domingo, 29 de mayo de 2022

Mis 5 visitas imprescindibles en Zaragoza

 

La pandemia de COVID que asoló el mundo desde 2020 hizo que los viajes que solía hacer cada año se vieran pospuestos. Las medidas para contener el virus y las restricciones varias hacían muy incómodo viajar. Aun así, las ganas de hacerlo superaron las complicaciones y algún viaje fugaz logré hacer cuando las condiciones sanitarias lo permitían. Fue una gran ocasión para volver a visitar lugares de mi país que hacía tiempo no visitaba. Y uno de ellos fue Zaragoza, un lugar maravilloso y con grandes cosas que ver. ¿Os apetece que os descubre sus encantos?

 

Como suelo hacer en muchos lugares que visito os voy a mostrar los cinco lugares que considero imprescindibles a la hora de visitar esta ciudad de Aragón.

 

1.     La Basílica del Pilar

 

La Basílica del Pilar es el lugar más famoso de Zaragoza pues su virgen es el emblema de la ciudad y el centro de sus celebraciones. Ubicada en una amplia plaza, su disposición lateral hace que su inmensidad se agrande sobremanera. Para muchos puede que sea su primer gran templo cristiano y se trata de una de las mayores catedrales de España y se trata del primer templo mariano de la Cristiandad.

 

Para admirar este bello templo existe dos momentos y lugares claves. Uno es por la mañana, cuando desde el puente de piedra podamos admirar la belleza de los primeros rayos de sol. La otra es desde la misma plaza, a la hora del atardecer, cuando su dorada luz baña la fachada principal.

 


Del exterior destacaría las cúpulas con tejas de colores, las cuales dan un aspecto muy colorido a la fachada de ladrillo y piedra. Y sus cuatro torres, una de ellas visitable desde las que se pueden obtener unas preciosas vistas del entorno.

 


A su interior accedemos por dos entradas. Una se dedica al templo donde se ofrecen las misas. La otra parte, más turística, es donde se ubica la Virgen del Pilar. Esta imagen merece algunos comentarios. Se trata de una pequeña talla gótica de madera de tan solo 36 cm de altura. Todo el mundo que la ve comenta su escasa estatura. Y si nos fijamos bien veremos sus suaves formas y la delicadeza con la que sostiene al niño. La figura se alza sobre un pedestal de jaspe de 1.70 metros forrado de plata, y posee una corona dorada con aureola de brillantes.

 


La otra parte interesante de la basílica son los grandes frescos decorados por Goya. Uno es la “Adoración del Nombre de Dios”, situado en la bóveda enfrente de la capilla del Pilar y de estilo clasicista. La otra, totalmente diferente y de un estilo más colorista e imaginativo, se llama “Reina de los Mártires” y se sitúa en la parte norte del templo.

 


Por último, dentro de la parte donde se dan las misas, destacar el Retablo de la Asunción, una maravilla de alabastro policromado inserta en un estilo que aúna elementos renacentistas y góticos.

 


2.     La Seo

 

Zaragoza es una de las pocas ciudades españolas que posee dos catedrales. Y aunque se trata de un templo mucho menos conocido que la Basílica-Catedral del Pilar, histórica y artísticamente creo que es superior.

 

Lo primero que debo destacar es su exterior. La fachada principal en barroco neoclasicista contrasta poderosamente con el resto del templo y posee un llamativo color blanco único en la ciudad. Si somos observadores veremos en las esquinas como esta fachada se colocó delante del templo mudéjar anterior. La torre barroca actual también sustituyó a otra mudéjar que existía anteriormente.

 


Ya que estamos aquí vamos a bordear el templo fijándonos en una de sus joyas artísticas, el llamado muro mudéjar. Fue construido en el siglo XIV y lo más destacable es su decoración en base a ladrillos y cerámica. Un par de ventanas góticas le otorgan un aspecto único por la simbiosis tan particular que conforma.

 

Junto a este muro se levanta el único ábside visible exteriormente. Se trata de un elemento que conjuga una base románica con un piso superior gótico (fijarse en las distintas ventanas) y todo ello revestido de la típica decoración mudéjar de ladrillo.

 


Podemos seguir dando una vuelta por el templo antes de entrar y visitar el arco del Deán, una bella construcción mudéjar que unía dos palacios.

