domingo, 26 de octubre de 2025

Un día visitando Teruel

 

La ciudad de Teruel es una de las grandes desconocidas para el turismo nacional. Una ciudad llena de encanto pero que, debido a su ubicación geográfica, no tiene el atractivo turístico de otras capitales de provincia.

 


En Teruel vamos a conocer el estilo mudéjar en su máxima expresión, la historia de sus amantes desdichados, un patrimonio artístico envidiable y unos cuantos secretos que os maravillarán. ¿Os animáis a conocer Teruel?

 

Teruel es una de esas ciudades pequeñas que pueden pasearse tranquilamente, pues el casco histórico es reducido. Por ello os recomiendo encarecidamente que dejéis el coche en las afueras (o en uno de los parkings de pago de la ciudad) y os calcéis un calzado cómodo. Toca empaparse andando de la ciudad de Teruel.

 

Nosotros, cuando visitamos la ciudad, dejamos el coche en el aparcamiento gratuito situado próximo a la estación de tren. Nos venía bien por estar cerca de nuestro alojamiento y es un buen punto de partida para ver la ciudad.

 

Muy próximo a la estación vamos a encontrar el primer monumento digno de mención, la conocida como Escalinata del Óvalo.

 


Esta obra monumental, inaugurada en 1921, tenía un doble propósito. En primer lugar, funcional, pues pretendía salvar cómodamente el fuerte desnivel entre la estación del ferrocarril y el centro histórico. Pero, por otro lado, también tenía un objetivo monumental, pues se concibió como una forma de embellecer esta entrada principal a la ciudad.

 

Obra del ingeniero turolense José Torán de la Rad (1888-1932), supo mezclar, con gran inspiración, la belleza de las construcciones mudéjares (uso ladrillo de barro cocido, piedra tallada, cerámicas coloreadas y estilizados torreones coronando) con elementos modernistas (forja de las farolas). De esta forma nos anticipaba lo que encontraremos en Teruel una vez paseemos por sus calles.

 

Por su gran armonía y el adecuado uso de los elementos que la componen se la puede considerar, junto con la puerta de la Catedral, como la obra más representativa del neomudéjar turolense y uno de los monumentos emblemáticos de la ciudad. ¡Ahí es nada!

 

La escalinata, por último, no deja de ser también una exaltación de la historia de la ciudad, tal como queda reflejado en el altorrelieve de Los Amantes de Teruel, situado en el frontispicio de la placeta principal, entre el escudo de la ciudad y la fuente.

 

Una vez subamos la escalinata debemos girar hacia la izquierda y acercarnos a la Iglesia y Torre de El Salvador. La Torre es una de las mejores postales que encontraréis en la ciudad y, personalmente, me recuerda mucho, en su composición, a los minaretes almohades. Merece la pena detenerse para admirar su exuberante decoración, a base de arcos mixtilíneos entrecruzados, cerámica vidriada y elementos geométricos realizados con los ladrillos.


 

Mientras admiráis la belleza de esta torre os contaré una leyenda que conecta esta torre con la de San Martín, que se encuentra muy próxima. Una leyenda de amor y desdicha, típica de Teruel.

 

La Leyenda de las Torres

 

Cuenta la leyenda que Abdalá y Omar eran dos arquitectos musulmanes que trabajaban en Teruel a principios del siglo XIV. Los cristianos de la villa querían levantar para las iglesias de San Martín y El Salvador sendas torres adosadas, y les encomendaron a los dos alarifes su construcción. Iban a ser magníficas: la pericia de los mudéjares para la albañilería era conocida y apreciada en todo el reino.

Y quiso el destino (o el amor: no podía ser de otra manera en esta ciudad) que una hermosa mora se cruzara en el camino de los maestros. Zoraida era pretendida por los dos, pero a la muchacha le gustaban ambos y no se decidía. Entonces se le ocurrió al padre de la joven intervenir; les propuso que la mano de su hija sería para quien alzara la torre más bella en menor tiempo. Los tres expresaron su acuerdo, y comenzaron las tareas.

