Hoy os voy a proponer una visita
dominguera sin salir de Madrid. Aunque el Palacio Real de El Pardo se encuentra
a escasos 15 kilómetros de la Puerta del Sol, lo cierto que pareciera que se
encuentra mucho más lejos.
Nada más entrar en las inmediaciones del Monte
del Pardo parece que nos encontráramos muy lejos de la capital de España. El
paisaje cambia totalmente, adentrándonos en uno de los mejores bosques
mediterráneos de toda Europa, con centenares de especies vegetales y animales
campando a sus anchas. Y aunque existen muchas rutas para pasear por este lugar
(a pesar de las grandes restricciones impuestas por Patrimonio Nacional), el
monumento estrella de la zona es el Palacio donde Franco residió una buena parte
de su dictadura. ¿Os apetece descubrir este lugar?
El Palacio
Real de El Pardo es el patito feo de los palacios reales que rodean la
capital de España. El Palacio Real de
Madrid, con su céntrica situación, Aranjuez, con sus extensos jardines, La
Granja de San Ildefonso, con sus famosas fuentes, o incluso el Monasterio de El
Escorial, situado en un entorno maravilloso, son lugares con más fama que el
Palacio Real de El Pardo.
Puede que sea por el nefasto recuerdo de
haber sido residencia del dictador Franco hasta 1976, o por ser tener un
aspecto exterior demasiado moderno para el gusto de los turistas, el
caso es que se trata de uno de los palacios menos visitados de todos los enumerados
anteriormente.
Y debo reconocer, tras haberlo visitado,
que existen muchas razones para ello. Al contrario que en otros palacios, no
existen paneles informativos de las salas que se visitan (algo básico si no
realizamos la visita guiada) y gran parte de los atractivos permanecen cerrados
o no es posible visitarlos. La última vez que visité este lugar, sin razón
aparente, no pude ver ni la Capilla Real, el Teatro o las habitaciones de
Franco, lugares, a mi entender, importantes.
En definitiva, entendí de primera mano que
sea uno de los monumentos menos visitados de la Comunidad de Madrid, a pesar de
su alto valor histórico. No obstante, no quisiera desanimaros, pues el lugar
bien merece una visita y tiene el encanto suficiente como para dedicarle un
domingo libre de los 52 que tiene el año.
¿Cómo llegar?
El acceso al Palacio Real de El Pardo es
muy sencillo, pues a la carretera M-605 se llega fácilmente desde las vías de
circunvalación M-30 y M-40.
Luego, ya en el pueblo, yo siempre he
podido aparcar junto a la entrada del Palacio, en la Calle Manuel Alonso,
aunque tienes varios aparcamientos disuasorios antes de llegar a este céntrico
punto.
Visita al Palacio
Los jardines del Parterre son la
antesala al interior del Palacio. Se trata de un jardín neoclásico, con sus
avenidas y glorietas, donde la primavera es el mejor momento para admirarlo por
sus numerosos parterres de flores. En las inmediaciones del palacio se han
sustituido las flores por arena de color, simulando de manera más económica lo
que en otro tiempo fue una esplendorosa decoración floral. No obstante, con el
Palacio al fondo la estampa es muy bella.
Antes de proseguir, un breve inciso
histórico. Los orígenes del Palacio datan de 1405, cuando Enrique III de
Castilla construyó aquí un pabellón de caza. Será Carlos I y, sobre todo, su hijo
Felipe II, quienes transformen aquel castillo en un palacio. Al último debemos
la planta cuadrangular o la introducción de los tejados de pizarra, siendo este
palacio uno de los primeros en poseerlos. Lamentablemente, las posteriores reformas
y algún que otro incendio han destrozado casi toda esta herencia.
Hoy en día el Palacio que admiramos
corresponde a las obras de mejora borbónicas. Felipe V fue el que convirtió el
lugar en la principal residencia invernal de la corte, una costumbre que fue
potenciada especialmente por Carlos III. Fueron ellos los que le otorgaron el
aspecto actual.
Fernando VII fue el último monarca que
habitó este lugar y el que lo amuebló siguiendo el estilo imperio dominante en
su época. Luego tendría un resurgimiento con Alfonso XII, al que le gustaba
pasar largos periodos aquí practicando la caza. En una de sus salas encontró la
muerte, aquejado de tuberculosis. Una litografía de Juan Comba nos muestra al
monarca en su lecho de muerte en una de las salas de este palacio.
Durante la República el lugar permaneció
cerrado para, finalmente, convertirse tras la guerra en la residencia del
dictador Franco. Aquí fue donde se tomaron las principales decisiones durante
esta etapa histórica, la cual duró hasta 1976. Hoy en día se utiliza como Residencia
Oficial de Jefes de Estado Extranjeros. Volvamos ya a nuestra visita tras este
breve inciso histórico.
La fachada exterior de este Palacio
se realizó siguiendo el estilo tardo barroco francés, con un pabellón central
que avanza respecto al cuerpo principal y con dos torres laterales que sirven
de contrapeso visual para equilibrar el conjunto. Las torres achatadas, las
mansardas en los tejados y el enfoscado color crema ocultando el color rojizo
del ladrillo le dan un aire muy alemán a este Palacio. Tanto en el aspecto decorativo
exterior como arquitectónico me recordó mucho al Palacio de Würzburg,
por ejemplo.
