (poca resistencia a la contaminación) tenemos la combinación perfecta para que siempre se encuentre con obras de reparación. En efecto, siempre la encontraréis con algún andamio.

 

La Catedral fue uno de los pocos edificios que no fueron destruidos durante la II Guerra Mundial. Ello se debió a que era utilizada como punto de referencia por los pilotos que bombardearon Alemania. Bueno, eso, y que resistió el impacto de hasta 14 bombas (¡vaya como construían antes!).

 

El estilo de esta catedral es el gótico, lo que supuso una ruptura radical con el románico imperante en la ciudad por aquel entonces. La elección se debió a que los constructores deseaban dar un salto enorme en cuanto a escala respecto a los templos románicos, a los que dejaría a sus pies. Se dice que se inspiraron en la catedral de Amiens y, en verdad, podría ser una más de las grandes catedrales góticas francesas.


 

De la fachada destacaría la sensación arquitectónica que provoca que nuestra mirada se alce al cielo sin querer. Todos los elementos que la componen (tímpanos, pináculos, contrafuertes, ventanas...) potencian la verticalidad. Una pasada. Fotografiarla sin gran angular será un reto.

 

La catedral de Colonia tiene, en sus dos campanarios, doce campanas y cuatro son de la época medieval. La más antigua, y también la más famosa pesa 3,8 toneladas y se llama Campana de los Tres Reyes, hecha en 1418 (ya os estoy dando pistas sobre lo que vamos a ver).

 

La entrada se sitúa a los pies de las torres, en la fachada oeste. Existen tres portales, todos decorados con esculturas en el tímpano. El de la entrada principal es el portal de Santa María, mientras que a su izquierda está el portal de los Magos y a la derecha el de San Pedro.

 


Una vez entramos me vienen a la cabeza las palabras de cuando Goethe la visitó: “Mi alma fue penetrada por una impresión muy fuerte, que ciertamente podía saborear y saborear, pero no definir o explicar, ya que provenía de mil detalles que lo armonizaban”.

 


Creo que la palabra exacta es magnificencia. Posee 144 metros de longitud y 86 de anchura, lo que le proporciona la esbeltez típica de las grandes catedrales góticas. Y la luz proporcionada por los vitrales, si tenéis suerte con el tiempo, es magnífica y evocadora. Una curiosidad, en la parte sur dominan los tonos cálidos, mientras que en la norte los tonos fríos, otorgando diferentes luces al interior en cada momento del día.

 

A continuación, voy a realizar una descripción pormenorizada de los puntos más importantes de la Catedral, por lo que podéis utilizar esta información como una auténtica guía para descubrir el templo.

 

Antes de introducirnos en la nave principal os aconsejo acercaros a los conjuntos escultóricos que se sitúan a derecha e izquierda. Como veréis en muchas iglesias alemanas, es típico encontrar una escena de la piedad o de la lamentación sobre el Cristo muerto. Aquí tenéis las dos, iluminadas además por unas modernas vidrieras. ¿Por qué son modernas? Pues porque contienen imágenes muy poco medievales, como el planeta Saturno. Fueron creadas en 1884 por J. Klein y reconstruidas tras la segunda Guerra Mundial.

 


Al entrar en la nave central de la Catedral os aconsejo empezar la visita por el lado de vuestra izquierda, el lado norte. Aquí os tenéis que fijar, nuevamente, en las vidrieras. Fueron realizadas entre 1507-1509 y muestran escenas bíblicas como el sufrimiento de Jesús, la Natividad con los santos patronos de la ciudad, la Adoración de los Reyes y la Coronación de la Virgen. Imágenes todas muy bonitas de admirar.


 

Al finalizar las vidrieras y llegando al transepto nos topamos con el magnífico Altar de Santa Clara, Se trata del altar sacramental más antiguo de la catedral (1350), y conserva un tabernáculo donde guardar el Santísimo Sacramento. El dorado le da un aspecto sumamente lujoso y sus alas le permiten abrirlo en dos etapas, lo que da opción de realizar hasta tres exposiciones diferentes, pues la parte posterior también está decorada. Provenía de un convento de franciscanas.

