La pandemia de COVID que asoló el mundo desde 2020
hizo que los viajes que solía hacer cada año se vieran pospuestos. Las medidas
para contener el virus y las restricciones varias hacían muy incómodo viajar.
Aun así, las ganas de hacerlo superaron las complicaciones y algún viaje fugaz
logré hacer cuando las condiciones sanitarias lo permitían. Fue una gran
ocasión para volver a visitar lugares de mi país que hacía tiempo no visitaba.
Y uno de ellos fue Zaragoza, un lugar maravilloso y con grandes cosas que ver.
¿Os apetece que os descubre sus encantos?
Como suelo hacer en muchos lugares que visito os voy a
mostrar los cinco lugares que considero imprescindibles a la hora de visitar
esta ciudad de Aragón.
1. La Basílica del Pilar
La Basílica del Pilar es el lugar más famoso de
Zaragoza pues su virgen es el emblema de la ciudad y el centro de sus
celebraciones. Ubicada en una amplia plaza, su disposición lateral hace que su
inmensidad se agrande sobremanera. Para muchos puede que sea su primer gran
templo cristiano y se trata de una de las mayores catedrales de España y se
trata del primer templo mariano de la Cristiandad.
Para admirar este bello templo existe dos momentos y
lugares claves. Uno es por la mañana, cuando desde el puente de piedra podamos
admirar la belleza de los primeros rayos de sol. La otra es desde la misma
plaza, a la hora del atardecer, cuando su dorada luz baña la fachada principal.
Del exterior destacaría las cúpulas con tejas de
colores, las cuales dan un aspecto muy colorido a la fachada de ladrillo y
piedra. Y sus cuatro torres, una de ellas visitable desde las que se pueden
obtener unas preciosas vistas del entorno.
A su interior accedemos por dos entradas. Una se
dedica al templo donde se ofrecen las misas. La otra parte, más turística, es
donde se ubica la Virgen del Pilar. Esta imagen merece algunos comentarios. Se
trata de una pequeña talla gótica de madera de tan solo 36 cm de altura. Todo
el mundo que la ve comenta su escasa estatura. Y si nos fijamos bien veremos
sus suaves formas y la delicadeza con la que sostiene al niño. La figura se
alza sobre un pedestal de jaspe de 1.70 metros forrado de plata, y posee una
corona dorada con aureola de brillantes.
La otra parte interesante de la basílica son los
grandes frescos decorados por Goya. Uno es la “Adoración del Nombre de Dios”,
situado en la bóveda enfrente de la capilla del Pilar y de estilo clasicista.
La otra, totalmente diferente y de un estilo más colorista e imaginativo, se
llama “Reina de los Mártires” y se sitúa en la parte norte del templo.
Por último, dentro de la parte donde se dan las misas,
destacar el Retablo de la Asunción, una maravilla de alabastro policromado
inserta en un estilo que aúna elementos renacentistas y góticos.
2. La Seo
Zaragoza es una de las pocas ciudades españolas que
posee dos catedrales. Y aunque se trata de un templo mucho menos conocido que
la Basílica-Catedral del Pilar, histórica y artísticamente creo que es
superior.
Lo primero que debo destacar es su exterior. La
fachada principal en barroco neoclasicista contrasta poderosamente con el resto
del templo y posee un llamativo color blanco único en la ciudad. Si somos
observadores veremos en las esquinas como esta fachada se colocó delante del
templo mudéjar anterior. La torre barroca actual también sustituyó a otra
mudéjar que existía anteriormente.
Ya que estamos aquí vamos a bordear el templo
fijándonos en una de sus joyas artísticas, el llamado muro mudéjar. Fue construido
en el siglo XIV y lo más destacable es su decoración en base a ladrillos y
cerámica. Un par de ventanas góticas le otorgan un aspecto único por la
simbiosis tan particular que conforma.
Junto a este muro se levanta el único ábside visible
exteriormente. Se trata de un elemento que conjuga una base románica con un
piso superior gótico (fijarse en las distintas ventanas) y todo ello revestido
de la típica decoración mudéjar de ladrillo.
Podemos seguir dando una vuelta por el templo antes de
entrar y visitar el arco del Deán, una bella construcción mudéjar que unía dos
palacios.
