Esta afirmación, inicialmente lanzada por países como
Irán, está calando con fuerza en los políticos de ideología de izquierdas de
Europa. Y, aunque lo popular es acogerla como cierta, en este artículo pretendo
mostrar, con argumentos, lo equivocada de la aseveración.
En España, concretamente, nuestro presidente del
gobierno, Pedro Sánchez, ha acusado en el Congreso a Israel de “Estado
Genocida”. No es el único. Tal afirmación la llevan realizando, desde hace
tiempo, miembros de partidos más a su izquierda, como Podemos, Sumar, Esquerra
Republicana.
Tal ha sido el nivel de crispación, que la
movilización popular de estos partidos ha logrado frenar el final de un evento
deportivo (La Vuelta ciclista a España) debido a que competía un equipo
israelí.
Por supuesto, la oposición a estos partidos (la
derecha, en general,) ha agarrado con fuerza la bandera de Israel, convirtiendo
un drama humanitario execrable en otra disputa entre bandos políticos patrios,
cada vez más radicalizados para satisfacción de VOX (según las últimas
encuestas del CIS).
A continuación, escribiré sobre este polémico tema y
daré mi opinión. La cual, a buen seguro, no contentará a nadie. Y ello se debe
a que no comparto totalmente lo que defienden desde una u otra trinchera
ideológica. Problemas actuales de los libres pensadores que evitan radicalismos
y la ideología del pensamiento único.
Vayan por delante, antes de empezar, mis pensamientos.
Para no engañar a nadie. Mi particular decálogo.
1. Todo
el horror que estamos viendo en Gaza tiene un punto de partida concreto. Me
gustaría recordar que la guerra en Gaza comenzó debido al atentado terrorista,
organizado por Hamas, el 7 de octubre de 2023, sobre Israel. En el mismo, que
duró dos días, murieron más de un millar de personas y 251 personas fueron
secuestradas.
2. Israel
no está cometiendo ningún genocidio en Gaza. Luego me extenderé en explicarlo.
3. Los
civiles en Gaza son las auténticas víctimas en este conflicto. Y lo son por una
triple pinza que no suele nombrarse en su totalidad: los implacables y
continuados ataques israelíes, el uso de civiles como escudos humanos por parte
de Hamas, y el cierre de la frontera en Egipto (que se posiciona de perfil,
como el resto de los países árabes de la zona, respecto a los palestinos).
4. La
guerra emprendida en Gaza está provocando tal drama humanitario que debemos
posicionarnos activamente para lograr su final. Todos y cada uno de nosotros
debemos realizar nuestra aportación para lograr que se termine el conflicto lo
antes posible.
5. Las
acciones para frenar la Vuelta a España me parecieron totalmente
desafortunadas, pues no se realizó una protesta contra el equipo israelí en
cuestión, sino sobre todo el conjunto del pelotón. Se perjudicó a inocentes que
nada tenían que ver y, a mi parecer, el fin (aunque sea justo) no debería
justificar los medios.
6. Soy
partidario de la creación de los dos estados (palestino e israelí) como forma
para finalizar un conflicto que lleva demasiadas décadas activo.
7. Soy
partidario de las medidas aplicadas por el gobierno de España para presionar en
lo posible a Israel. Uno de los actores principales que puede frenar la sangría
humana que se está produciendo de manera rápida e inmediata.
8. No
estoy de acuerdo en que en dichas medidas no se impongan similares castigos a
Hamas y a todos sus partidarios, actores también muy principales del drama
humanitario que se está viviendo en Gaza.
9. Existe
un genocidio mucho más cercano de nuestras casas, en Europa, y lo está
perpetrando Rusia en Ucrania bajo la indiferencia de muchos de los que ahora
protestan contra Israel tan activamente.
10. Si vis pacem, para bellum
(Si quieres paz, prepárate para la guerra). Resulta curioso que un objetor de
conciencia deba recordar esta máxima a tantos ideólogos de izquierda que se
oponen a defendernos de la amenaza rusa que se cierne, cada vez más
intensamente, sobre la Europa libre occidental.
Vayamos, a continuación, con la afirmación de marras y
todo lo que rodea a la palabra Genocidio.
Breve historia de la palabra Genocidio
La palabra genocidio no existía antes de 1944. Hasta
entonces no existía un término concreto para designar el exterminio de un
pueblo o nación. Y esta palabra fue acuñada gracias a un jurista judío llamado Raphael
Lemkin, quién se dedicó en cuerpo y alma a que el derecho internacional
tipificara como genocidio el asesinato en masa de los integrantes de un pueblo
o nación.
