Hace unos años realicé un viaje por las principales
localidades de los Pirineos franceses. Y dentro de las ciudades del sur de
Francia pegadas a nuestra frontera que visité, una de las que más me gustó fue
Toulouse. Su gran pasado histórico le ha permitido atesorar un legado cultural
único, a lo que suma una gran actividad económica y un alegre ambiente
universitario que la hacen muy atractiva al turismo. No en vano es la cuarta
ciudad más poblada de Francia, después de París, Marsella y Lyon.
Por ello decidí volver a visitarla este año,
recordando viejos paseos y descubriendo nuevos rincones. ¿Os animáis a conocer
sus principales encantos?
Toulouse, antigua Tolosa, es la capital de la región
de Midi-Pirineos. Se suele denominar la ciudad rosa por el color de los
ladrillos con el que fueron construidos sus edificios más emblemáticos. Su
patrimonio histórico se conserva perfectamente y es un placer pasear entre sus
pintorescas callejuelas descubriendo, a cada pocos pasos, suntuosos edificios
que nos evocan tiempos pasados de gran riqueza e importancia. Un dato curioso:
es la ciudad francesa con más palacios datados en el siglo XVI. Además, como
buena ciudad universitaria, es dinámica y atractiva para quien la visita.
Pasemos a enumerar los que considero los principales atractivos de esta ciudad.
1. La Plaza del Capitolio
El centro de Toulouse se sitúa en esta amplia plaza
que pasa por ser una de las más bonitas de toda Francia. Su cara este la ocupa
el enorme edificio del Capitolio, sede del Ayuntamiento desde el siglo XII y
del Teatro de la Ópera.
El Capitolio de Toulouse al atardecer
Construida su fachada actual en el siglo XVIII, el
estilo neoclásico (frontón triangular y balaustrada italiana) resulta tan bello
como imponente. Esta maravillosa construcción realizada en piedra, ladrillo y
mármol adquiere un bello tono rosa con la luz dorada del atardecer. Será con
esta visión cuando comprenderéis porqué denominan a Toulouse la Ciudad Rosa.
Ello se debe a que la mayor parte de sus edificios están construidos con
ladrillos que le otorgan este cálido color.
Este edificio se ha convertido en el símbolo de la
ciudad debido a la belleza visual que conforma la combinación de los distintos
materiales (bicromía ladrillo y piedra) y su limpio diseño decorativo (a base
de columnas y pilastras).
Admirar el juego de bicromía horizontal/vertical entre
el piso inferior y superior y los emblemas en los balcones de los capitouls,
los eminentes miembros del consejo municipal que gobernaron la ciudad durante
600 años (1189-1789). Un grupo de estatuas alegóricas rematan la decoración:
encima del teatro, a la derecha, un grupo representando la tragedia y la
comedia; y a la izquierda, otro grupo representando la cultura antigua (Palas)
y la cultura occitana (Clémence Isaure).
Pero que no os deje engañar este edificio. En verdad
se trata de una fachada-pantalla que oculta una serie de edificios construidos
en estilos muy diversos. El interior del Capitolio es visitable de manera
gratuita, y es una obligación si visitáis Toulouse. Ahora bien, suelen cerrar
por bodas civiles los viernes y sábados, así como debido a actos públicos. Por
tanto, planificar bien esta visita en vuestro viaje si no queréis llevaros una
sorpresa desagradable.
Nada más acceder al interior encontraréis el patio
de Henri IV, primero de la casa de Borbón en este país, el cual os observa
desde una hornacina. La estatua de mármol policromado resalta poderosamente
respecto al resto de decoración, a base de emblemas, que le rodea. Este patio
porticado con galerías es la parte más antigua del ayuntamiento. Por último,
antes de proseguir, bajad la vista para descubrir el punto exacto donde
ejecutaron al duque de Montmorency en 1632.
Patio de Henri IV del Capitolio de Toulouse
Al fondo accedemos a las salas interiores. Lo primero
que nos encontraremos será la gran escalera, construida en 1886. A sus
pies tenemos el busto de Jean Jaures, político socialista francés famoso por
oponerse a la participación francesa en la Primera Guerra Mundial; algo que le
costaría la vida sólo tres días después de comenzar aquel conflicto.
Lo más destacado de las escaleras es la decoración
pictórica realizada por Jean-Paul Laurens y sus hijos, representantes del
academicismo francés y especialistas en la pintura de historia. En los frescos
descubriremos desde escenas bucólicas a la Fiesta de los Juegos Florales, una
festividad importante en la ciudad y que se celebra desde 1324.
