Hoy vamos a visitar una encantadora ciudad
burgalesa asociada a uno de esos personajes históricos que demuestran como el
poder corrompe al ser humano. En efecto, me refiero a Lerma, conocida por el
famoso Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, primer duque de Lerma y valido del
rey Felipe III.
Pero que no os desanime la corrupción
política. El duque hizo de esta localidad un lugar remarcable dentro de sus
posesiones, engalanándola con palacios y monasterios. No en vano se considera
una de las localidades más bellas de España. Hoy en día nos queda admirar su
casco antiguo, con su singular belleza, y descubrir a otros personajes
históricos asociados a esta villa. ¿Os interesa?
¿Dónde está Lerma?
Lerma se encuentra en la A-1 y es la
localidad más importante que encontraremos entre Burgos y Aranda de Duero.
¿Dónde aparcar en Lerma?
Yo os aconsejo dejar el coche en los
alrededores del Hotel Docar, pues existe una amplia zona de aparcamiento donde
seguro encontraréis algún hueco libre. Además, es el lugar ideal para iniciar
nuestro recorrido.
Otra zona de aparcamiento gratuito se
encuentra en la otra punta de la localidad, cerca del famoso asador de Eufrasio,
si bien me parece algo alejada del centro histórico.
¿Qué ver en Lerma?
Vamos a acceder a Lerma a través del Arco
de la Cárcel. Se trata de una de las cuatro puertas con las que contaba la
muralla medieval de la villa y, desafortunadamente, es la única que se mantiene
en pie. Su aspecto macizo, con dos torres, debió parecer ideal para ser
utilizada como cárcel durante los siglos XVII-XIX, de ahí el nombre con el que
se la conoce actualmente. Aunque hoy en día pueda parecer sorprendente, son
muchas las localidades que tienen cárceles situadas en las entradas a la ciudad
(por ejemplo, Pedraza).
Hoy en día ha perdido tal función y es sede del Consejo Regulador de los vinos
con D.O. Arlanza.
Ya en esta edificación vamos a apreciar la
mano del duque de Lerma por engalanar su villa, la cual convirtió en un lugar
de recreo donde entretener a su rey mientras él hacía y deshacía asuntos de
estado y privados a su antojo. A él le debemos la parte superior de ladrillo y
el arco exterior. Además, elevó algo más los cubos de las torres para
proporcionar un aspecto más señorial a la que era la entrada principal a la
ciudad. No en vano deseaba realizar una especie de segunda corte en esta villa.
Pero, antes de entrar, echemos la vista atrás
para admirar la bella fachada del Monasterio de Lerma. Este es uno de
los tres monasterios de monjas mandado levantar por el valido de Felipe III,
cuyo estilo herreriano nos avisa de lo que nos encontraremos dentro de la
villa. Hasta el año 2016 estuvo habitado por las Carmelitas Descalzas y, hoy en
día, se realizan visitas para conocer la vida en clausura de estas monjas y sus
estancias.
Nada más cruzar el arco de entrada nos
trasladaremos unos cuantos años al pasado, pues los comercios poseen esa estética
antigua. En la primera plaza descubriremos una casa tradicional castellana de
adobe, con entramado de madera vito y soportal en la planta baja. La ermita de
la Piedad que se encuentra justo enfrente es hoy un espacio desacralizado que
se aprovecha para exposiciones varias.
Si siguiéramos esta calle rectos
llegaríamos, como su nombre indica (Calle Mayor), hasta la plaza principal de
la localidad. Pero yo os aconsejo dejar ese lugar para el último instante y
subir por la calle José Zorrilla.
El poeta y dramaturgo, autor del famoso
Don Juan Tenorio, vivió algún verano de su juventud en Lerma, en casa de su
tío, mientras su padre era gobernador de Burgos. Y la ciudad ha querido
homenajear a tan ilustre representante de las letras españolas con una calle en
su honor en donde descubriremos fachadas adornadas con textos de sus obras y,
por supuesto, una placa que nos muestra la casa donde residió.
Casa donde vivió Zorrilla en Lerma.
Lerma caló profundamente en el corazón del
poeta. Aquí se enamoró de una joven lermeña llamada Catalina, amor no
correspondido que reflejaría en su obra Amor de Poeta. Y uno de sus grandes
amigos fue el lermeño Segundo Valpuesta, quien, en palabras de Zorrilla, “sus
sabios consejos me ayudaron a refrenar mis delirios y locuras de juventud”.