Esta lucha por definir como genocidio este tipo de
asesinatos le costó sus cargos en la administración pública polaca en 1934.
Pero, a la vez, puede que le salvaran cuando los alemanes ocuparon Polonia en
1939, pues no dudó en huir del país. No le faltó razón. 49 familiares murieron
en el Holocausto perpetrado por los nazis contra su pueblo.
En 1944, Winston Churchill se refirió a las atrocidades
de los nazis contra los judíos como “el crimen sin nombre”. Sería Raphael
Lemkin quien diera con la palabra para referirse a la aniquilación completa de
un colectivo. En su libro El dominio del Eje en la Europa ocupada,
publicado en los Estados Unidos en 1944, aparece por primera vez el término
‘genocidio’.
A partir de ahí, la lucha de Lemkin se concentró en
lograr que la legislación internacional reconociera el delito de genocidio. No
fue sencillo. En los Juicios de Núremberg en los que se juzgó a varios de los
principales líderes nazis, los fiscales ya emplearon la palabra genocidio, pero
el término no consiguió abrirse paso en ninguna de las 190 páginas de la
sentencia.
Sería un par de años después, en 1946, cuando la
Asamblea General de la recién creada ONU aprobó la resolución 96, en cuya
redacción participó Lemkin y donde por primera vez en la legislación
internacional se habla de crimen de genocidio. El mismo se entiende como “una
negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros, de la misma manera
que el homicidio es la negación a un individuo humano del derecho a vivir”.
Definición de genocidio.
La Convención para la Prevención y la Sanción del
Delito de Genocidio, aprobada por la Asamblea General de la ONU el 9 de
diciembre de 1948, estableció que el crimen de genocidio requiere tanto la
comisión de actos de destrucción como la intención genocida.
¿Qué importa la discusión sobre la palabra
genocidio?
Creo que pocos serán los lectores que, ateniéndonos a
la definición estricta de genocidio, pongan en duda la primera condición. Ahora
bien, sobre la segunda, respecto a la intención, la cosa no está tan clara. Y
aquí está el quid de la cuestión.
Muchos opinarán que es indiferente definirlo como
genocidio o como cualquier otra palabra, como exterminio. Pero no es así. Las
palabras importan, Las palabras comunican ideas concretas. Y las palabras, mal
empleadas, llevan a errores y catástrofes en el futuro.
Rusia, por ejemplo, define a los ucranianos como
fascistas. Ellos, durante, la Segunda Guerra Mundial, lucharon contra los
fascistas, por lo que encuentran, en las palabras, una legitimación para su “operación
militar especial” en Ucrania. Así de simple. Y así de siniestro.
Por tanto, todos aquellos que se llenan la boca
acusando a Israel de Estado genocida puede que debieran leer más y dejarse
llevar menos por corrientes dirigidas por ideologías muy concretas y con
objetivos muy claros.
Definir a Israel como un estado genocida supondría
equiparar a Israel con la Alemania nazi, sueño húmedo de Irán. Ello desataría
una nueva oleada de odio anti semitista, esta vez, amparado por las palabras,
tal como realiza Rusia en Ucrania actualmente.
Pero, además, es que desde 1946 han existido muchos
genocidios reales que no podemos equipara con lo que ocurre en Gaza
actualmente, pues estaríamos diluyendo su significado en algo con lo que no
podemos regatear.
Una guerra donde mueren muchos civiles es algo
execrable y denunciable, pero no es genocidio.
¿Está cometiendo Israel un Genocidio en
Gaza?
Si Israel quisiera cometer un genocidio en Gaza podría
haber sido mucho más malévolo y mortífero. Capacidad militar para llevarlo a
cabo no le falta. Podría bombardear, por ejemplo, sin previo aviso, en vez de
avisar sobre los objetivos, con la intención de que los gazatíes evacúen el
lugar. Numerosos son los vídeos donde las cámaras enfocan un edificio que se
sabe será objetivo de una bomba.
Ahora, muchos estaréis pensando en los bombardeos
sobre hospitales o campos de refugiados. ¡Sorpresa! En las guerras se cometen
errores, mueren civiles y, sin duda, se cometen crímenes de guerra puntuales.
Muchas veces, por parte de soldados individuales, más que por órdenes
gubernamentales de los mandos superiores. ¿Acaso todo esto no se vio en la
Segunda Guerra Mundial por parte de ambos bandos?
Seguramente muchos de los que se ponen la bandera
palestina hoy conocen el Día D por la película Salvar al soldado Ryan.