El primer gran salón que veremos al subir las
escaleras es la Sala Gervais, llamada así por estar decorada con
pinturas de este artista. Lugar de celebración de los matrimonios civiles,
todas las pinturas evocan el amor. A la derecha tenemos tres cuadros que
representan el amor a los 20 años, a los 40 y a los 60. Al fondo, una
representación de la isla de Citera, lugar de nacimiento de la diosa Afrodita.
Allí veremos el cortejo de varias parejas. Y si somos observadores
descubriremos una pareja de lesbianas. El amor homosexual también tiene su
hueco aquí, como debe ser.
Sala Gervais del Capitolio de Toulouse con escenas relativas al amor |
El siguiente salón es la Sala Henri-Martin y
contiene obras de este genial pintor impresionista. Realizadas en un gran
formato, admiraremos escenas campestres o de la ciudad de Toulouse; en
concreto, sus muelles, donde el pintor representó a su mujer, sus hijos y a
Jean Jaures.
Sala Henri-Martin del Capitolio de Toulouse
De todas las salas, la que posee la decoración y los
frescos más deslumbrantes es la Sala de los Ilustres. Hasta veinte
artistas tolosanos, dirigidos por Paul Pujol, intervinieron en el siglo XIX
para embellecer este lugar, narrando episodios gloriosos de Toulouse o evocando
la defensa de la Patria o la importancia del arte y la cultura.
Sala de los Ilustres del Capitolio de Toulouse
En los extremos de la sala tenemos dos grandes obras. A la
derecha, según entramos, encontraremos la entrada del papa Urbano II en la
ciudad, en 1095. Su visita tenía como objetivo exhortar al conde de Toulouse a
participar en la primera cruzada a Tierra Santa. En el lado opuesto tenemos el
episodio histórico de la victoria de Raymond VI sobre Simón de Monfort, el cual
feneció en 1218 debido al impacto de un proyectil lanzado por una catapulta.
De las pinturas laterales voy a pedir que os fijéis en La Belle
Paule, musa de poetas y pintores. Aparece asomada al balcón, pues la
leyenda cuenta que los capitouls la obligaban a ello para que todos los
tolosanos pudieran admirar su belleza. También me gustó La Ley, la Verdad y
la Justicia, a las cuales implora el pueblo desnudo.
Del techo voy a destacar el fresco alegórico Toulouse
ofreciendo sus armas a Francia; Francia, en un carro tirado por dos leones,
es armada por el pueblo y conducida a la batalla por el dios de la guerra.
Entre las esculturas vamos a descubrir a Pierre
Fermat, al conde Raymond VI de Toulouse o a diferentes alegorías evocando la
belleza, el teatro, la poesía o las riquezas de la tierra de Toulouse.
Colocadas en hornacinas o enmarcadas entre columnas, no todas las últimas eran
de mármol. Unas fueron realizadas en estuco y las reconoceréis por tener
dibujadas mariposas.
El último salón que veréis es la Sala del Consejo
Municipal, cuyas mesas modernas y micrófonos no deslucen su importante
decoración pictórica. No obstante, tras haber visitado la Sala de los Ilustres,
este lugar os parecerá mucho menos interesante.
Volviendo al exterior, en el centro de la plaza, si no
es día de mercado, podréis admirar una cruz occitana de Languedoc,
conformada por doce puntas, situándose en cada una de ellas un emblema de cada
signo zodiacal.
La Plaza del Capitolio se rodea de diversos edificios
de ladrillo que datan del siglo XIX y cuya realización intentó ser una copia de
la parisina Plaza Rivoli.
Justo enfrente del Capitolio, en los soportales que
recorren la fachada oeste de la plaza encontraremos, si alzamos nuestras
cabezas, una serie de frescos realizados por Raymond Moretti. Las
arcadas del Capitolio resumen la historia de la ciudad a modo de paneles
independientes.
Recuerdo de España, con la que está tan emparentada esta ciudad, es el fresco que representa la famosa imagen de Robert Capa, Muerte de un miliciano junto a una parte del Guernica de Picasso. Os animo a descubrir, entre las 28 serigrafías, a San Sernín martirizado por un toro, el homenaje a Carlos Gardel (ilustre Tolosano), la representación de Fermat o el recuerdo de la importancia del rugby y su equipo en esta ciudad.
Como curiosidad indicar que en el hotel Le Grand Balcon, situado en una esquina de la plaza, se alojó el escritor y aviador Antoine de Saint-Exupéry, autor de El principito.
