domingo, 25 de septiembre de 2022

Una escapada dominguera cerca de Madrid (XXIII): Sepúlveda

Hoy nos vamos de escapada a uno de esos pueblos encantadores que tiene la provincia de Segovia. A muy pocos kilómetros de Pedraza, la otra gran localidad referencial de la zona, el encanto de Sepúlveda se encuentra tanto en su riqueza monumental como en su ubicación privilegiada, en una enorme peña que se asoma al río Duratón.

 


Situada a escasos 140 kilómetros de Madrid, la posibilidad de visitarla en el día resulta muy atractiva. Ahora bien, si deseáis empaparos bien de esta localidad y del paraje natural que la rodea os aconsejaría pasar un fin de semana entero.

 

¿Vamos a descubrir un poco la localidad?

 

¿Dónde se encuentra Sepúlveda?

 

Sepúlveda se encuentra a una distancia muy razonable de Madrid, unos 140 kilómetros. Para llegar hasta allí debemos coger la autovía A-1 dirección Burgos y seguir por ella hasta la pequeña localidad de Castillejo de Mesleón, lugar donde aparece el desvío.

 

 

A la hora de aparcar nuestro coche Sepúlveda dispone de numerosos aparcamientos habilitados. Os aconsejo no quedaros en el primero y continuar hasta la zona más próxima al centro de la localidad.

 

Unas breves reseñas históricas

 

Sepúlveda fue un enclave fundamental en la Castilla medieval, tierra de frontera ante los enemigos musulmanes. Mencionada desde el siglo X, Fernán González le otorgó su propio fuero en el siglo XI, lo que permitía a sus aguerridos habitantes de frontera mantener cierto autogobierno que compensara los peligros a los que se sometían.

 

No obstante, el pasado de Sepúlveda es mucho mayor. Poblada por los arévacos, su poblamiento se mantuvo durante época romana y visigoda debido a los restos que han aparecido en los alrededores.

 

¿Qué vamos a ver en Sepúlveda?

 

Voy a comenzar la visita a esta localidad por la Puerta del Azogue, la primera que veremos una vez que dejemos nuestro coche en el aparcamiento. Su nombre proviene, seguramente, de su proximidad a la antigua plaza del mercado y se trata de un anticipo de lo que nos vamos a encontrar: mucho románico.

 


Junto a ella podemos recorrer un tramo del antiguo lienzo de muralla que protegía la ciudad. Os aconsejo no atravesarla todavía, sino proseguir junto a la muralla hasta el centro neurálgico de la villa, la Plaza de España.

 

La que hoy es centro comercial de Sepúlveda era un espacio extramuros de la localidad original, lugar donde un día se celebraba el mercado y otro una corrida de toros. Hoy en día destacan los edificios barrocos y, justo detrás del reloj que preside la plaza, los restos del castillo, las murallas y la espadaña con las campanas. Sin duda, un lugar encantador y con mucha vida.


 

Dejando a nuestra espalda el edificio del reloj y avanzando rectos llegaremos a la Iglesia de San Bartolomé, donde vale admirar el ábside románico exterior y la pintoresca ubicación, sobre un basamento elevado. No suele estar abierta, pero tenemos más templos para admirar su interior. No seáis impacientes.

 


Volvamos a la plaza, admiremos nuevamente su encanto y tomemos la calle que sale a la izquierda del edificio del reloj. En la Plaza del Trigo se alza el moderno Ayuntamiento. Y un poco más adelante, casi justo enfrente, se ubica la Oficina de Turismo, donde conseguir un mapa e información.

