Cuando mi mujer y yo hablamos sobre Italia siempre
termina surgiendo la misma discusión bizantina. Nos imaginamos a qué ciudad nos
gustaría volver de este precioso país y nunca nos ponemos de acuerdo. Para mi
mujer, Florencia es la ciudad más bella de todas las que ha visitado. En
cambio, yo que no aprecio tanto el Renacimiento como ella, me decanto más por
el caos medieval de Venecia o la antigüedad de Roma.
Sin duda, la gran cantidad de monumentos artísticos
que posee Florencia es motivo suficiente como para definirla de esa manera. Y mucha
culpa del gran recuerdo que tiene mi esposa de Florencia se debe a que cuando
visitamos la ciudad tenía frescas aún las lecciones de mis asignaturas de arte
moderno, pudiendo hacerle un experto tour por los palacios italianos y la
arquitectura renacentista.
Para recordar la belleza que tiene esta ciudad y
animaros a visitarla calmadamente os voy a describir mis cinco lugares
preferidos de Florencia. ¿Os apetece descubrirlos?
Piazza
del Duomo
Centro neurálgico religioso de la ciudad medieval,
esta plaza acoge uno de los conjuntos arquitectónicos más conocidos en el mundo
(junto a los de Pisa).
La Catedral de Santa María del Fiore, con el
campanile de Giotto y la magnífica cúpula de Brunelleschi es el edificio
principal de esta plaza.
La catedral es una de las más grandes del mundo
(tras San Pedro de Roma, San Pablo de Londres y las catedrales de Sevilla y
Milán) y lo más característico es su fachada multicromática de mármol y
ladrillo. Las bandas alternadas en horizontal y vertical con mármoles
multicolor: de Carrara (blanco), Prato (verde) y Siena (rojo) se vuelven a
repetir en las decoraciones del baptisterio y del campanario de Giotto, lo que
otorga unidad a todo el conjunto. A ello hay que sumar la decoración en mosaico
de los tímpanos o los nichos con esculturas de los Apóstoles y la Virgen en el
centro, a la que está consagrado todo el templo.
El interior de la catedral tiene acceso gratuito, lo
que debería ponernos sobre aviso sobre el escaso valor que posee. Si la
comparamos con la Catedral de Siena, por ejemplo, el alma se os caerá a los
pies. No obstante, caben destacar los frescos de la cúpula (hay que subir más
de 400 escalones para verlos) y las vistas que se obtienen de la ciudad desde
lo alto de ella (esta visita es de pago), así como bajar a la cripta y rendir
homenaje a Brunelleschi, enterrado allí.
La cúpula, realizada por Brunelleschi, fue una
proeza de la época y una de las señas de identidad del Renacimiento.
Inspirándose en la del Panteón de Roma, realizó un diseño de doble casco que
prescindía del, hasta entonces, imprescindible armazón de madera. Esta doble
cúpula (semiesférica en el interior y ojival en el exterior) apoyaba sobre el
tambor octogonal con óculos y, a su vez, sobre el ábside, que quedaba reforzado
con tres absidiolos. Además ideó un complejo sistema de contrarresto de fuerzas
y aplicó el aparejo de materiales muy ligeros y resistentes trabajados en forma
de espina de pez (a la manera romana). Todo ello logró que la cúpula se auto-sustentara,
creando el inicio de la nueva arquitectura renacentista.
Pero no sólo es una proeza arquitectónica.
Brunelleschi jugó en el exterior de la cúpula con el empleo de materiales de
doble colorido para crear efectos bicromáticos: blancos los nervios del mármol
y rojo de los plementos, en consonancia con el blanco y verde de los muros.
Ello dio lugar a un curioso efecto figurativo y a una perspectiva centralizada
en la cúpula. La linterna superior, también de Brunelleschi, actúa como punto
de fuga y ofrece luz al interior del templo.
El campanario, realizado por Giotto, es el típico italiano.
Se encuentra separado de la iglesia para evitar posibles daños por vibraciones,
aunque su posición centrada con la fachada no es la habitual. Se piensa que fue
ubicado aquí por las necesidades constructivas de la gran cúpula. Aunque se
pensó que tuviera inicialmente más de 100 metros, la altura final quedó en 85.
Destacar su profusa decoración en mármoles policromos, bajorrelieves y
esculturas.
El Battisterio di San Giovanni (San Juan) con
las famosas Puertas del Paraiso es la otra parada imprescindible en la plaza.
Con una decoración similar a la fachada de la Catedral, aquí lo verdaderamente
importante es admirar la decoración de sus puertas. Ghiberti realizó un
espléndido trabajo en las Puertas norte,
realizando 20 paneles con escenas del Nuevo Testamento y ocho más, los
inferiores, que muestran a los cuatro evangelistas y las iglesias San Ambrosio,
San Jerónimo, San Gregorio, y San Agustín. Los paneles están rodeados por un
marco de hojas y bustos dorados de profetas en la intersección de los paneles.