La Seo tiene un pequeño templo adjunto, llamado la
parroquieta. Se trata de una capilla anexa al templo principal construida por el
arzobispo Fernández de Luna como mausoleo particular. Lo más destacado de este
lugar es su precioso artesonado mudéjar.
El acceso a la catedral propiamente dicha se encuentra
junto a la entrada de la parroquieta. Las entradas se adquieren en el momento y
dan acceso al templo y al museo de tapices, uno de los más importantes de
España debido a la cantidad y calidad que poseen.
Del interior del templo voy a destacar el retablo
mayor, una joya del gótico y el mayor tesoro de la catedral. Construido por
diversos artistas, merece la pena sentarse ante él un rato y admirar las
impresionantes esculturas que muestran diversos momentos de la vida de Cristo,
como la Adoración de los Reyes, la Transfiguración o la Ascensión de Cristo.
Entre las capillas, las cuales descubriremos en un
paseo circular alrededor del templo, voy a destacar la de la Virgen Blanca por
su excelente portada plateresca, la de Santo Dominguito de Val, por tener los
restos del santo, y la de San Pedro Arbués, por su combinación original de
estilos gótico isabelino y barroco. No obstante, la entrada incluye una
audioguía donde os explicarán cada lugar con detalle. Igualmente existen
paneles explicativos en muchos puntos para no perderse nada importante.
Otro lugar interesante es el trascoro, que posee
diversos paneles con una rica decoración escultórica, y la construcción
general, de donde destacaría las magníficas bóvedas.
La última parte de la visita corresponde al museo de
tapices, ubicado en las plantas superiores de las dependencias anexas al
templo. En estos tapices vamos a descubrir temas religiosos (La pasión),
clásicos (Historia de Troya) y aleccionadores (Vicios y virtudes).
En definitiva, una visita obligada en Zaragoza que
complementa perfectamente al otro gran templo de la plaza principal de la
ciudad.
3. Ruinas romanas de Cesaraugusta
Zaragoza se asienta en la antigua ciudad romana de Caesar
Augusta, la única que tiene el nombre del emperador que la ordenó fundar.
La misma fue poblada con las tropas licenciadas tras lograr conquistar los
últimos reductos rebeldes de la Península Ibérica.
Los vestigios que podemos visitar de la antigua Caesaraugusta
se dividen en cuatro zonas dentro de la ciudad. Vamos a empezar por el Foro
romano, al cual vamos a acceder a través de un llamativo cubo situado junto
a La Seo.
El centro neurálgico de toda ciudad romana tenía un
gran templo, una plaza porticada con la basílica donde se impartía justicia y
un buen número de tiendas insertas exteriormente en la edificación porticada.
De todo ello vamos a poder ser testigos recorriendo las pasarelas por donde
varios paneles explicativos y maquetas nos muestran lo que antiguamente se
alzaba en este lugar.
Lo más llamativo de estas ruinas es la gran tubería y
cloaca que servía para desaguar el agua de lluvia. Vamos a ver tuberías de plomo
y nos podremos introducir en el canal de la gran cloaca que llevaba las aguas
fecales y la suciedad de las calles al río.
Por medio de un interesante audiovisual descubriremos
que Zaragoza también fue un importante puerto fluvial, por lo que nuestra siguiente
visita deben ser las ruinas de aquel puerto.
En las ruinas del Puerto Fluvial, a las que
accederemos por la plaza de San Bruno, vamos a descubrir muy pocos restos
arqueológicos. Pero entre ellos descubriremos que las legiones ayudaron a
construirlo, dejando las marcas de cada legión en algunos de sus sillares. En
sus paneles explicativos y en su breve audiovisual descubriremos que el Ebro
romano era navegable desde Dertosa (Tortosa) hasta Vareia (la
actual Logroño), o que este puerto era considerado el tercer más importante de
la España romana.
Entre el foro y el teatro se encontraban las Termas
públicas, lugar de encuentro donde se cerraban negocios en un ambiente
distendido. Se trata de las ruinas más pequeñas, destacando especialmente la
gran piscina de 10 metros de largo, o parte de las letrinas, donde veremos que
los romanos, al igual que nosotros, solían dejar grafitis en las paredes.
También existe una pequeña vitrina con artículos utilizado en estos recintos.