Y detrás del Capitolio se encuentra La torre Mayor (Donjon),
vestigio del antiguo ayuntamiento y utilizada como mazmorras en época moderna. Tiene
el aspecto de una fortificación, con matacanes y almenas, un producto sacado
directamente de la imaginación de Violet-le-Duc, quién lo reformó en época
moderna. Hoy en día es sede de la Oficina de Turismo. Además de información,
alzad la vista para admirar las preciosas bóvedas ojivales que coronan la
planta baja.
2. Basílica de Saint-Sernín
Resulta curioso que el edificio religioso que destaque de toda la ciudad no sea la Catedral. Pero la importancia de la Basílica de Saint-Sernín reside en ser la iglesia románica más grande de Occitania y la segunda más antigua de toda Francia, después de la abadía de Cluny.
Además, era parada obligada en el Camino de Santiago,
en donde rezar ante los restos de San Saturnino de Tolosa (para los españoles),
martirizado en época romana (año 250). Al parecer, el entonces obispo cristiano
no había querido sacrificar un toro en honor a los dioses paganos, razón por la
cual se le ató al mismo hasta que arrastrado por él murió. La calle del toro
(Rue du Taur), que conecta el Capitolio y la Basílica, recuerda este episodio
histórico (no dejar pasar una visita a la iglesia del toro). Por tanto, es
lógico que sea otro de los símbolos más reconocibles de Toulouse y una visita
obligada.
Lo más sobresaliente de esta basílica es su
excepcional campanario octogonal, situado sobre el crucero y que se alza hasta
los 64 metros de altura. Su carrillón es de 24 campanas. La mejor manera de
admirarlos es acercarnos a la calle Saint Bernard, desde donde también podremos
apreciar el admirable ábside con nueve absidiolos, escalonados hasta el
campanario, simbolizando la ascensión hacia el cielo. Al igual que con el
Capitolio, la belleza estructural del edificio reside en el maravilloso juego
bicromático entre la piedra blanca y el ladrillo rojo.
Cabecera de la Iglesia de San Sernin, Toulouse.
Antes de entrar os recomendaría admirar la ilustrativa decoración románica que decoraba los pórticos. A destacar la del transepto derecho (la de los condes), con unos explícitos capiteles representando los suplicios del infierno. Es la primera doble puerta que encontraréis rodeando por la izquierda la iglesia desde el ábside a la entrada principal.
Puerta de los condes de la Iglesia de San Sernin, Toulouse.
La otra gran portada la tenemos en la entrada al
templo. Denominada puerta de Miègeville, posee un precioso tímpano donde se
representa la ascensión de Cristo, la cual es observada desde abajo por los
doce apóstoles. En los capiteles, bellamente tallados, tenemos la
representación de varias escenas bíblicas, como Adán y Eva o la Matanza de los
inocentes.
Puerta de Miègeville, Iglesia de San Sernin de Toulouse
El interior sorprende por su amplitud, no en vano, se trata de la iglesia románica más grande de Francia. Al estilo de nuestra Basílica en Santiago, tiene cinco naves y deambulatorio con capillas rodeando el ábside mayor (lo que favorecía la visita de los peregrinos mientras se realizaban las celebraciones litúrgicas).
A destacar la rica decoración interior, tanto
escultórica como en forma de relicarios contenedores de numerosas reliquias de
santos. Aquí se conservan los restos del mártir que da nombre al templo, así
como algunos otros situados en la cripta.
3. Convento de los Jacobinos
Se trata del mejor exponente de la arquitectura gótica
realizada en el Languedoc en época medieval. El edificio data del siglo XIII y
está construido enteramente en ladrillo rojo. Su exterior impresiona por la
gran magnitud de la construcción, manifestación del poder de la Iglesia en la
época (recordar la lucha contra los cátaros en esta zona). La diferencia entre
el gótico tradicional y este meridional estriba en las ventanas de los muros.
Si en el gótico clásico encontramos más ventanas que muros, aquí es al revés.
Una curiosidad sobre el nombre de este templo. Fue
construido por la orden de los dominicos quienes se autodenominaban jacobinos
debido a que el convento de París se encontraba situado junto a la Puerta de
San Jacobo.
No obstante, su fama reside en la denominada “Palmera”,
una columna estrellada de 22 brazos que soporta la bóveda de 28 metros que
cubre la nave de la iglesia. La visión de esta preciosa techumbre merece la
visita a este lugar.
La Palmera del Convento de los Jacobinos de Toulouse.
Así como admirar los ladrillos que conforman sus
muros, donde en el interior simulan ser piedra. En algunos lugares aún se
pueden admirar los frescos que otrora decoraban las capillas laterales.
