El mundo de la óptica ha cambiado enormemente
en los últimos años gracias a la labor profesional de numerosos compañeros que,
mediante la publicación de trabajos científicos, han logrado hacer avanzar notablemente
nuestra profesión y otorgarle la categoría social que merecía desde hace
tiempo.
Como pequeño resumen de todo lo que hemos
logrado en los últimos años como colectivo voy a centrarme en un par de
importantes avances y como se ha logrado transmitir a la sociedad. ¿Os animáis
a descubrir un poco más?
Cuando inicié este blog allá por el año
2013 comenzaban a sonar con fuerza los filtros para pantallas que eliminaban la
luz azul que emitían los dispositivos digitales. En España, una de las empresas
que más publicidad realizó en aquella época era Reticare, la cual basaba
sus conclusiones en los trabajos de la doctora Celia Sánchez-Ramos. Esta
doctora de la Universidad Complutense de Madrid realizó diferentes
investigaciones tendentes a demostrar el carácter dañino de la luz LED azul que
se utiliza mayoritariamente en los dispositivos electrónicos (por eficiencia
energética).
El mercado comenzó a inundarse de este
tipo de filtros que, aseguraban, protegían nuestra retina de la fotooxidación
que provocaba este tipo de luz digital. Uno de los folletos explicativos de
Reticare es el siguiente.
En el mismo podemos ver que el miedo es la
principal premisa para vender este producto. Frena el daño que la luz de los
dispositivos está realizando en tus ojos. Dado el gran número de horas que
todos pasábamos (y pasamos) delante de pantallas digitales, comprar este
producto era imprescindible si permitía frenar el daño retiniano.
En este blog podéis ver varios artículos
que escribí sobre este tipo de filtros, aconsejando su uso. Yo mismo los
llevaba sin ningún problema aparente. Los trabajos de la doctora Celia Sánchez-Ramos
(que fue mi profesora en la Universidad) parecían serios y fundamentados. Nada
parecía hacer dudar de su eficacia.
La industria óptica no se quedó atrás y
comenzó una línea de investigación que llevó a la implementación en las tarifas
de este tipo de filtros azules. Existían desde los filtros amarillos (CSR) de
absorción como distintos filtros con reflejo azul de reflexión. Incluso, años
más tarde, sacaron al mercado filtros de absorción que eliminaban el molesto color
amarillo.
Ahora bien, los grandes fabricantes
obviaron la ventaja principal de estos filtros (la protección del daño
retiniano) y se centraron en la principal característica demostrable de los
mismos: el mayor confort visual. Estos filtros aumentan el contraste y
disminuyen el brillo, lo que resulta beneficioso para evitar el cansancio
ocular cuando pasamos muchas horas mirando una pantalla iluminada.
Esto comenzó a hacernos sospechar sobre si
verdaderamente estos filtros protegían nuestras retinas. Los diferentes estudios
posteriores desmintieron tales afirmaciones. La cantidad de luz azul tóxica que
recibimos a través de los dispositivos digitales es mucho menor que la recibida
por el Sol y los estudios realizados con animales consistieron en utilizar
dosis de luz azul tóxica tan altas que no eran equiparables para las exposiciones
habituales en los humanos.
Más tarde se demostró la estrecha relación
existente entre la autora de las investigaciones y la empresa que
comercializaba el producto final. Es decir, existía un claro conflicto de intereses
personales a la hora de emitir conclusiones científicas. Un mal endémico en la
investigación científica actual que ya hemos visto en otros sectores como el
del petróleo, el azúcar o el tabaco.
Hoy en día se siguen comercializando estos
filtros para las personas que pasan muchas horas delante de las pantallas, pues
mejoran el confort visual. Ahora bien, ninguno de ellos nos va a evitar un daño
retiniano por exposición a la luz azul tóxica, que fue la principal estrategia
de venta de estos filtros por parte de Reticare.
En los artículos del blog que trataban
sobre este tipo de filtros, una vez conocida la evidencia científica que
demostraba la ineficacia de la protección retiniana, coloqué una nota
aclaratoria avisando de todo esto (aquí).
Es lo que debemos realizar los profesionales: informar al conjunto de la
población sobre la verdadera naturaleza de los avances científicos. Yo no soy
investigador, sino divulgador. Por ello muestro los últimos avances. Y cuando
se demuestra que están equivocados, se informa y no pasa nada. Así funciona el
método científico.
Hoy en día, el principal frente de batalla
que tenemos en Europa es el control de la progresión de miopía. Una epidemia silenciosa
que está provocando, en el presente inmediato, que cada vez más niños sean
miopes. En el blog tenéis diversos artículos donde trato este tema de manera
pormenorizada (aquí).
Respecto a la miopía existe un claro consenso
sobre los graves problemas médicos que provocan las miopías altas en las personas
mayores. Ahora no estamos hablando de posibles problemas que alguien se ha
inventado con una investigación interesada. Estamos hablando sobre problemas
reales que sufren miopes magnos y que les están dejando con importantes mermas
visuales o, directamente, ciegos.
El mundo de la óptica podría haber vuelto
a realizar una comunicación al público basada en el miedo. Es la estrategia que
utiliza la DGT todos los veranos para intentar frenar los accidentes de
tráfico. No parece que les esté funcionando, la verdad.
En cambio, se ha optado por otra
estrategia mucho más útil y didáctica, la cual se puede resumir en este anuncio
realizado por el Colegio de óptico de España. En el anuncio se muestra una
frase respaldada por la investigación científica (aquí):
realizar actividades al aire libre previene la aparición de la miopía.
Además, para todos aquellos que inician su
camino en la miopía, la investigación óptica está desarrollando soluciones
tendentes a frenar todo lo posible su avance. De nuevo, en este blog, tenéis
diferentes artículos donde abordo desde lentillas a lentes de gafas que sirven
para ralentizar el avance de la miopía (aquí).
Lograr que un niño ralentice la progresión
de su miopía en un par de dioptrías redundará en su salud visual de manera
evidente y notable. Por tanto, es un aspecto fundamental que todo el mundo debe
conocer.
En estos diez años, del 2013 al 2023, los
ópticos han logrado pasar de la comunicación del miedo basada en un trabajo
científico que no pasó la comprobación del método científico por otros
investigadores, a la potenciación de trabajos científicos totalmente
comprobados y que están permitiendo no sólo corregir la visión de nuestros
pacientes, sino también tratar de manera eficaz algo tan peligroso como la
miopía y su avance imparable.
Creo que se trata de un cambio fundamental
que nos lleva por el buen camino. Y es necesario comunicarlo al público para
que entiendan que el óptico es el profesional sanitario más accesible en la
actualidad y el que posee los suficientes conocimientos científicos como para
aconsejar correctamente a sus pacientes de la mejor solución óptica.
Esperemos que con avances así logremos
desterrar, de una vez por todas, esa imagen de tenderos que aún conservamos
para muchos de nuestros pacientes.
Hasta la próxima
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