Hoy no vamos a viajar a un lugar concreto, sino que
vamos a recorrer toda Europa de una manera muy original. Lo haremos a través de
los dulces más característicos de cada país, lo que seguro nos hará recordar
con agrado algún que otro viaje o escapada que hicimos en el pasado.
Como en toda lista que se precie la subjetividad es
algo innato. En este dulce recorrido no apto para diabéticos seguramente no
encontréis todos los dulces que os estáis imaginando. Y ello se debe a que mis
gustos son muy particulares. Puede que en mis recorridos por Europa probara
dulces que me gustaron más o menos que a otra persona. O que ciertos alimentos
me evocan recuerdos tan felices que los tengo, en parte, idealizados. Sea como
fuera, a continuación, os dejo mi particular recorrido por Europa. ¿Listos los
comensales?
A la hora de elegir los principales dulces de cada
país me he centrado en los que cualquier turista suele encontrar en su capital.
De manera habitual, estas urbes suelen ser los destinos turísticos más
importantes de cada país, por lo que me pareció acertado elegirlas para mi
recorrido. ¡¡Empecemos!!!.
Lisboa, Portugal: Pastel de Belén
Uno de los barrios más encantadores de Lisboa, capital
de Portugal, es el barrio de Belén. Desde el centro podéis llegar con el famoso
tranvía número 15 en un viaje que apenas dura media hora. Entre sus atractivos
turísticos se encuentra el Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belém o el
colosal Monumentos a los Descubrimientos. Ahora bien, respecto a lo que
nosotros tratamos aquí, quiero descubriros un lugar encantador donde realizan
un pastel de crema desde el siglo XIX.
En la pastelería y cafetería Pastéis de Belém podéis
encontrar el denominado Pastel de Belén, una pequeña tartaleta de crema,
de apenas 8 centímetros de diámetro, pero con un sabor impresionante. El
hojaldre que contiene el dulce tiene la consistencia justa y la crema del
interior está sabrosísima.
La historia de este dulce es la siguiente. Debido a la
Revolución Liberal en Portugal, los monasterios debieron cerrar sus puertas y
muchas personas que allí vivían se quedaron sin ocupación. Corría el año 1834.
Del cercano Monasterio de los Jerónimos uno de sus
panaderos decidió dedicarse a vender estos pasteles. Los atractivos turísticos
del barrio ayudaron a que el postre se volviera famoso entre los turistas. Y
para 1837 se dio inicio a la fabricación de los Pastéis de Belém en las
instalaciones anexas a la refinería según la antigua “receta secreta”
originaria del Monasterio. Desde entonces, esta receta es transmitida y
conocida exclusivamente por los maestros pasteleros que los fabrican de modo
artesanal en el “Taller del Secreto”. Esta receta se mantiene inalterable hasta
hoy en día.
No obstante, si deseáis intentar imitar al original en
vuestra casa os dejo el enlace a una página donde consultar una receta sencilla
y deliciosa (aquí).
Madrid, España: Churros con chocolate
Siendo mi país de origen decidirme por uno de los
numerosos postres existentes me resultó muy complicado. Por ello, tuve que
ayudarme en las personas que visitan Madrid para conocer cual es el dulce
típico que vienen buscando. Y la respuesta, aunque sorprendente, no resulta
extraña: Churros con Chocolate.
El lugar típico donde tomar una buena merienda de este
tipo es la Chocolatería San Ginés, situada en un estrecho callejón próximo a la
Plaza Mayor. Su ubicación es ideal, pues puedes llegar hasta por tres calles
diferentes. Yo siempre lo hago desde la calle Arenal, tomando la callejuela junto
al Teatro Joy Eslava. Aunque también puedes hacerlo desde la Plazuela de San
Ginés o por la calle de los Coloreros.
