domingo, 8 de mayo de 2022

La conquista islámica de la Península ibérica fue pacífica

 

Hace ya unos cuantos años me acerqué a la conquista islámica de la Península ibérica explicando las diferentes versiones que existían sobre este suceso (aquí).

 

En aquel artículo comentaba que algún día os contaría algunas mentiras que rodean a este episodio histórico. Bueno, como lo prometido es deuda, aquí tenéis esta segunda parte. ¿Os interesa conocer algo más de este interesante episodio histórico de nuestro pasado?

 

Motivo real de la conquista

 

La motivación sobre la conquista islámica de la Península ibérica varia según las fuentes que consultemos. En muchos casos se coloca como principal vector de importancia la obtención de botín y esclavos de un imperio en expansión constante. En definitiva, motivos materiales presentes en otras grandes conquistas históricas, como la de América por los españoles o la de la India por los ingleses.

 

Ahora bien, la única motivación real que debemos considerar para la conquista musulmana de la península ibérica y, en general, para toda la expansión del islam, fue la guerra santa o Yihad.

 

Existe en la actualidad una corriente que pretende poner en duda esta realidad abduciendo un anacrónico significado a la palabra. En efecto, hoy en día muchos musulmanes entienden la yihad como “un esfuerzo espiritual o interno para auto mejorarse”.

 

Pero en la Edad Media ese no era el significado de yihad. Tenemos numerosos testimonios que nos muestran cómo, para el musulmán del siglo VIII, yihad y guerra santa eran sinónimos. Todos los tratados del derecho malkí siguen la interpretación exclusivamente marcial de la yihad y expertos en este campo como Ibn Rushd (Averroes) o Ibn Hazm hablan en sus textos de guerra santa y guerra contra los infieles. Fuera de nuestras fronteras la opinión más dominante al respecto es la de Ibn Jaldún, quién en el siglo XIV escribía lo siguiente: “En la comunidad musulmana, la yihad es un deber religioso, debido a la universalidad de la misión (musulmana) y (la obligación) de convertir a todo el mundo al islam ya sea por persuasión o por la fuerza ... Los demás grupos religiosos no tienen misión universal, y para ellos la yihad no era un deber religioso, excepto solamente para fines de defensa”.

 

La expansión general del islam no puede entenderse sin esta concepción de la yihad, la cual no era una actividad religiosa secundaria, sino una de las actividades principales y que era de obligado cumplimiento por los gobernantes de manera anual.

 

Tal como señaló Alfredo Morabia, la idea de la yihad como lucha espiritual anterior surgió más adelante en el tiempo a través de un hadit (dicho) apócrifo inventado por los ulemas (clérigos) cuando la situación militar del islam ya no permitía aplicar la yihad en el sentido tradicional.

 

Causas de la conquista

 

La explicación de la conquista islámica de la Península ibérica no es sencilla y debemos considerar numerosas causas que confluyeron al unísono para entender este complejo proceso. En muchas ocasiones, diversos estudios han enfatizado alguna de ellas sobre las demás, aunque en mi opinión esta versión del pasado es equivocada. Ni podemos subrayar una sobre el resto ni menospreciar otras que, en conjunto, cobran especial relevancia. Fue el cúmulo de todas ellas lo que terminará explicando adecuadamente el éxito de la conquista por parte de las fuerzas invasoras.

 

Una de las causas más nombradas por la historiografía medieval es la crisis del reino visigodo. Según esta corriente, el reino visigodo estaba en plena descomposición y lo único que hicieron los musulmanes fue darles la puntilla. En este sentido, su conquista se minusvalora, pues parecía ser inevitable.

 

Contra esta corriente se han posicionado últimamente varios autores (García Moreno o Maíllo Salgado), incidiendo en la relatividad de la crisis y subrayando que la caída del reino visigodo no era algo inevitable. Algunas de las razones más importantes que sostienen sus afirmaciones son tanto el gran botín capturado por los conquistadores (evidencia de que el thesaurus visigodo no estaba agotado) como la importancia dada a la conquista, colocando a Rodrigo en el mismo nivel que a Chosroes, rey de los sasánidas, por ejemplo.