 


En el transepto, en este lado norte, nos vamos a encontrar con la antigua entrada al tesoro. Sobre la puerta hay varias varas doradas, las cuales indican los años de mandato del arzobispo de Colonia. Y, junto a la puerta, existe una reliquia de la sangre del Papa Juan Pablo II, santificado en el año 2014.

 

Junto a esta puerta existe un lujoso altar con la Virgen de Nuestra Señora de Gracia. Se trata de una pequeña Virgen con el niño decorada con multitud de joyas en su gran manto blanco. Personalmente no es lo que más me gustó.


 

Ahora, antes de recorrer la girola os aconsejo acercaros al Altar del Crucero, centro litúrgico de la Catedral. Aquí se encuentra la cátedra o silla del obispo y el púlpito, subrayando los tres deberes del obispo: ser sacerdote, pastor y maestro.

 


A la izquierda de este altar existen unas pequeñas escaleras que os conducirán a una cripta, en la cual se encuentran enterrados los obispos que presidieron esta Catedral.

 


En este lugar tenéis, aun lado, la entrada al museo catedralicio (de pago) y de frente, la entrada a la girola. Unos frescos modernos y no muy logrados (a mi humilde parecer) decoran la bóveda baja de este espacio.

 


Una vez en la girola la primera parada es el mosaico del suelo, donde el arzobispo Hildebold (818) nos recibe con un modelo de la antigua Catedral.

 


Y justo a nuestra derecha se abre la Capilla de la Santa Cruz, donde la atracción principal es el conocido como el Crucifijo de Gero, la escultura monumental más antigua de un Cristo crucificado al norte de los Alpes. Su importancia radica en inaugurar un estilo particular de crucificado, exaltando el sufrimiento y la muerte en la cruz (cabeza desplomada, ojos cerrados…), pues hasta entonces los Crucificados mostraban a Cristo triunfante y vivo. El mensaje era mostrar el momento justo donde Cristo redimió a la humanidad de sus pecados. Y, todo ello, a escala natural siguiendo una precisa representación anatómica. El crucifijo, por cierto, se considera milagroso y tiene más de mil años.

 


Desde aquí podemos asomarnos a la zona del coro y del Altar Mayor, la cual es visitable sólo mediante visita guiada. No obstante, no tendréis problema alguno para poder admirar la pieza más importante que custodia esta catedral. Me refiero al impresionante y lujoso relicario de los Reyes Magos. Supuestamente contiene los restos mortales de los tres Reyes Magos.

 

Fue un regalo que hizo Federico I Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, a la iglesia de Colonia en 1164, tras conquistar Milán. Las mismas convirtieron a este lugar en un importante centro de peregrinación europeo.

 

El relicario, considerado el más grande del mundo por sus dos metros de largo, fue realizado por el orfebre Nicolás de Verdún en 1230. Tiene forma de basílica y cuenta con dos pisos decorados con figuras religiosas doradas, todo aderezado con piedras preciosas, esmaltes y figuras realizadas en oro y plata. Tiene un peso de 350 Kg.

 

Estas representaciones no se centran en las reliquias que contiene el relicario, sino que abarcan toda la historia de la salvación, desde el comienzo del antiguo testamento hasta el regreso de Cristo. Veremos a profetas y reyes en los lados largos inferiores, así como escenas bíblicas, como la Adoración de los Magos o la Crucifixión.

 

Este relicario eclipsa al resto de objetos importantes que conforman en Altar Mayor. A destacar el altar, compuesto con una losa de piedra de una sola pieza y decorado con arcadas blancas de mármol de Carrara que cobijan las figuras de santos, profetas y apóstoles. O la sillería del coro (1308-11), que con sus 104 asientos es el conjunto más grande de Alemania.


 

Recorriendo la girola vamos a descubrir bonitas capillas que conservan conjuntos funerarios importantes, así como preciosos frescos. A destacar la Capilla de Maternus, donde el arzobispo Philipp von Heinsberg rodeó su tumba con las murallas de la ciudad, la de San Juan, Santa Agnes o la de San Engelbert. Todas tiene una especial belleza, como si compitieran entre ellas por captar nuestra atención.

 


Al final de la girola se abre la Capilla de Nuestra Señora, la cual tiene dos importantes piezas a destacar. Por un lado, encontramos el tríptico llamado Retablo de los Santos Patronos de Colonia (1445), obra del pintor colonés Stephan Lochner. En el panel central podemos admirar la Adoración de los Reyes Magos, mientras que en los laterales aparecen los patronos de la ciudad, Sta. Úrsula junto a las vírgenes que compartieron su martirio y, en el otro lado, San Gereón y su legión tebana.