La Buñolería-churrería de San Ginés abrió en 1894, en
el pasaje del mismo nombre. Su fama empezó cuando la gente a la salida del
teatro acostumbraba a tomar un chocolate con churros. La Chocolatería es
mencionada en la obra Luces de Bohemia de Valle Inclán, recuerdo de su
pasado bohemio, cuando era frecuentado por artistas y literatos. Durante la
Segunda República, se la denominaba la escondida por su particular
ubicación en el pasadizo de San Ginés, mientras que, más adelante, también tuvo
el sobrenombre de El Maxim´s golfo, debido a que era el último lugar que
cerraba en aquella zona.
El establecimiento actual conserva la decoración del
siglo XIX, con madera combinada con mármol. Múltiples fotografías muestran la
gran cantidad de personas famosas que pasaron por allí y se calcula que, en la
actualidad, sirven a cientos de personas al día. En una jornada normal llegan a
realizar 4.000 churros.
El chocolate llegó a España de Mesoamérica. Fue
durante la conquista del continente que Hernán Cortés envió al abad del
monasterio de Piedra el primer cacao junto a la receta para cocinarlo. Muy
pronto se popularizó como bebida entre los españoles, endulzándolo con azúcar
de caña y exportándolo al resto de Europa. Tal fue la fama de este producto que
algún viajero llegó a decir lo siguiente: “el chocolate es para el español
lo que es el té para el inglés”. No resulta extraño afirmar que se llegó a
convertir en uno de los símbolos nacionales.
Los churros y porras tienen un origen más incierto
debido a que su origen pudo ser muy diverso. Algunos indican, por su parecido
al youtiao chino, que fueron introducidos en Europa por los portugueses.
Otros, en cambio, indican que su parecido con los buñuelos hace que su origen
pueda rastrearse en el mundo árabe e, incluso, de la época romana.
Lo cierto es que se trata de una masa de harina de
trigo, agua y sal frita en la sartén con aceite. Algo muy sencillo de elaborar
y que marida fenomenalmente con un buen chocolate caliente. Si visitáis Madrid
en época de frío esta merienda hará que recobréis el calor y os dejará un gusto
dulce en la boca.
París, Francia: Croissant
Este producto pastelero tiene diferentes nombres según
el país europeo donde lo comamos. En unos lugares se llaman cuernos, en otros,
medialunas y hasta cachitos. En España tenemos la palabra cruasán, un ejemplo
de nuestra capacidad para introducir palabras de otros idiomas según las
escuchamos.
La receta de este dulce fue elaborada en el siglo XIX
por panaderos parisinos, los cuales se inspiraron de la forma del kifli
austriaco popularizado por el panadero vienés August Zang. No obstante,
realizaron una pequeña variación, utilizando una masa hojaldrada fermentada
típicamente francesa. Por tanto, aunque en muchos lugares leeréis que los
franceses robaron la receta a los austriacos, esto no es muy exacto.
La palabra francesa tiene el significado de creciente
y alude a la fase lunar de cuarto creciente, la cual tiene una forma similar al
de este dulce. Este bollo está realizado con capas finas y uniformes de masa y
mantequilla, tiene un aspecto hinchado y posee un toque algo crujiente (sin ser
duro) que hace que las migas se esparzan en cada mordisco. Variaciones
riquísimas son las que rellenan tal dulce de crema o chocolate. Y,
personalmente, me encantan hasta para combinarlos con productos salados, como
queso o jamón.
Cuando visité París estaba alojado en un hotel donde,
todas las mañanas, colocaban un gran cesto de mimbre lleno de este delicioso
manjar. Estaban tan deliciosos que, un día, llegué a comerme más de media
docena de ellos.
Desde 1950 el Croissant se ha convertido en el
desayuno típico de los franceses por lo que si visitas París no puedes
marcharte sin realizar esta tradición tan exquisita.
Londres, Inglaterra: Muffin de arándanos
Pasamos ahora al típico desayuno que debéis tomar si
visitáis Londres. Estas consistentes magdalenas rellenas se crearon en la
capital inglesa en 1703.