 

La Seo tiene un pequeño templo adjunto, llamado la parroquieta. Se trata de una capilla anexa al templo principal construida por el arzobispo Fernández de Luna como mausoleo particular. Lo más destacado de este lugar es su precioso artesonado mudéjar.

 

El acceso a la catedral propiamente dicha se encuentra junto a la entrada de la parroquieta. Las entradas se adquieren en el momento y dan acceso al templo y al museo de tapices, uno de los más importantes de España debido a la cantidad y calidad que poseen.

 

Del interior del templo voy a destacar el retablo mayor, una joya del gótico y el mayor tesoro de la catedral. Construido por diversos artistas, merece la pena sentarse ante él un rato y admirar las impresionantes esculturas que muestran diversos momentos de la vida de Cristo, como la Adoración de los Reyes, la Transfiguración o la Ascensión de Cristo.

 


Entre las capillas, las cuales descubriremos en un paseo circular alrededor del templo, voy a destacar la de la Virgen Blanca por su excelente portada plateresca, la de Santo Dominguito de Val, por tener los restos del santo, y la de San Pedro Arbués, por su combinación original de estilos gótico isabelino y barroco. No obstante, la entrada incluye una audioguía donde os explicarán cada lugar con detalle. Igualmente existen paneles explicativos en muchos puntos para no perderse nada importante.

 


Otro lugar interesante es el trascoro, que posee diversos paneles con una rica decoración escultórica, y la construcción general, de donde destacaría las magníficas bóvedas.

 

La última parte de la visita corresponde al museo de tapices, ubicado en las plantas superiores de las dependencias anexas al templo. En estos tapices vamos a descubrir temas religiosos (La pasión), clásicos (Historia de Troya) y aleccionadores (Vicios y virtudes).

 


En definitiva, una visita obligada en Zaragoza que complementa perfectamente al otro gran templo de la plaza principal de la ciudad.

 

3.     Ruinas romanas de Cesaraugusta

 

Zaragoza se asienta en la antigua ciudad romana de Caesar Augusta, la única que tiene el nombre del emperador que la ordenó fundar. La misma fue poblada con las tropas licenciadas tras lograr conquistar los últimos reductos rebeldes de la Península Ibérica.

 

Los vestigios que podemos visitar de la antigua Caesaraugusta se dividen en cuatro zonas dentro de la ciudad. Vamos a empezar por el Foro romano, al cual vamos a acceder a través de un llamativo cubo situado junto a La Seo.

 

El centro neurálgico de toda ciudad romana tenía un gran templo, una plaza porticada con la basílica donde se impartía justicia y un buen número de tiendas insertas exteriormente en la edificación porticada. De todo ello vamos a poder ser testigos recorriendo las pasarelas por donde varios paneles explicativos y maquetas nos muestran lo que antiguamente se alzaba en este lugar.

 

Lo más llamativo de estas ruinas es la gran tubería y cloaca que servía para desaguar el agua de lluvia. Vamos a ver tuberías de plomo y nos podremos introducir en el canal de la gran cloaca que llevaba las aguas fecales y la suciedad de las calles al río.


 

Por medio de un interesante audiovisual descubriremos que Zaragoza también fue un importante puerto fluvial, por lo que nuestra siguiente visita deben ser las ruinas de aquel puerto.

 

En las ruinas del Puerto Fluvial, a las que accederemos por la plaza de San Bruno, vamos a descubrir muy pocos restos arqueológicos. Pero entre ellos descubriremos que las legiones ayudaron a construirlo, dejando las marcas de cada legión en algunos de sus sillares. En sus paneles explicativos y en su breve audiovisual descubriremos que el Ebro romano era navegable desde Dertosa (Tortosa) hasta Vareia (la actual Logroño), o que este puerto era considerado el tercer más importante de la España romana.

 


Entre el foro y el teatro se encontraban las Termas públicas, lugar de encuentro donde se cerraban negocios en un ambiente distendido. Se trata de las ruinas más pequeñas, destacando especialmente la gran piscina de 10 metros de largo, o parte de las letrinas, donde veremos que los romanos, al igual que nosotros, solían dejar grafitis en las paredes. También existe una pequeña vitrina con artículos utilizado en estos recintos.

