Hoy vamos a describir una
jornada intensa donde, en un mismo día, vamos a recorrer las ruinas de un
excelente monasterio, el yacimiento de una importante ciudad romana y, como
colofón, una interesante y original ruta de senderismo. Y todo ello a menos de
dos horas de Madrid, una distancia ideal para una escapada rápida.
¿Os animáis a descubrirlo?
Monasterio
de Monsalud
Para llegar al Monasterio de Monsalud debemos
dirigirnos a la pequeña población de Córcoles, localidad surgida precisamente a
raíz de este cenobio cisterciense. Las indicaciones para llegar son muy
sencillas, pues debemos seguir una carretera que bordea el pueblo. La única
pequeña dificultad radica en subir la cuesta de tierra que lleva a las puertas
del monumento.
Nada más aparcar veremos la antigua portería del cenobio,
compuesta por una estructura cuadrangular abovedada con tres relieves dándonos
la bienvenida en su fachada. El más alto es la representación de Dios, mientras que las otras dos figuras
representan a San Benito (autor de la regla monástica) y San Bernardo (ideólogo
del Císter). La vegetación que le rodea, así como el aspecto ruinoso del
entorno aumenta considerablemente el atractivo del lugar.
Os recomiendo visitar el lugar con un guía, pues sus
explicaciones os ayudarán a entender mejor la importancia de este lugar, así
como sus elementos más destacados. La visita comienza por la entrada principal,
inconfundible por el escudo que la preside. En él veremos la característica
flor de lis, elemento que nos recuerda que la fundación original del primer
monasterio se debió a unos monjes franceses provenientes del Monasterio de
Scala Dei. El primer abad del monasterio fue Fortún Donato, discípulo directo
de San Bernardo de Claraval, allá por la segunda mitad del siglo XII. El rey
Alfonso VIII fue quién autorizó este asentamiento con el objetivo de repoblar
esta zona, aprovechando los conocimientos agrícolas de los monjes
cistercienses.
Tras atravesar el primer espacio distribuidor con una
importante bóveda gótica accederemos al claustro, un impresionante monumento
gótico que sustituyó a uno románico anterior. En este lugar hay que destacar
tanto las bóvedas como las entradas a las diferentes dependencias monacales,
alguna de las cuales conserva aún la pintura decorativa original.
La sala capitular es uno de los puntos fuertes del
monasterio, con las ventanas abocinadas románicas al fondo, la sencilla
decoración gótica en las bóvedas de crucería y los capiteles labrados con
decoración vegetal de las dos columnas centrales que dividen y soportan la
estancia. Estas columnas poseen una humedad que, debido a la piedra caliza
utilizada para fabricarlas, le provoca una costra importante de sedimentos. Los
lugareños indican que son las lágrimas de la Virgen de Monsalud, triste desde
que los monjes la abandonaron tras la desamortización de Mendizabal. Los
geólogos creo que opinan otra cosa diferente.
Antiguamente aquí yacían dos caballeros, justo en los
espacios laterales junto a la entrada, existiendo dos inscripciones en
castellano antiguo que nos lo recuerdan. El más famoso fue Nuño Pérez de
Quiñones, cuarto maestre de la Orden de Calatrava y único maestre de una orden
religiosa que sobrevivió, junto al rey Alfonso VIII de Castilla, en la Batalla
de Alarcos.
El otro lugar interesante de la visita es la iglesia
monacal, un templo con planta de cruz latina y aire románico en su cabecera,
mientras que las naves, construidas posteriormente, ya tienen elementos
góticos, como las pilastras que sujetaban las bóvedas de crucería. Su
deficiente conservación, con parte de la bóveda central inexistente, hace que
tenga un aspecto muy romántico.
Destacar de este templo el lavamanos situado en el
ábside, el cual posee una interesante decoración de tradición mudéjar y arcos
polibulados. Un canal hoy visible nos muestra el lugar de recogida del agua de
lluvia.
En definitiva, una visita muy recomendable que nos
trasladará a un tiempo remoto donde los monjes ayudaban a repoblar España y sus
maestres combatían a los musulmanes para ganar territorios.
Para más información técnica de este monasterio os
recomiendo consultar este documento: https://eprints.ucm.es/id/eprint/33758/1/Monsalud.pdf
Yacimiento
romano de Ercávica
Los restos de la ciudad romana de Ercávica se
encuentran a unos cinco kilómetros de la pequeña localidad de Cañaveruelas. La
carretera de acceso está asfaltada y no tiene ninguna pérdida desde este
pueblo. De nuevo, como en el caso anterior, la visita guiada os ofrece la
posibilidad de comprender mejor los restos que, por otra parte, son visitables
también de manera libre.