Pasaron los meses. Los dos edificios, casi gemelos, se elevaban cubiertos por lonas, andamios y cañizos. Omar había terminado su obra el primero; llegó el momento de ofrecer orgulloso su maravillosa atalaya a todos los turolenses. Pero el deslumbramiento duró unos segundos. La torre de San Martín estaba levemente torcida. El enfurecido Omar subió las escaleras de tres en tres, trepó a lo más alto y desde allí se precipitó a la calle.

Unos días después, cuando Zoraida y Abdalá, unidos ya en matrimonio, se deleitaban con las vistas en el campanario de El Salvador, dejaron escapar un suspiro de melancolía al contemplar la torre del rival.

 

El interior de la Torre es visitable. Posee tres plantas, más el campanario (ojo con las vistas), las cuales se han musealizado con elementos expositivos para la interpretación de la arquitectura mudéjar. En este recorrido conoceremos el fenómeno social en el que nace, los materiales y procesos constructivos que la convierten en el único tipo de arte exclusivamente español, cuyo máximo exponente se alcanzó en la ciudad de Teruel, y, por último, la expansión por el territorio nacional.

 

No os perdáis el interesante vídeo que se encuentra en la planta inferior, junto a las taquillas, para entender la historia de Teruel.

 

¿Qué es el mudéjar?

Los mudéjares eran aquellos musulmanes que vivían y trabajaban en los reinos cristianos durante el período de la Reconquista de la Península Ibérica (no confundir con los mozárabes, que eran cristianos en tiempos de Al-Ándalus). La aparición del estilo mudéjar tuvo lugar en torno al siglo XII gracias a la labor de la mano de obra musulmana e incluso de algunos ciudadanos cristianos que conocían bien y admiraban el arte islámico plasmado en palacios, castillos, mezquitas o madrazas. La llegada del mudéjar está considerada como un punto de encuentro fuerte entre la cristiandad y el islam en tiempos de guerra. Los mudéjares, que mantuvieron el mismo sistema de trabajo artístico que predominaba en el Al-Ándalus, incorporaron su tradición y técnica dentro de otros estilos arquitectónicos como podían ser el románico y posteriormente el gótico.

 

La Iglesia de El Salvador es un templo reconstruido en el siglo XVII cuyo mayor atractivo es la imagen del Santo Cristo de El Salvador, situada en el centro del espectacular retablo principal. Se trata de una talla del siglo XIII que, de manera común, se la conoce como el Cristo de las tres manos. Si os fijáis en el lateral izquierdo de su torso comprobaréis la razón del nombre. Una mano aparece en ese lado, perteneciente a una figura perdida. Se especula que la imagen formaría, originalmente, una composición del típico descendimiento de la cruz.

 

Andando hacia el centro os toparéis con la Casa Ferrán, uno de los edificios modernistas más representativos de la ciudad Turolense. Fue construida en 1910 por el arquitecto catalán Pablo Monguió, quién embelleció Teruel con edificios de este peculiar estilo arquitectónico a principios del siglo pasado. Su labor convirtió a Teruel en el enclave con más arquitectura modernista de Aragón.

 


La Casa Ferrán es la primera de estas obras plenamente modernista. Se localiza en chaflán entre las calles Nueva, Laureano y El Salvador. El edificio tiene siete plantas y destaca por la elegancia y el dinamismo de su decoración, así como por el juego de materiales y formas que se utilizaron en su construcción. Combina la piedra, la madera, el estuco, mármol, forja y presenta una delicada decoración modernista. Elementos clave que no debéis dejar pasar son la puerta principal, que aparece flanqueada por jambas con ornamentación vegetal a los lados y un óculo circular en su parte superior cerrado por una interesante rejería; el mirador achaflanado y el bello alero de madera decorado por casetones. Si tenéis la oportunidad de entrar merece la pena admirar la cancela del vestíbulo y la caja de la escalera.

 

¿Qué es el modernismo?

El modernismo arquitectónico, desarrollado a finales del siglo XIX y principios del XX, es un estilo caracterizado por formas orgánicas, decoraciones exuberantes y una fuerte influencia de la naturaleza. Se destacó por el uso de nuevas tecnologías y materiales, como el hierro y el vidrio, y tuvo exponentes notables como Antoni Gaudí en España y Victor Horta en Bélgica.

Su enfoque artesanal y único lo diferencia de otros movimientos posteriores más racionalistas y rompía con los estilos historicistas anteriores.