Los muffins son preparados principalmente a base de
harina de trigo, huevo, aceite vegetal, leche de vaca, polvos de hornear,
esencia (siendo la más usual la vainilla) y azúcar. El inglés se caracteriza
por tener una textura más esponjosa que el de otros lugares, y entre los
añadidos que suelen tener yo recomiendo encarecidamente el de arándanos (Blueberry
Muffins).
Un complemento ideal para tomarlo con el café de la
mañana o el clásico té inglés de las cinco de la tarde.
Bruselas, Bélgica: Gofres
Cuando visité Bruselas una de mis paradas obligadas
era una pequeña tienda cercana a la Grand Place, en donde vendían, según las
opiniones de varios turistas, unos de los gofres más deliciosos de la ciudad. Se
trataba de la The Waffle Factory, un lugar donde adquirir gofres combinados
con todo tipo de ingredientes deliciosos, desde frutas a nata o chocolate, todo
un clásico.
La historia de gofre puede remontarse a la Edad Media,
donde se elaboraba este tipo de galleta crujiente y esponjosa en un molde de
metal con dos placas. Las mismas se denominaban waffer, y de ahí que en
muchos países a este dulce se le llame waffle.
Los típicamente belgas se elaboran con una masa de
levadura aligerada con clara de huevo batido, lo que les proporciona su
crujiente textura. Tienen forma rectangular y numerosos agujeros cuadrados que
muestran la forma del molde donde se realizaron. Se sirven calientes y os
recomiendo acompañarlos con chocolate para un placer tan intenso como culpable.
Roma, Italia: Crostata
Italia es un país cuya gastronomía es muy similar a la
española, fruto de una relación histórica muy amplia entre ambos países. No es de
extrañar que su gusto por el dulce sea también muy parecido.
Me resultó muy complicado elegir un dulce para este
país pues el Gelato (originario de Sicilia), la Panna Cotta (origen Piamonte),
el Panettone (originario de Milán) o el Tiramisú (originario de la zona del
Véneto) son productos típicos muy apreciados por los turistas. Pero mi elección
es una especie de tarta denominada Crostata que me resultó muy sabrosa. Tal vez
elegirla fue consecuencia de no conocerla, al contrario de todos los productos
antes mencionados.
La Crostata es uno de los dulces típicos italianos más
antiguos y su origen se pierde en la leyenda de la sirena Partenope, a la que
los habitantes de la bahía de Nápoles regalaron varios ingredientes y ella les
devolvió la sabrosa tarta. Otro relato indica que la tarta proviene del antiguo
convento de San Gregorio Armeno, quienes realizaron un postre como símbolo de
la Resurrección de Cristo. Postre elaborado por el pueblo llano, fue
introducido entre las clases altas por el Marqués de Rubis, quien lo probó en
un viaje a Nápoles.
El éxito de este delicioso dulce con base de harina,
azúcar y huevos reside en la versatilidad que tiene a la hora de admitir
relleno. Crema pastelera, chocolate, todo tipo de mermeladas, frutas y hasta
ricota, algo típico del centro de la península italiana.
Aunque no podemos considerarlo un postre típicamente
romano, su amplia difusión por toda Italia hace que en la capital lo encontréis
en cualquier pastelería. Os aconsejo probar el de mermelada de melocotón.
Berlín, Alemania: Berliner Pfannkuchen
También conocido como Berlinesa, se trata de un dulce
tradicional alemán que tiene una gran expansión por toda Europa, donde lo
encontraréis con multitud de nombres. En España, por ejemplo, se suele
denominar bomba.
Consiste en un bollo redondo de masa dulce frita en
aceite que contiene los siguientes ingredientes: harina, leche, azúcar,
manteca, huevo, levadura, esencia de vainilla, ralladura de limón y sal. Estos
bollos se suelen rellenar con diferentes ingredientes, siendo las más típicas las
rellenas de crema. También las encontraréis de mermelada de frutas y chocolate,
siendo el último toque el espolvoreado con azúcar glas.
Suele ser un dulce típico de final de año y Carnaval,
donde una broma típica es rellenarla de mostaza.