Al final de esta calle encontraremos una
escultura de metal del poeta. Sentado, escribiendo reposadamente. Si nos
asomamos podremos leer “AL SEÑOR / D. FRANCISCO LUIS DE VALLEJO / EN PRENDA DE
LA BUENA MEMORIA / SU MEJOR AMIGO / JOSE ZORRILLA”. Paco Vallejo, corregidor de
Lerma, fue uno de sus grandes amigos en Lerma. A él dedicó su obra más
universal, Don Juan Tenorio. No en vano a Vallejo lo consideraba un Don Juan y
la dedicatoria muestra el cariño que le profesaba “para que su nombre
viviera con el mío unos cuantos días más después de nuestra muerte”.
Escultura de Zorrilla en Lerma.
Si deseáis realizar un paseo por la ciudad
conociendo la vida de Zorrilla os dejo este interesante enlace de la oficina de
turismo: https://www.turismoarlanza.es/es/un-paseo-con-jose-zorrilla/
Ya toca admirar el monumento religioso más
importante de Lerma, la Colegiata de San Pedro. Os advierto que su
visita interior sólo es posible adquiriendo la visita guiada en la oficina de
turismo, algo que os aconsejo encarecidamente por lo bien planteada que está y
las numerosas explicaciones que otorga el guía.
Colegiata de San Pedro. Lerma.
El valido de Felipe III retomó el proyecto
del arzobispo de Sevilla de realizar una gran iglesia en la localidad y, en el
siglo XVII, amplió considerablemente los planos, levantando un templo en el
estilo herreriano dominante. De planta de salón con tres naves, dispone de
girola y capillas laterales, coro, trascoro, contaduría y baptisterio. A
petición del Duque, la parroquia de S. Pedro fue convertida en Colegiata por el
Papa Paulo V.
La fachada sur, sobria cuan fortaleza,
destaca por la monumental portada principal, con dos columnas dóricas
sujetando un entablamento decorado con los escudos ducales en las metopas,
coronado por cornisa rematada por bolas. De esta forma quedaba patente, con el
escudo de los Sandoval y Rojas tallado, quién había sido el benefactor. Al lado
el escudo de la familia de su mujer, Catalina de la Cerda, y la corona arriba
representa a la monarquía. Todo junto formando un todo único. En el centro, una
hornacina con frontón semicircular y la imagen de San Pedro. El emblema papal
significaba que el templo dependía directamente de Roma. Como curiosidad,
destaca la puerta que es la original de 1616 de madera de pino y clavos de
bronce. Como curiosidad, indicar que la puerta, por las prisas, no se “sangró”
de la resina y suele manchar cuando “suda”. Algo que, por fortuna para nosotros,
ha permitido que se conserve mejor.
Al pasar al interior del templo
contemplamos un templo amplio, con bóvedas góticas originales del diseño
inicial, las cuales tienen una acústica impresionante.
Construidas expresamente para que los
fieles gozaran de la música de los órganos. Sí, la colegiata tiene dos
órganos, uno macho (de colores más apagados) y otro hembra (con colores más
alegres). Fueron construidos por Diego de Quijano, organero mayor de Felipe III,
en 1615.
El retablo mayor es de estilo
barroco, donde la profusa decoración dorada nos asombrará. En el centro,
presidiendo, San Pedro en Cátedra. A ambos lados le vigilan San Andrés, que
porta la cruz que fue su martirio (y que dio forma a la cruz de la bandera de los
tercios), y San Pablo, con la espada con la que le decapitaron en época de
Nerón. Destacar la enorme figura del Cristo crucificado, una talla de origen
mexicano hecha de caña de maíz y papel, algo que le proporcionaba gran
ligereza. Por encima cuatro virtudes. De izquierda a derecha la prudencia,
reconocible por llevar un espejo, la templanza, cambiando un líquido entre
jarras, la fortaleza, sujetando una columna y la justicia con una espada. Todas
fueron realizadas por Juan de Ávila.
Como curiosidad, en la parte superior
lateral del ábside, se encuentran unos balcones de madera con celosías que era
donde las monjas del convento contiguo cantaban en la misa. El efecto debía ser
como el de un coro celestial con los dos órganos tocando de fondo, pues la acústica
del templo es impresionante. El rey y el duque escuchaban misa desde otra
balconada con celosías, situada en un lateral del templo, que hoy en día ha
desaparecido.
Junto al altar también debemos pararnos a
admirar la estatua orante en bronce dorado del arzobispo Cristóbal de
Rojas y Sandoval, tío del famoso duque. Resulta sorprendente la calidad y
el detalle del ropaje y del rostro del personaje. La idea era que formara parte
de un mausoleo personal familiar similar al que realizó Felipe II en El
Escorial.
