Extremadura pasa por ser una
de las Comunidades Autónomas españolas más desconocidas, turísticamente hablando, incluso para los
propios españoles. La mayoría de las personas conocen ciudades como Mérida, con sus grandes
ruinas romanas, o Cáceres, con su excepcional casco histórico, pero apenas
saben decirnos nada más sobre el turismo extremeño. Y esas visitas las realizan de vuelta de las playas
del Suroeste o por realizar un viaje expresamente a ambas localidades.
En esta ocasión os voy a
proponer volver a Extremadura un fin de semana y descubrir una ciudad que
merece enormemente la pena. ¿Os animáis?
Trujillo
La ciudad de Trujillo pasa
por ser una gran desconocida. A pesar de estar situada junto a la A-5, a sólo 256 Km. (2 horas y media por
autovía) de Madrid, su visita no suele realizarse. Lo máximo que algún
visitante realizará será una parada “técnica” en su ruta hacia Mérida. Una
visita breve a la plaza del pueblo y poco más. Eso es una auténtica pena, pues
Trujillo es una ciudad verdaderamente monumental y con grandes atractivos
turísticos.
Un poco de Historia
El pasado de Trujillo como
ciudad de cierta importancia se remonta a época romana, donde las fuentes la
nombran como Turgalium o Turcalion. Trujillo fue una ciudad de
frontera en tiempos musulmanes, la cual pasó a manos cristianas en varias
ocasiones, siendo definitiva su toma en el año 1232. Desde entonces se
convertirá en “cabeza de comarca” de la zona, lo que repercutirá en su
importancia. El mercado franco de los jueves (concedido por Enrique IV en 1465)
se convierte en el centro económico del núcleo y de su entorno, tradición
mantenida en el tiempo hasta nuestros días.
No obstante, la verdadera
razón de la monumentalización de Trujillo se debe a la relación de numerosos de
sus habitantes con la conquista de América. Originarios de Trujillo como
Francisco Pizarro (Perú), Francisco de Orellana (Amazonas), Alonso de Hinojosa,
Diego García de Paredes, Gaspar de Carvajal, Francisco y Gonzalo de las Casas,
junto a otros apellidos como Chaves, Monroy, Altamirano o Calderón, aparecen en
las páginas de la historia de América.
En América, numerosas
ciudades se llamaron como la Trujillo española en honor a los oriundos que por
allí estaban y, en ésta, los aventureros que regresaban cargados de tesoros dejaron
su impronta en forma de edificios palaciales. Numerosas casas solariegas de
gran riqueza monumental aparecerán ahora en el municipio, que logrará atesorar
grandes riquezas.
Esta época de esplendor
llegará a su fin muy pronto. Trujillo y su comarca dependían directamente de la
Corona y ante las dificultades económicas de ésta, se fueron vendiendo tierras
y cargos públicos. Trujillo fue perdiendo toda su importante importancia
comarcal y entró n una profunda crisis.
La Guerra de Independencia
contra los franceses ocasionó la destrucción de la ciudad en varias ocasiones y
la instalación inicial del ferrocarril en España dejó a Trujillo aislado del
desarrollo económico de la
zona. No obstante, Trujillo se resistió a declinar totalmente
y se mantuvo firme en su propósito de seguir manteniendo su status de
importante ciudad comarcal. Y de esa lucha proviene su encanto actual.
Qué ver
Trujillo es una ciudad
monumental con una oferta turística muy amplia e importante. A continuación os
voy a realizar un pequeño recorrido por la ciudad en el que describiré las
principales y más interesante visitas que podéis realizar en un fin de semana.
Por supuesto, no son las únicas que podréis efectuar, pues Trujillo da para
muchos días. En su página de turismo (ver al final del post) tenéis información
amplia de todos los monumentos y varios mapas para descargaros.
Un buen lugar para comenzar
nuestro recorrido puede ser la
Plaza Mayor, la cual os sorprenderá gratamente. En mi
opinión es una de las más bellas de Extremadura. Aquí se ubica la oficina de
turismo, en unos soportales de la parte alta. Podéis visitarla para coger
información extra y adquirir un bono con el que entrar a los principales
monumentos visitables de la ciudad: por 7€
podréis entrar en el Castillo árabe, la Casa Museo Pizarro,
la Iglesia de Santiago, la
Iglesia de San Martín, el Aljibe Altamirano, la Iglesia
de Santa María y la Torre del Alfiler .
