lunes, 15 de septiembre de 2025

Israel está cometiendo un genocidio en Gaza

 

Esta afirmación, inicialmente lanzada por países como Irán, está calando con fuerza en los políticos de ideología de izquierdas de Europa. Y, aunque lo popular es acogerla como cierta, en este artículo pretendo mostrar, con argumentos, lo equivocada de la aseveración.

 

En España, concretamente, nuestro presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha acusado en el Congreso a Israel de “Estado Genocida”. No es el único. Tal afirmación la llevan realizando, desde hace tiempo, miembros de partidos más a su izquierda, como Podemos, Sumar, Esquerra Republicana.

 

Tal ha sido el nivel de crispación, que la movilización popular de estos partidos ha logrado frenar el final de un evento deportivo (La Vuelta ciclista a España) debido a que competía un equipo israelí.

 

Por supuesto, la oposición a estos partidos (la derecha, en general,) ha agarrado con fuerza la bandera de Israel, convirtiendo un drama humanitario execrable en otra disputa entre bandos políticos patrios, cada vez más radicalizados para satisfacción de VOX (según las últimas encuestas del CIS).

 


A continuación, escribiré sobre este polémico tema y daré mi opinión. La cual, a buen seguro, no contentará a nadie. Y ello se debe a que no comparto totalmente lo que defienden desde una u otra trinchera ideológica. Problemas actuales de los libres pensadores que evitan radicalismos y la ideología del pensamiento único.

 

Vayan por delante, antes de empezar, mis pensamientos. Para no engañar a nadie. Mi particular decálogo.

 

1.    Todo el horror que estamos viendo en Gaza tiene un punto de partida concreto. Me gustaría recordar que la guerra en Gaza comenzó debido al atentado terrorista, organizado por Hamas, el 7 de octubre de 2023, sobre Israel. En el mismo, que duró dos días, murieron más de un millar de personas y 251 personas fueron secuestradas.

 

2.    Israel no está cometiendo ningún genocidio en Gaza. Luego me extenderé en explicarlo.

 

3.    Los civiles en Gaza son las auténticas víctimas en este conflicto. Y lo son por una triple pinza que no suele nombrarse en su totalidad: los implacables y continuados ataques israelíes, el uso de civiles como escudos humanos por parte de Hamas, y el cierre de la frontera en Egipto (que se posiciona de perfil, como el resto de los países árabes de la zona, respecto a los palestinos).

 

4.    La guerra emprendida en Gaza está provocando tal drama humanitario que debemos posicionarnos activamente para lograr su final. Todos y cada uno de nosotros debemos realizar nuestra aportación para lograr que se termine el conflicto lo antes posible.

 

5.    Las acciones para frenar la Vuelta a España me parecieron totalmente desafortunadas, pues no se realizó una protesta contra el equipo israelí en cuestión, sino sobre todo el conjunto del pelotón. Se perjudicó a inocentes que nada tenían que ver y, a mi parecer, el fin (aunque sea justo) no debería justificar los medios.

 

6.    Soy partidario de la creación de los dos estados (palestino e israelí) como forma para finalizar un conflicto que lleva demasiadas décadas activo.

 

7.    Soy partidario de las medidas aplicadas por el gobierno de España para presionar en lo posible a Israel. Uno de los actores principales que puede frenar la sangría humana que se está produciendo de manera rápida e inmediata.

 

8.    No estoy de acuerdo en que en dichas medidas no se impongan similares castigos a Hamas y a todos sus partidarios, actores también muy principales del drama humanitario que se está viviendo en Gaza.

 

9.    Existe un genocidio mucho más cercano de nuestras casas, en Europa, y lo está perpetrando Rusia en Ucrania bajo la indiferencia de muchos de los que ahora protestan contra Israel tan activamente.

 

10.  Si vis pacem, para bellum (Si quieres paz, prepárate para la guerra). Resulta curioso que un objetor de conciencia deba recordar esta máxima a tantos ideólogos de izquierda que se oponen a defendernos de la amenaza rusa que se cierne, cada vez más intensamente, sobre la Europa libre occidental.

 

Vayamos, a continuación, con la afirmación de marras y todo lo que rodea a la palabra Genocidio.

 

Breve historia de la palabra Genocidio

 

La palabra genocidio no existía antes de 1944. Hasta entonces no existía un término concreto para designar el exterminio de un pueblo o nación. Y esta palabra fue acuñada gracias a un jurista judío llamado Raphael Lemkin, quién se dedicó en cuerpo y alma a que el derecho internacional tipificara como genocidio el asesinato en masa de los integrantes de un pueblo o nación.