 

Avancemos un poco más y llegaremos al centro neurálgico de Teruel, la Plaza del Torico. Se trata del centro de reunión y ocio por antonomasia de la ciudad, pues está llena de restaurantes y bares. Su forma trapezoidal tan poco ortodoxa nos recuerda su origen medieval.

 


Su nombre (en realidad se llama Plaza Carlos Castel) proviene de la pequeña figura de un toro (50 cm y 50 Kg) que se ha convertido en icono de la ciudad. Se alza en lo alto de una columna, en cuya parte inferior existe una fuente de cuatro caños. Como curiosidad indicar que no se trata de la escultura original colocada en 1858, sino de una réplica. En el año 2022 la escultura se cayó tras unos festejos y se dañó, por lo que se colocó una réplica en su lugar.

 

Esta plaza, y este toro, es el centro neurálgico de las Fiestas del Ángel, popularmente conocidas como La Vaquilla, en donde se escala la columna para colocar un pañuelo al torico.

 


Yo tuve la suerte de poder visitar la ciudad en fiestas y es una experiencia diferente y muy recomendable. Por la ciudad existen numerosos lugares donde las peñas montan sus espectáculos. Las charangas recorren el centro con su música y por las calles corre el famoso toro ensogado. Si tenéis ocasión, a mediados de julio, os divertiréis en esta celebración.

 

¿Por qué el Toro es el símbolo de Teruel?

El origen del toro como símbolo de Teruel se remonta al siglo XII, durante la época de la Reconquista. Según cuenta la leyenda, el rey Alfonso II buscaba un lugar idóneo para establecer una ciudad fortificada. La elección del sitio vino determinada por un evento que los lugareños interpretaron como una señal divina: un toro, supuestamente enviado por el ejército moro, se detuvo en un lugar elevado bajo una estrella resplandeciente. Los soldados del rey vieron en este hecho un augurio y decidieron fundar la ciudad en ese preciso lugar.

Esa estrella era Actuel, y entre la conjunción de toro y Actuel surgió Toruel, que luego derivó en Teruel.

Desde entonces, el toro y la estrella se convirtieron en los símbolos primigenios de Teruel, quedando plasmados en el escudo de la ciudad como testimonio de sus orígenes legendarios. Pero el toro representa mucho más que una simple anécdota fundacional. Para los turolenses, encarna la fuerza, la bravura y la determinación que caracterizaron a sus antepasados durante los turbulentos tiempos de la Reconquista, cuando Teruel se erigía como una importante plaza fronteriza entre los reinos cristianos y musulmanes.

 

Como la mayor parte de las leyendas, esta no deja de ser un bonito relato carente de mucha historicidad. En realidad, Alfonso II decidió fundar la ciudad en un bastión defensivo árabe llamado Tirwal, que se encontraba donde luego se emplazó la judería.

 

En esta plaza se alzan dos importantes edificios modernistas: la Casa el Torico y la Madrileña. La primera es la más famosa, tal vez por su peculiar color violeta. Actual sede de la Caja Rural de Teruel, destaca la galería de la primera planta, con siete columnas rematadas con un motivo floral que sujetan al balcón de la segunda. La tercera presenta dos grandes ventanales circulares que flanquean a una más pequeña, y la cuarta queda rematada por un torreón lateral en la esquina que rompe un poco con la simetría. Un bonito esgrafiado en la parte superior indica la fecha de su inauguración: 1912.

 


Por su parte, el edificio de la Madrileña, posee un estilo mucho más art Nouveau, tal como se aprecia en las formas curvas y las decoraciones de motivos florales. La forja de los balcones, obra de Matías Abad, presenta motivos geométricos y de animales.

 


No son las únicas casas modernistas que encontraremos en la ciudad. Recorriendo sus calles podremos admirar la anteriormente citada Casa Ferrán, así como la Casa Escriche o de Doña Blanca, donde criaturas fantásticas o grotescos seres protegen sus vanos y entrada, o la Casa Bayo o de los retales, característica por el trabajo de la herrería, con un águila en el balcón superior.