También hay varias tiendas y
restaurantes donde hacer nuestras compras. Generalmente, los sitios céntricos
suelen ser los más caros y en donde se come peor, pero no es el caso de
Trujillo. Nosotros almorzamos en uno de los restaurantes ubicados frente a la
Estatua de Pizarro (El Medievo) y comimos unas muy buenas migas.
La Plaza Mayor, renacentista, data del siglo XVI. Su gran amplitud
delata la gran importancia comercial que tuvo esta ciudad, pues en ella se
ubicaba un importante mercado que atraía a numerosos habitantes de la comarca. De esta plaza
debemos destacar varias cosas.
Tal vez, lo más llamativo a
primera vista sea la estatua ecuestre de Francisco Pizarro. Se trata de
una estatua de bronce, sobre pedestal de granito, obra de Charles Cary Rumsey. Grabado
en el pedestal podremos ver el escudo de armas de los Pizarro, compuesto por
dos osos erguidos sobre un pino (lo que nos indica el origen asturiano de esta
familia). Existen tres versiones de esta estatua. La de Trujillo conmemora
el lugar de nacimiento de este conquistador. Las otras dos se encuentran en
Lima, Perú (lugar de su fallecimiento) y Buffalo, EEUU (ciudad natal de ciudad
natal de Charles Cary Rumsey). Pizarro aparece en esta obra montado a caballo,
con armadura y espada, listo para combatir. Históricamente hablando resulta una
estatua que debemos analizar con mucho cuidado, pues ni armadura, ni caballo ni
espada son típicos de aquella época. No obstante, la idea de gran conquistador
la transmite perfectamente.
estatua ecuestre de Francisco Pizarro |
Subiendo unas cuantas
escaleras llegaremos a la Iglesia de San Martín (de Tours). Se trata de
una iglesia que data de inicios del siglo XVI y que fue levantada sobre un
edificio anterior destruido en el conflicto sucesorio de Castilla entre Isabel
y Juana. Tiene una única y amplia nave, con los laterales dedicados a capillas
funerarias de los nobles trujillanos (Aquí yacen los conquistadores Orellana y
Vargas-Carvajal). En su interior podemos admirar varias obras artísticas,
destacando el retablo Mayor Barroco.
El Palacio Carvajal-Vargas
(San Carlos) se encuentra junto a la iglesia anterior. Fundado por don Diego de
Vargas Carvajal, Señor del Puerto de Santa Cruz, a mediados del siglo XVI,
fue morada y residencia de los Correos Mayores de India, prebenda que
ostentó este linaje desde 1514 hasta 1768. Se trata de uno de los palacios
más monumentales con los que nos encontraremos, destacando su balcón en esquina,
que da a la plaza, y sus célebres chimeneas, extraídas de los tratados
de arquitectura de C. Caesarino y S. Serlio. Si tenéis posibilidad de entrar su patio interior y sus
famosas escaleras también son dignas de admiración.
Al otro lado de la plaza,
también con un precioso balcón en esquina, se sitúa el Palacio del Marqués
de la Conquista. Fue construido en 1560 sobre las
antiguas Carnicerías Municipales y las casas de don Gonzalo Pizarro “El
Romano”, padre de los conquistadores. Fue la residencia de
don Hernando Pizarro y Vargas y doña Francisca Pizarro Yupanqui, hermano e
hija respectivamente del conquistador del Perú, don Francisco Pizarro. Lo
más destacable de este edificio es su escudo historiado colocado sobre el balcón
en esquina. En él vamos a poder descubrir el papel de los Pizarro en la
conquista del imperio de Tawantinsuyo: los barcos de Túmbez, las murallas
de El Cuzco, Atahualpa y los caciques incas.
Palacio del Marqués de la Conquista |
En la plaza también podemos
admirar el Palacio de Orellana-Toledo, un ejemplo de arquitectura civil
castellana renacentista que data de 1550. Destacan sus dos preciosas galerías,
en donde la inferior era utilizada por los comerciantes en el mercado semanal.