 

Durante el Adviento y la Cuaresma este retablo está cerrado, mostrando la Anunciación del Señor.

 

Por otro lado, colgando de la pared en uno de los pilares del muro, la Madonna de Milán, una escultura de madera de 1290 que se venera como milagrosa. Fue traída por desde Milán a Colonia por Rainald von Dassel junto con las reliquias de los Reyes Magos. Es una talla gótica policromada que pasa por ser la imagen mariana de devoción más antigua de esta catedral. La postura corporal y el diseño de las vestiduras se asemejan estrechamente a las figuras francesas. Al igual que el Cristo de Gero y el relicario de los Reyes Magos, se le atribuyen milagros.


 

La Catedral posee numerosas esculturas policromadas, pero una de la que más os va a sorprender la tenéis nada más salir de la girola, a mano izquierda. Se trata de un magnífico San Cristóbal (cuyo nombre significa el portador de Cristo) que os maravillará por la multitud de detalles que contiene (conserva parte de la policromía original). Está representado a tamaño natural, data de 1470 y posee gran devoción local.


 

Justo en esta parte de la Catedral se encuentra el Retablo de San Agiolfo, tallado en Amberes en 1520 y que destaca por la multitud de figuras que lo componen. Provenía de una antigua iglesia demolida en 1821. Junto al mismo se conserva el relicario del santo, también dorado y con figuras talladas.

 

Si alzamos la vista podremos admirar la original vidriera de la fachada sur del crucero. Fue insertada en el año 2007 y se compuso con un moderno diseño ejecutado por Gerhard Richter. Consta de 11263 pequeños paneles de vidrio, a modo de píxeles de colores, que llenan un espacio de 106 metros cuadrados. Según el artista, representan la tensión entre el caos y el cosmos: un caos basado en el azar integrado en la forma geométrica de la tracería del gótico. Una vidriera totalmente abstracta que no deja a nadie indiferente. Unos la odian y otros la aman.


 

Por último, en la nave lateral meridional, debéis fijaros en las vidrieras, llamadas bávaras por haber sido donadas en 1842 por el rey bávaro Luis I. Fueron colocadas en 1848 para conmemorar el 600 aniversario de la colocación de la primera piedra de la Catedral. De nuevo, en ellas veremos figuras políticas importantes, como Carlomagno o Barbarroja, junto a escenas bíblicas, tales como la Adoración de los Magos o el Descendimiento de Cristo.

 

Por si todo esto os parece poco tenéis la posibilidad de visitar el tesoro de la Catedral (entrada junto al Cristo de Gero) o subir a una de las torres para ver la ciudad desde las alturas. Ambas visitas, al contrario que entrar en la Catedral, son de pago. Si queréis mi opinión al respecto, indicaros que yo no soy mucho de relicarios, sotanas y demás lujos ornamentales eclesiásticos, por lo que obvié entrar. Y, respecto a las vistas, pues tenéis unas muy bonitas desde el edificio Köln Triangle que merecen mucho más la pena (a mi entender).

 


2.    El Puente de Hohenzollern

 

Este puente es la segunda atracción turística más importante de la ciudad y se encuentra a tiro de piedra de la Catedral, con la que forma, tal vez, la imagen más icónica de la ciudad.


 

Puede que no tenga el encanto de otros puentes famosos europeos, pero seguro que os maravillará recorrerlo y poder divisar el casco histórico desde el otro lado del río Rin.

 


Este río, cuyo nombre proviene de la palabra celta “renos”, que significa “flujo furioso”, supuso un fuerte obstáculo para construir aquí un puente duradero. No fue hasta el año 310 d.C. que se construyó aquí un puente de madera que conectaba la ciudad con un campamento militar. No obstante, el puente actual data de 1907 y sustituía a uno anterior, construido en 1855, que tenía dos vías de ferrocarril y otras dos para vehículos. LA razón era práctica, pues el anterior se había quedado pequeño.