 


Por último, en la cercana calle Ramón y Cajal se encuentra un pequeño acceso a los aljibes medievales. Una curiosa visita donde descubriréis la problemática de la ciudad para obtener agua y la ingeniería medieval que posibilitó la solución a este problema. En la ocasión que visité la ciudad estaban cerrados, por lo que me lo dejo para otra vez en pendientes.

 

Acerquémonos ahora a uno de los lugares míticos de Teruel, la Fundación de los Amantes de Teruel. Nuestros Romeo y Julieta patrios.


 

La visita a este espacio consta de varios lugares diferenciados. Por un lado, está el Mausoleo de los amantes, un edificio inaugurado en el año 2005 en donde descubrir todo lo que rodea a esta historia: el contexto donde surgió, los hechos que sucedieron y la influencia posterior que tuvo el relato. 



Os dejo un breve resumen para los que no conozcan su historia.

 

La historia de los amantes de Teruel

En los primeros años del siglo XIII viven en la ciudad Juan Diego de Marcilla e Isabel de Segura, cuya temprana amistad se convierte pronto en amor. Rechazado por la familia, al carecer de bienes de fortuna por segundón, el pretendiente consigue un plazo de cinco años para enriquecerse. Parte a la guerra y regresa a Teruel cuando expira el plazo. Isabel es ya esposa de un hermano del señor de Albarracín. Consigue Juan Diego entrevistarse con ella en su casa y le pide un beso. Se lo niega Isabel y el joven muere de dolor. Al día siguiente se celebran los funerales en la Iglesia de san Pedro. Se acerca al féretro una mujer enlutada: es Isabel que quiere dar al difunto el beso que le negó en vida. Lo hace y repentinamente muere junto a él.

 

La parte más interesante, en mi opinión, es el lugar donde se encuentra el Mausoleo de los Amantes propiamente dicho, obra del escultor Juan de Ávalos.

 


Sin duda, es la imagen más icónica de los amantes: dos estatuas yacentes sobre dos sarcófagos, esculpidas en alabastro de una forma prodigiosa, con un nivel de detalle impresionante y un tratamiento de los pliegues de los ropajes que maravillan. Ella lleva la mano en el vientre y los pies desnudos, como símbolo de su pureza. Él lleva la mano en el pecho, como símbolo de gallardía. Ambos inclinan sus cabezas como si tuvieran intención de ver al otro, aunque no lo consiguen. Las otras manos cuelgan a un lado de sus sepulcros, en el centro de la composición. Parece que se tocan, pero no es así. Es un amor nunca consumado, que solo parece haber triunfado en el más allá.

 

Los sarcófagos se asientan en bases moldeadas en bronce. Para él, leones que simbolizan la valentía. Para ella, ángeles que señalan fidelidad y obediencia. Entre la base y la escultura yacente, en la cabecera de los sepulcros, los escudos de la familia. A los lados, una especie de celosías de alabastro permiten ver los cuerpos momificados que se hallaron siglos atrás en la cercana Iglesia de San Pedro.

 

El otro espacio expositivo que visitaremos con la entrada será la Iglesia de San Pedro, un templo de nave única profusamente decorado que os dejará sin habla. Personalmente fue el templo que más me gustó, por la sorpresa que ofrece al visitante. Merece la pena admirar el retablo renacentista del altar mayor de madera tallada (sin pintar), obra de Gabriel Joly, así como las capillas laterales o las vidrieras que ofrecen una luz especial al interior.

 


En el recorrido de la visita también podremos admirar el claustro mudéjar (uno de los pocos que se conservan en Aragón), el jardín (donde se obtienen las mejores vistas del ábside) y la Torre y el ándito, un elemento arquitectónico que rodea la iglesia por el exterior, desde el que se pueden apreciar los detalles del exterior de la torre, las vidrieras y el rosetón de la iglesia. Es posible subir a lo alto de la torre, donde se encuentran las campanas.

 


Volvamos nuevamente a la Plaza del Torico para realizar un pequeño descanso. Seguro que ya es hora de comer o tapear. Podéis hacerlo en el Restaurante Torico Gourmet. Nosotros también comimos en el Mesón Óvalo, cerca de la escalinata. Comida correcta y con buenos precios.