Datados en 1421, en estos relieves podemos observar grandes logros para plasmar
la perspectiva, así como numerosas historias múltiples en cada escena, lo que
nos obliga a un estudio detallado de los mismos.
Como curiosidad indicar que la denominación como
Puertas del Paraíso se atribuye a Miguel Ángel, sin duda admirado por la
belleza de las mismas, algo que un siglo después admiraba Vasari con estas
palabras: “Innegablemente perfectas en
cualquier sentido y debe ser colocada como la obra de arte más fina jamás
creada”.
Aunque son reproducciones (los originales se
encuentran cerca del Museo dell'Opera del Duomo), su admiración es realmente
gratificante. Al igual que resulta muy recomendable poder entrar en el
Baptisterio y admirar su magnífica cúpula decorada con mosaico con la famosa
escena del Juico Final.
En las Puertas
Sur podemos contemplar los 28 paneles realizados por Andrea Pisano en 1329.
De menor calidad artística, los 20 paneles superiores se refieren a escenas de
la vida de San Juan Bautista. Los ocho paneles inferiores, por su parte,
retratan virtudes (esperanza, fe, caridad, humildad, fortaleza, templanza,
justicia, y prudencia)
Por último, añadir otros edificios señeros que están
en esta plaza, tales como la Loggia del
Bigallo (imprescindible entrar para observar algunas joyas pictóricas
florentinas de manera gratuita), el Palazzo
Arcivescovile(con los espléndidos escudos de armas de León XI y de Augustine
Bausa), el Palazzo Naldini (aquí
Donatello tuvo su tienda por algún tiempo), el Museo dell'Opera del Duomo (imprescindible para ver piezas
originales de la plaza) o el Palazzo
Strozzi di Mantova(con la típica decoración mural post-renacentista).
Piazza
dellaSignoria (Plaza de la Señoría)
Desde la plaza anterior, siguiendo recto la
monumental Via del Calzaiuoli (y haciendo obligada parada en la Plaza de la
República con su inconfundible carrusel) llegaremos sin problemas a la Plaza de
la Señoría.
Se trata de una de las plazas más bonitas de la
ciudad y sigue siendo, como hace siglos, el corazón de la vida social de
Florencia. Si la Plaza del Duomo concentraba la función religiosa y la Plaza de
la República la comercial, aquí residía el centro neurálgico de la política
florentina medieval.
El Palazzo Vecchio(Palacio Viejo) fue el
edificio administrativo más importante del medievo y, en mi opinión, el más
monumental de toda la plaza. Arnolfo di cambio, su arquitecto, supo crear un
modelo de palacio que tuvo gran éxito posteriormente, reinterpretando el modelo
clásico de fortaleza medieval (patente por el macizo almohadillado de la
fachada) con los añadidos ornamentales que tendrán éxito en épocas posteriores.
La balconada superior o la torre de casi 95 metros crean un poderoso encanto
atrayente.
Como curiosidad indicar que el balcón corrido
sostenido por pequeños pilares y arcos, se caracteriza por los merletes de tipo
güelfo (cuadrados), mientras que la Torre de Arnolfo tiene unos merletes de
tipo gibelino (un pico invertido llamado "Cola de golondrina"). Una
curiosa mezcolanza teniendo en cuenta la rivalidad de ambas facciones.
Debajo de la balconada fueron instalados una serie
de emblemas relacionados con la ciudad y los güelfos. Necesitaréis el zoom de
vuestra cámara o unos prismáticos para poder observarlos con detalle. Y la
torre, descentrada de la fachada original por tener que aprovechar una
construcción anterior, se corona con una veleta formada por un león rampante
sosteniendo un bastón coronado por un lirio (el original está delante del Salón
de los Quinientos).
Si el exterior resulta bello, arquitectónicamente
hablando, su visita al interior os dejará sin palabras. El Salón de los Quinientos, decorado con los grandes frescos de
GiorgoVasari, es el lugar más impresionante de todos. Su amplitud y la
decoración que contiene, cubriendo paredes y techo, nos hace olvidar que
aquella sala fue concebida para albergar a los representantes del Gran Consejo
(compuesto por 500 miembros), el órgano de gobierno de la ciudad. Más bien
pareciera una sala de un museo, pues a las pinturas se añaden diversas
esculturas referentes a los trabajos de Hércules (especial atención a la de
Hércules y Diomedes) o al Genio de La Victoria, una de las preferidas que
realizó el gran Miguel Ángel.