Así es difícil conocer que aquel día, durante el famoso desembarco en
Normandía, además de los 1500 soldados aliados fallecidos, murieron en torno a
3000 civiles franceses. Víctimas colaterales de los bombardeos de apoyo de los
aliados.
Tampoco conocerán el genocidio cometido contra los
alemanes, una vez acabada la guerra, en la zona de los Sudetes, actual Chequia.
O los campos de concentración para alemanes en Polonia, en funcionamiento hasta
1948.
De querer cometer un genocidio, Israel buscaría, como
hicieron los nazis en su momento, una forma de eliminar al máximo número de
gazatíes con el mínimo número de bajas propias. Pero resulta que, según datos
de principios de julio, 888 soldados israelíes habían muerto desde el inicio de
la guerra. Un número elevado teniendo en cuenta la gran superioridad en
artillería, ¿no les parece?
Pero, además, resulta que en el Estado de Israel viven
cerca de 1,5 millones de ciudadanos palestinos de Israel. Y el Estado israelí
no los persigue ni los está matando por su condición de palestinos. Ni está
pidiendo a Jordania, Siria o Egipto que entreguen a los palestinos que viven
allí para exterminarlos.
No podemos equiparar la palabra genocidio con la
existencia de muchas muertes de civiles, algo que lamentablemente ocurre en
todas las guerras. Genocida es el que extermina a una categoría de personas sin
otra razón que la de serlo: los nazis exterminaron a los judíos por serlo; los
hutus masacraron a los tutsis en Ruanda por serlo; los terroristas de Hamas
masacraron a los judíos el 7 de octubre por serlo.
Israel no tiene un plan definido para acabar con los
Gazatíes. Al igual que en la Segunda Guerra Mundial los aliados tenían como
objetivo acabar con los nazis por emprender una guerra (y no acabar con todos
los alemanes por el simple hecho de serlo), y no dudaron en emplear todos sus
medios, realizando grandes masacres de civiles por el camino, los israelíes pretenden
acabar con Hamas y su estado terrorista. Todo lo que no sea la rendición total y
el final de Hamas no entra en sus planes, pues el objetivo último es evitar
otro 7 de octubre. Y, visto desde la distancia, es un objetivo justificable.
Aunque suene cruel, las víctimas civiles son daños
colaterales inevitables debido a la estrategia de Hamas de utilizar a su
población como escudos humanos.
Lo habitual en una guerra, como ocurre en Ucrania
ahora mismo, es que, ante un bombardeo, los civiles se refugien bajo tierra y
sean los soldados los que luchen en la superficie. En Gaza está ocurriendo al
revés. Hamas se esconde en túneles y no permite a la población utilizarlos. Al
contrario, los usa como escudos humanos con la idea de conmover a la opinión
pública internacional y lograr que Israel no alcance el objetivo de acabar con
ellos. ¿Acaso esto no es un crimen de guerra?
Lo que estamos viendo en Gaza es la guerra en sus
trágicas consecuencias. ¿Acaso no lo estudiaron en los libros de historia? Será
que el siglo XX no tiene ejemplos para ilustrarse.
Y, entonces ¿qué hacemos?
La guerra en Gaza, tal como se está produciendo, debe
parar. Pues la respuesta israelí está empezando a ser totalmente desmesurada y,
tal como indicó Pérez Reverte recientemente, asesina.
En las guerras siempre hay muerte y destrucción. Son
consecuencias ineludibles. Pero la respuesta que está llevando ahora mismo
Israel en Gaza está escalando en algo equiparable al asesinato premeditado de los
civiles. Pareciera que Israel ha tomado la idea de que si a Hamas no le importa
la suerte de sus civiles a ellos menos todavía.
No podemos quedarnos quietos ante lo que está ocurriendo.
65.000 palestinos han muerto desde el 7 de octubre, muchos de ellos niños. Esto
es algo ya intolerable. ¿Cuánta sangre palestina calmará la venganza israelí?
Es hora de decir basta. Tomar medidas gubernamentales
y posicionarse contra la barbarie. Exigir a nuestros gobiernos que pongan toda
la carne en el asador para detener la guerra.
Debemos hacer ver a Israel que será imposible derrotar
a un enemigo que se esconde en túneles, que utiliza a los civiles como escudos
humanos y que roba gran parte de la ayuda humanitaria que se envía a Gaza. Pues,
privar de agua, alimentos o asistencia sanitaria a toda la franja de Gaza
llevará al drama humanitario, pero no al fin de Hamas.