 


He dejado el Teatro para el final por ser estas las ruinas más impresionantes de todas. Se trataba de un gran edificio con capacidad para 6.000 espectadores y su diseño imita al gran teatro Marcelo de Roma. Edificado en llano (algo poco habitual), fue necesario cimentar y utilizar hormigón para levantar las gradas. Hoy en día apenas queda mucho de ellas dado que los materiales fueron utilizados para las posteriores murallas o edificaciones medievales. Es más, veremos como en el medievo, al quedar la estructura enterrada, fue horadada con pozos negros y otras construcciones. A pesar de todo ello la musealización de este lugar ha permitido recobrar parte de su encanto inicial y, gracias a su cubierta, hacernos idea de hasta donde alcanzaba la parte alta del teatro.

 


Para poder valorar bien este teatro debemos adentrarnos primero en el museo, donde vamos a descubrir numerosas curiosidades del mismo, como las máscaras de los actores, el sistema de toldos para dar sombra a los espectadores o el curioso engranaje para cambiar el fondo en la escena.

 


Además de lo anterior, en la parte superior del museo vamos a descubrir restos de las tres culturas que se dieron cita en esta ciudad, los musulmanes, los judíos y los cristianos.

 

En definitiva, una visita del todo recomendable para descubrir el pasado romano de Zaragoza.

 

4.     Palacio de la Aljafería

 

Situado al oeste del centro de Zaragoza, el mejor momento para admirar este palacio es en las primeras horas del día, cuando el amanecer baña con su renovada luz la increíble fachada de seis torres semicirculares y una preciosa puerta con el característico arco de herradura musulmán.

 


Nos encontramos ante un palacio musulmán construido por Abú Ya'far Ahmad ibn Sulaymán al-Muqtadir Billah, conocido por su título honorífico de Al-Muqtadir ('el Poderoso'). Este personaje fue el segundo monarca de la dinastía de los Banu Hud y este palacio de recreo fue construido para demostrar el poder adquirido por la Taifa de Zaragoza. No en vano se trata de una imitación, en muchos aspectos decorativos, del estilo creado con la mezquita de Córdoba. Y su creación a finales del siglo XII (1065-1081) lo sitúa, artísticamente, a medio camino entre la Mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada.

 

Para visitar este monumento es necesario reservar la visita en la web del monumento, aunque luego se pagará en las taquillas. Os recomiendo la visita guiada pues en ella vais a descubrir muchos secretos que oculta este edificio.

 

Uno de ellos es su nombre. Muchas personas creen que Aljafería significa Alegría, pues así lo denominó el propio monarca. Ahora bien, Aljafería proviene de la evolución del prenombre de Al-Muqtadir, Abu Ya'far, que fue derivando con el paso de los años en Al-Yafariyya primero, Aliafaria después y, por último, en el nombre con el que conocemos nosotros a este palacio en la actualidad.

 

La visita comienza en el patio de San Martín, llamado así por existir antiguamente una capilla dedicada a este santo construida por los cristianos cuando conquistaron Zaragoza. De la antigua capilla solo queda la fachada, que encontramos a mano derecha. Justo enfrente se alza el moderno edificio que contiene las Cortes de Aragón. Y dando acceso al palacio musulmán un gran arco sobre el que se realizaron dos ventanas góticas decoradas con los emblemas de los Reyes Católicos, un águila para Isabel (era devota de San Juan evangelista) y un dragón para Fernando (pues era la derivación de rey d´aragón).

 


Sin duda, el patio musulmán es lo más impresionante de la visita. A nuestra derecha tenemos el salón del trono, el cual se ubicaba tras unos preciosos arcos polilobulados de excepcional riqueza. Aún podemos observar la preciosidad de la yesería, aunque la policromía original haya desaparecido.

 

La madera que estarás pisando mientras recorres los arcos era antiguamente una pequeña alberca que reflejaba ostentosamente el lujo decorativo de esta estancia. El mármol y el alabastro se utilizó con profusión en esta zona. La decoración, como indiqué antes, se basa en la yesería y sus formas vegetales. Aunque si somos observadores podremos encontrar que aquí se obvió la prohibición coránica de representar figuras y se esculpió un pequeño faisán oculto entre tanto motivo vegetal. Lo encontraréis en la esquina izquierda superior antes de entrar al salón dorado.