El origen de este producto tiene una bonita leyenda
que nos remonta al año 1756. Un pastelero berlinés quería servir a Federico el
Grande como artillero, pero por algunos problemas de salud no era apto para
ello. El Rey le convirtió en panadero del regimiento y éste, como
agradecimiento, inventó estos bollos con forma de bola de cañón.
Viena, Austria: Apfelstrudel
Uno de mis postres favoritos cuando viajo por Europa
Central es esta delicia de origen austriaco y ampliamente difundida por los
países germánicos.
El conocido como Strüdel de manzana es un rollo muy
fino de masa, a veces también de hojaldre, relleno de compota de manzana,
azúcar, canela, pasas y pan rallado que una vez preparado se cocina en el
horno. Tiene que tener cierta textura crujiente y, personalmente, me gusta que
las manzanas no sean demasiado ácidas. Calentito y espolvoreado con azúcar glas
es un magnífico final para cualquier comida o cena.
El origen de este postre tiene, en su raíz más
antigua, la cocina árabe, concretamente el Baklava turco. Fueron los
jenízaros del Imperio Otomano los que llevaron este postre desde Bizancio hasta
Viena. Allí los austriacos tomaron la receta y la refinaron de tal forma que
convirtieron este producto en uno de los más exquisitos que podemos probar en
la actualidad. La receta más antigua se encuentra en un
manuscrito llamado Koch Puech, del año 1696.
Praga, República Checa: Trdelník
También llamado Dulce Chimenea, este dulce lo
encontraréis en numerosos puestos callejeros por el centro de la ciudad. En
realidad, es un pastel proveniente de Eslovaquia, pero en Praga se consume en
cantidades ingentes por los turistas. Hay que tener en cuenta que ambos países,
hoy independientes, tuvieron un largo pasado común en Checoslovaquia.
Se trata de una masa de harina enrollada en un pincho
de madera (cuyo nombre es trdlo) y que se asa (Rotisserie) al
fuego de unas brasas mientras gira sobre sí mismo. La forma final es el de una
masa cocida al fuego de forma cilíndrica y hueco en su interior, con ligero
sabor ahumado, así como aromatizado con canela. Aunque solo está muy bueno, se
suele acompañar de chocolate o helado. Su textura esponjosa y cálida lo hace
ideal para los días de frío.
El origen más antiguo del Trdelník se remonta a la
Edad Media, donde apareció en la región de Transilvania, perteneciente entonces
a Hungría. Su nombre original es Kürtös Kalács, que significa bollo de comino De
ahí pasaría a Eslovaquia, perteneciente también a este país hasta 1918. Fue el
cocinero del conde József Gvadányi quien llevó la receta a la ciudad de Skalice
en el siglo XVIII, donde la receta se alteró y nació la forma actual del
trdelník, un nombre de origen eslovaco.
Budapest, Hungría: Kürtőskalács//Túró Rudi.
El Kürtőskalács es la versión húngara del dulce
de chimenea descrito en Praga y su nombre recuerda del postre original del que
procede. Siendo francos este dulce es típico de regiones que pertenecían a
Hungría por lo que aquí se encuentra la forma más original de este postre
callejero cocinado sobre un cilindro unido a un pincho que se pone sobre un
fuego abierto.
Consiste en una cinta fina de masa ligera con
levadura, algunas veces con un toque de canela o piel de limón, y a veces
incorporando nueces o almendras. La masa está enrollada alrededor de un
cilindro de madera, bien espolvoreada con azúcar. Este resulta en un dulce con
forma de espiral o rollo, con el azúcar caramelizado sobre la superficie del
kürtöskalács, formando una corteza dulce y crujiente, mientras la masa de
dentro queda muy suave y blanda. Después se puede enrollar en sabores
diferentes (como canela, nueces, almendras, chocolate, etc.).
El término procede de kürtő, que significa
chimenea, y su nombre alude a su forma.