He dejado el Teatro para el final por ser estas
las ruinas más impresionantes de todas. Se trataba de un gran edificio con
capacidad para 6.000 espectadores y su diseño imita al gran teatro Marcelo de
Roma. Edificado en llano (algo poco habitual), fue necesario cimentar y utilizar
hormigón para levantar las gradas. Hoy en día apenas queda mucho de ellas dado
que los materiales fueron utilizados para las posteriores murallas o
edificaciones medievales. Es más, veremos como en el medievo, al quedar la
estructura enterrada, fue horadada con pozos negros y otras construcciones. A
pesar de todo ello la musealización de este lugar ha permitido recobrar parte
de su encanto inicial y, gracias a su cubierta, hacernos idea de hasta donde
alcanzaba la parte alta del teatro.
Para poder valorar bien este teatro debemos
adentrarnos primero en el museo, donde vamos a descubrir numerosas curiosidades
del mismo, como las máscaras de los actores, el sistema de toldos para dar
sombra a los espectadores o el curioso engranaje para cambiar el fondo en la
escena.
Además de lo anterior, en la parte superior del museo
vamos a descubrir restos de las tres culturas que se dieron cita en esta
ciudad, los musulmanes, los judíos y los cristianos.
En definitiva, una visita del todo recomendable para
descubrir el pasado romano de Zaragoza.
4. Palacio de la Aljafería
Situado al oeste del centro de Zaragoza, el mejor
momento para admirar este palacio es en las primeras horas del día, cuando el
amanecer baña con su renovada luz la increíble fachada de seis torres
semicirculares y una preciosa puerta con el característico arco de herradura
musulmán.
Nos encontramos ante un palacio musulmán construido por
Abú Ya'far Ahmad ibn Sulaymán al-Muqtadir Billah, conocido por su título
honorífico de Al-Muqtadir ('el Poderoso'). Este personaje fue el segundo
monarca de la dinastía de los Banu Hud y este palacio de recreo fue construido
para demostrar el poder adquirido por la Taifa de Zaragoza. No en vano se trata
de una imitación, en muchos aspectos decorativos, del estilo creado con la
mezquita de Córdoba. Y su creación a finales del siglo XII (1065-1081) lo
sitúa, artísticamente, a medio camino entre la Mezquita de Córdoba y la
Alhambra de Granada.
Para visitar este monumento es necesario reservar la
visita en la web del monumento, aunque luego se pagará en las taquillas. Os
recomiendo la visita guiada pues en ella vais a descubrir muchos secretos que
oculta este edificio.
Uno de ellos es su nombre. Muchas personas creen que
Aljafería significa Alegría, pues así lo denominó el propio monarca. Ahora
bien, Aljafería proviene de la evolución del prenombre de Al-Muqtadir, Abu
Ya'far, que fue derivando con el paso de los años en Al-Yafariyya primero, Aliafaria
después y, por último, en el nombre con el que conocemos nosotros a este
palacio en la actualidad.
La visita comienza en el patio de San Martín, llamado
así por existir antiguamente una capilla dedicada a este santo construida por
los cristianos cuando conquistaron Zaragoza. De la antigua capilla solo queda
la fachada, que encontramos a mano derecha. Justo enfrente se alza el moderno
edificio que contiene las Cortes de Aragón. Y dando acceso al palacio musulmán
un gran arco sobre el que se realizaron dos ventanas góticas decoradas con los
emblemas de los Reyes Católicos, un águila para Isabel (era devota de San Juan
evangelista) y un dragón para Fernando (pues era la derivación de rey d´aragón).
Sin duda, el patio musulmán es lo más impresionante de
la visita. A nuestra derecha tenemos el salón del trono, el cual se ubicaba
tras unos preciosos arcos polilobulados de excepcional riqueza. Aún podemos
observar la preciosidad de la yesería, aunque la policromía original haya desaparecido.
La madera que estarás pisando mientras recorres los
arcos era antiguamente una pequeña alberca que reflejaba ostentosamente el lujo
decorativo de esta estancia. El mármol y el alabastro se utilizó con profusión
en esta zona. La decoración, como indiqué antes, se basa en la yesería y sus
formas vegetales. Aunque si somos observadores podremos encontrar que aquí se
obvió la prohibición coránica de representar figuras y se esculpió un pequeño
faisán oculto entre tanto motivo vegetal. Lo encontraréis en la esquina
izquierda superior antes de entrar al salón dorado.