 

Esta lucha por definir como genocidio este tipo de asesinatos le costó sus cargos en la administración pública polaca en 1934. Pero, a la vez, puede que le salvaran cuando los alemanes ocuparon Polonia en 1939, pues no dudó en huir del país. No le faltó razón. 49 familiares murieron en el Holocausto perpetrado por los nazis contra su pueblo.

 

En 1944, Winston Churchill se refirió a las atrocidades de los nazis contra los judíos como “el crimen sin nombre”. Sería Raphael Lemkin quien diera con la palabra para referirse a la aniquilación completa de un colectivo. En su libro El dominio del Eje en la Europa ocupada, publicado en los Estados Unidos en 1944, aparece por primera vez el término ‘genocidio’.

 

A partir de ahí, la lucha de Lemkin se concentró en lograr que la legislación internacional reconociera el delito de genocidio. No fue sencillo. En los Juicios de Núremberg en los que se juzgó a varios de los principales líderes nazis, los fiscales ya emplearon la palabra genocidio, pero el término no consiguió abrirse paso en ninguna de las 190 páginas de la sentencia.

 

Sería un par de años después, en 1946, cuando la Asamblea General de la recién creada ONU aprobó la resolución 96, en cuya redacción participó Lemkin y donde por primera vez en la legislación internacional se habla de crimen de genocidio. El mismo se entiende como “una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros, de la misma manera que el homicidio es la negación a un individuo humano del derecho a vivir”.

 

Definición de genocidio.

 

La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, aprobada por la Asamblea General de la ONU el 9 de diciembre de 1948, estableció que el crimen de genocidio requiere tanto la comisión de actos de destrucción como la intención genocida.


¿Qué importa la discusión sobre la palabra genocidio?

 

Creo que pocos serán los lectores que, ateniéndonos a la definición estricta de genocidio, pongan en duda la primera condición. Ahora bien, sobre la segunda, respecto a la intención, la cosa no está tan clara. Y aquí está el quid de la cuestión.

 

Muchos opinarán que es indiferente definirlo como genocidio o como cualquier otra palabra, como exterminio. Pero no es así. Las palabras importan, Las palabras comunican ideas concretas. Y las palabras, mal empleadas, llevan a errores y catástrofes en el futuro.

 

Rusia, por ejemplo, define a los ucranianos como fascistas. Ellos, durante, la Segunda Guerra Mundial, lucharon contra los fascistas, por lo que encuentran, en las palabras, una legitimación para su “operación militar especial” en Ucrania. Así de simple. Y así de siniestro.

 

Por tanto, todos aquellos que se llenan la boca acusando a Israel de Estado genocida puede que debieran leer más y dejarse llevar menos por corrientes dirigidas por ideologías muy concretas y con objetivos muy claros.

 

Definir a Israel como un estado genocida supondría equiparar a Israel con la Alemania nazi, sueño húmedo de Irán. Ello desataría una nueva oleada de odio anti semitista, esta vez, amparado por las palabras, tal como realiza Rusia en Ucrania actualmente.

 

Pero, además, es que desde 1946 han existido muchos genocidios reales que no podemos equipara con lo que ocurre en Gaza actualmente, pues estaríamos diluyendo su significado en algo con lo que no podemos regatear.

 

Una guerra donde mueren muchos civiles es algo execrable y denunciable, pero no es genocidio.

 

¿Está cometiendo Israel un Genocidio en Gaza?

 

Si Israel quisiera cometer un genocidio en Gaza podría haber sido mucho más malévolo y mortífero. Capacidad militar para llevarlo a cabo no le falta. Podría bombardear, por ejemplo, sin previo aviso, en vez de avisar sobre los objetivos, con la intención de que los gazatíes evacúen el lugar. Numerosos son los vídeos donde las cámaras enfocan un edificio que se sabe será objetivo de una bomba.

 

Ahora, muchos estaréis pensando en los bombardeos sobre hospitales o campos de refugiados. ¡Sorpresa! En las guerras se cometen errores, mueren civiles y, sin duda, se cometen crímenes de guerra puntuales. Muchas veces, por parte de soldados individuales, más que por órdenes gubernamentales de los mandos superiores. ¿Acaso todo esto no se vio en la Segunda Guerra Mundial por parte de ambos bandos?

