domingo, 27 de noviembre de 2022

Una escapada dominguera cerca de Madrid (XXV): Monsalud, Ercávica y Ruta de las caras

Hoy vamos a describir una jornada intensa donde, en un mismo día, vamos a recorrer las ruinas de un excelente monasterio, el yacimiento de una importante ciudad romana y, como colofón, una interesante y original ruta de senderismo. Y todo ello a menos de dos horas de Madrid, una distancia ideal para una escapada rápida.

 

¿Os animáis a descubrirlo?

 

Monasterio de Monsalud

 

Para llegar al Monasterio de Monsalud debemos dirigirnos a la pequeña población de Córcoles, localidad surgida precisamente a raíz de este cenobio cisterciense. Las indicaciones para llegar son muy sencillas, pues debemos seguir una carretera que bordea el pueblo. La única pequeña dificultad radica en subir la cuesta de tierra que lleva a las puertas del monumento.

 

Nada más aparcar veremos la antigua portería del cenobio, compuesta por una estructura cuadrangular abovedada con tres relieves dándonos la bienvenida en su fachada. El más alto es la representación de Dios,  mientras que las otras dos figuras representan a San Benito (autor de la regla monástica) y San Bernardo (ideólogo del Císter). La vegetación que le rodea, así como el aspecto ruinoso del entorno aumenta considerablemente el atractivo del lugar.

 


Os recomiendo visitar el lugar con un guía, pues sus explicaciones os ayudarán a entender mejor la importancia de este lugar, así como sus elementos más destacados. La visita comienza por la entrada principal, inconfundible por el escudo que la preside. En él veremos la característica flor de lis, elemento que nos recuerda que la fundación original del primer monasterio se debió a unos monjes franceses provenientes del Monasterio de Scala Dei. El primer abad del monasterio fue Fortún Donato, discípulo directo de San Bernardo de Claraval, allá por la segunda mitad del siglo XII. El rey Alfonso VIII fue quién autorizó este asentamiento con el objetivo de repoblar esta zona, aprovechando los conocimientos agrícolas de los monjes cistercienses.

 

Tras atravesar el primer espacio distribuidor con una importante bóveda gótica accederemos al claustro, un impresionante monumento gótico que sustituyó a uno románico anterior. En este lugar hay que destacar tanto las bóvedas como las entradas a las diferentes dependencias monacales, alguna de las cuales conserva aún la pintura decorativa original.


 

La sala capitular es uno de los puntos fuertes del monasterio, con las ventanas abocinadas románicas al fondo, la sencilla decoración gótica en las bóvedas de crucería y los capiteles labrados con decoración vegetal de las dos columnas centrales que dividen y soportan la estancia. Estas columnas poseen una humedad que, debido a la piedra caliza utilizada para fabricarlas, le provoca una costra importante de sedimentos. Los lugareños indican que son las lágrimas de la Virgen de Monsalud, triste desde que los monjes la abandonaron tras la desamortización de Mendizabal. Los geólogos creo que opinan otra cosa diferente.

 


Antiguamente aquí yacían dos caballeros, justo en los espacios laterales junto a la entrada, existiendo dos inscripciones en castellano antiguo que nos lo recuerdan. El más famoso fue Nuño Pérez de Quiñones, cuarto maestre de la Orden de Calatrava y único maestre de una orden religiosa que sobrevivió, junto al rey Alfonso VIII de Castilla, en la Batalla de Alarcos.

 

El otro lugar interesante de la visita es la iglesia monacal, un templo con planta de cruz latina y aire románico en su cabecera, mientras que las naves, construidas posteriormente, ya tienen elementos góticos, como las pilastras que sujetaban las bóvedas de crucería. Su deficiente conservación, con parte de la bóveda central inexistente, hace que tenga un aspecto muy romántico.

 


Destacar de este templo el lavamanos situado en el ábside, el cual posee una interesante decoración de tradición mudéjar y arcos polibulados. Un canal hoy visible nos muestra el lugar de recogida del agua de lluvia.


 

En definitiva, una visita muy recomendable que nos trasladará a un tiempo remoto donde los monjes ayudaban a repoblar España y sus maestres combatían a los musulmanes para ganar territorios.

 

Para más información técnica de este monasterio os recomiendo consultar este documento: https://eprints.ucm.es/id/eprint/33758/1/Monsalud.pdf

 

Yacimiento romano de Ercávica

 

Los restos de la ciudad romana de Ercávica se encuentran a unos cinco kilómetros de la pequeña localidad de Cañaveruelas. La carretera de acceso está asfaltada y no tiene ninguna pérdida desde este pueblo. De nuevo, como en el caso anterior, la visita guiada os ofrece la posibilidad de comprender mejor los restos que, por otra parte, son visitables también de manera libre.