 

Sin lugar a dudas el reino visigodo estaba sufriendo una crisis a finales del siglo VII y principios del siglo VIII. Uno de los vectores más importantes era la falta de estabilidad monárquica debido a la inexistencia de un sistema sucesorio eficaz. Por ejemplo, en el año 710 Rodrigo fue elegido rey tras morir Witiza por los nobles, pero una parte de los visigodos prefirieron seguir a Agila II, dux de la Tarraconense, quien no estaba de acuerdo con el ascenso, tal vez violento, de Rodrigo. No obstante, estas conjuras aristocráticas existieron siempre en el reino visigodo, siendo la más próxima en el tiempo las que tuvo que sofocar Egica en el año 687.

 

A lo anterior se unían diversos problemas económicos en el reino provocados por una epidemia de peste bubónica (693) o hambrunas recurrentes (707 y 709). La crisis provocada por estos episodios la comprobamos analizando la depreciación de la moneda (acusada pérdida de peso) o la detención de la actividad urbanística. Pero, con ser episodios graves, no justifican un final abrupto de ningún reino.

 

Asociados a los problemas anteriores se encuentra un cierto desapego de los súbditos, tal como lo definió Claude Cahen. En concreto de los esclavos y los judíos, estos últimos, según la tradición histórica, parte importante de la ayuda que encontraron los musulmanes en su avance. Es cierto que las leyes se endurecieron en contra de esclavos (fugados) y judíos y que ambos tenían razones para conspirar contra los visigodos. Ahora bien, mientras que en el caso de los esclavos su situación no sería muy diferente (salvo conversión al islam), en el caso de los judíos su actitud no es diferente a la llevada a cabo en otros momentos históricos, la de posicionarse al lado del poder dominante.

 

Pasando a los motivos militares, los expertos han señalado diversos problemas que pudieron favorecer la conquista. En el reino visigodo ya no existía un ejército permanente, por lo que la organización feudal del ejército provocaría dificultades para reclutar de manera rápida un ejército. A lo anterior se unía la inexistencia de un sistema cohesionado de fortalezas defensivas, lo que impidió una defensa general y coordinada.

 

Pero, en mi opinión, la clave en este punto reside en una variable puesta en valor por J. Arce. Para este investigador una causa importante del éxito de la conquista musulmana fue el fallo estratégico a la hora de valorar el peligro. Como bien conocían los visigodos, las incursiones de pueblos del norte de África en su reino no era algo infrecuente y ya en tiempos de Wamba 270 naves sarracenas habían atacado Hispania. Rodrigo, ocupado en una revuelta en el norte, no debió considerar necesario reclutar numerosas tropas, pues valoró la amenaza como una típica razzia donde el enemigo, tras lograr su botín, se marcharía. Nadie pensó en una invasión a gran escala y por ello, tras la derrota total de Rodrigo en Guadalete, la conquista fue imparable.

 


Lo anterior no se debió a que el reino visigodo tuviera una crisis insuperable, sino a una serie de consecuencias que determinaron la derrota. La fortaleza del estado visigodo radicaba en la unión entre el rey y la Iglesia. Este binomio era fundamental para el mantenimiento del reino. Y fue su ruptura lo que determinó la caída final. La muerte de Rodrigo y la rápida toma de Toledo al año siguiente, capturando a numerosos miembros de la corte y provocando la huida del obispo, impidió la elección de un nuevo rey (los obispos eran esenciales para la elección real). Y fue esta ruptura, falta de un nuevo rey y huida del obispo de Toledo, lo que provocó la rápida desintegración del reino visigodo.

 

Por último, además de los problemas intrínsecos del reino visigodo, también debemos considerar la acción de los conquistadores musulmanes quienes, utilizando el método del palo y la zanahoria, lograron conquistar Hispania en un corto espacio de tiempo. Ahora bien, como aquí existen muchos falsos mitos es necesario explicar pormenorizadamente este punto.