Para los enamorados del misterio indicar que Vasari,
en uno de los frescos (la Batalla de Marciano en Val di Chiana) dejó escritas
las misteriosas palabras Cerca Trova,
que significa “el que busca encuentra”. Aunque no es segura la interpretación
de MaurizioSeracini, podría tratarse de una pista para encontrar un antiguo
fresco encargado a Leonardo da Vinci e inacabado. Vasari, admirador de la obra
de Leonardo, no habría osado destruir su obra y parece ser que realizó un nuevo
muro adosado ocultando esta obra original.
El patio de
Michelozzo, con su asombrosa decoración en estuco, o la majestuosa
decoración de los llamados Cuartos
Monumentales, en donde la magnitud de los frescos os dejarán sin palabras.
En suma, una visita realmente imprescindible.
La Loggia dei Lanzi, también conocida como el
Pórtico de los Lasquenetes, por haber acampado aquí este grupo de mercenarios
del ejército de Carlos V, fue construido en el siglo XIV con el objeto de
reunir a los principales funcionarios públicos.
Hoy día, en cambio, se ha convertido en una especie
de galería de arte al aire libre, con estatuas que pertenecieron a la colección
de los médici y entre las que sobresalen el Perseo
(bronce) de Cellini, obra maestra del manierismo que posee el “encanto” de
sostener la cabeza cortada de medusa apoyándose grácilmente en una sola pierna, y
el Rapto de las Sabinas (mármol), de
Gianbologna, primera obra concebida para admirarse en sus 360º. Hércules y el centauro Neso, obra
también de Giambologna, junto a diversas muestras de arte escultórico clásico
(romano) completan este museo en plena calle, siempre custodiado por los leones de los Medici, a ambos lados,
símbolo de protección ante presencias negativas.
No son las únicas obras de arte que se exponen en
esta magnífica plaza. Esculturas (réplicas como las anteriores) de Hércules y Caco, Judith y Holofernes y
del famosos David de Miguel Ángel(original
expuesta en la Galería de la Academina) se exponen en sucesión junto a la
fachada del Palazzo Vecchio.A continuación la impresionante Fuente de Neptuno, primera fuente
pública de la ciudad.
Por último destacar la estatua ecuestre de Cosme I de Médici, de nuevo obra de Giambologna
. Gran duque y mecenas florentino, gracias a él hoy podemos admirar el Palacio
Uffizi, el Palacio Pitti o los jardines de Bóboli, así como asombrarnos con las
obras que financió a renombrados artistas como Vasari, Bronzino y Cellini.
Como curiosidad indicar que en esta plaza se
llevaron a cabo numerosas celebraciones en el Medievo, como los fuegos
artificiales para celebrar la Noche de San Juan o el juego llamado Giostra del Saracino (Justa del
sarraceno), un espectáculo que se sigue realizando en la ciudad de Arezzo.
También se realizaron ejecuciones públicas, siendo
la más famosa la del religioso Girolamo Savonarola y varios de sus discípulos en
1498, tal como reza una placa junto a la fuente.
Galería
de arte Uffizi
Existen pocas galerías de arte en el mundo que
contengan tantas obras maestras por metro cuadrado. Y no en vano es la
pinacoteca más visitada de Italia y una de las más importantes de toda Europa.
Su colección de pinturas es una de las más antiguas
e importantes, pues reúne las obras de los grandes artistas del final del
medievo y del Renacimiento.
Especialmente importante, a mi entender, es admirar
las salas dedicadas a Botticelli, con sus magníficas y universales La Primavera y El Nacimiento de Venus. Fueron las primeras obras de tema profano
de gran formato yse concibieron bajo la influencia filosófica neoplatónica. En
concreto, la segunda obra se interpreta como el nacimiento del Amor y de la belleza espiritual como la fuerza motriz
de la vida.
La sala del Ducento posee numerosas tablas
con los bizantinos dorados que tanto éxito tuvieron en la época. Paradas
obligadas en esta sala son las representaciones de la llamada Majestad (la Virgen entronizada con el
niño rodeada de ángeles y santos) por Duccio di Boninsegna (Madonna Rucellai),
Cimabue (Maestà di Santa Trinitá) y Giotto (Maestà di Ognissanti).
La sala dedicada a Filippo Lippi tiene
numerosas obras maestras de este artista aunque, en mi opinión, quedan
ensombrecidas al admirar el Díptico del
duque de Urbino, realizado por Piero della Francesca, colocado ahí por
proximidad cronológica.