 


Anexa a la oficina de turismo se encuentra el edificio de la cárcel, un caserón castellano reformado como centro de interpretación de este tipo de lugares. La prisión de Sepúlveda estuvo operativa entre los siglos XVI y XIX de manera casi inalterable. En la visita vamos a recorrer las tres plantas del edificio. En la baja se explica la historia del edificio y se muestra una maqueta de la localidad, así como famosos escritos que realizaron sus obras encerrados, tales como Cervantes o Quevedo. En la primera planta descubriremos diversas formas de reclusión, como la de las mujeres en el pasado o la de los monjes y eremitas. Por último, en la planta superior, veremos el funcionamiento de la cárcel de Sepúlveda, con sus calabozos y los cuartos de los guardias. En definitiva, una visita interesante para los que les guste el tema.

 


Si avanzamos por la calle de los Fueros vamos a tener varios puntos de interés. En primer lugar, la Casa del Parque, el centro de interpretación del parque Natural de las Hoces del río Duratón donde poder descubrir las diferentes rutas que podemos realizar y la maravillosa flora y fauna que nos encontraremos en ellas. Ubicada en la antigua Iglesia de Santiago os recomiendo visitarla para animaros a realizar alguna de las rutas.

 


En esta zona también se encuentra la Puerta del Río, una de las más importantes de la villa y que contiene la Virgen de las Pucherillas, o los Arcos de la Judería, los cuales daban en el pasado acceso a este barrio tan característico. Y para los que les guste el arte pictórico tiene la ocasión de visitar el pequeño Museo de Lope Tablada de Diego.

 


Antes os indiqué que Sepúlveda tiene mucho románico y ya es hora de visitar una de sus joyas, la Iglesia del Salvador. Para llegar a ella debemos adentrarnos por las estrechas calles detrás de la cárcel y realizar la subida por unas anchas escaleras. Lo primero que veremos será su espectacular ábside y su galería cubriendo la entrada al templo, todo muy típico del románico castellano de finales del siglo XI. Fijarse en la sobria decoración de los muros, con pilastras, columnillas y arcos de medio punto. La decoración la encontramos en los canecillos junto al techo o en los capiteles de las columnas. Su interior, aunque sencillo, también tiene el hechizo de los templos románicos, tan pequeños como encantadores.


 

Caminemos ahora hacia la calle de los Santos Justo y Pastor, aquella que desemboca en la puerta que vimos al inicio de nuestro recorrido. Tan solo debemos volver a bajar la escalinata y torcer a nuestra izquierda. Caminando por una terraza y bajando por unas escaleras llegaremos a la calle, justo enfrente de la Iglesia que da nombre a la calle y donde se ubica actualmente el Museo de los Fueros, lugar donde nos muestran la historia de la villa.

 


Subiendo por esta calle podremos admirar numerosas casas decoradas con balsones, lo que nos recuerda la importancia de la localidad en el pasado.

 


Tras un breve paseo llegaremos a uno de los puntos encantadores de Sepúlveda, la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña. Este enclave tiene dos atractivos. Por un lado, el templo románico en sí mismo, del que debemos destacar la magnífica decoración románica de la portada o el retablo barroco de su interior.

 


Por otro lado, el mirador que se abre a la espalda del templo, desde el que podemos comenzar a tener una idea de lo que son las Hoces del río Duratón. Este impresionante cañón moldeado durante milenios por las aguas del Duratón tiene cortados de más de 100 metros de altura y unos meandros tan impresionantes como fotogénicos. Tras empaparnos bien de estas vistas seguro que se os hace la boca agua por recorrer a pie tan maravilloso entorno natural.

 


Senderismo por las Hoces del río Duratón

 

Visitar Sepúlveda y no acercarse al Parque Natural de las Hoces del río Duratón creo que es un grave error. Se trata de un lugar impresionante, donde el río se ha encajado en un profundo cañón que, en algunos tramos, alcanza hasta los 100 metros de altura. En sus farfallones rocosos vamos a poder admirar, con unos buenos prismáticos, los refugios de los buitres leonados, aunque también es posible encontrarse con águilas reales y halcones peregrinos. Respecto al bosque de ribera que se extiende por la ruta destacan los chopos, fresnos y sauces.

