Carcassonne es el prototipo de ciudad
medieval por antonomasia. Un conjunto monumental único compuesto por un
perímetro amurallado de tres kilómetros donde se disponen 52 poderosas torres.
Cierto es que las reformas llevadas a cabo
por el arquitecto Viollet le Duc en el siglo XIX fueron, en algunos casos, algo
arbitrarias. Pero ello no resta para sentir una inmersión dentro de una ciudad
que parece sacada del medievo francés.
A continuación, os voy a mostrar un
recorrido típico por esta ciudad para no perderos nada de los más interesante
que ofrece. ¿Os animáis?
En mi segunda visita a Carcassonne decidí
dedicar un día completo a volver a recorrer sus callejas encantadoras. Estaba
alojado en Toulouse (98Km) y una magnífica forma de llegar desde allí es tomar
el tren. La frecuencia suele ser de una hora y el trayecto dura poco más. Los
precios rondan los 10€ por trayecto, aunque existen ofertas incluso más
económicas dependiendo el día.
Yo elegí visitar la ciudad un lunes
perdido de octubre. Y fue un gran acierto. Carcassonne siempre resulta
preciosa. Pero recorrer sus calles casi en soledad es una experiencia única.
Por tanto, mi primer consejo es madrugar y plantarse allí antes de que abran.
La razón de ello se debe a dos factores. Por
un lado, el tren nos deja en el barrio “nuevo”, la Bastida de San Luis. Una
ampliación de la ciudad medieval construida en 1260 mediante un plano
rectangular. El trayecto desde la estación hasta la ciudad medieval nos llevará
una media hora.
Nada más salir de la recoleta estación de
Carcassone nos vamos a encontrar, de sopetón, con el Canal de Midi. Una
construcción impresionante, diseñada por Pierre-Paul Riquet en el siglo XVII,
que unía en Mediterráneo y el Atlántico. En este punto podéis contratar una
excursión en barco por el canal o recorrer sus orillas en un paseo bien
agradable si contáis con más tiempo en la ciudad.
Nada más cruzar el puente encontraremos, a
nuestra derecha, una gran explanada. Es la Square André Chenier, lugar de
esparcimiento cuando hace buen tiempo. Aquí, los que no quieran andar, podrán
tomar un pequeño tren lanzadera que conecta la Bastida de San Luis con la
ciudad medieval. A la izquierda tenemos un lujoso hotel, Terminus, al que
podéis entrar para admirar su decoración interior clásica.
Sigamos rectos por la Rue Georges Clemenceau
admirando el curioso contraste entre los negocios nuevos y los antiguos.
Estamos en una de las calles comerciales de la Bastida. A nuestra izquierda se
encuentra una capilla carmelita que no pude visitar por encontrarse en obras.
Si tenéis ocasión tiene un interior interesante por la decoración pictórica que
atesora.
Al poco de caminar llegaremos a la
colorida Place Carnot, en cuyo centro se alza una estatua del dios
Neptuno. Los edificios que la rodean tienen alegres colores y se trata de un
punto de reunión de los locales bastante animado por el gran número de bares y
restaurantes que concentra.
Cuando lleguemos al cruce con la Rue
Verdún debemos girar hacia nuestra izquierda. Al poco encontraremos la oficina
de turismo, a la que podéis entrar para conseguir un plano gratuito e
informaros de los horarios y visitas guiadas. Justo enfrente está la Capilla de
los Dominicos, un lugar diáfano donde se celebran exposiciones temporales. Su
fachada exterior con el pequeño rosetón es inconfundible.
Caminando unos pasos más llegaremos a la
Square Gambetta, amplio parque que tiene, como telón de fondo, el Museo de
Bellas Artes de Carcassonne. Se trata de un pequeño museo con una colección
de pintura y cerámica a partir del siglo XVI. Aunque posee obras de artistas de
todas las nacionalidades, destaca la amplia representación artistas locales, destacando
algún Chardin o Rigaud. Salvo que os guste mucho la pintura francesa no se
trata de un lugar imprescindible. Mi consejo es seguir hacia la ciudad y si por
la tarde tenéis tiempo decidid si acercaros. En caso contrario os dejo una
página por donde bucear en su colección permanente (aquí).