Aunque en la zona existió un poblado celtíbero que se
rindió a Tiberio Sempronio Graco en el año 179 a.C., los restos que vamos a
visitar se corresponden con una ciudad fundada ex novo. Ello lo vemos en la disposición ortogonal del entramado
urbano y la existencia de los principales monumentos de toda ciudad romana. La
fecha de fundación tuvo que rondar el siglo I a.C.
Este yacimiento apenas está excavado en un 10% pero
sólo con ello somos capaces de hacernos una idea aproximada de la importancia
del mismo en la zona. La visita comienza
en una zona de viviendas, una de las cuales, la domus Nº4, tiene una reconstrucción del peristilo. Con ello nos
podemos hacer una idea de cómo era este tipo de estructura fundamental en toda
casa importante.
Más tarde, tras atravesar otra zona de insulae aterrazadas correspondientes a
otro barrio con varias domus
parcialmente excavadas, llegaremos a la zona de las termas. Se trata de unos
restos donde son visibles las cisternas, algunas salas y, como elemento más
curioso, una cámara subterránea, edificada íntegramente con sillares, de planta
rectangular, bóveda de cañón y dotada de una escalera (también de piedra), que
ha sido interpretada como una sauna.
Nuestra siguiente parada es la llamada domus del médico, llamada así por haber
encontrado los arqueólogos instrumental médico y un anillo con el símbolo de
esculapio. En este lugar destaca un pequeño zócalo de pintura mural que aún se
conserva. Protegido por un pequeño tejado, las inclemencias del tiempo
terminarán por acabar con este resto.
Por último accederemos a la zona del foro, donde
curiosamente no se ha encontrado ningún templo. Ello puede ser debido a que en
la colina próxima los arqueólogos piensan que se situaba una antigua acrópolis
y que funcionó posteriormente como lugar de culto. Si tiene los restos de las tabernae (tiendas y comercios) que la
rodeaban, un criptopórtico en el lado oriental, el edificio de la curia, donde
se reunía el senado de la ciudad, y el de la basílica, lugar utilizado tanto
como mercado como para impartir justicia.
Aunque no conservamos más que los cimientos de ambos
edificios podemos intuir su monumentalidad por las bases de columnas
encontradas. En la basílica merece la pena detenerse y admirar un par de
elaborados capiteles con decoración vegetal.
La visita termina aquí, dejándonos el guía tiempo
libre para volver deteniéndonos en lo que nos pareciera más interesante. En
conclusión, unas ruinas interesantes para conocer las elegantes domus
romanas y hacernos una idea de la importancia que tuvo que tener este lugar en
el pasado.
Ruta
de las caras
A escasos kilómetros de la localidad de Buendía se
encuentra este curioso paraje natural compuesto por pinares y roca arenisca
donde diversos artistas han desplegado todo su ingenio tallando muchas de esas
rocas. El resultado es una sucesión de figuras, muchas de ellas caras (de ahí
su nombre), que en un recorrido de menos de tres kilómetros, nos permiten
realizar una curiosa jornada de senderismo apta para todos los públicos.
Estas esculturas que se integran en el entorno natural
fueron realizadas mediante el uso de
cinceles, martillos, cortafríos y para dar volumen a las esculturas
suelen utilizar roscadores. Lo más curioso es que nunca utilizan moldes para
realizarlas o que se les aplica un líquido especial que retarda la erosión
natural y endurece la piedra. La mayoría de las figuras tienen a dos escultores
como padres: Jorge Juan Maldonado y Eulogio Reguillo.
Existen doce esculturas reconocidas con propiedad
intelectual, siendo los temas muy variados. Nos encontraremos inicialmente con
la Moneda de la Vida, recuerdo de la maternidad, con el dios hindú Krishna, una
de las más impresionantes, Beethoven, retrato curioso del gran compositor, o
Muerte, la única a la que debemos acceder realizando una pequeña escalada.
Si somos observadores también encontraremos muchas
otras figuras de personas que se animaron a realizar algo de arte rupestre o,
simplemente, bocetos de algunos de los artistas que trabajaron aquí. Pero lo
mejor es la integración total con la naturaleza que le rodea, logrando
encuadres preciosos.
El entorno, junto al embalse de Buendía es un marco
incomparable que también merece la pena admirar desde el mirador que se
encuentra junto a la figura de la Muerte, la única situada mirando al amanecer.
En definitiva, una ruta muy sencilla accesible a todos
los públicos y en el que podremos tomar un tentempié en las mesas habilitadas
al inicio del recorrido. Para mayor información os recomiendo visitar: http://www.rutadelascaras.com/recorridoPorLaRutaDeLasCaras.html
http://www.rutadelascaras.com/PDFs/Librillo%20Caras%202013.pdf
Como punto final al día os recomiendo parar en alguno
de los variados miradores existentes en los alrededores del embalse de Buendía.
Desde ellos podremos ver las presas de una manera sorprendente.
Espero que os gustara esta propuesta.
Hasta la próxima
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