 

Seguramente muchos de los que se ponen la bandera palestina hoy conocen el Día D por la película Salvar al soldado Ryan. Así es difícil conocer que aquel día, durante el famoso desembarco en Normandía, además de los 1500 soldados aliados fallecidos, murieron en torno a 3000 civiles franceses. Víctimas colaterales de los bombardeos de apoyo de los aliados.

 

Tampoco conocerán el genocidio cometido contra los alemanes, una vez acabada la guerra, en la zona de los Sudetes, actual Chequia. O los campos de concentración para alemanes en Polonia, en funcionamiento hasta 1948.

 

De querer cometer un genocidio, Israel buscaría, como hicieron los nazis en su momento, una forma de eliminar al máximo número de gazatíes con el mínimo número de bajas propias. Pero resulta que, según datos de principios de julio, 888 soldados israelíes habían muerto desde el inicio de la guerra. Un número elevado teniendo en cuenta la gran superioridad en artillería, ¿no les parece?

 

Pero, además, resulta que en el Estado de Israel viven cerca de 1,5 millones de ciudadanos palestinos de Israel. Y el Estado israelí no los persigue ni los está matando por su condición de palestinos. Ni está pidiendo a Jordania, Siria o Egipto que entreguen a los palestinos que viven allí para exterminarlos.

 

No podemos equiparar la palabra genocidio con la existencia de muchas muertes de civiles, algo que lamentablemente ocurre en todas las guerras. Genocida es el que extermina a una categoría de personas sin otra razón que la de serlo: los nazis exterminaron a los judíos por serlo; los hutus masacraron a los tutsis en Ruanda por serlo; los terroristas de Hamas masacraron a los judíos el 7 de octubre por serlo.

 

Israel no tiene un plan definido para acabar con los Gazatíes. Al igual que en la Segunda Guerra Mundial los aliados tenían como objetivo acabar con los nazis por emprender una guerra (y no acabar con todos los alemanes por el simple hecho de serlo), y no dudaron en emplear todos sus medios, realizando grandes masacres de civiles por el camino, los israelíes pretenden acabar con Hamas y su estado terrorista. Todo lo que no sea la rendición total y el final de Hamas no entra en sus planes, pues el objetivo último es evitar otro 7 de octubre. Y, visto desde la distancia, es un objetivo justificable.

 

Aunque suene cruel, las víctimas civiles son daños colaterales inevitables debido a la estrategia de Hamas de utilizar a su población como escudos humanos.

 

Lo habitual en una guerra, como ocurre en Ucrania ahora mismo, es que, ante un bombardeo, los civiles se refugien bajo tierra y sean los soldados los que luchen en la superficie. En Gaza está ocurriendo al revés. Hamas se esconde en túneles y no permite a la población utilizarlos. Al contrario, los usa como escudos humanos con la idea de conmover a la opinión pública internacional y lograr que Israel no alcance el objetivo de acabar con ellos. ¿Acaso esto no es un crimen de guerra?

 

Lo que estamos viendo en Gaza es la guerra en sus trágicas consecuencias. ¿Acaso no lo estudiaron en los libros de historia? Será que el siglo XX no tiene ejemplos para ilustrarse.

 

Y, entonces ¿qué hacemos?

 

La guerra en Gaza, tal como se está produciendo, debe parar. Pues la respuesta israelí está empezando a ser totalmente desmesurada y, tal como indicó Pérez Reverte recientemente, asesina.

 

En las guerras siempre hay muerte y destrucción. Son consecuencias ineludibles. Pero la respuesta que está llevando ahora mismo Israel en Gaza está escalando en algo equiparable al asesinato premeditado de los civiles. Pareciera que Israel ha tomado la idea de que si a Hamas no le importa la suerte de sus civiles a ellos menos todavía.

 

No podemos quedarnos quietos ante lo que está ocurriendo. 65.000 palestinos han muerto desde el 7 de octubre, muchos de ellos niños. Esto es algo ya intolerable. ¿Cuánta sangre palestina calmará la venganza israelí?

 

Es hora de decir basta. Tomar medidas gubernamentales y posicionarse contra la barbarie. Exigir a nuestros gobiernos que pongan toda la carne en el asador para detener la guerra.

 

Debemos hacer ver a Israel que será imposible derrotar a un enemigo que se esconde en túneles, que utiliza a los civiles como escudos humanos y que roba gran parte de la ayuda humanitaria que se envía a Gaza. Pues, privar de agua, alimentos o asistencia sanitaria a toda la franja de Gaza llevará al drama humanitario, pero no al fin de Hamas.