 

El nuevo puente fue inaugurado por el Emperador Guillermo II en 1911 y llevaba el nombre de la dinastía Hohenzollern. Tenía cuatro vías de ferrocarril y dos para automóviles. Además, poseía tres arcos de hierro monumentales y unos enormes portales neo-romanos con torres sustituían a los anteriores neo-góticos.

 

Este puente fue destruido al final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando en el año 1959 fue reconstruido las entradas monumentales no volvieron a levantarse. Actualmente tiene seis vías ferroviarias y una pasarela peatonal que os animo a cruzar para poder tener unas vistas inmejorables de la ciudad antigua.

 


A ambos lados del puente se alzan estatuas ecuestres sobre grandes pedestales. Las estatuas en el lado del puente Colonia muestran Emperador Federico III y el Emperador Guillermo II. En el lado de la parte de Deutz, las estatuas representan al Rey Federico Guillermo IV y al Emperador Guillermo I.


 

Cuando crucéis este puente observaréis que ha sucumbido a la moda de los candados del amor. Miles de candados cuelgan de una de sus barandillas, cada uno de un color y decorado con diversas muestras de amor de un sinfín de parejas que muestran públicamente su sentimiento mutuo.

 


Ignoro cuanto tiempo tardará la ciudad en prohibir esta práctica, siendo un imán para los turistas, pues el peso añadido a la construcción es importante (se calculan 2 toneladas). Pero, por favor, si ponéis un candado, al menos, no tiréis la llave al río. Es un asco.

 

3.    Fischmarkt y la Iglesia de San Martín

 

Este es uno de los rincones más preciosos de Colonia. Caracterizado por sus casas de colores, creo que no me equivoco al deciros que es otra de las postales típicas de la ciudad.

 


Su nombre proviene de la existencia de un mercado de pescado en este lugar desde el siglo XII. En 1259 los comerciantes de Colonia tenían cierto monopolio del pescado proveniente de Holanda, pues tenían el privilegio de que todos los barcos debían anclar aquí tres días para comerciar. Teniendo en cuenta que el pescado era uno de los alimentos básicos por aquel entonces, podemos imaginar la riqueza que se generaba. Hoy en día del mercado de pescado sólo queda el nombre, pues la venta del mismo cambió a otros lugares de la ciudad.

 

Si por algo es famosa esta plaza es por las casitas de colores que se alzan orgullosas en uno de sus laterales. Se denominan Stapelhäuschen y son una muestra del estilo gótico tardío conservados en su estilo original y construidos entre los siglos XII y XVII. Si os fijáis en la parte superior, algunas poseen un saliente donde se colocaba una polea que servía para que los productos pudieran ascender (tal como las casas de Ámsterdam). Se trata del único sistema de este tipo que se conserva en Colonia. Lo que en otro tiempo fueron almacenes y casas de pescadores, hoy se han convertido en restaurantes y en un hotel.


 

No obstante, como recuerdo de su pasado, se alza en el centro la Fischweiber-Brunnen (Fuente de las pescadoras). La fuente, construida en lava basáltica bastante sencilla, presenta cuatro esculturas reales de pescadoras, cada una con una expresión y una postura distintas: la gritona (anunciando su producto), la soñadora (ensimismada pensando en las ventas pasadas o futuras), la exhausta (cansada por el duro trabajo) y la pacífica (descansando entre tanto ajetreo de mercado).

 

Justo detrás de la plaza, como fondo monumental, se alza imponente la torre románica de la Iglesia de San Martín.

 


Este templo data de mediados del siglo XIII y es una obra maestra del románico tardío de Renania. Su torre, de 84 metros, con cuatro torrecillas angulares y una galería central, es de una belleza excepcional. No obstante, todo lo que ves fue reconstruido en 1985, pues se destruyó casi en su totalidad durante la Segunda Guerra Mundial.

 

En su sencillo interior se disponen tres naves con bóvedas de crucería donde, al contrario que con la torre, predomina la austeridad. No fue así en otro tiempo, donde mosaicos y frescos decoraban sus muros. Esto no pudo ser reconstruido en su totalidad, quedando sólo pinceladas por el templo (como el mosaico del león).

 


Sorprende lo espacioso de la nave central para ser un templo románico, así como la galería ciega superior, entre los arcos y la bóveda.