Fachada principal del Palacio de El Pardo
La visita al interior del Palacio de El
Pardo se realiza por un lateral, atravesando el pasadizo elevado que
conectaba el palacio con la capilla (construido por Fernando VII). En este
momento podemos asomarnos al foso, un elemento medieval que aún conserva esta
construcción.
Entrada al Palacio de El Pardo
Nada más cruzar el arco de seguridad y
coger nuestras entradas visitaremos el Patio de los Austrias. Este patio
era un clásico de los palacios de los Austrias, con sus características galerías
porticadas de dos pisos. Ahora bien, en época borbónica, se tabicaron dos de
las galerías y se incluyeron los miradores ochavados de las esquinas. La
cubierta de cristal actual le otorga un aire algo extraño, aunque resulta
imprescindible a la hora de celebrar eventos de gala y banquetes.
Cuando accedemos al piso superior a través
de las escaleras y admiramos las salas que se abren ante nosotros en el
particular recorrido a través del palacio, vamos a descubrir los principales
motivos por los que merece la pena visitar este lugar.
Al ser una residencia de invierno, los
monarcas no escatimaron en medidas para mantener caliente el lugar. Y en época
de los Borbones eso era sinónimo de tapices. No creo equivocarme si os digo que
en ningún otro palacio podréis admirar tal cantidad de tapices recubriendo
las paredes de cada estancia. Algunos, de una calidad tan excelsa, que bien
parecieran auténticas pinturas.
Fue Felipe V quién sustituyó las pinturas
que colgaban de las paredes anteriormente por tapices elaborados por la recién creada
Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Muchos de ellos tienen una temática
campestre, muy adecuada con el contexto donde se encontraba el palacio. Pero
los que realmente merecen la pena son los que encargó luego Carlos III y que reproducían
cartones de Bayeu, Castillo y Goya. De este último vamos a poder
descubrir obras muy conocidas como El majo de la guitarra, Las Lavanderas, La Nevada,
El Quitasol, La merienda a orillas del Manzanares… Todo un lujo para la vista.
Otro de los atractivos lo tenemos en los techos,
decorados con numerosos frescos. De la época de los Austrias el único que
sobrevivió al incendio de 1604 fue el de la Historia de Perseo pintado
por Gaspar Becerra. Del resto que vamos a poder admirar me gustó mucho España
rodeada de poetas, escritores y conquistadores de
Juan Antonio de Ribera.
Por último, el otro gran atractivo de
este palacio reside en su mobiliario, procedente la mayoría de la época de
Fernando VII. De un peculiar estilo imperio, personalmente me encantaron
las lámparas de araña. Fabricadas en La Granja, se diferencian de las francesas
en tener los brazos también de cristal. Sus dimensiones colosales os dejarán
boquiabiertos.
Dentro del mobiliario cabe destacar que,
al ser residencia de Franco, muchas salas conservan decoración propia del siglo
XX. Veremos sofás actuales, muebles para la televisión y el vídeo (¡!), obras
de arte contemporáneas recubriendo las paredes en un gusto peculiar cuanto
menos y, si somos observadores, curiosos enchufes y llaves de la luz.
Dentro de las salas más características
indicaros que el comedor real, en época de la dictadura, fue utilizado
como el lugar donde se reunía el consejo de ministros. Mientras, en el despacho,
vemos el gusto por lo oriental, destacando la decoración con figuras egipcias
de la mesa y la silla. Y, por supuesto, existe un pequeño oratorio, algo
imprescindible tanto en la monarquía como en la dictadura, fervorosamente
católicas.
Como dije antes, en mi visita me quedaron
un par de salas sin visitar. Una de ellas fue el Teatro Real, convertido
por Franco en sala de cine.
El otro lugar del que me quedé con ganas
fue la Capilla Real, máxime por tener el lienzo de la Inmaculada Concepción
de Juan Bautista de la Peña. Se configura en una única planta octogonal y posee
una decoración neoclásica.
Y, como no, las habitaciones de Franco.
En definitiva, una visita bastante
interesante y muy desconocida por la gran competencia de palacios existentes en
los alrededores de Madrid. Tras visitarlo os diré que, tal como preveía, fue el
que menos me gustó de todos. Pero, a la vez, creo que merece la pena darle una
oportunidad por la impresionante riqueza en tapices que conserva.
Y para complementar la visita podéis
realizar diversos planes en los alrededores:
- Si os gustan los jardines barrocos existe un magnífico ejemplo en la cercana Quinta del Duque del Arco, con fuentes tipo cascada y figuras escultóricas mitológicas.
- Si preferís seguir viendo residencias palaciegas podéis concertar cita previa para que os muestren la Casita del Príncipe, un palacete utilizado como casa de recreo de los príncipes y que contiene unos excepcionales frescos.
- Si os gustan los vehículos históricos os recomiendo acercaros a la Sala histórica de la Guardia Real, donde vais a poder admirar vehículos pertenecientes a Franco.
- Si lo vuestro es el arte religioso no podéis dejar pasar el Convento de los Padres Capuchinos, cuya pieza principal es el Cristo yacente de Gregorio Fernández.
- Y si lo que preferís es un paseo por la naturaleza el entorno del Monte del Pardo os brinda numerosos recorridos donde ver hasta algún que otro ciervo. Os recomiendo acercaros a la presa de El pardo y a la zona de Mingorrubio
P.D.: Puesto que la toma de fotografías
del interior del palacio no está permitida, las fotografías elegidas para acompañar al texto
se obtuvieron de diferentes páginas de Patrimonio Nacional, así como de webs con imágenes libres, tales como Wikipedia.
Hasta la próxima
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