Museo Bellas Artes de Carcassonne
Llegamos al río Aude y lo vamos a cruzar a
través de llamado Pont Neuf (Puente Nuevo). La razón de haberos traído por aquí
es que se trata del único lugar donde podemos contemplar la silueta de la
ciudad junto con el Puente Viejo. Una vista incomparable. Aunque no os quedéis
sólo con esta postal. Si os dais la vuelta veréis un magnífico trampantojo en
la facha de un edificio, de esos que tienes que fijarte para ver que es una
ilusión.
Vista de Carcassonne desde el Puente Nuevo
La manera más cómoda de adentrarse en la
ciudad medieval es girar hacia el Puente Viejo nada más cruzar el Puente Nuevo
y tomar la Rue Trivalle, la cual parte del antiguo edificio de manufacturas
reales. Esta calle está llena de restaurantes y locales encantadores, casitas
de colores y contraventanas de madera. Todo muy idílico.
Continuemos rectos por esta calle hasta
encontrarnos con un fresco gigante donde el nombre de la ciudad se acompaña de
dibujos medievales, como en los antiguos libros iluminados. Es hora de ir
subiendo hacia la ciudad y bordear las murallas por un tranquilo paseo de
subida. Aquí tendremos nuestro primer encuentro con las torres de Carcassonne.
El camino nos llevará a una de las dos
entradas que tiene el recinto amurallado, la Puerta Narbonnaise. Esta
era la entrada principal a la ciudad en el pasado debido a la importancia que
poseía la conexión con la ciudad de Narbona (de ahí su nombre). Esta puerta es
una fortificación en sí misma, con sus dos poderosas torres guardando la
entrada. Aunque la vista del conjunto defensivo es impresionante debemos
indicar que en la restauración llevada a cabo por Viollet-le-Duc se añadieron
ciertos elementos que no existían originalmente, como el puente levadizo o los
techos cónicos azulados de muchas torres.
Puerta Narbonnaise, Carcassonne
Además de las magníficas vistas que
encontraréis aquí del recinto amurallado, la figura de una dama esculpida os
llamará la atención. Se trata de la princesa Carcas, la cual da nombre a esta
ciudad.
La leyenda cuenta que cuando la ciudad
estaba sitiada por Carlomagno y a punto de rendirse por hambre tras varios años
de asedio, esta princesa ideó un plan para evitar la claudicación. Alimentó con
todas las provisiones al único cerdo que quedaba en la villa y lo soltó fuera
de las murallas. El emperador pensó que, con este gesto, los sitiados tenían
provisiones suficientes para seguir aguantando indefinidamente, por lo que
decidió levantar el asedio. En ese momento la princesa hizo repicar las
campanas para firmar un tratado de paz. Por tanto, el legendario nombre de la
ciudad provendría de la unión del nombre de la princesa y del sonido de las
campanas: Carca…sona.
Antes de entrar a la ciudad propiamente
dicha nos daremos cuenta que la ciudad tenía una doble fortificación. Es lo que
se denomina Les Lices, un espacio situado entre el doble cordón de
murallas, a través del cual podremos dar una vuelta completa a la ciudad en un
paseo que puede llevarnos media hora. Además de comprobar la inmensidad de la
construcción, podremos fijarnos como fue evolucionando el estilo arquitectónico
de la época, el cual se encuentra plasmado en muros y torres de la muralla
interior. Mientras las piedras más grandes datan de época romana, los ladrillos
corresponden al siglo V. Las ventanas geminadas y las piedras más uniformemente
labrada data del siglo XIII. La muralla exterior es algo posterior y fue
construida entre los siglos XIII y XIV. Si sólo tenéis un día para visitar la
ciudad yo dejaría este paseo para otro momento. Las vistas las podéis obtener
igual cuando recorráis el recinto amurallado.
