Hoy os voy a mostrar un par de estudios interesantes
que se han publicado hace poco y que, sin ser dogma de fe, nos indican de
manera clara por donde se mueve la investigación y las medidas que debemos
tomar para proteger nuestra visión ante dos de los cambios más importantes que
está viviendo nuestra generación: el cambio climático y el uso desmesurado de
pantallas digitales.
¿Os interesa el tema?
Cambio climático y su influencia en
nuestra visión
Si eres de los que piensa que no existe cambio
climático, antes de leer este artículo deberías informarte sobre el tema en uno
que escribí en el blog hace ya algún tiempo (aquí).
Por otro lado, respecto a los efectos nocivos de la
radiación ultravioleta en nuestros ojos, si no estás familiarizado en el asunto
te recomiendo leer este artículo del blog (aquí)
para que entiendas de la importancia de proteger tus ojos.
Ahora, con los conocimientos suficientes para entender
lo que vamos a explicar, voy a presentaros un interesante trabajo realizado por
la oftalmóloga Lucía Echevarría-Lucas y publicado en la revista MDPI: Analysing
the Evidence of the Effects of Climate Change, Air Pollutants, and Occupational
Factors in the Appearance of Cataracts (Análisis de la evidencia de los
efectos del cambio climático, los contaminantes del aire y los factores
ocupacionales en la aparición de cataratas) (ver aquí).
Las cataratas son una opacidad de la lente natural
dentro del ojo (cristalino), que se desarrolla gradualmente con el tiempo y
puede afectar a uno o ambos ojos. Esta condición comúnmente es el resultado de
cambios naturales relacionados con la edad, pero también puede surgir por otros
factores, como los ambientales.
Esta investigación fue llevada a cabo durante una
década en Málaga y tenía por objetivo advertir del impacto directo del cambio
climático sobre la salud visual. En concreto, cómo afectaba el aumento de
temperaturas y de radiación ultravioleta en el ojo humano. Las principales
conclusiones del estudio fueron las siguientes:
· El
aumento de la radiación ultravioleta y la temperatura está afectando, de forma
alarmante, a los ojos, pues se ha descubierto un aumento significativo en la
aparición de cataratas. Siendo además a una edad cada vez más temprana. Por
haceros una idea en cifras, por cada grado que sube la temperatura media anual
se registran 370,8 nuevos casos de cataratas por cada 100.000 habitantes.
· Según
el estudio, el calor extremo desactiva los mecanismos de defensa del ojo frente
al estrés oxidativo, lo que favorece la aparición de opacidades en el
cristalino. Estas alteraciones se deben a las denominadas especies reactivas de
oxígeno, unas moléculas dañinas que desestabilizan las proteínas cristalinas
del ojo.
· Los
vientos secos que se registran en zonas como la Costa del Sol, reducen el
contenido de vapor de agua en el aire, lo que elimina una barrera natural
contra la radiación ultravioleta. De esta forma, la exposición a los rayos
ultravioletas es ahora mucho mayor y más dañina.
· El
daño ocular provocado por la radiación ultravioleta en el ojo no puede regenerarse,
acumulándose con el paso del tiempo. Esta circunstancia, unida a una mayor
exposición, ha hecho que cada vez haya más personas jóvenes con patologías
propias de edades avanzadas, sobre todo en zonas agrícolas donde la exposición
solar es continua.
· Además
de las cataratas, el informe apunta al incremento de otras dolencias visuales
relacionadas con el calor, como la queratitis, el pterigión y diversas formas
de conjuntivitis. Estas patologías se han vuelto más frecuentes debido a la
combinación de temperaturas elevadas, vientos secos y una mayor concentración
de polen y partículas en suspensión.
· Debido
a lo anterior, es imprescindible que se tomen medidas para minimizar el impacto
negativo de la radiación ultravioleta. Para ello se deben implementar medidas
como descansos en la sombra o la obligatoriedad del uso de gafas de sol
protectoras en trabajos al aire libre.
Relación entre la miopía y el uso de
pantallas digitales
Para todos aquellos que no os habéis enterado todavía indicar
que existe una pandemia silenciosa que está afectando a Europa de una manera
brutal desde hace unas décadas. Me refiero a la pandemia de miopía (aquí
para saber más sobre el tema).
Aunque el incremento de la miopía se ha asociado, en
las sociedades desarrolladas, con el aumento del nivel educativo, el uso de
ordenadores y móviles en los últimos años ha provocado el aumento exponencial
de los casos hasta niveles verdaderamente preocupantes. Para el año 2050 se
estima que la mitad de la población mundial será miope.