En la sacristía podremos admirar
varios retratos del Duque de Lerma, ataviado con ropajes de noble y de cardenal
(título posterior utilizado para escapar de la justicia por sus corruptelas. Ya
lo decía la copla de la época: para no morir ahorcado, el mayor ladrón de
España se vistió de colorado). Especial atención merece una bella mesa taraceada
de piedras preciosas, regalo del papa Paulo V, que fue salvada del expolio
francés por los lermenses, que la escondieron en el campo.
Nuestra siguiente parada será la Plaza
de Santa Clara, un lugar donde debemos hablar de otro personaje ilustre de
esta villa, Jerónimo Merino Cob. Seguramente lo conoceréis por el nombre por el
que pasó a la historia, el cura Merino, un sacerdote y líder guerrillero
durante la Guerra de Independencia contra los franceses. De él dijo Napoleón “prefiero
la cabeza de ese cura a la conquista de cinco ciudades españolas”.
En esta plaza se encuentra su sepulcro.
¿La razón? Este burgalés llegó a ostentar los cargos de general de los
gloriosos guerrilleros y gobernador militar de Burgos. Y sus mayores hazañas
ante los franceses se dieron lugar en lugares próximos como Roa o Peñaranda de
Duero. Pero si por algo merece estar aquí descansando fue por su éxito en el
asalto al Palacio Ducal de Lerma el 9 de junio de 1809. Rindió a la guarnición
francesa y logró que muchos jóvenes locales se alistaran en la resistencia a
los franceses. En la lápida podemos leer “Merino, general del Ejército de
España. Murió, en el exilio, en Alencon, el 12 de noviembre de 1844. Estuvo
dispuesto a morir antes que quebrantar las leyes de Dios y de la patria”.
Por cierto, el exilio se debió a sus ideas absolutistas, que impidieron aceptar
el resultado de la primera guerra carlista (abrazo de Vergara).
Al fondo de la plaza podemos ver una
hilera de arcos que sujetan un pasadizo que comunicaba el Palacio Ducal con la
colegiata. Pero no adelantemos acontecimientos. Atravesemos los arcos y
asomémonos para admirar el valle del río Arlanza. Estamos en el conocido como Mirador
de Los Arcos.
Un balcón del frío, que diría Alberti, y
donde podemos complementar las vistas con poemas de Zorrilla.
Antes de marcharnos de esta plaza me
gustaría anotar que aquí se encuentra el Monasterio de Ascensión de Nuestro
Señor. Fundado por el primogénito del Duque de Lerma, hoy en día está
habitado por hermanas del instituto Iesu Communio, famosas por llevar
hábitos vaqueros. Podéis acercaros hasta aquí para comprar alguno de los muchos
dulces que elaboran (o encargarlos por la web).
Un poco más adelante, en el que fue Monasterio
de Santa Teresa, se encuentra la Oficina de Turismo. Además de
informaros sobre los atractivos de la villa o contratar una visita guiada por
sus calles, tenéis en la planta inferior una exposición sobre la localidad
bastante interesante. Además de conocer esta villa barroca, podréis descubrir
maquetas donde conocer otros aspectos de aquella sociedad, como los tercios.
Además, será la única forma de poder
acceder al único tramo de pasadizo que se conserva en la actualidad. El
conocido Pasadizo de Lerma es uno de los varios que existían en la
ciudad y que servían al duque y al rey a desplazarse desde el palacio hasta las
diferentes iglesias sin tener que pisar la calle pública y sin ser vistos, todo
sea dicho de paso. Una vez muerto el rey y caído en desgracia Lerma, los
pasadizos que recorrían la localidad en forma de U desde el palacio ducal,
fueron destruidos por orden de los monjes y monjas, que no deseaban tener esos
lugares ocultos donde podían espiarles.
Este pasadizo, que une los Monasterios de
Santa Teresa y Santa Clara, se ha convertido, en la actualidad, en un centro de
interpretación donde conocer un poco más sobre este lugar y la vida del duque.
Algo que os explicarán los guías con mucha dedicación.
Nuestro paseo termina en la Plaza Mayor,
una de las más grandes de España con sus casi 7.000 metros cuadrados. Aquí, en
el pasado, se realizaron festividades de todo tipo, siendo aquellas que tenían
un toro de por medio las más celebradas. El duque ideó una en la que se
incitaba al toro a despeñarse por el acantilado cercano. Eran otros tiempos.