E, igualmente, debemos hacerles ver que estamos con
ellos y con su objetivo de acabar con los terroristas. Debemos hacer saber a
Hamas que su única salida es la rendición. Que sus acciones terroristas serán
juzgadas y sus líderes condenados por crímenes de guerra. Que su gobierno sobre
la Franja de Gaza ha terminado.
¿Cómo protestamos?
La izquierda española decidió protestar con violencia.
Y atacó al eslabón más débil, la Vuelta Ciclista a España. Durante todas las
etapas la crispación fue aumentando en un deporte donde resulta imposible
vigilar los cientos de kilómetros de cunetas existentes. Y el punto final fue
la interrupción de la etapa final en Madrid, el domingo 14 de septiembre, donde
los disturbios se saldaron con una veintena de policía heridos.
Resulta curioso que para defender el fin de la
violencia en Gaza se emplee violencia contra unos deportistas. La excusa de que
participaba un equipo israelí no es válida, pues el domingo también terminó el
Eurobasket (donde participaba Israel como equipo) y no se escuchó ninguna
condena ante tal evento.
Imagino que los mismos que interrumpieron la Vuelta a
España acudirán a Valencia a boicotear el partido de la Euroliga de baloncesto
entre el equipo local y el Hapoel Tel Aviv. Por supuesto, sin importar las “víctimas
colaterales”, los deportistas que nada tienen que ver.
Actuar de este modo, siendo alentados por el
presidente del gobierno, Pedro Sánchez, horas antes en un mitin, no es lícito
ni democrático.
Existen muchas otras maneras de protestar sin dañar la
imagen de nuestro país ni a personas inocentes. Se me ocurre acampar frente a
la embajada de Israel, por ejemplo.
Un genocidio real que está pasando
desapercibido
A nadie de esa izquierda de sofá tan guerrera con Israel
la veo mover un dedo en contra del genocidio que se está produciendo en
Ucrania.
Ya casi no se habla en los telediarios. Tampoco parece
interesar mucho. Me refiero a las zonas de Ucrania ocupadas por Rusia, donde
este país está llevando a cabo una operación intensa para acabar con la identidad
ucraniana.
Entre las medidas adoptadas para llevar a cabo esta
misión está la transferencia forzosa de niños. Entre 20.000 y 35.000 niños
ucranianos han sido deportados a instalaciones de re-educación. La mayoría son
puestos en adopción, lo que les despoja de sus nombres ucranianos y de su
pasado como tales. Peor suerte tiene los adolescentes, re-educados, rusificados
y enviados a luchar contra sus compatriotas ucranianos.
Rusia, tal como vemos a diario, lanza ataques
indiscriminados contra la población civil. Ataques lejos de la línea del frente
cuya única intención es exterminar al enemigo y crear pánico. Desde
el comienzo de la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, la ONU
ha documentado la muerte de, al menos, 13.580 civiles, incluyendo 716 niños.
Me pregunto desde que cifra de muertos está bien movilizarse y parar un evento deportivo.
Ucrania, al igual que Israel, son democracias. Mejores
o peores, pero donde sus ciudadanos eligen a sus gobernantes. En la Franja de
Gaza, Hamas gobierna desde hace años con mano de hierro, en un régimen dictatorial
donde la violencia e intimidación son sus fundamentos. Qué decir de Rusia,
donde Putin ha conocido a numerosos presidentes de los Estados Unidos mientras
él gobierna despóticamente y los oligarcas rusos que muestran fisuras se
caen por la ventana.
No me gusta posicionarme, pero, entre democracia y
dictadura, tengo claras mis preferencias.
Conclusión
En un mundo polarizado, donde sólo se puede ser
propalestino o proisraelí, una opinión como la mía chirría.
¿Cómo es posible que defienda a Israel, diciendo que
no está cometiendo genocidio, y, a la vez, presionando para que finalice la
guerra?
¿Cómo es posible que anime a protestar contra el drama
humanitario y, a la vez, critique lo sucedido en la Vuelta a España?
¿Cómo es posible tener ideas que defienden ambas
trincheras ideológicas?
Muy sencillo. No me considero especial. Tan sólo miro
a mi alrededor con objetividad. Y, por supuesto, leo mucho y me formo mis ideas
en base a leer a todos, no sólo a los que me gustan por mis afinidades
políticas. Practico el librepensamiento, algo que, en tiempos de polarización,
está en desaparición. Y, hasta mal visto.
La
guerra es un mal que deshonra al género humano
(François Fenelón)
Bravo!!
ResponderEliminarGracias por comentar.
EliminarSaludos