De esta zona merece la pena destacar tanto el salón
dorado, con su excepcional techumbre, el cual tenía un par de alcobas laterales
(hoy visitable una), y el oratorio. Todos los que visitarais la mezquita de
Córdoba os sentiréis transportados a ella, pues esta zona pretendía copiarla.
La zona del mihrab, personalmente, me pareció muy similar, aunque realizada con
materiales más sencillos. También podemos observar algo de decoración pictórica
en la galería superior y una cúpula que no es la original.
Al otro lado de esta zona se encuentra el patio de
Santa Isabel, un lugar precioso encargado de unificar el antiguo palacio
taifal. Su nombre actual procede del nacimiento de la infanta Isabel de Aragón
en el palacio. Las arquerías de esta zona sur son una innovación particular de
este lugar en lo que al arte musulmán se refiere y son realmente bellos. Ahora
bien, ya tendremos tiempo de admirarlos más detenidamente. Ahora vamos a
proseguir la visita hacia la ampliación que hicieron los cristianos de este
palacio.
Atravesando un pasillo donde se exponen piezas que
muestran la decoración musulmana del edificio llegaremos a la planta baja del
palacio de Pedro IV el ceremonioso. Aquí vamos a encontrarnos con la base de la
gran torre cuadrangular musulmana y con un enorme aljibe de 12 metros de
profundidad, al cual llegaban las aguas del río Ebro cuando el tiempo lo
permitía. Además del aljibe, en esta zona merece la pena destacar la
excepcional techumbre de madera, la cual estaba decorada con numerosos motivos
heráldicos.
La siguiente parte de la visita nos llevará a la parte
visitable de la Torre del Trovador, llamada así por ser el lugar donde se
ambientó la trama de la famosa ópera Il Torvatore de Giuseppe Verdi. En
este lugar se dispuso el tribunal de la Inquisición, que funcionó aquí durante
años, y la prisión, donde sus desafortunados visitantes nos dejaron muestras de
su presencia de diverso modo. En la sala donde los musulmanes decoraron con letras
cúficas la sala, aquellos prisioneros tallaron un tablero de ajedrez o diversos
motivos y grafitis.
En la parte superior de la torre vamos a encontrarnos
la parte acondicionada como palacio por los Reyes Católicos. Aquí destacarán
sus impresionantes techumbres y, por encima de todo, el magnífico Salón del
Trono, con un artesonado mudéjar que os dejará sin aliento.
Tras el palacio recorreremos el Salón de los pasos
perdidos, llamado así por ser el lugar donde los nobles esperaban, paseando, a
que los reyes les dejaran pasar, y una galería decorada con el típico arte
isabelino. Por último, la gran escalera nos llevará de una elegante manera al
patio de Santa Isabel.
Es ahora momento de admirar los arcos de la pare sur
del palacio musulmán y terminar nuestra visita recorriendo la pare más moderna
del edificio, el lugar donde los diputados de las Cortes de Aragón gobiernan el
destino de sus ciudadanos.
Sin lugar a dudas una de las visitas que os dejará un
mejor sabor de boca de toda Zaragoza.
5. Museo de Goya
Goya nació en Fuendetodos, una pequeña villa
aragonesa. Y su presencia en Zaragoza la vamos a encontrar en varios lugares.
Tenemos una estatua en plena plaza del Pilar, como recordatorio de los frescos
que realizó en la Basílica. Encontramos obras suyas en el Museo de Zaragoza, en
la Cartuja de Aula Dei y en el museo Alma Mater. Pero, sin duda, en el lugar
donde vamos a poder descubrir la obra de Goya y su importancia en la historia
del arte mundial es en el museo de Goya-Colección Ibercaja- Muso Camón Aznar.
El edificio donde se encuentra el museo es una belleza
en sí mismo. Perteneció al infanzón Jerónimo Cósida y data del siglo XVI. En su
interior, el bello patio con columnillas y bellos capiteles o la escalera son
ejemplos de la hermosa riqueza del lugar.
El museo se configura en tres plantas, siendo la
planta baja de la entrada el lugar para las exposiciones temporales. La primera
planta se dedica a mostrarnos los antecedentes de Goya, por medio de varias
obras barrocas tanto religiosas como naturalistas.