 


De esta zona merece la pena destacar tanto el salón dorado, con su excepcional techumbre, el cual tenía un par de alcobas laterales (hoy visitable una), y el oratorio. Todos los que visitarais la mezquita de Córdoba os sentiréis transportados a ella, pues esta zona pretendía copiarla. La zona del mihrab, personalmente, me pareció muy similar, aunque realizada con materiales más sencillos. También podemos observar algo de decoración pictórica en la galería superior y una cúpula que no es la original.

 


Al otro lado de esta zona se encuentra el patio de Santa Isabel, un lugar precioso encargado de unificar el antiguo palacio taifal. Su nombre actual procede del nacimiento de la infanta Isabel de Aragón en el palacio. Las arquerías de esta zona sur son una innovación particular de este lugar en lo que al arte musulmán se refiere y son realmente bellos. Ahora bien, ya tendremos tiempo de admirarlos más detenidamente. Ahora vamos a proseguir la visita hacia la ampliación que hicieron los cristianos de este palacio.

 


Atravesando un pasillo donde se exponen piezas que muestran la decoración musulmana del edificio llegaremos a la planta baja del palacio de Pedro IV el ceremonioso. Aquí vamos a encontrarnos con la base de la gran torre cuadrangular musulmana y con un enorme aljibe de 12 metros de profundidad, al cual llegaban las aguas del río Ebro cuando el tiempo lo permitía. Además del aljibe, en esta zona merece la pena destacar la excepcional techumbre de madera, la cual estaba decorada con numerosos motivos heráldicos.

 

La siguiente parte de la visita nos llevará a la parte visitable de la Torre del Trovador, llamada así por ser el lugar donde se ambientó la trama de la famosa ópera Il Torvatore de Giuseppe Verdi. En este lugar se dispuso el tribunal de la Inquisición, que funcionó aquí durante años, y la prisión, donde sus desafortunados visitantes nos dejaron muestras de su presencia de diverso modo. En la sala donde los musulmanes decoraron con letras cúficas la sala, aquellos prisioneros tallaron un tablero de ajedrez o diversos motivos y grafitis.

 


En la parte superior de la torre vamos a encontrarnos la parte acondicionada como palacio por los Reyes Católicos. Aquí destacarán sus impresionantes techumbres y, por encima de todo, el magnífico Salón del Trono, con un artesonado mudéjar que os dejará sin aliento.

 


Tras el palacio recorreremos el Salón de los pasos perdidos, llamado así por ser el lugar donde los nobles esperaban, paseando, a que los reyes les dejaran pasar, y una galería decorada con el típico arte isabelino. Por último, la gran escalera nos llevará de una elegante manera al patio de Santa Isabel.

 

Es ahora momento de admirar los arcos de la pare sur del palacio musulmán y terminar nuestra visita recorriendo la pare más moderna del edificio, el lugar donde los diputados de las Cortes de Aragón gobiernan el destino de sus ciudadanos.

 


Sin lugar a dudas una de las visitas que os dejará un mejor sabor de boca de toda Zaragoza.

 

 

5.     Museo de Goya

 

Goya nació en Fuendetodos, una pequeña villa aragonesa. Y su presencia en Zaragoza la vamos a encontrar en varios lugares. Tenemos una estatua en plena plaza del Pilar, como recordatorio de los frescos que realizó en la Basílica. Encontramos obras suyas en el Museo de Zaragoza, en la Cartuja de Aula Dei y en el museo Alma Mater. Pero, sin duda, en el lugar donde vamos a poder descubrir la obra de Goya y su importancia en la historia del arte mundial es en el museo de Goya-Colección Ibercaja- Muso Camón Aznar.

 

El edificio donde se encuentra el museo es una belleza en sí mismo. Perteneció al infanzón Jerónimo Cósida y data del siglo XVI. En su interior, el bello patio con columnillas y bellos capiteles o la escalera son ejemplos de la hermosa riqueza del lugar.

 


El museo se configura en tres plantas, siendo la planta baja de la entrada el lugar para las exposiciones temporales. La primera planta se dedica a mostrarnos los antecedentes de Goya, por medio de varias obras barrocas tanto religiosas como naturalistas.