Ésta posee cinco arcos de medio punto, mientras que la superior tiene tres
arcos carpaneles. La crestería que adorna la parte superior del edificio es
típicamente gótica, por lo que estamos ante un edificio bastante ecléctico.
En la parte más alta de la
plaza se encuentran las Casas del Concejo de Trujillo (finales siglo XV).
Su fachada de tres alturas con arcos decrecientes data del siglo XVI. Y justo
al lado el Palacio de los Chaves-Cárdenas. Fue residencia de don Juan de
Chaves Sotomayor y de su esposa, doña Isabel de Cárdenas. Destacan sus dos
columnas entorchadas que enmarcan un balcón sobre ménsulas voladas. En esta
casa pernoctó Felipe II en su visita a Trujillo en 1583.
Y sobre los soportales que
acogen la oficina de turismo la Casa de las Cadenas, hoy mesón y hostal
pero que en otro tiempo fue residencia de un importante personaje, al que el
rey le concedió el privilegio de que cualquier refugiado en su casa no podría
ser arrestado por el alguacil.
Para adentrarnos en la parte
más antigua de la ciudad puede ser una buena opción entrar por la Puerta de
Santiago (o del Sol). Es un arco de medio punto coronado por siete almenas
y una hornacina, en donde encontramos a un lado el escudo de los Reyes
Católicos y en el otro el de los Altamiranos. Para llegar a esta puerta
desde la plaza tenemos dos caminos.
Podemos subir por la calle Ballesteros,
junto a la Iglesia de San Martín. En el trayecto nos encontraremos con el Palacio
de las Casas Bejarano (Marqueses de Santa Marta). Se trata de la casa de Francisco
de Las Casas Bejarano, deudo de Hernán Cortés y capitán de sus tropas en
la Conquista de Méjico. Hoy día el edificio es ocupado por un hotel NH. Y un
poco más adelante con el Centro de Interpretación de la Torre del Alfiler.
Esta torre es un símbolo de Trujillo, destacando su cimborrio de azulejos
talaveranos, donde destaca el escudo de armas de los Chaves-Orellana (las
cadenas son símbolo del “derecho de asilo” antes comentado y no porque chaves
sea cadena en portugues, como os indicarán algunos avispados guías turísticos.
Chaves se traduciría a nuestro idioma como teclas). En su interior podremos
hacer un repaso a la historia de Trujillo recorriendo sus salas.
Si tomamos, en cambio, la
Cuesta de la Sangre (siguiendo recto desde la Casa de las Cadenas), nos
toparemos, nada más enfilarla, con las Casas de los Chaves Sotomayor. De
ellas destaca su fachada corredor formada por arcos ojivales sobre pilares
ornamentados con motivos vegetales. Casi anexa está la Iglesia de la Santa Sangre, y
un poco más adelante, embutida en la muralla, la Casa de Luis de Chaves, el
Viejo, la cual protegía esta entrada a la alcazaba y en donde se hospedaron
en varias ocasiones los Reyes Católicos.
La Iglesia de Santiago,
de inicios del siglo XIII, se ubica junto a la puerta del mismo nombre. Aunque
su construcción es románica el edificio ha sido transformado posteriormente en
muchas ocasiones. En su interior se guarda una valiosa talla del Cristo de las
Aguas (siglo XIV).
Desde aquí tenemos una leve
subida hasta la Alcazaba árabe, la cual se alza sobre un cerro llamado Cabeza de Zorro. Data de época Omeya (siglo
IX), aunque fue utilizada y reformada por almohades y cristianos posteriormente.
Al llegar a la entrada debemos destacar el arco de herradura que la preside, así como la imagen de Nuestra Señora de la Victoria, patrona de la localidad.
En el interior del castillo no vamos a encontrarnos gran cosa, pues lo que en otro tiempo fueron construcciones ahora es un gran descampado.
No obstante, existen lugares interesantes, como el aljibe o los ejemplos de sillares con inscripciones árabes y romanas que cuelgan de los muros internos.
En mi opinión, lo mejor de la alcazaba es poder pasear por las numerosas torres y la muralla, desde donde se obtienen unas preciosas vistas de toda la
comarca.