 

Tras llenar la panza es hora de visitar la Catedral de Teruel. A la misma llegaréis tomando la calle donde hace esquina la tradicional confitería Muñoz, donde degustar dulces típicos turolenses, como los Suspiros de amante (tartaletas rellenas de crema dulce de queso).

 


La catedral de Santa María de Mediavilla de Teruel es una de las construcciones más importantes del mudéjar en España, y una de las dos únicas catedrales españolas, junto con la de Tarazona, construida en este estilo. Sólo por esto la visita debería ser obligada, ¿no os parece?

 

Aunque originalmente románica, de este estilo apenas queda nada al reconstruirse casi totalmente en el siglo XIV. Con un nuevo estilo gótico-mudéjar, se utilizó el ladrillo para elevar la construcción y dar más iluminación interior.

 

De la fachada principal vamos a destacar la portada neomudéjar, realizada por Monguió en el siglo XX, llena de elementos fundamentales del mudéjar, tales como el ladrillo (realizando diversas decoraciones geométricas) o la cerámica de colores.

 


El otro elemento a destacar es la imponente torre campanario, una de las más antiguas de la ciudad junto con la de San Pedro. Se construyó en el año 1258. Su decoración está compuesta por arcos de medio punto entrecruzados y los frisos de esquinillas están decorados con cerámica vidriada verde y blanca. A ello se unen las ventanas abocinadas y los ajimeces, de herencia islámica. Lo anterior contrasta con el cuerpo de campanas, claramente de tradición cristiana. Por tanto, tenemos una mezcolanza de estilos decorativos bastante original.

 


Por último, no podemos dejar de anotar la preciosidad del cimborrio (elemento situado sobre el crucero), realizado en el siglo XVI en un estilo que aúna elementos renacentistas y mudéjares. Este elemento lo veremos mejor cuando visitemos el Museo de Teruel.

 

En su interior varios son los elementos destacables. En primer lugar, el retablo mayor, Considerado como la obra cumbre de la escultura renacentista en la provincia de Teruel fue construido por Gabriel Joly y está dedicado a la Asunción de Nuestra Señora.


 

Tallado por completo en madera, sorprende por conservar su color natural, careciendo de las típicas decoraciones con profusión de policromía y dorados. En él se representan los misterios de la vida de Cristo y de su Madre, que aparece en la hornacina central como Asunta a los cielos. Las tallas están dotadas de una gran fuerza y patetismos que se asocia a la influencia de Berruguete.

 

Pero, si por algo es famoso el interior de la Catedral de Teruel, es por su excepcional techumbre, considerada la Capilla Sixtina del mudéjar. Se trata de una estructura de armadura de par y nudillo y una sorprendente función estructural (casi todas las techumbres mudéjares sólo son decorativas).

 


Tiene una longitud de unos 32 metros y data de mediados del siglo XIII. Lo mejor es que se conservaron todos los motivos decorativos, los cuales incluyen desde vegetales y geométricos, propios del arte islámico, hasta figurativos. Mirando hacia el cielo descubriremos figuras de todo tipo: Oficiales, artesanos, personajes históricos, seres fantásticos. Hasta composiciones de figuras, como si de un comic se tratara. Os reto a encontrar la caza del jabalí, de excepcional factura, o la adoración de los Reyes Magos.

 

En definitiva, una maravilla medieval como no existe otra en España.

 

Si queréis informaros más detenidamente en cada elemento de esta Catedral os aconsejo visitar la siguiente página: https://www.aragonmudejar.com/teruel/pag_catedral/catedral00.htm

 

Al salir de la Catedral no olvidéis entrar al museo de arte sacro, en el Palacio episcopal, que también está incluido en la entrada con la que accedisteis al templo. En su interior encontraréis piezas de arte religioso que cubren diferentes etapas históricas, desde el románico al barroco.

 

Muy cerca de la Catedral se encuentra el Museo Provincial de Teruel, cuya muestra es tanto arqueológica como etnográfica. 



En la exposición permanente vais a poder admirar objetos que van desde la prehistoria turolense hasta la Edad Media, con especial mención a la cerámica.

 


Por su parte, en la parte etnográfica, descubriréis las características generales del poblamiento y la vida cotidiana en Teruel, con aspectos tan significativos como la vivienda, la indumentaria, la alimentación, la explotación de los recursos económicos o la religiosidad, con especial incidencia en los siglos XIX y XX.