 

En la segunda planta vamos a encontrar numerosas obras de Goya que nos mostrarán la evolución de su estilo, así como las de otros referentes, como Bayeau o Mengs.

 

También en esta planta vamos a encontrarnos con lo que, a mi entender, es lo mejor del museo: una amplia colección de grabados donde Goya nos muestra con insultante modernidad las miserias del tiempo que le tocó vivir. Muchas personas ignoran que Goya se encuentra en el podio de los grabadores mundiales, junto a Durero y Rembrandt. Y admirando esta excepcional muestra comprenderemos el porqué.

 

Los grabados se pueden dividir en diversas colecciones. A saber: los caprichos, los desastres de la guerra, la tauromaquia y los disparates o proverbios. Y lo que hace a este un lugar único es que, además de admirar las obras, vamos a poder entenderlas al tener una breve explicación junto a ellas. Si queréis conocer al Goya grabador y su fino sentido de observación de todo lo que le rodeaba, así como su especial humor negro, este lugar es el sitio perfecto.

 



La última planta está dedicada a seguidores e imitadores de Goya en los siglos XIX y XX, deteniéndose especialmente en artistas aragoneses. También encontraremos obras insertas en las corrientes modernas, como el surrealismo o la abstracción.

 

Por último, antes de marcharnos, podemos ver uno de los audiovisuales que se proyectan en la planta inferior. Se emiten cada hora y existe uno para niños que es una auténtica delicia.

 

 

Y como colofón os voy a dejar algunas otras estampas de rincones maravillosos que podéis encontrar en Zaragoza.

 

En la plaza del Pilar se encuentra una pequeña galería cubierta llamada Galería del Comercio y la Industria, la cual tiene su origen en estos elementos del siglo XIX. Pasear por su interior o pararse a tomar algo en el Ciclón es una magnífica forma de descansar del bullicio exterior.

 


 

También en la plaza se alza el Ayuntamiento y, junto a él, el edificio de la Lonja. Este lugar, cuya fachada exterior se inspira en los palacios italianos, tiene el interés de tener unas magníficas bóvedas de crucería en su interior y un atractivo programa de exposiciones culturales gratuitas. Cuando yo visité la ciudad versaba sobre el fotógrafo Ramón Masats y su irónica mirada de la España de los cincuenta y sesenta.

 


Un paseo evocador comenzaría en la Plaza Paraíso, donde destaca el edificio de la Universidad, y terminaría en la Plaza de España. Ambos lugares están unidos por el Paseo de la Independencia, lugar donde se alzan algunos de los edificios señoriales más importantes de la ciudad.

 


El Museo de Zaragoza es un punto interesante para aquellos a los que les guste el arte. Cuando visité la ciudad la parte de arqueología estaba cerrada, pero el resto del museo dedicado a las Bellas Artes tiene joyas suficientes como para animar a su visita.

 


Dentro de las múltiples iglesias que vamos a poder visitar en Zaragoza existen varias que destacan por su especial belleza. Voy a destacar solo algunas: La Basílica de Santa engracia por su excepcional fachada plateresca; la iglesia de la Magdalena y su espectacular torre mudéjar; otras torres mudéjares de excepcional belleza son las que pertenecen a las iglesias de San Miguel o San Gil; la Iglesia de San Pablo, conocida como la tercera catedral de Zaragoza por su gran belleza.

 


El Mercado Central de Zaragoza es otro de esos lugares que tienen aroma a la época donde el hierro servía para realizar grandes espacios cerrados. Un perfecto lugar para comprar algún producto típico de la gastronomía aragonesa.

 


Junto al mercado se encuentran los restos de la muralla romana de Zaragoza, así como el Torreón de Zuda, desde el que obtener unas magníficas vistas de los alrededores.

 


Dentro de las plazas voy a destacar la de San Felipe, por ser un recoleto lugar lleno de monumentos importantes, como el Torreón Fortea, la Iglesia de San Felipe o el Museo Pablo Gargallo, ubicado en un precioso palacio renacentista.

 


Y si de palacios hablamos voy a destacar cuatro de especial relevancia: Palacio de Los Luna, Palacio de Sástago, Palacio de la Real Maestranza de Caballería y el Patio de la Infanta, lo que queda del palacio de un mercader.





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