 

La pieza más valiosa de este templo es la escena del Santo Entierro, un conjunto de excepcionales figuras policromadas obra del escultor Tilman van der Burch en 1520. Destaca su realismo y el dolor que transmite la escena. También un Ecce Homo, posiblemente del mismo autor, muestra una expresión de dolor y soledad muy evocadora.

 


En la cripta se pueden visitar los restos de la ciudad romana, donde aquí se ubicaba un almacén.

 

En el exterior del templo tienes tres puntos interesantes que conviene no perderse. En un lateral encontrarás una pequeña estatua de San Martín rasgando su capa para compartirla con un mendigo (su leyenda más famosa).

 


Mientras que en la plaza frente a los pies del templo se encuentra la Schmitz Column, un homenaje a todos aquellos que comparten el apellido más común de Colonia: Schmitz. La inscripción recuerda que aquí se unieron los romanos con las mujeres locales para crear a los antepasados directos de los actuales habitantes. Y por ello las piedras provienen del antiguo puerto romano. Esta columna se levantó en el año 1969, cuando el hombre llegó a la Luna, y lleva la marca de hasta donde llegaron las aguas en la terrible inundación de 1784.

 


Por último, muy cerca de esta columna tenemos el conjunto escultórico denominado Tünnes und Schäl. Ambos son los nombres de dos legendarias figuras de culto del Teatro de marionetas tradicional de Colonia. Ambos personajes fueron creados por Johann Christoph Winters, un titiritero que comenzó su carrera cuando contaba sólo con 12 años. Fueron presentados en sociedad en 1820.

 


Estas figuras se basan en personajes arquetípicos que se encuentran a menudo en obras folclóricas: Tünnes es un campesino ingenuo pero bonachón, mientras que Schäl encarna la picardía con su astuta urbanidad. Juntos representan diferentes aspectos de la vida y la mentalidad renanas: la sencillez rural frente a la sofisticación urbana; la inocencia frente a la astucia.

 

En muchos sentidos, estas dos figuras encapsulan la esencia del humor kölsch, marcado por el ingenio, la ironía, el autodesprecio, la terrenalidad y el amor por su Heimat (patria). Sirven de comentaristas sociales a través de sus diálogos, que a menudo satirizan acontecimientos políticos o normas sociales. Su popularidad no ha disminuido ni un ápice.

 

4.    Alter Markt y Rathaus

 

Tal como su nombre indica, la plaza del mercado viejo es otro de los puntos que debéis marcar en vuestra visita por la ciudad. No os costará nada llegar a ella desde el punto anterior, pues se encuentra casi anexa.

 

Dadas sus grandes dimensiones, aquí es el lugar donde se celebran las grandes festividades locales: el Carnaval de Colonia (11 de noviembre), Weiberfastnacht (Festival de la Mujer) y el gran Mercado de Navidad en diciembre.


 

Nuevamente estamos ante una bonita plaza rodeada por casas de colores tremendamente fotogénicas. En los pisos bajos, múltiples bares y restaurantes ofrecen una estampa realmente animada. Sin duda, es uno de los centros neurálgicos de la ciudad.

 


Los orígenes de Alter Markt se remontan al siglo IX, cuando era un importante mercado para comerciantes de toda Europa. Su situación estratégica a orillas del Rin lo convertía en un lugar ideal para el comercio, acogiendo ferias y mercados. También tenía un uso más oficial, pues aquí se celebraban asambleas del pueblo, razón por la cual es lógico que el ayuntamiento, como veremos, se encuentre cerca.

 

Existen varios puntos de interés en esta plaza que no conviene perderse. En el lado este encontramos una casa renacentista a la cual se le adosó una exactamente igual en 1580. Se las conoce como la Zur Brezel y la Zum Dorn. En la actualidad existe una cervecería en sus bajo llamada Gaffel Haus.

 


El siguiente edificio (Nº24) tiene en lo alto de la fachada la escultura en bronce de un hombre con los pantalones bajados conocido como Kallendresser (algo así como el cagón de la cuneta). Fue creado en 1956 por el escultor alemán Edwald Mataré que hizo una adaptación moderna de un relieve que antes de la II Guerra Mundial adornaba la casa vecina. Respecto al significado varias son las teorías. Unos dicen que es toda una declaración de intenciones respecto al alcalde, por estar el Ayuntamiento enfrente. En cambio, otros, como los aficionados del 1. F.C. Köln, piensan que es un mensaje directo hacia los aficionados del equipo rival, el Fortuna Düsseldorf, pues apunta hacia allí. Sea como fuere, muchos se sienten representados por el mensaje de rebeldía hacia las autoridades públicas.