También se representaron comedias de personajes tan ilustres como Góngora o
Lope de Vega. Este último alabó la simetría y grandeza de esta plaza. E incluso
se inspiró en las fiestas a las que aquí acudió para escribir la obra La
burgalesa de Lerma. El conjunto de la plaza fue ideado como un gigantesco
escenario.
Hoy en día el uso es el de aparcamiento
(lo que le resta encanto), mercado y lugar donde se celebra la Fiesta Barroca,
un espectáculo anual que recrea los festejos realizados en el Siglo de Oro. Los
lermenses se visten con sus mejores galas todos los primeros fines de semana de
agosto, simulando el ambiente del siglo XVII. Danzas, obras de teatro,
malabares, mercados… todo lo necesario para pasarlo bien.
En esta plaza sobresale el Palacio
Ducal, hoy convertido en Parador Nacional. Se trata del edificio más
emblemático de la villa. Su sobrio aspecto se debe a que fue reutilizado el
castillo que aquí se levantaba anteriormente.
Posee un claro estilo herreriano, con sus
torres cuadrangulares rematadas con tejados de pizarra. Como curiosidad indicar
que este palacio ducal tenía cuatro torres en vez de dos, como solía ser
costumbre (los reales tenían cuatro), debido a que el duque pidió permiso al
rey para levantar dos torres obviando indicarle que ya había levantado otros
dos con anterioridad.
El palacio posee 210 balcones de hierro y
135 ventanas, lo que nos habla de su enorme magnitud. Sin duda, un ejemplo
perfecto que nos advierte del afán de grandeza que movió al duque de Lerma en
todo lo que realizó siendo valido del rey más poderoso de la época.
La alargada fachada principal está
articulada en tres cuerpos de vanos que custodian una adintelada portada de
ingreso.
En el interior destaca el elegante patio
central rodeado por una doble galería de arcos de medio punto, sostenidos por
elegantes columnas rematadas con capiteles de orden dórico, jónico y toscano. Una
amplia y elegante escalera permitía el acceso a las dependencias palaciegas
privadas. En las paredes, originales obras de arte que reinterpretan clásicos.
Del cercano Monasterio de San Blas
sólo se puede visitar su iglesia, algo que no pude hacer por encontrarla
cerrada.
Si te apetece quedarte todo un fin de
semana en esta localidad tienes numerosos sitios que visitar que se
encuentran a muy pocos kilómetros.
Territorio Artlanza
es un curioso lugar ubicado entre Covarrubias y Lerma, en la población de Quintanilla
del Agua. Se trata del sueño del escultor local Félix Yáñez, quién levantó en
solitario todo un pueblo típico castellano utilizando materiales reciclados. Su
particularidad es que recrea construcciones y una decoración antigua que seguro
gustará a los más mayores, por recordarles su infancia, y a los más pequeños,
por pasear y entrar en las casas de este curioso museo a tamaño natural. Más o
menos en una hora habrás recorrido el lugar.
Covarrubias
en uno de los pueblos más bonitos de España. Con un diminuto casco urbano lleno
de casas con la arquitectura típica castellana (entramados de madera vistos),
posee una espléndida entrada formada por el edificio del Archivo del
Adelantamiento de Castilla y un templo religioso de excepcional belleza, la Ex
Colegiata de San Cosme y San Damián. En su interior preciosos monumentos
funerarios y un par de obras de arte que bien merecen por sí mismas la visita a
esta localidad.
Unos pocos kilómetros más allá siguiendo
la misma carretera descubriremos las ruinas del Monasterio de San Pedro de
Arlanza. Fundado en el año 912 por el padre de Fernán González, está
considerado como la "Cuna de Castilla" y uno de los cenobios más
impresionantes que tuvo la Castilla condal. Hoy en día, ante la dejadez de las
instituciones para reformar el lugar, debemos conformarnos con pasear entre los
restos de la espectacular iglesia románica, admirar el arranque de los
gigantescos pilares que sostuvieron sus naves, los tres ábsides semicirculares,
la torre, así como las dependencias monacales y los dos claustros.
El Monasterio de Silos es otro lugar
próximo que merece mucho la pena recorrer. Además de tener la ocasión de
escuchar el famoso canto gregoriano, si por algo se conoce a este lugar es por
su claustro románico lleno de un trabajo escultórico de especial belleza. No en
vano está considerado una de las cumbres del arte cristiano medieval europeo. A
destacar la única columna torsa, cuatro columnas entrelazadas que
realmente parecen tres debido a un curioso efecto visual, y los capiteles
románicos, realmente bellos y con una variada decoración vegetal y animal.
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