 

¿Conquista o sumisión?

 

Existen dos tendencias historiográficas diferentes que enfatizan una de estas dos visiones. Mientras que para los derrotados fue una conquista sangrienta, para los invasores se trató de un plácido paseo donde la mayoría de lugares se sometieron mediante pactos. Ambas visiones son falsas y obedecen a intereses propagandísticos más que a realidades históricas.

 

En las fuentes históricas, como es lógico, tenemos suficientes referencias para apoyar una u otra versión. Pero si sometemos las mismas a la crítica histórica vamos a descubrir una realidad algo diferente.

 

Lo primero que debemos comentar es que este debate no existía en la época de la conquista, pues lo importante era tomar el territorio y avanzar, independientemente la forma. Las fuentes árabes son parcas en información y, en muchas ocasiones, destacan por su falta de unanimidad al respecto. Por ejemplo, Córdoba tiene referencias tanto de una conquista al asalto como de un pacto de sumisión.

 

Sabemos que los conquistadores musulmanes comenzaron aplicando la fuerza para llevar a cabo la conquista. Este método era muy eficaz para ellos pues, además de contentar a las tropas con los saqueos y el botín se lograba infundir miedo a los defensores para obligarles a pactar la rendición. No debemos olvidar que, aunque se llevara a cabo un pacto, el mismo no era algo pacífico pues detrás del mismo estaba la posibilidad del uso de la fuera.

 

A pesar de utilizar el miedo como arma psicológica, la conquista ni fue rápida ni sencilla. No fue un paseo militar y siempre se encontraron con resistencia. Incluso cuando existió un pacto mediante el cual se rendía una localidad, anteriormente había existido una resistencia armada a la conquista. Un caso señero es el de Huesca, cuya capitulación se llevó a cabo tras siete años de asedio. Tal como describen las fuentes, cuando los sitiados en la Alcazaba Vieja vieron que su situación era insostenible, decidieron pactar, permitiendo conservar sus bienes y privilegios a los convertidos al islam, y obligando a los que se mantuvieron fieles al cristianismo a pagar la capitación.

 

El pacto más famoso es el del conde Teodomiro (Tudmir) en la región de Murcia, pero hubo muchos otros que siguieron el mismo modus operandi: resistencia armada y pacto al sentirse inferiores para resistir por solitario. Sin duda, mantener los privilegios y bienes a los convertidos al islam y una inicial tolerancia religiosa (mezquitas respetaban iglesias anteriores inicialmente) permitió que estos pactos no fueran algo aislado y que el avance del islam por Hispania fuera mucho más rápido de lo esperado.

 

Otros pactos, además de los de la región de Murcia y la localidad de Huesca, fueron los de Écija, Sevilla, Mérida, Pamplona u Oporto. Y fuera de nuestras fronteras, Carcasona.

 

Ahora bien, las fuentes también nos relatan tomas al asalto y violencias en varias localidades, lo que provocó, según dejan constancia las fuentes musulmanas, grandes muertes de visigodos, así como la captura de numerosos esclavos. Sidonia, Carmona, Córdoba, Málaga o Granada fueron localidades tomadas con violencia que permitieron a los conquistadores ejemplificar el terror que podía caer sobre las poblaciones que no desearan pactar con ellos la rendición: quema de iglesias, saqueos, muertes y esclavos.

 

Para otro artículo dejo pendientes un par de mentiras más relativas a la rapidez de la conquista y a la totalidad de la misma.

 

Bibliografía:

 

Maíllo Salgado, F. Acerca de la conquista árabe de Hispania Imprecisiones, equívocos y patrañas. Trea, 2011.

García Sanjuán, A. La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado. Marcial Pons, 2013.

Fernández-Morera, D. El mito del paraíso andalusí. Almuzara,2018.

Arce, J. Esperando a los árabes. Los visigodos en Hispania. Marcial Pons, 2017.

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