 

En el centro de la plaza se encuentra el monumento dedicado a Jan von Werth, uno de los generales más famosos de la Guerra de los Treinta Años (Tal vez por luchar como mercenario en el ejército imperial español bajo el mando del general Ambrosio Spinola). No obstante, más que por su fama militar, este personaje es conocido por la leyenda que le rodea: La leyenda de Jan y Griet.


 

Griet era una doncella de buena familia que rechazó la propuesta de matrimonio de Jan porque, como sirviente, no era lo suficientemente bueno para su estatus social. Jan, con el corazón roto, se alistó en el ejército e hizo fortuna. Cuando regresó a la ciudad triunfante con sus tropas, cruzando la puerta de Severin, reconoció a su antiguo amor vendiendo fruta en un puesto del mercado muy desmejorada y soltera. Se acercó hasta ella y quitándose el sombrero le dijo: Griet, ¿quién lo hubiera pensado?, a lo que ella contestó: Jan, ¿quién podría haberlo sabido? Y Jan la dejó allí, sin perdonarle su rechazo juvenil. Un ejemplo para que los jóvenes superen los primeros rechazos románticos en sus vidas.

 

Y recortándose al fondo de la plaza se yergue, orgullosa, la monumental torre del Ayuntamiento (Rathausturm). Fue construida en estilo gótico entre los años 1407 y 1414. Consta de cinco plantas y alcanza una altura de 61 metros, lo que la convertía, por aquél entonces, en la torre más alta de la ciudad. La principal función de esta torre era, principalmente, la de conservar documentos, aunque también albergara, en los pisos inferiores, la Senatssaal que como su propio nombre indica cobijaba el Senado de Colonia.


 

Durante la II Guerra Mundial la torre fue destruida, por lo que vemos una reconstrucción bastante fidedigna. Sin duda, lo más característico de ella es la multitud de esculturas que la ornamentan. Las mismas representan a diversos personajes importantes que han nacido o vivido en Colonia, desde figuras tan señeras como el emperador Augusto, hasta Maximiliano I. Como curiosidad, bajo los pedestales sobre los que se alzan los escultores dieron rienda suelta a su ingenio, incrustando curiosas figuras.

 


Quiero que os fijéis en una particular, el arzobispo de Colonia Konrad von Hochstaden, un personaje controvertido y no muy querido, al parecer. Está situado en la cara este (la de la logia), en la esquina del segundo piso. Bajo su figura aparece un hombre que parece enseñarnos el culo. Si nos fijamos bien, en realidad tiene sus genitales en la boca.

 


Esta bizarra escultura tan impúdica pudo deberse a que el susodicho arzobispo, un personaje oscuro e intrigante, decidió imponer un impuesto para sufragar la construcción de la catedral. El mismo hizo que subiera el precio de la cerveza, por lo que esta habría sido la curiosa venganza de los talladores. O, tal vez, como se solía realizar en el medievo, la misma sea un recuerdo del posible pecado de la lujuria del arzobispo.

 

Os animo, no obstante, a afinar la vista (o el zoom de la cámara) para pasar un rato divertido admirando las bellas esculturas. Son 124 esculturas. Tenéis para un buen rato.

 

Posee 48 campanas, con un peso de alrededor de 14 toneladas, y que tienen un repertorio de 24 melodías que son escuchadas puntualmente a las 9h., 12h., 15h. y 18h.

 

Además, en la parte que da al Alter Markt (cara oeste), existe un reloj con una curiosa cabeza tallada en su interior. Se trata del conocido como Platzjabbeck, un hombre barbudo con gorra y ojos muy abiertos que saca su lengua roja cada hora. Este curioso gesto no lo hizo siempre. Se tiene constancia de su existencia desde el siglo XV, aunque originalmente tenía sólo la boca abierta. Fue con la restauración de 1913 cuando se le añadió este mecanismo.

