Parece ser que el hombre va a volver a la
Luna en una pronta misión espacial. Tal vez, en este momento, las leyendas
sobre que el hombre no logró viajar a la Luna en los años sesenta del siglo
pasado dejen por fin de expandirse. O, tal vez, se refuercen aún con más
fuerza. Es posible que aquellos que las defiendan entiendan que sólo la
tecnología actual ha podido lograr esta proeza. Algo impensable en el pasado.
¿Queréis saber algo más sobre esta
leyenda?
¿Qué nos dice esta leyenda urbana?
En numerosas páginas de Internet podéis
encontrar el relato fantástico sobre que el hombre nunca llegó a la Luna. Y,
para demostrarlo, los conspiranoicos ofrecen multitud de explicaciones.
Es indiferente que la ciencia explicara
uno por uno los supuestos puntos oscuros donde se centran las conspiraciones.
Siempre es más atractivo creer que nos están mintiendo antes que asumir nuestro
error inicial.
Si deseáis profundizar en el tema os dejo
una entrada que dediqué al mismo hace un tiempo (aquí).
¿De dónde surgió esta leyenda urbana?
En este caso la leyenda surge del mismo
suceso, tan increíble que muchos no pueden asumirlo como real y prefieren
inventar una teoría de conspiración alternativa.
A finales de los años sesenta, por
ejemplo, en España, pocas personas habían montado en avión. Se trataba de un
medio de transporte utilizado preferentemente por personas adineradas. Por
ello, en muchos lugares resultaba incomprensible entender que el hombre hubiera
sido capaz de desarrollar una tecnología capaz de viajar a la Luna.
En general, podemos catalogar a los
conspiranoicos en tres grupos: los que buscan distinguirse para sacar provecho mediático
o económico, aquellos que no tienen cultura, y unos últimos afines a todo tipo
de ideas extrañas en contra de la norma porque así́ se sienten un paso por
delante de gobiernos e instituciones.
Toda leyenda urbana tiene un sustrato
real
Está claro que, en ocasiones, los
gobiernos ocultan información a sus ciudadanos en aras de una mayor seguridad
militar y ciudadana. Y este tipo de ocultamientos, una vez que salen a la luz,
generan una desconfianza en muchas personas, las cuales comienzan a creer que
siempre se les miente por sistema desde los organismos estatales.
Un ejemplo patrio, ocurrido en el año
2019, fue cuando el gobierno de Pedro Sánchez decidió ocultar el número de
viajes oficiales realizado en lo que va de legislatura, así como los gastos de
los desplazamientos del presidente en el Falcon, el avión presidencial, bajo el
amparo del secreto oficial. En verdad, las razones prácticas eran evitar una
sangría de críticas por usar de manera inconsciente y excesiva este medio de
transporte.
Y en clave internacional tenemos los
señeros casos de los engaños que el gobierno de los EEUU profirió a su
ciudadanía para ocultar oscuros intereses económicos disfrazados de operaciones
militares. A la cabeza me vienen los papeles del Pentágono, cuya filtración a
la prensa sirvió para descubrir las mentiras sobre la Guerra de Vietnam, o las
supuestas armas de destrucción masiva que sirvieron como excusa para invadir
Irak y que, a la postre, se demostraron inexistentes.
Toda leyenda urbana tiene su teoría
de la conspiración
Este relato hunde sus raíces en la
desconfianza hacia las autoridades establecidas, la sospecha de grupos de
control con maquiavélicas intenciones y, por qué negarlo, en el placer que
otorga creerse en posesión de una verdad que los demás ignoran. Por tanto, no
deja de tener el mismo trasfondo común a otras leyendas que intentan
advertirnos sobre las mentiras que ofrecen al gran público los Estados
gubernamentales.
Toda leyenda urbana se centra en
algún miedo irracional
El miedo al avance de la tecnología y las
consecuencias que de ello pudieran derivarse es algo que tenemos muy presente
con todo lo relacionado con la Inteligencia Artificial (IA). Es un miedo
irracional hacia lo desconocido que ataca a lo más profundo de nuestro ser, la
misma existencia como especie sobre la Tierra.
En el caso del viaje a la Luna tenemos en
su base un miedo hacia lo que una tecnología de ese tipo podría suponer para el
resto de humanos que no la tienen. Si el hombre era capaz de viajar a la Luna,
las posibilidades para que los ricos mejoraran a costa de los pobres eran
inmensas.
¿Existen precedentes de esta leyenda
urbana en la antigüedad?
Lógicamente, no existe un relato en la
antigüedad sobre viajes a la Luna, pero sí existen sobre viajes fantásticos
difíciles de creer. Es el caso de la historia de Marco Polo por Asia. En su
vejez, Marco Polo fue apodado Marco Millones, porque en Venecia todo el
mundo creía que la historia de sus viajes era mentira. Y no les faltaba razón,
pues el aventurero habría introducido varias mentiras en su relato para hacerlo
más interesante.
No obstante, pasados los siglos, sus
viajes se creyeron a pies juntillas y dicen que pudo servir de inspiración al
mismo Cristóbal Colón, que tenía una edición con anotaciones.
Hoy en día los expertos parecen estar de
acuerdo que Marco Polo viajó hasta Mongolia y que de su relato se extraen
comentarios que sólo alguien que estuvo allí podría hacer (el papel para dinero
era extraído de la corteza de la morera). Su viaje no fue tan sorprendente como
imaginamos, pues la Ruta de la Seda ya se había recorrido en época romana. No
obstante, la convulsa política de la zona, la lejanía y la dificultad de la
ruta hizo que se terminara cortando ese nexo de unión entre Oriente y Occidente
durante siglos. Por ello, cuando Marco Polo transitó las viejas rutas
comerciales, para sus contemporáneos aquello parecía ser un relato fantástico.
Conclusión
No siempre somos engañados por las
autoridades gubernamentales y, en casos como este, existen numerosas pruebas
que muestran la llegada del hombre a la Luna. Y no sólo en una ocasión. Tampoco
de una manera sorprendente, pues la carrera espacial fue quemando etapas
sucesivas necesarias para el éxito.
Dentro de poco el hombre volverá a la Luna
y, entonces, ya no tendrán sentido este tipo de leyendas. O, tal vez, jamás
desaparezcan. Tal vez se transformen con otro planeta o satélite como
protagonista. ¿Será marte? Estaremos atentos.
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