Cuando entramos en la ciudad vemos que lo
que otrora eran comercios medievales hoy en día se han convertido en tiendas de
souvenirs. Puede que muchos piensen que tales tiendas desvirtúan el pasado
medieval, pero yo creo que es una correcta adaptación a los nuevos tiempos. Si
queréis un souvenir de la ciudad este es el mejor lugar para encontrarlo.
Estamos en la Rue Cros Mayrevieille, la
cual, si la seguimos rectos, nos llevará a la Place du Chateau, justo enfrente
del castillo. Pero como es pronto aún, yo os recomiendo tomar cualquier pequeña
callejuela a vuestra derecha y pasear tranquilamente antes de que coloquen todas
las terrazas los restaurantes. En vuestro camino os encontraréis algún que otro
museo de temática relativamente medieval, como el de la Inquisición (en verdad
de instrumentos de tortura sacados de la leyenda negra). Yo no recomiendo
entrar en ninguno salvo que os guste mucho el asunto. En mi caso prefería
acercarme a las murallas por dentro y admirar su belleza.
En este camino terminaréis desembocando en
la Place du Grand Puits, con su fotogénico pozo y rodeado de bellos edificios.
Aquí tenéis otro museo curioso, la casa embrujada.
Desde aquí tenéis a tiro de piedra la preciosa Place Saint Jean, llena de
restaurantes y desde la que se obtienen unas bellas vistas de la muralla del
castillo interior con la basílica al fondo.
Vamos a pasar delante de la entrada al
castillo, pero tendremos que contener aún nuestras ganas de entrar. Nos toca
primero visitar el otro lado de la ciudad, sin duda, mucho más monumental. Nada
más pasar la entrada del castillo, justo a nuestra derecha, tenemos un pequeño
parquecito donde podemos admirar una de las vistas más bellas de la ciudad: la
entrada al castillo por medio del puente medieval.
Vamos a bajar a continuación por la Rue de
la Porte d´Aude, la cual, como su nombre indica, nos llevará directos a la
segunda puerta de la ciudad medieval, aquella que se dirigía hacia el río Aude.
Esta puerta, a mi entender, es una de las más bonitas que vais a poder ver,
pues os muestra la fortificación palaciega que miraba hacia el río. La razón de
no llevaros por aquí para entrar la entenderéis rápido, su fuerte pendiente de
subida no es apta para todos los públicos.
Adentrándonos de nuevo en la ciudad y
siguiendo la Rue Saint Nazaire vamos a seguir teniendo unas vistas preciosas de
la ciudad.
Nuestro caminar nos llevará a otra de esas
plazas románticas. La Place Auguste Pierre Pont, famosa por el lujoso hotel de
la Cité de Carcassonne (antiguo palacio episcopal) y la antigua casa de piedra
y madera que divide dos calles. Ya estamos justo al lado de la Basílica de la
ciudad.
La mejor vista de la Basílica de Saint
Nazaire y Saint Celse se obtiene rodeando el edificio y admirándolo desde la Place
Saint Nazaire. En nuestro camino podemos admirar la construcción exterior, su
decoración a base de gárgolas y figuras, así como percatarnos de la curiosidad
que tiene esta basílica. De manera habitual las iglesias se construían desde la
cabecera hacia atrás, razón por la cual muchas tienen una primera parte
románica y una posterior gótica, generalmente a partir del transepto. En
Carcassonne, su Basílica está construida también en los dos estilos, pero el
orden está invertido. Aquí los pies son románicos y la cabecera gótica, lo que
nos indica que se construyó de una manera un tanto original.
Basílica de Saint Nazaire y Saint Celse
Es hora de entrar en esta espectacular
Basílica y admirar su encanto. Comprobaréis las pequeñas ventanas románicas y
los gruesos muros en las capillas próximas a la entrada y, más adelante, la
explosión de luz que otorgan los enormes rosetones del transepto y las vidrieras
del altar. Como vale más una imagen que mil palabras os dejo algunas
instantáneas del interior.
Interior Basílica de Saint Nazaire y Saint Celse
Interior Basílica de Saint Nazaire y Saint Celse Interior Basílica de Saint Nazaire y Saint Celse
Ya es hora de entrar en el castillo. Y
para llegar a la puerta recorreremos el par de plazas que nos quedan por
visitar y admiraremos los preciosos edificios de piedra que las rodean.