En la segunda planta vamos a encontrar numerosas obras
de Goya que nos mostrarán la evolución de su estilo, así como las de otros
referentes, como Bayeau o Mengs.
También en esta planta vamos a encontrarnos con lo
que, a mi entender, es lo mejor del museo: una amplia colección de grabados
donde Goya nos muestra con insultante modernidad las miserias del tiempo que le
tocó vivir. Muchas personas ignoran que Goya se encuentra en el podio de los
grabadores mundiales, junto a Durero y Rembrandt. Y admirando esta excepcional
muestra comprenderemos el porqué.
Los grabados se pueden dividir en diversas
colecciones. A saber: los caprichos, los desastres de la guerra, la tauromaquia
y los disparates o proverbios. Y lo que hace a este un lugar único es que,
además de admirar las obras, vamos a poder entenderlas al tener una breve
explicación junto a ellas. Si queréis conocer al Goya grabador y su fino
sentido de observación de todo lo que le rodeaba, así como su especial humor
negro, este lugar es el sitio perfecto.
La última planta está dedicada a seguidores e
imitadores de Goya en los siglos XIX y XX, deteniéndose especialmente en
artistas aragoneses. También encontraremos obras insertas en las corrientes
modernas, como el surrealismo o la abstracción.
Por último, antes de marcharnos, podemos ver uno de
los audiovisuales que se proyectan en la planta inferior. Se emiten cada hora y
existe uno para niños que es una auténtica delicia.
Y como colofón os voy a dejar algunas otras estampas
de rincones maravillosos que podéis encontrar en Zaragoza.
En la plaza del Pilar se encuentra una pequeña galería
cubierta llamada Galería del Comercio y la Industria, la cual tiene su
origen en estos elementos del siglo XIX. Pasear por su interior o pararse a
tomar algo en el Ciclón es una magnífica forma de descansar del bullicio
exterior.
También en la plaza se alza el Ayuntamiento y, junto a
él, el edificio de la Lonja. Este lugar, cuya fachada exterior se
inspira en los palacios italianos, tiene el interés de tener unas magníficas
bóvedas de crucería en su interior y un atractivo programa de exposiciones
culturales gratuitas. Cuando yo visité la ciudad versaba sobre el fotógrafo
Ramón Masats y su irónica mirada de la España de los cincuenta y sesenta.
Un paseo evocador comenzaría en la Plaza Paraíso,
donde destaca el edificio de la Universidad, y terminaría en la Plaza de
España. Ambos lugares están unidos por el Paseo de la Independencia,
lugar donde se alzan algunos de los edificios señoriales más importantes de la
ciudad.
El Museo de Zaragoza es un punto interesante
para aquellos a los que les guste el arte. Cuando visité la ciudad la parte de
arqueología estaba cerrada, pero el resto del museo dedicado a las Bellas Artes
tiene joyas suficientes como para animar a su visita.
Dentro de las múltiples iglesias que vamos a poder
visitar en Zaragoza existen varias que destacan por su especial belleza. Voy a
destacar solo algunas: La Basílica de Santa engracia por su excepcional
fachada plateresca; la iglesia de la Magdalena y su espectacular torre
mudéjar; otras torres mudéjares de excepcional belleza son las que pertenecen a
las iglesias de San Miguel o San Gil; la Iglesia de San Pablo,
conocida como la tercera catedral de Zaragoza por su gran belleza.
El Mercado Central de Zaragoza es otro de esos
lugares que tienen aroma a la época donde el hierro servía para realizar
grandes espacios cerrados. Un perfecto lugar para comprar algún producto típico
de la gastronomía aragonesa.
Junto al mercado se encuentran los restos de la muralla
romana de Zaragoza, así como el Torreón de Zuda, desde el que
obtener unas magníficas vistas de los alrededores.
Dentro de las plazas voy a destacar la de San Felipe,
por ser un recoleto lugar lleno de monumentos importantes, como el Torreón Fortea,
la Iglesia de San Felipe o el Museo Pablo Gargallo, ubicado en un precioso
palacio renacentista.
Y si de palacios hablamos voy a destacar cuatro de
especial relevancia: Palacio de Los Luna, Palacio de Sástago, Palacio
de la Real Maestranza de Caballería y el Patio de la Infanta, lo que
queda del palacio de un mercader.
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