Este edificio forma parte de la universidad de
Toulouse y alberga algunas reliquias de santo Tomás de Aquino. Las mismas se
guardan en el altar del templo, curiosamente situado en un lateral y no en la
cabecera de la iglesia.
Os recomiendo visitar este templo un día soleado pues
así podréis admirar de primera mano la magia luminosa de las vidrieras. La
composición de fluorescentes que simulan un arco iris le da un toque moderno al
lugar, aunque bastante cuestionable a mi parecer.
Para acceder al resto de salas se debe abonar una entrada. El antiguo convento se organizaba, como era costumbre, en torno a un gran claustro. Os recomiendo deteneros en los capiteles de las columnas, decorados con motivos florales y animales.
La sala capitular, lugar donde se celebraban
asambleas, tiene un rico estilo gótico y aún restos de la decoración pictórica.
Sala Capitular convento de los Jerónimos. Toulouse.
La Capilla de San Antolín es uno de los rincones más
bellos de este convento. Dedicado al patrono de la ciudad, es el lugar de
reposo eterno de los religiosos más importantes. Lo más deslumbrante es su rica
decoración pictórica, con escenas del apocalipsis en el techo y con narraciones
de la vida del santo en los laterales.
Capilla de San Antolín. Convento de los Jerónimos. Toulouse.
En el refectorio monástico se suelen organizar
exposiciones temporales, aunque no fue el caso cuando lo visité. Se trata de
uno de los mayores construidos en la Edad Media y nos da una idea del gran
número de monjes que vivían aquí.
4. Convento Museo de los Agustinos
Toulouse posee numerosos museos a cuál más
interesante. Y si os gusta el arte pictórico no podéis dejar pasar la ocasión
de visitar el Museo-convento de los Agustinos.
En la actualidad, lamentablemente, se encuentra
cerrado por obras y no tiene prevista su reapertura hasta el año 2024. Pero su
importancia es tan grande que merece estar en este listado de las principales
maravillas de Toulouse. Por ello voy a remitirme a la ocasión cuando lo visité
para poneros en situación sobre lo que podréis encontrar una vez que reabra sus
puertas.
Lo primero que debemos destacar de este museo es que,
además de poseer una importante obra pictórica (además de escultórica medieval),
las piezas se encuentras expuestas en un entorno único. Impresionante es pasear
en el tranquilo claustro del convento admirando la colección de gárgolas que se
exponen bajo sus arcadas. Otra sala imprescindible para los amantes de la
escultura medieval es la Sala de los Capiteles (decorada con una
instalación luminosa del artista Jorge Pardo).
Y dentro del arte pictórico, el cual abarca desde el
siglo XIV hasta principios del XX, destaca sobre manera la colección del siglo
XVII, con obras italianas, holandesas y francesas que nos permiten seguir las
evoluciones de la pintura en aquel siglo. Si de época renacentista destacaría
la manierista Visita de la Virgen a Santa Isabel (Cristofano Gherardi,
1541), del siglo XVII podemos deleitarnos con importantes obras, tales como el
desgarrador Cristo entre los dos ladrones (Peter Paul Rubens, 1635) o
los caravaggesco Martirio de los Santos Juan y Pablo (Guercino, 1632) y Judith
(obra maestra de Valentin de Boulogne, 1625).
Del siglo XVIII destacan obras de artistas franceses,
predominando retratos, paisajes y pinturas históricas propias del
neoclasicismo. Destacar La baronesa de Crussol (Elisabeth Vigée-Lebrun,
1785), El Puente Rialto (Guardi, 1760) o La muerte de Marat
(Joseph Roques, 1793. No confundir con el más famoso pintado por David).
De los siglos XIX y XX podría nombrar numerosas obras,
pues abarcan numerosos estilos que me gustan mucho. De la época heredera del
neoclasicismo destacar la famosísima obra Tu Marcellus eris (Ingres,
1811), en la que aparece Virgilio con la Eneida junto al emperador Augusto y su
hermana Octavia. Del romanticismo me encantó Abd-ar-Rahmán ibn Hisham,
sultán de Marruecos, saliendo de su palacio de Mequinez, rodeado de su guardia
y de sus principales oficiales (Delacroix, 1845). Del academicismo tolosano
destacaría Entrada de Mahoma II a Constantinopla el veintinueve de mayo de
1453 (Joseph Benjamin-Constant, 1876), mientras que del nuevo impresionismo
es de alabar Muchacha en un banco (Berthe Morisot, 1893) o las obras de
Toulouse-Lautrec que posee el museo (si os gusta este artista echad un ojo al
artículo sobre Albi).
La otra gran colección pictórica de la ciudad se ubica
en el bello edificio renacentista Hotel D’Assézat. Se trata de la
colección de la Fundación Bemberg, la cual consta de cerámicas, muebles
y pinturas atesoradas por Georges Bemberg. La colección pictórica abarca desde
el renacimiento italiano hasta las vanguardias del XX, destacando obras
secundarias, aunque importantes, de afamados artistas, tales como Canaletto (View
of Dolo), Veronese (Le Procureur Barbaro), Tintoretto (Presentación
en el templo), Lucas Cranach (Venus y cupido), Monet (Boats on a
beach), Gauguin (Tête de jeune paysan), Paul Signac (Le clocher
de Saint-Tropez) y Picasso (Pierrot
et arlequin III).
Cuando visité la ciudad la primera vez no tuve tiempo
de visitar este museo y, en esta segunda ocasión, lo encontré cerrado por obras
(reapertura a inicios del 2023). Ya tengo excusa para volver a Toulouse en unos
años.
5. La ciudad del espacio
Como última recomendación os voy a aconsejar visitar
un parque temático, dedicado al espacio, que se encuentra a tan solo 6 Km de
Toulouse. Para llegar hasta allí en transporte público deberéis llegar a la
estación Jolimont de la línea B de metro y luego tomar allí el autobús número
37.
Ahora bien, la Ciudad del Espacio de Toulouse no es
nada barata. La entrada completa ronda, según la temporada, entre 25-30€ por
persona. Ahora bien, merece la pena pagarla por todo lo que allí podremos ver
de cerca.
El parque es bastante grande y conviene planear la
visita de antemano cuando nos entregan el plano de situación, pues diversas
actividades tienen horarios concretos para realizarlas. Es el caso del cine
IMAX o del planetario, en mi opinión las dos proyecciones más interesantes que
podéis realizar. En ambas existen unos cascos traductores al español para sacar
el máximo partido a la película. Cuando visité el lugar proyectaron una
película sobre la amenaza de los asteroides sobre la Tierra muy interesante. El
planetario recorre nuestro sistema solar y nos explica interesantes cuestiones
sobre nuestros planetas y el espacio en general. También existe una proyección
para niños de un pingüino y un oso que construyen un cohete.
Podría hablaros durante horas de las maravillas que
tiene este parque. Para aquellos que disfruten con la carrera espacial, el
universo y los astronautas la visita será tan instructiva como gratificante.
¿Por qué?
Pues porque resulta increíble poder admirar de cerca
satélites como el ERS2, telescopios como el XMM-Newton, pasear por el interior
de la estación espacial MIR, la claustrofóbica cápsula Soyuz o admirar el
impresionante tamaño del cohete Ariane 5, utilizado para situar satélites en
órbita. Sus 53 metros de altura dominan poderosamente los jardines y nos
servirá de punto de referencia constante para no perderos.
Si queremos una inmersión mayor debemos dirigirnos al
área de exposiciones. En este lugar encontraremos todo tipo de cuestiones
relacionadas con el espacio, desde información sobre nuestro Sistema Solar,
sobre la vida en el espacio, los astronautas… No temáis por el idioma, pues
todos los paneles están traducidos al castellano.
Además, aprenderemos u montón de cosas como que sin
gravedad aumentamos nuestra altura. Las exposiciones son muy didácticas y
sirven para descubrir la dura vida de los astronautas (6 horas en posición
fetal sin desesperarte es un logro que pocos podrán soportar). Cuando visité el
centro existía una exposición sobre la Luna y los planes para crear una base
permanente. Realmente interesante y didáctica.
Por último, indicar que existen diversos talleres, aunque en este caso los monitores se expresan únicamente en francés. A pesar de ello teníamos ganas de descubrir el que explicaba las pruebas a realizar para ser astronauta de la ESA (Agencia Espacial Europea). Aunque seguro me perdí parte de la explicación, la charla era muy amena, con juegos de lógica para los que el idioma no es ningún hándicap. Debo reconocer que fue muy interesante.
En definitiva, una visita muy recomendable si os gusta
todo lo relacionado con el espacio. Seguro que, a más de un niño, pues el
parque también está enfocado para ellos, le abre la imaginación.
Para más información: http://www.cite-espace.com/
Como cinco lugares se me hicieron cortos, volveré a
realizar otra entrada con más lugares encantadores de Toulouse.
Para descubrir horarios os recomiendo visitar la
cuidada página de turismo de la ciudad:
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