Obras maestras que merecen una contemplación
minuciosa son La Batalla de San Romano
(Paolo Uccello), La Venus de Urbino
(Tiziano), La Madonna del jilguero
(Rafael), El Tondo Doni (Miguel Ángel),
La Anunciación (Leonardo da Vinci) oBaco (Caravaggio). Y como representación
de artistas fuera de las fronteras italianas merece la pena destacar cuadros
como La Lamentación y entierro de Cristo(Rogier
van der Weyden),La Adoración de los magos
(Alberto Durero) o Adán y Eva
(Cranach el Viejo).
Y, por último, me gustaría destacar una obra sobre
todas las demás, pues fue objeto de mi primer artículo científico: El papa León X y dos cardenales
(Rafael). Tomando como ejemplo esta obra, en la que aparece un objeto óptico interpretado como una lupa, pude demostrar la importancia del trabajo interdisciplinar en la interpretación de las obras artísticas. Gracias al estudio de diferentes fuentes optométricas pude demostrar que el objeto que sujetaba el Papa no era una lupa, sino una lente monóculo para compensar la miopía magna que sufría este personaje. Si deseáis consultar el artículo lo tenéis en este enlace.
Ponte
Vecchio
Existen pocos puentes tan famosos y fotografiados
como el puente medieval florentino. Este puente lleno de comercios cruza el río
Arno por su parte más estrecha, aunque cada uno de los tres arcos que le
sostienen mide cerca de 30 metros.
Externamente resulta precioso, con sus fachadas de
colores cálidos y su triple arquería central. Su irregularidad medieval no lo
afea, sino que lo embellece a nuestra vista (ya cansada de la simetría
renacentista que inunda la urbe). Interiormente, el caos medieval se sigue
manteniendo en la variedad de puntos comerciales.
En el medievo, varios gremios ejercían aquí su
actividad, principalmente carniceros o pescaderos, los cuales aprovechaban el
río para lanzar sus desechos. Se supone que el gran éxito comercial del puente
era porque no se debían pagar tasas.
El mal olor que producían estos comercios fue lo que
llevó a Fernando I Médici a expulsarlos en 1593, siendo copado su lugar por los
comerciantes de oro y joyeros. Hoy día aún continúan con su actividad, así como
diversas tiendas especializadas en artículos de lujo. Nada recomendable para
bolsillos pequeños.
Como curiosidad indicar que por la parte superior
cruza el famoso corredor vasariano,
una suerte de pasadizo utilizado por los poderosos Médicis para ir del Palacio
Vecchio al Palacio Pitti, sin tener que salir a la calle y mezclarse con la
plebe. Este añadido data del siglo XVI.
Entre las anécdotas históricas que rodean a este
puente están tanto ser el posible origen del término Bancarrota (los soldados
rompían el banco del comerciante que no podía pagar sus deudas, impidiéndole
seguir con su actividad) como haber sido el único respetado por los alemanes en
su retirada durante la II Guerra Mundial, al parecer, por orden expresa de
Hitler.
En mi opinión, el mejor momento para observarlo es
al atardecer, cuando una luz dorada lo baña por completo y su imagen queda
reflejada por las aguas del río. El mirador cerca del Hotel Lungarno es
excelente para tomar unas grandiosas fotografías.
Piazzale Michelangelo
Este es el mirador más famoso de la ciudad, desde
donde se consiguen las vistas más impresionantes de Florencia. Parada obligada
para todo turista enamorado de los tejados, la mejor manera para llegar hasta
allí es mediante el autobús Nº12. De nuevo el atardecer, justo cuando hay menos
turistas, es el mejor momento para observar una de las mejores vistas de toda
Italia.
En el centro de la plaza existe una copia del David
de Miguel Ángel a tamaño real, recuerdo del fallido proyecto inicial arquitectónico
que consideraba crear un museo con las obras de Miguel Ángel.
A escasos metros de la plaza también podéis
acercaros a la Basílica de San Miniato al Monte. Construida sobre un antiguo
oratorio del siglo IV, su fachada sigue la típica arquitectura románica
florentina que tanto habréis visto por la ciudad. No dejéis de visitar su
interior, especialmente bello por los frescos que contiene así como por el
mosaico de Cristo bendiciendo que corona el ábside central.
Normalmente suelo dejar espacio a una salida próxima
a la ciudad que merece la pena realizar. Pero Florencia tiene tanto que ver (me
ha quedado tanto por nombrar, tantos palacios e iglesias) que me resultó
imposible apurar más. No obstante os voy a recomendar una salida cercana si
pasáis varios días en Florencia.
Muchos os estaréis imaginando la ciudad de Pisa, que
se encuentra a tiro de piedra de Florencia. No obstante, con ser un precioso
lugar, a mí me gustó mucho más la también cercana ciudad de Siena. Si queréis
conocer los encantos de esta bella ciudad os recomiendo la entrada en este
mismo blog sobre esta ciudad (pinchar aquí).
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