En Asia nos llevan muchas décadas de ventaja en el
estudio de la miopía, pues por aquellas latitudes la mayor parte de la
población ya es miope. Por tanto, casi todos los estudios más novedosos
provienen de países como China, Japón o, como en este caso, de Corea del Sur.
El estudio se llama Digital Screen Time and MyopiaA
Systematic Review and Dose-Response Meta-Analysis (Tiempo de pantalla
digital y miopia Una revisión sistemática y metanálisis meta-repuesta de la
dosis) (aquí).
Los autores hicieron una revisión sistemática y
metaanálisis de 45 estudios ya publicados en los que participaron 335.524 niños
y adolescentes, de 2 a 19 años (la edad media fue 9,3 años).
Y una de las principales conclusiones que obtuvieron
fue que “el riesgo de miopía aumentó significativamente de 1 a 4 horas de
pantalla y, a partir de entonces, el incremento se hacía de forma más gradual”.
En concreto, un incremento diario de una hora en el tiempo de pantalla digital
se asoció con un 21 % más de probabilidades de sufrir miopía.
Los autores definieron, como umbral de protección,
menos de una hora diaria de exposición a pantallas. Seguro que muchos padres
están sudando en estos momentos. ¿Una hora al día?
Creo que sería bueno recordar, en este momento, que la
Sociedad Española de Pediatría (AEP) recomienda no utilizar las pantallas hasta
los 6 años de edad. Y entre los 6 y los 12 años, el tiempo máximo recomendable
de utilización de estos dispositivos es de una hora al día. De 13 a 16
años menos de dos horas al día. (aquí).
La razón de lo anterior es evidente. Mientras el ojo
está en formación, en las primeras etapas de la infancia, es fundamental
conseguir que el niño tenga hábitos visuales saludables. Y estar enfocando a
una pantalla, a una distancia corta, durante varias horas, no es para nada
saludable. Al contrario, es la mejor manera de conseguir un niño miope.
Respecto a este estudio debemos realizar un pequeño
inciso. Tal como comenta sobre el mismo Sergio Recalde Maestre, Profesor del
departamento de Oftalmología de la Universidad de Navarra, “el análisis es
científicamente correcto en términos de metaanálisis y revisión sistemática,
pero no es concluyente en cuanto a la causalidad. La relación entre pantallas y
miopía parece real, pero sin incluir la actividad al aire libre y otros
factores clave (factores genéticos, distancia a las pantallas, horario...), los
resultados deben interpretarse con cautela”.
Y lo anterior se debe a que el estudio no tiene en
cuenta ni la predisposición genética de los participantes ni la cantidad de exposición
a la luz solar de los mismos, un factor que se ha demostrado clave para evitar
la aparición de la miopía en niños (para saber más leer artículo aquí).
Por tanto, la progresión de miopía podría deberse al
número de horas delante de una pantalla, al número de horas que los niños pasan
sin recibir luz solar en exteriores, o, como me gusta pensar, a una combinación
de ambos factores.
A continuación, os dejo las recomendaciones de la
Sociedad Española de Oftalmopediatría (SEDOP) en relación al uso de pantallas
digitales:
1. Reducir el uso de la visión de cerca
especialmente en edades tempranas:
Reducción del tiempo dedicado al teléfono
móvil, dispositivos digitales o tareas de cerca.
2. La distancia al dispositivo de cerca debe
ser de 35- 40 cm. El uso de dispositivos a 20 cm está directamente relacionado
con un aumento de la miopía.
3. Mejor utilizar dispositivos de lejos
(televisores/ proyectores) que dispositivos de cerca (smartphones/ tablets/
videoconsolas) ya que causan menos progresión de miopía al evitar el
sobreesfuerzo de cerca.
4. Mantener las actividades al aire libre (se
recomienda un mínimo de 1.5 horas al día) ya que la exposición a la luz
ambiental no sólo previene de desarrollar miopía sino que frena su progresión.
5. Recordar la regla 20-20-20: cada 20 minutos
la persona que pasa muchas horas ante las pantallas tiene que mirar durante 20
segundos enfocando a lo lejos (una distancia de unos 20 pasos o 6 metros).
6. Mantener una iluminación ambiental correcta,
si puede ser con luz natural mejor.
7. Postura, distancia y altura de trabajo
adecuadas (mínimo 40 cm/2 palmos entre los ojos y la pantalla/libro, etc).
8. Se desaconseja el uso de
pantallas/dispositivos digitales justo antes de ir a dormir (la propia Academia
Americana de Oftalmología recomienda un margen de al menos 2-3 horas antes del
descanso nocturno).
Espero que con este par de estudios tengáis un poco
más en cuenta que los factores ambientales son una parte muy importante a la
hora de evitar/retrasar enfermedades oculares como las cataratas o errores
refractivos como la miopía.
Hasta la próxima.
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