Como excepción y dado que ya hemos descrito este dulce
en otro país voy a recomendaros otro producto, esta vez típicamente húngaro. Se
trata del Túró Rudi, un postre consistente en una barrita de chocolate
rellena de una crema similar al requesón. Su nombre alude a este producto pues
Túró significa requesón en húngaro y Rudi podría ser la abreviatura de Rudolf.
Fue precisamente Rudolf Mandeville quien recibió el
encargo de realizar una versión húngara de un producto proveniente de la
antigua URSS. La producción de los primeros Túró Rudi comenzó en
Budapest en el año 1968. Desde entonces se ha convertido en una de las
golosinas preferidas de los niños húngaros.
Grecia: Bougatsa.
La Bougatsa es un pastel de hojaldre que suele estar
relleno de crema pastelera y está considerado uno de los postres más populares de
Grecia.
No obstante, también podemos encontrarlo relleno con
espinacas, carne picada o queso. Esto se debe a que en su origen no se trataba
de un dulce, tal como indica su propio nombre, el cual podemos traducir como “relleno
de pastel con queso o dulce, encerrado y sellado en la masa”.
La Bougatsa griega proviene de la poğaça turca, un
tipo de pan que tiene similitudes con la focaccia italiana, el cual solía
rellenarse con queso y se tomaba como aperitivo.
Una teoría indica que a raíz de la extensión del
Imperio Otomano fue que pasó a Europa. Otra teoría, en cambio, indica que este
postre proviene de Constantinopla y que ya existía antes de su conquista por
los musulmanes en 1453, perdurando después de la conquista. Serían los
emigrantes de aquella ciudad, que huían de la invasión, los que llevaron el
postre a Macedonia y Grecia. Existen numerosas variedades locales, y utilizar
hojaldre en vez de pan fue una variante que se relaciona con los sefardíes de
Tesalónica.
En la isla de Creta, son las ciudades de Chania y
Heraklion las que la han convertido este postre en su especialidad local, si
bien hoy en día es posible encontrarlo en cualquier pastelería de Grecia.
Estambul, Turquía: Baclavá.
El Baclavá es uno de los postres más representativos
de la cultura turca. Se trata de un pastel compuesto por varias capas de
hojaldre que se rellenan con nueces, avellanas, pistachos y otros frutos secos,
los cuales se bañan con jarabe de miel.
El Baclavá actual proviene de la cocina imperial del
Palacio de Topkapi de Estambul del siglo XV. Luego se difundió entre las clases
acomodadas, siendo un postre que sólo se cocinaba en ocasiones especiales.
Su historia, no obstante, es bastante más antigua y
existen expertos que lo relacionan con postres elaborados por los romanos e,
incluso, por los asirios en el siglo VIII a.C. También existe una curiosa
disputa con los griegos y, en general, con todos los países de esa zona
geográfica, lo que demuestra que su extensión fue muy amplia.
Ámsterdam, Países Bajos: Stropwaffel
La Stropwaffel es una galleta con aspecto de gofre
redondo que se suele unir a otra y rellenar con sirope de caramelo, a modo de sándwich
dulce. Sin duda se trata de las galletas más famosas de los Países Bajos y las
podréis encontrar bañadas de chocolate o con nata (por si no os parecieron
suficientemente dulces).
La Stroopwafel se inventó en la ciudad de Gouda (conocida
por su particular queso) hacia 1784. Y parece ser que fue una receta de
aprovechamiento. Un panadero creó esta galleta con las migajas que le sobraron,
añadiéndole el caramelo para unir los trozos. Durante mucho tiempo fue una
comida de pobres, aunque con el paso del tiempo se ha impuesto como el acompañamiento
más típico de este país a la hora de tomar un café.
Un truco que suelen utilizar los holandeses es colocar
la Stroopwafel sobre la taza de café o chocolate, dejando que el calor ablande el
almíbar y caliente la galleta.
Y hasta aquí mi recorrido dulce por Europa. Si
conocéis algún postre tan rico dentro de los países que me quedan por nombrar
no dudéis hacérmelo saber para incluirlo.
Hasta la próxima
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