 

Entre las piezas principales se encuentra el Mosaico romano de Calanda, encontrado en una villa del siglo IV. El mosaico tiene varias particularidades que lo hacen sumamente especial: se extendía por los peldaños que separaban dos habitaciones, posee forma semicircular en una de las salas y, por último, tiene representados animales propios del norte de África, tales como la pantera, el león y el leopardo, lo que hace pensar a los expertos que el dueño sería un cazador de la aristocracia.

 


Antes de marcharos, en la parte superior, existe una terraza donde obtener las mejores vistas del cimborrio de la Catedral.

 


Dirigiéndonos desde aquí hacia la Iglesia de San Miguel, encontraremos las Murallas de Teruel. Datan de los siglos XIV-XV y fueron realizadas en mampostería, obtenida a partir de la mezcla de piedra, ladrillo, cal, arena y agua. Tiene siete puertas, destacando el Portal de San Miguel conocido como Portal de la Traición, situada junto al Centro de Interpretación.


 

Leyenda de la Puerta de la traición

Se cuenta en la ciudad que, durante la guerra de los Dos Pedros, un contingente castellano asediaba la ciudad de Teruel ya que era una ciudad muy bien amurallada y perfectamente defendida. Con el paso de los días empezaron a escasear los alimentos y la población comenzó a sentir miedo a ser aniquilados. Pero un juez de Teruel, temiendo ser torturado e incluso pagar con la muerte, decidió establecer un pacto secreto con el enemigo: abrirle el portal de San Miguel. El día tres de mayo, el día de Santa Cruz, las tropas de Pedro I entraron en la ciudad por el “Portal de la Traición” y Teruel, sin remedio, tuvo que rendirse, quedando bajo dominio castellano.

El rey castellano quedó tan satisfecho con su conquista que decidió no tomar represalias contra los turolenses, incluso les permitió que siguieran con sus costumbres.
Antes de abandonar Teruel, el ejército castellano saqueó la ciudad y se llevó consigo los pendones y banderas que los turolenses habían conseguido en nobles batallas. Al enterarse el rey aragonés de la escasa resistencia, del saqueo y de los bienes usurpados por los castellanos, se enfadó tanto con el pueblo de Teruel que le retiró los Fueros. Pasado un tiempo y ante las súplicas de los turolenses, Pedro IV decidió devolverles los fueros. Quien no perdonó nunca al juez traidor fue Teruel, tampoco pudo aplicarle justicia por haber huido con el enemigo castellano.

 

En el centro de interpretación de las murallas turolenses descubriréis, además de la historia anterior, todo lo relativo al sistema defensivo de la ciudad, incluyendo sus torres y puertas. Una visita interesante que la dejo en pendientes.

 

Y ya que estáis por esta zona de la ciudad acercaros al Acueducto de los Arcos, bonita obra de ingeniería hidráulica del renacimiento (siglo XVI).


 

Y para terminar con un buen sabor de boca os aconsejo acercaros a la Torre de San Martín, muy similar, estéticamente hablando, a la que vimos en El Salvador al principio de nuestro recorrido. Personalmente, tuve ocasión de admirarla en diferentes momentos del día y me gustó más incluso que la primera.

 


Para un día, sin duda, este recorrido es más que suficiente. Y si no queréis correr demasiado podéis dedicarle un fin de semana y pasear tranquilamente por su recoleto casco urbano.

 

Os dejo un mapa muy sencillo con los principales atractivos de la ciudad.


 

Ahora bien, Teruel tiene muchos más encantos que descubrir, por lo que podéis visitar la ciudad más de un día debido a los numerosos atractivos que posee en los alrededores. Os pongo algunas pocas visitas recomendadas:

 

·       Albarracín, uno de los pueblos más bonitos de España (pronto escribiré un post).

·       Dinópolis, parque de dinosaurios que hará especial ilusión a los niños.

·       Museo minero de Escucha, donde adentrarse en las entrañas de una mina de carbón.

 

Espero que os entraran las ganas de visitar Teruel, para mí, una de las grandes desconocidas del turismo nacional.

 

Hasta la próxima

 

 

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