 


De nuevo, las interpretaciones sobre su significado son varias. Desde una burla a las familias patricias de la ciudad de Colonia hasta la leyenda sobre el reparto de la herencia de Carlomagno entre sus tres hijos. A cada uno le pidió que abrieran la boca y les colocó un trozo de manzana. Mostraba así, simbólicamente, la división del imperio entre sus tres hijos. El hijo menor, sin embargo, se mostró escéptico sobre la petición, por lo que mantuvo la boca cerrada. No estaba de acuerdo en dividir la herencia pues, eso, en la Edad Media, significaba perder poder.

 

En definitiva, este personaje se ha quedado en el imaginario común como una invitación a los habitantes de Colonia a abrir la boca para recibir lo que quieran o a lo que piensen que tiene derecho. Vamos, el típico refrán español de quien no llora no mama.

 

El Ayuntamiento de Colonia es considerado como el más antiguo de Alemania, pues posee una historia documentada que abarca unos 900 años. Aunque en la actualidad la mayor parte de la administración municipal se ha trasladado al Stadthaus, en Deutz, todavía alberga parte del gobierno municipal, como el consejo municipal y la sede de la alcaldía. Aquí residió, por ejemplo, el famoso Konrad Adenauer, quién antes de ser canciller de la República Federal Alemana fue alcalde de la ciudad.

 

El actual conjunto arquitectónico del Ayuntamiento es la suma de sucesivos elementos a lo largo de su historia con diferentes estilos arquitectónicos que se inició en el siglo XIV con el ayuntamiento histórico, al que se le añadió la torre de estilo Gótico en el siglo XV, la logia y claustro (El Löwenhof) del siglo XVI y el atrio (la Piazzetta) del siglo XX.

 

Debido a las obras por el próximo museo judío que se levantará en la Rathausplatz (plaza del Ayuntamiento), será difícil que puedas observar el maravilloso pórtico renacentista, obra de Wilhelm Vernukken. El mismo se concibió no sólo para adornar la parte frontal del edificio, sino también para poder tener un balcón desde el que los políticos se pudieran dirigir al pueblo.


 

Si tenéis ocasión de contratar una visita guiada podéis entrar al interior para admirar la Hansasaal, la sala de reuniones de las ciudades confederadas de la Hansa decorada con esculturas góticas de héroes y profetas (No os perdáis el suelo de madera reformado en 2022). Yo sólo pude entrar a la sala donde se celebran las bodas y a un patio interior anexo donde ver la torre con otra perspectiva.

 


5.    Museo Wallraf-Richartz

 

Se trata de uno de los museos más importantes de Colonia en lo que a obras artísticas se refiere. Una pinacoteca de bellas artes en donde poder hacer un recorrido desde el medievo hasta las vanguardias del siglo XX.

 

La pintura medieval está compuesta por obras eclesiásticas que Fernando Franz Wallraf (1748 x 1824) salvó de la secularización en el período de Napoleón. Entre todas ellas destaca la Virgen del rosal (1448), de Stefan Lochner. Un pequeño lienzo de 51 cm × 40 cm que estaba indicado para la devoción privada y que nos muestra a la Virgen en el jardín del Paraíso.

 


Del resto de obras medievales destacaría el Tríptico con representación de la historia de la salvación (1350), la bizantina Virgen con el Niño (1260), de Lucchese, la pintura más antigua del museo, o el ciclo de Santa Úrsula, donde, como si en un cómic se tratara, podemos ver la suerte de esta santa y sus once mil vírgenes.

 


En general, en esta sección vamos a encontramos pintura religiosa con los característicos fondos dorados y figuras cada vez más expresivas que nos van introduciendo en el Renacimiento.

 

De la colección del primer Renacimiento destacan tres obras. La primera es una de las dos tablas del Retablo Jabach, obra de Durero, en donde se auto representó tocando un tambor.

 


El segundo cuadro importante de esta época es una Adoración del Niño atribuida, no sin polémica, a El Bosco o a su taller.

 


Por último, quiero destacar el Tríptico con Adoración de los pastores, de Jan de Beer y que data de 1515. Una obra clásica en su género, pero donde me encantó el juego de profundidad.

 


La parte del Barroco es una de las mejor representadas, pues posee obras importantes de Peter Paul Rubens, que pasó parte de su infancia en Colonia, de sus seguidores Rubens Jacob Jordaens, Frans Snijders y Antonis van Dyck, así como otros grandes artistas europeos: Jan Brueghel el Viejo, Gerrit Dou o Francois Boucher.