Al Castillo de Carcassonne se entra a
través de una puerta amurallada. En la zona donde obtenemos las entradas (9,5€)
estaríamos situados en una pequeña plazoleta donde las tropas se reunirían
antes de salir al ataque. Desde aquí debemos atravesar un pequeño puente sobre
foso para acceder a las construcciones interiores, dispuestas alrededor del antiguo
patio de armas.
Entrada Castillo de Carcassonne
En las primeras salas vamos a poder
admirar una exposición sobre vestimenta medieval. Aunque interesante, yo me
entretuve más admirando el exterior a través de los cristales antiguos y sus
curiosos efectos.
Pasamos luego a un patio donde se ubica el
pozo de la ciudad y la antigua sala donde se ofrecían los banquetes reales. En
los muros vemos que este lugar otrora tuvo varios pisos y estuvo techado, pues
aún se conservan las piedras donde descansaban las vigas de madera. No
obstante, lo mejor es admirar las vistas que vamos a tener al asomarnos a
través de las almenas.
Comienza ahora nuestro recorrido por las
almenas, viendo desde las alturas la preciosidad del castillo y de la ciudad
que lo rodea. Nos adentraremos a través de una parte reforzada con maderas,
mostrando la forma en la que se preparaban las defensas de los asedios.
Indicaros que las torres semicirculares al
exterior y planas hacia el interior datan de época romana.
Pasamos luego a un pequeño museo con
piezas, no sólo del castillo, sino de los alrededores. Siempre con la temática
medieval como hilo conductor. Destacar las tallas religiosas o la gran arcada gótica
perteneciente a la casa de un rico comerciante.
A continuación, comienza el recorrido por
la otra parte de la muralla. Para mi es el más bonito, pues vamos a capturar
unas instantáneas preciosas.
Paseo por las almenas de Carcassonne
En la última parte de nuestro recorrido
tendremos la ocasión de admirar el teatro de la ciudad al aire libre y la Basílica
desde una vista más elevada.
Nuestra visita a Carcassonne toca a su fin.
Es hora de comer y pensar en regresar. Para lo primero no os faltarán lugares
dentro de la ciudad medieval y el plato típico de la zona es el Cassoulet,
un guiso de judías con diversas carnes y salchichas.
A la hora de regresar a la estación conviene
salir por la Puerta de Aude (mejor cuesta abajo) y dirigirnos hacia el Puente
Viejo. Pasaremos junto a la Iglesia de Saint Gimer, la cual ya vimos en nuestro
paseo por las almenas. Esta iglesia data del siglo XIX y fue diseñada por
Violet le Duc según su idea del gótico. A mi entender prescindible.
Lo que no es para nada prescindible es
despedirse de Carcassonne admirando la vista de su silueta desde el Puente
Viejo. Sin duda otra de las postales más hermosas que os llevaréis de la
ciudad. Y ya van unas cuantas.
Vista de Carcassonne desde el Puente Viejo
Justo al final del puente podéis visitar la
recoleta Capilla de Notre Dame de la Santé (siglo XVI), punto de partida del
Camino de Santiago de la localidad. Tres hermosas vírgenes decoran este bello
lugar.
Para el final os dejo la visita a los dos
templos más importantes de la Bastida San Luis, la Catedral de San Miguel y la
Iglesia de San Vicente. Ambos se encuentran en la Rue du docteur Albert Tomey.
Cuando visité la ciudad la Catedral estaba cerrada por lo que sólo os puedo
mostrar el interior de la segunda. Sin duda, una iglesia con una decoración
impresionante que bien merece una parada.
Y hasta aquí mi paseo por Carcassonne. Espero
que os gustara y os sirva de guía a la hora de visitar la ciudad. Para terminar,
os dejo un mapa en PDF con algo de información. Aunque en la época de Google
Maps esto parece algo anticuado, a mí me sirvió mucho para preparar el
viaje.
Hasta la próxima
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