 

Existen varias rutas de senderismo que podemos realizar en este entorno natural tan importante. En el siguiente mapa que me dieron en la oficina de turismo tenéis todas ellas.

 

Rutas senderismo en Hoces del río Duratón, Sepúlveda

Junto a Sepúlveda tenemos la Senda de los dos ríos, un trayecto circular de unos 5 Km alrededor de esta localidad con la cual comenzar a familiarizarnos con el cañón y su belleza natural.

 

Pero yo os recomendaría otra ruta si no tenéis mucho tiempo. Su inicio se encuentra en el Puente de Villaseca, un lugar donde poder aparcar el coche entre altos árboles y en el que existe un pequeño chiringuito de bebidas y comidas puntuales. Este lugar es el inicio de dos rutas por el cañón. Una es muy corta, la Senda de Molinilla (1,8 Km), en la que a la fauna se añade el atractivo de algunas pequeñas cuevas de antiguos eremitas.

 

La más larga se conoce como la Senda del Puente Talcano al Puente Villaseca y en total son 10 Km lineales. Salvo que se utilice un coche de apoyo tendremos que realizar la ruta de ida y vuelta por el mismo camino. No obstante, no hace falta realizar toda ella. Nosotros cuando visitamos el lugar caminamos los cuatro kilómetros que separan el inicio de la ruta con el Puente del Villar. Y os puedo asegurar que fue tiempo suficiente como para poder empaparnos de la belleza de este lugar. (NOTA: para acceder a esta ruta, entre el 1 de enero y el 31 de julio, por ser época de cría, se necesita obtener un permiso en la Casa del Parque de Sepúlveda).

 

Al comienzo de esta ruta, casi nada más pasar el puente de la carretera, se llega a la Cueva de los 7 altares, un antiguo templo visigodo en el que podremos admirar arcos de herradura tallados en el muro y pinturas rupestres.


 

El camino es muy descansado, sin ninguna dificultad y lleno de sombras, lo que lo hace recomendable en cualquier época del año.

 


Lo mejor de todo, a mi parecer, se encuentra en las rocas que nos rodean, pues el cañón otorga una belleza muy particular al paraje.

 


Y uno de los atractivos del parque es poder admirar a los buitres leonados, los cuales se encuentran en estas paredes o volando sobre nuestras cabezas.

 


Otro lugar emblemático en las Hoces del Duratón, tanto por su importancia arqueológica como por el lugar donde se encuentra es la ermita de San Frutos. Para acceder a ella debemos dirigirnos a la localidad de Villaseca y, justo al lado de su iglesia, tomar un camino rural de arena. En la oficina de turismo nos dijeron que no estaba muy mal. Tampoco está bien. Tendremos unos 3 kilómetros de trayecto por una senda llena de baches donde no podremos superar los 30 km/h. Muchos pensarán, a mitad de camino, si merece la pena avanzar. Os aseguro que sí.

 

Una vez llegados al amplio aparcamiento sólo nos quedan unos 900 metros a pie por una ancha senda de tierra. Os recomiendo hacer esta ruta bien en las primeras horas del día o en las últimas, pues no existe sombra donde cobijarse del inclemente sol. Según avanzamos por el camino nuestra sorpresa será descubrir el increíble lugar donde se eleva la ermita, en lo alto de un farfallón rocoso, en un precioso meandro del río.


 

El entorno de la ermita está en ruinas, lo que no es óbice para no saber apreciar la belleza que atesoró en el pasado. Podremos pasear por las habitaciones que usaron los monjes en su vida apartada y descubrir su historia en los paneles.


 

El interior de la ermita es muy sencillo, pero os recomiendo dar una vuelta por ella si está abierta y realizar una breve oración como antaño hacían sus custodios.

 


También son muy bonitas las vistas que obtenemos desde este lugar.

 


En conjunto, una visita imprescindible que, si realizáis a última hora, será un magnífico colofón de vuestra jornada en las Hoces del Duratón.




 

 

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