 

La obra más importante la tenemos nada más acceder a la segunda planta, con un espectacular Juno y Argus (1610), de Rubens. Obra mitológica donde se explica la procedencia de las preciosas colas de los pavos reales.

 


El Autorretrato (1663) de Rembrandt, uno de sus últimos, realizado de manera bastante pastosa, o el San Pablo ermitaño (1647) de José de Ribera, con su inconfundible tenebrismo son dos obras dignas de mención.

 


Y ya metiéndonos en el rococó destacaría Muchacha descansando (1751), de Francois Boucher, por su dulzura y despreocupada frivolidad.

 


De la sección del siglo XIX, situada en el tercer piso, el Wallraf presenta pinturas de maestros como van Gogh, Cézanne, Renoir, Monet, Manet, Gauguin, Signac, Ensor o Munch. Gracias a la Fundación Corboud, la casa cuenta con la colección más completa de arte impresionista y neoimpresionista en Alemania.

 

A destacar El césped se desvaneció (1882) de Max Liebermann, El puente levadizo (1888) de Vincent van Gogh, Capo di Noli (1898) de Paul Signac o Cuatro chicas en el puente (1905), de Edvard Munch.

 


BONUS TRACK: Museo Romano-Germánico

 

Cuando visité Colonia en el año 2025 este museo arqueológico estaba cerrado por reformas. No obstante, parte de su extensa colección se podía admirar en la Casa Belga, muy cerca de Neumarkt.

 


Aunque aquí no podrás admirar dos de sus joyas más reconocibles (el mosaico de Dionisio y la Tumba monumental de Polibio), por estar in situ en el edificio principal que están reformando, bien merece la pena acercaros hasta su nueva ubicación para poder admirar otras de sus piezas más notables.

 

El Mosaico de Dionisio, no obstante, lo podéis ver a través de una cristalera junto a la Catedral en el subsuelo de la plaza. Un panel informativo os permitirá conocer esta excepcional pieza de arte romano.

 

En la planta inferior del museo vamos a poder realizar un recorrido por las piezas escultóricas. Veremos numerosas lápidas funerarias, las cuales poseen una importante decoración, así como conjuntos escultóricos dedicados a dioses. En general, un repaso por toda la escultura romana que se conserva.

 

Este museo posee la colección de vidrio romano más grande del mundo y una importante muestra del mismo se encuentra en la planta superior. Se trata de vidrios realizados en diferentes técnicas y tipos decorativos: “núcleo de arena” y vidrios de banda dorada, en formas de vidrio soplado, vasos decorados con finos hilos vítreos o con escenas talladas.

 

El clímax de esta colección única es el vidrio “Diatret” con sus coloridas redes de vidrio, el cual fue virtuosamente tallado de una masa de vidrio a principios del siglo IV d.C.


 

En la ciudad romana trabajaban una gran cantidad de artesanos, entre ellos alfareros, sopladores de vidrio y fundidores de bronce. Otros productos eran importados a Colonia desde el sur de Galia, de Italia y de otros países del Mediterráneo. Los productos artísticamente elaborados eran altamente comercializados. Ejemplos de ello y del elevado nivel de vida en Colonia son las esculturas de mármol para la decoración de templos y casas privadas, las figuras de bronce, la orfebrería en oro y plata, los tallados en ámbar y azabache, así como las excelentes gemas y camafeos.

 


Entre las piezas de orfebrería fina a destacar está un brazalete de oro con esmeraldas del siglo III d.C., así como pendientes o anillos. Y no dejéis de admirar un bello mosaico romano con motivos animales y vegetales.


 

Hasta la próxima

 

 

 

https://serviajero.blogspot.com/2013/02/colonia-catedral-y-alrededores-alemania.html

https://www.cologne-tourism.com/arts-culture/sights/detail/historic-city-hall

https://www.esturismo.eu/Europa/Alemania/Colonia/Rathausplatz.html

 

https://museum-ludwig.kulturelles-erbe-koeln.de/

https://www.museum-ludwig.de/en/home/museum/collection/the-permanent-collection-at-the-museum-ludwig

 

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