A la hora de bajar de este
lugar podemos encaminarnos hacia la Casa Museo Pizarro,
la cual se encuentra muy próxima. La reconoceremos por el escudo de los
Pizarro que ya vimos en su estatua ecuestre. Este edificio está dedicado
a la interpretación de la conquista americana y a la divulgación de la figura
de Francisco Pizarro por medio de diversos paneles y vitrinas. Es una visita
muy recomendable, en la cual aprenderemos muchas cosas relativas a Pizarro y
los conquistadores. Además, muchas salas están decoradas con muebles de época,
reproduciendo como se vivía entonces. Si deseáis tener más información sobre
este lugar os recomiendo este documento.
Desde aquí llegaréis sin
problemas hasta el edificio religioso más importante de Trujillo, la Iglesia
de Santa María la Mayor. De su original construcción
románica tan sólo conserva la torre oriental (Julia) y la cabecera. El resto es
de estilo cisterciense. En su interior destaca la nave central, más elevada que
las laterales, y un rico ajuar mueble. En este sentido son de destacar las
capillas funerarias y las pinturas del retablo mayor.
Iglesia de Santa María la Mayor |
El interior de esta iglesia es tan sobrio como atractivo, destacando el retablo mayor, lleno de pinturas de gran valor, así como las numerosas capillas que posee.
Y uno de sus mayores atractivos es poder subir a las torres y divisar Trujillo a vista de pájaro.
En los alrededores de esta
iglesia tenemos varios monumentos de interés. El Palacio de Pizarro Hinojosa
(Marqués de Lorenzana) se encuentra junto al Convento de las Jerónimas,
y ambos son ejemplos de sólidas construcciones austeras de carácter defensivo. Y
junto a la puerta de Coria se encuentran los restos del antiguo Convento de San Francisco el Real, el cual fue abandonado tras la
desamortización de Mendizábal. Hoy día se pueden visitar los restos del templo
y del claustro. La Fundación Javier
Salas se dedica a la conservación de este edificio y en sus
salas reformadas podemos ver una exposición sobre la Conquista de América.
Nuestra siguiente parada, de
camino hacia la Puerta de San Andrés será el Alcazarejo de los Altamiranos,
una típica residencia fortificada adosada a la muralla. Los Altamirano
provenían de la sierra de Altamiros (León) y llegaron a Trujillo en el siglo
XIII; tenían la merced de las rentas de todos los pecheros del lugar, de ahí su
simbólico escudo, las diez monedas o bezantes de oro en campo de plata. Y
andando un poco más nos encontraremos con la Casa Fuerte
de los Escobar, el edificio más medieval de Trujillo. En él debemos
fijarnos en sus ventanas, un ejemplo de las diferentes tipologías construidas
durante el gótico.
En la zona también podemos
ver el Alcazar de los Bejaranos, junto a la Puerta del Triunfo, del que
sólo quedan dos torres desmochadas y la puerta con el escudo del león rampante.
O la Alberca, a la que muchos investigadores otorgan una antigüedad
romana.
Y saliendo por la Puerta de
San Andrés nuestros pasos deben llevarnos, siguiendo la Ronda de las Almenas,
hasta el próximo Palacio Juan Orellana Pizarro. Ésta fue la primera de
las residencias renacentistas trujillanas. Su patio interior tiene un doble
claustro y la fachada principal tiene una lonja porticada y abovedada sobre la
que se levanta una gran logia. En estas casas se hospedó el escritor Miguel de
Cervantes de camino al Monasterio de Guadalupe. Y si me permitís un consejo no
es mala opción, de vuelta a casa el día siguiente, pasar la mañana visitando
este importante monasterio extremeño. Os aseguro que el pequeño desvío os
merecerá la pena.
Por el llamado Cañón de la Cárcel podremos volver a la Plaza Mayor, cerrando
así nuestro recorrido por Trujillo y despidiéndonos con esta preciosa imagen.
Espero que esta pequeña
muestra de los tesoros que encierra este lugar os anime a visitarlo. Para que no os perdáis os dejo un mapa con los monumentos principales.
Para saber más:
Página oficial de turismo de
Trujillo: http://www.turismotrujillo.com/Trujillo/ciudad-y-monumentos
Página Trujillo joven: http://www.trujillojoven.com/paginas/turismo/monumentos/monumentos.asp
Blog Viajero Permanente: http://viajeropermanente.blogspot.com.es/2008/03/trujillo-que-ver-espaa.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario