domingo, 18 de septiembre de 2022

Un día visitando Cuenca


Hoy nos acercamos a una de las ciudades más sorprendentes de Castilla La Mancha. Y digo esto porque, en general, no se trata de una de las ciudades de esta comunidad que más llamen la atención de los turistas. Y, cómo vamos a poder comprobar en este pequeño repaso a sus encantos, se trata de un error.

 

¿Os interesa descubrir todo lo que puede ofrecer Cuenca?

 

¿Cómo llegar a Cuenca?

 

Visitar Cuenca desde Madrid resulta muy cómodo pues, aunque supone recorrer casi 200 kilómetros, todo el trayecto se realiza por autovía. Primero debemos tomar la A-3 dirección Valencia y luego desviarnos a la A-40 cuando lleguemos a la altura de Tarancón. En unas dos horas llegaremos a la ciudad sin grandes complicaciones.

 

 

¿Dónde aparcar gratis en Cuenca?

 

A la hora de aparcar tenemos dos zonas preferentes. Un gran aparcamiento nos espera a la entrada de la ciudad, nada más cruzar el río Júcar. Se encuentra junto al Parque de los Moralejos y es totalmente gratuito (a partir de este punto comienza la zona azul). La única pega está en su lejanía del centro histórico, algo a valorar dadas las numerosas cuestas que subiremos hasta llegar a los monumentos principales.

 

La otra opción está en la zona del Parador de Cuenca, un punto ideal desde el que descubrir Cuenca al estar situado muy cerca de las famosas Casas Colgadas. Eso sí, aquí deberéis llegar pronto para encontrar sitio en las escasas plazas. Una opción alternativa también puede ser la zona del castillo, situada en el punto más alto de la ciudad, si bien llegar hasta allí no me resulta muy cómodo.

 

¿Qué podemos ver en Cuenca?

 

Seguro que os voy a sorprender si os comienzo contando que mi primera visita no fue a ningún monumento de la ciudad sino a un yacimiento arqueológico situado a escasos 20 minutos en coche. Estaba valorando visitar el Museo arqueológico de la ciudad o acercarme a estas ruinas. Teniendo en cuenta que el yacimiento romano de La Noheda posee el mosaico figurativo más grande de toda España la decisión fue clara.

 

Sobre este lugar tenéis un artículo específico en este blog (aquí) por lo que solamente os voy a dejar una foto para abriros boca de la preciosidad de mosaicos que se conservan en este lugar.

 


La primera visita que hicimos en Cuenca fue el Museo paleontológico de Castilla La Mancha, un lugar ideal para todos aquellos a los que les apasionen los dinosaurios y, en especial, para todos los que visiten Cuenca con niños.

 

Y digo esto porque los más pequeños se quedarán totalmente obnubilados con las grandes maquetas que pueblan las salas de este museo y el jardín anexo. Dinosaurios a tamaño real que nos hacen recordar lo pequeños que somos como especie.

 


El museo tiene multitud de piezas recabadas en dos importantes yacimientos paleontológicos: Las Hoyas (Cretácico Inferior de La Cierva) y Lo Hueco (Cretácico Superior de Fuentes), exponiendo en vitrinas y a través de imágenes y vídeos los dinosaurios que poblaron este lugar hace varios millones de años.

 


Además de por el valor de las piezas representadas, este museo nos ofrece la posibilidad de descubrir la línea temporal y las especies que fueron poblando estas tierras según avanzaba el tiempo. Recorreremos la sala del Paleozoico y sus fósiles de 500 millones de años, el Mesozoico, la época del famoso Jurásico y Cretácico (fin de los dinosaurios), el Cenozoico, el Mioceno, con los famosos tigres de dientes de sable y el Pleistoceno, donde se ha representado una escena de caza neandertal.

 


De entre todos los dinosaurios que vamos a ver tiene especial importancia el Concavenator, un cazador conquense particularmente característico por su peculiar joroba.

 


Por último, destacar su jardín exterior, lleno de réplicas de dinosaurios integrados en el paisaje que harán las delicias de todos aquellos a los que les encante el tema. Igualmente, existe un bonito mirador del casco antiguo de Cuenca.

 



Una vez visto el museo decidimos que era hora de comer y recuperar fuerzas. En Cuenca existen multitud de restaurantes con menús del día donde elegir por lo que no me voy a demorar mucho más en ello.

 

La visita más típica de Cuenca son las Casas Colgadas. Se trata de una construcción cuyos balcones desafían la gravedad asomados a un gran barranco. No se conoce el origen del edificio, aunque algunos lo datan en época musulmana. Se trata de tres casas palaciegas con artesonados mudéjares y celosías góticas en su interior, donde acoge el Museo de Arte Abstracto Español.

 


Presidiendo el cañón del río Huecar, estas casas tienen su mejor panorámica desde el Puente de San Pablo, un puente de 100 metros construido en hierro y madera que data de inicios del siglo XX. Sin duda, una de las mejores vistas de la ciudad y uno de sus monumentos más emblemáticos.

 


En mi opinión el mejor edificio para visitar en la ciudad es la Catedral de Santa María y San Julián, una joya del gótico inconfundible por su pórtico sin torres. Esta parte del templo data de inicios del siglo XX, cuando el derrumbe de la torre del Giraldo obligó a reconstruir la puerta principal. Vicente Lampérez ideó una fachada neogótica inspirándose en Reims. No obstante, su proyecto no se llevó a cabo y se dejaron sin levantar las dos torres planificadas. A pesar de lo anterior, la fachada con su triple pórtico resulta muy atractiva.

 


El interior resulta sorprendente por su magnitud, algo típico en los templos góticos. 120 metros de longitud y 36 de altura acogen un espacio de 10.000 metros cuadrados donde se distribuyen numerosas capillas laterales, destacando entre ellas las de los Apóstoles, la del Espíritu Santo y la de Caballeros, además de salas nobles como la Sacristía o la sala Capitular.

 


La zona central la ocupa el Altar Mayor y el Coro, ambos lugares donde detenernos para admirar el precioso trabajo en madera.

 


Uno de los elementos más curiosos de este templo son sus vidrieras. A semejanza de las existentes en la Catedral alemana de Colonia, aquí vamos a poder observar vitrales decorados de manera abstracta, lo que constituye un elemento dinamizador y moderno dentro de la continua evolución del templo a lo largo de los siglos de su existencia. Si visitáis el templo un día soleado el juego de luces os sorprenderá.

 


La visita al claustro se realiza a través del excepcional Arco de Jamete, considerado uno de los mejores elementos arquitectónicos del templo. Aunque se trata de un espacio algo desangelado, merece la pena asomarse a su balcón y admirar las vistas.

 


Antes de salir no os olvidéis de subir al triforio, una pequeña subida por una escalera de caracol que nos permitirá ver desde las alturas la ciudad, así como contemplar una impresionante vista del interior de la catedral.

 


Con la entrada de la Catedral es posible visitar también la Iglesia de San Pedro, un curioso templo de planta octogonal con gran cúpula central donde lo más destacable es el precioso artesonado de la capilla de los condes de Toreno o las vistas que se obtienen desde lo alto de su torre.

 


Desde aquí os recomiendo acercaros al mirador Camilo José Cela y buscar los famosos ojos de la mora, un relieve natural decorado con dos ojos que nos hacen imaginar la presencia de una mujer con turbante. Su historia podéis encontrarla en el artículo donde me dedico a compilar los ojos curiosos que voy encontrando por el mundo (aquí).

 


Quedan muchos lugares interesantes por descubrir en Cuenca, pero yo no tuve más tiempo para exprimir la ciudad. Por ello siempre me quedará la posibilidad de volver y visitar todo lo que se quedó pendiente.

 

Aun así, os dejo unas cuantas fotos de los rincones preciosos que encontré caminando por las calles de esta ciudad.

 



Hasta la próxima

 

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