 

Aunque en la zona existió un poblado celtíbero que se rindió a Tiberio Sempronio Graco en el año 179 a.C., los restos que vamos a visitar se corresponden con una ciudad fundada ex novo. Ello lo vemos en la disposición ortogonal del entramado urbano y la existencia de los principales monumentos de toda ciudad romana. La fecha de fundación tuvo que rondar el siglo I a.C.

 


Este yacimiento apenas está excavado en un 10% pero sólo con ello somos capaces de hacernos una idea aproximada de la importancia del mismo en la zona.  La visita comienza en una zona de viviendas, una de las cuales, la domus Nº4, tiene una reconstrucción del peristilo. Con ello nos podemos hacer una idea de cómo era este tipo de estructura fundamental en toda casa importante.

 


Más tarde, tras atravesar otra zona de insulae aterrazadas correspondientes a otro barrio con varias domus parcialmente excavadas, llegaremos a la zona de las termas. Se trata de unos restos donde son visibles las cisternas, algunas salas y, como elemento más curioso, una cámara subterránea, edificada íntegramente con sillares, de planta rectangular, bóveda de cañón y dotada de una escalera (también de piedra), que ha sido interpretada como una sauna.


 

Nuestra siguiente parada es la llamada domus del médico, llamada así por haber encontrado los arqueólogos instrumental médico y un anillo con el símbolo de esculapio. En este lugar destaca un pequeño zócalo de pintura mural que aún se conserva. Protegido por un pequeño tejado, las inclemencias del tiempo terminarán por acabar con este resto.

 


Por último accederemos a la zona del foro, donde curiosamente no se ha encontrado ningún templo. Ello puede ser debido a que en la colina próxima los arqueólogos piensan que se situaba una antigua acrópolis y que funcionó posteriormente como lugar de culto. Si tiene los restos de las tabernae (tiendas y comercios) que la rodeaban, un criptopórtico en el lado oriental, el edificio de la curia, donde se reunía el senado de la ciudad, y el de la basílica, lugar utilizado tanto como mercado como para impartir justicia.

 


Aunque no conservamos más que los cimientos de ambos edificios podemos intuir su monumentalidad por las bases de columnas encontradas. En la basílica merece la pena detenerse y admirar un par de elaborados capiteles con decoración vegetal.

 

La visita termina aquí, dejándonos el guía tiempo libre para volver deteniéndonos en lo que nos pareciera más interesante. En conclusión, unas ruinas interesantes para conocer las elegantes domus romanas y hacernos una idea de la importancia que tuvo que tener este lugar en el pasado.

 

Ruta de las caras

 

A escasos kilómetros de la localidad de Buendía se encuentra este curioso paraje natural compuesto por pinares y roca arenisca donde diversos artistas han desplegado todo su ingenio tallando muchas de esas rocas. El resultado es una sucesión de figuras, muchas de ellas caras (de ahí su nombre), que en un recorrido de menos de tres kilómetros, nos permiten realizar una curiosa jornada de senderismo apta para todos los públicos.

 


Estas esculturas que se integran en el entorno natural fueron realizadas mediante el uso de  cinceles, martillos, cortafríos y para dar volumen a las esculturas suelen utilizar roscadores. Lo más curioso es que nunca utilizan moldes para realizarlas o que se les aplica un líquido especial que retarda la erosión natural y endurece la piedra. La mayoría de las figuras tienen a dos escultores como padres: Jorge Juan Maldonado y Eulogio Reguillo.

 

Existen doce esculturas reconocidas con propiedad intelectual, siendo los temas muy variados. Nos encontraremos inicialmente con la Moneda de la Vida, recuerdo de la maternidad, con el dios hindú Krishna, una de las más impresionantes, Beethoven, retrato curioso del gran compositor, o Muerte, la única a la que debemos acceder realizando una pequeña escalada.

 


Si somos observadores también encontraremos muchas otras figuras de personas que se animaron a realizar algo de arte rupestre o, simplemente, bocetos de algunos de los artistas que trabajaron aquí. Pero lo mejor es la integración total con la naturaleza que le rodea, logrando encuadres preciosos.


 

El entorno, junto al embalse de Buendía es un marco incomparable que también merece la pena admirar desde el mirador que se encuentra junto a la figura de la Muerte, la única situada mirando al amanecer.


 

En definitiva, una ruta muy sencilla accesible a todos los públicos y en el que podremos tomar un tentempié en las mesas habilitadas al inicio del recorrido. Para mayor información os recomiendo visitar: http://www.rutadelascaras.com/recorridoPorLaRutaDeLasCaras.html

http://www.rutadelascaras.com/PDFs/Librillo%20Caras%202013.pdf

 

Como punto final al día os recomiendo parar en alguno de los variados miradores existentes en los alrededores del embalse de Buendía. Desde ellos podremos ver las presas de una manera sorprendente.


 

Espero que os gustara esta propuesta.

 

Hasta la próxima

 

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