Entre las escapadas que podéis hacer desde Soria
capital hay una, mucho menos conocida que el Yacimiento de Numancia, que merece
la pena visitar por los espléndidos mosaicos geométricos que atesoran sus pavimentos.
Me refiero a la Villa romana La Dehesa. ¿Os interesa
descubrirla?
¿Dónde se encuentra la Villa romana La
Dehesa?
La Villa romana La Dehesa se encuentra en la localidad
de Cuevas de Soria, a escasos 25 minutos de Soria capital.
El lugar posee un amplio aparcamiento.
¿Qué vamos a encontrarnos en la Villa
romana de La Dehesa?
Nada más entrar en el edificio podremos sacar las
entradas (la visita puede ser libre o con audioguía). Lo primero que podremos
visitar es una sala donde suelen tener exposiciones temporales. En mi caso
versó sobre la ciudad celtíbera de Las Eras, en la actual Ciadueña.
A continuación, pasaremos a una sala donde mediante un
vídeo explicativo nos pondrán en contexto sobre lo que vamos a visitar. En
verdad existen tres vídeos disponibles: uno enfocado a niños, otro que nos
habla de la romanización en Soria y, otro más, que describe la villa y la
figura de la diosa Magna Mater, una deidad adorada, en distintas formas, desde
la prehistoria.
Lo que visitaremos a continuación será una gran sala donde
nos explicarán la importancia de la diosa Magna Mater en las diferentes
culturas y, en especial, en Roma. Una muestra muy interesante donde empaparnos
de diversos aspectos de la romanización de los territorios.
La villa “La Dehesa” de Cuevas de Soria fue
descubierta y excavada en 1928 por Blas Taracena y José Tudela. En su momento
se consideró como una de las más importantes de España en su género, lo que
conllevó su excavación intensiva y su transformación en un espacio expositivo.
El yacimiento se encuentra junto al río Izana y revela
una amplia mansión de casi cuatro mil metros cuadrados de superficie, levantada
en su totalidad de nueva planta hacia la mitad del siglo IV, sobre una
construcción anterior de la que apenas tenemos conocimiento.
El edificio se dispuso en la parte más protegida del
valle, adaptándose a un terreno suavemente inclinado hacia el sur, que realza
la crujía septentrional de la casa, centrada por la estancia de mayores
dimensiones del conjunto.
La estructura del edificio es sencilla, presentando
una planta rectangular organizada en torno a un amplio espacio central
ajardinado, con numerosas estancias a su alrededor magníficamente decoradas con
materiales de gran calidad. Se construyó con fuertes cimientos de mortero de
piedra y cemento, sobre los que se elevaron los muros, cuya solidez ha
permitido la conservación de los pavimentos de las habitaciones, a pesar de las
duras condiciones de erosión que sufre el yacimiento desde la antigüedad.
La visita se realiza por pasarelas en un edificio
cubierto que permite conservar mejor los restos existentes.
La entrada a la villa se realiza por la entrada
situada junto al conjunto termal, en su lado suroriental. Aquí vamos a poder
identificar una serie de habitaciones termales, con hornos exteriores para su
calentamiento, asociándolas a los conocidos frigidarium, tepidarium y
caldarium; asimismo existe una bañera larga y estrecha, decorada
interiormente con mosaico teselado.
Las excavaciones realizadas hasta este momento han
descubierto más de treinta habitaciones de distintos tamaños y estructuras,
muchas de ellas con cabecera semicircular, de las que no se conoce su uso con
exactitud. Dos grandes salas centraban los ejes del edificio y debieron ser las
únicas estancias de la villa que no dispusieron de una segunda planta. El aula
magna de la crujía norte cuenta con casi doscientos metros cuadrados de
superficie; su entrada tuvo un portón central de doble hoja y dos pequeñas puertas
a los lados, al igual que la otra gran habitación del lado oriental. El
edificio presenta varias habitaciones estrechas que servirían para acceder
indirectamente a los espacios contiguos de mayores dimensiones, evitando su
comunicación directa con el frío del jardín exterior.
Por el arranque de los muros se piensa que la villa
tuvo dos plantas, aunque sólo se conserva la inferior actualmente.
La mayoría de las habitaciones de la villa presentan
sus suelos magníficamente pavimentados con mosaicos teselados decorados con
múltiples motivos geométricos realizados con piezas de diversos colores, que
muestran la suntuosidad con la que se construyó el edificio. Sin duda, estos
mosaicos son lo que más os sorprenderá de la visita.
Alrededor del jardín se alza el peristilo sobre una
hilera de columnas de piedra caliza que sostenían el pórtico, como demuestran
las basas que aún se conservan in situ. Los pasillos del peristilo ponían en
comunicación las diferentes estancias del edificio. En este jardín se
cultivaron especies aromáticas, medicinales y de uso culinario.
Como curiosidad indicar que no es frecuente conocer el
nombre del propietario de una villa romana. Sin embargo, en la villa de Cuevas
aparece un monograma que se repite sistemáticamente en sus mosaicos. Desde su
descubrimiento se conocían estos monogramas, aunque no habían podido ser
descifrados hasta que, nuevos descubrimientos y estudios epigráficos, han
permitido conocer que la villa pertenecía los “Irrico” o “Irricos”. Se trata de
un nombre gentilicio de origen celtibérico de la familia de más relieve en la
zona, que mantuvieron el orgullo de sus antepasados, a pesar de su plena
romanización.
En definitiva, una visita muy interesante para conocer
este tipo de edificaciones de la última época romana.
Para más información del lugar os dejo su web: https://www.villaromanaladehesa.es/
Hasta la próxima
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