 

E, igualmente, debemos hacerles ver que estamos con ellos y con su objetivo de acabar con los terroristas. Debemos hacer saber a Hamas que su única salida es la rendición. Que sus acciones terroristas serán juzgadas y sus líderes condenados por crímenes de guerra. Que su gobierno sobre la Franja de Gaza ha terminado.

 

¿Cómo protestamos?

 

La izquierda española decidió protestar con violencia. Y atacó al eslabón más débil, la Vuelta Ciclista a España. Durante todas las etapas la crispación fue aumentando en un deporte donde resulta imposible vigilar los cientos de kilómetros de cunetas existentes. Y el punto final fue la interrupción de la etapa final en Madrid, el domingo 14 de septiembre, donde los disturbios se saldaron con una veintena de policía heridos.

 

Resulta curioso que para defender el fin de la violencia en Gaza se emplee violencia contra unos deportistas. La excusa de que participaba un equipo israelí no es válida, pues el domingo también terminó el Eurobasket (donde participaba Israel como equipo) y no se escuchó ninguna condena ante tal evento.

 

Imagino que los mismos que interrumpieron la Vuelta a España acudirán a Valencia a boicotear el partido de la Euroliga de baloncesto entre el equipo local y el Hapoel Tel Aviv. Por supuesto, sin importar las “víctimas colaterales”, los deportistas que nada tienen que ver.

 

Actuar de este modo, siendo alentados por el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, horas antes en un mitin, no es lícito ni democrático.

 

Existen muchas otras maneras de protestar sin dañar la imagen de nuestro país ni a personas inocentes. Se me ocurre acampar frente a la embajada de Israel, por ejemplo.

 

Un genocidio real que está pasando desapercibido

 

A nadie de esa izquierda de sofá tan guerrera con Israel la veo mover un dedo en contra del genocidio que se está produciendo en Ucrania.

 

Ya casi no se habla en los telediarios. Tampoco parece interesar mucho. Me refiero a las zonas de Ucrania ocupadas por Rusia, donde este país está llevando a cabo una operación intensa para acabar con la identidad ucraniana.

 

Entre las medidas adoptadas para llevar a cabo esta misión está la transferencia forzosa de niños. Entre 20.000 y 35.000 niños ucranianos han sido deportados a instalaciones de re-educación. La mayoría son puestos en adopción, lo que les despoja de sus nombres ucranianos y de su pasado como tales. Peor suerte tiene los adolescentes, re-educados, rusificados y enviados a luchar contra sus compatriotas ucranianos.

 

Rusia, tal como vemos a diario, lanza ataques indiscriminados contra la población civil. Ataques lejos de la línea del frente cuya única intención es exterminar al enemigo y crear pánico. Desde el comienzo de la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, la ONU ha documentado la muerte de, al menos, 13.580 civiles, incluyendo 716 niños.


Me pregunto desde que cifra de muertos está bien movilizarse y parar un evento deportivo.

 

Ucrania, al igual que Israel, son democracias. Mejores o peores, pero donde sus ciudadanos eligen a sus gobernantes. En la Franja de Gaza, Hamas gobierna desde hace años con mano de hierro, en un régimen dictatorial donde la violencia e intimidación son sus fundamentos. Qué decir de Rusia, donde Putin ha conocido a numerosos presidentes de los Estados Unidos mientras él gobierna despóticamente y los oligarcas rusos que muestran fisuras se caen por la ventana.

 

No me gusta posicionarme, pero, entre democracia y dictadura, tengo claras mis preferencias.

 

Conclusión

 

En un mundo polarizado, donde sólo se puede ser propalestino o proisraelí, una opinión como la mía chirría.

 

¿Cómo es posible que defienda a Israel, diciendo que no está cometiendo genocidio, y, a la vez, presionando para que finalice la guerra?

 

¿Cómo es posible que anime a protestar contra el drama humanitario y, a la vez, critique lo sucedido en la Vuelta a España?

 

¿Cómo es posible tener ideas que defienden ambas trincheras ideológicas?

 

Muy sencillo. No me considero especial. Tan sólo miro a mi alrededor con objetividad. Y, por supuesto, leo mucho y me formo mis ideas en base a leer a todos, no sólo a los que me gustan por mis afinidades políticas. Practico el librepensamiento, algo que, en tiempos de polarización, está en desaparición. Y, hasta mal visto.

 

La guerra es un mal que deshonra al género humano (François Fenelón)

 

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