Periódicamente, al navegar por Internet,
nos topamos con frases profundas, supuestamente escritas por importantes
personajes históricos. Son frases que entren perfectamente en un tweet y
expresan importantes pensamientos o sentimientos con lo que podemos sentirnos
más o menos identificados.
Basta con colocar el nombre de un
personaje histórico relevante y aparecerán, asociado a su persona, un
incontable número de frases supuestamente escritas o verbalizadas en algún
momento de su vida. Ahora bien, si buceamos un poco en las biografías de esos
personajes comprobaremos que ninguna de ellas es real y, a lo sumo, son
elaboraciones actuales con mayor o menor fortuna.
¿Os apetece leer algunas de ellas?
Ladran, Sancho, señal que cabalgamos
Esta sentencia suele ser utilizada
frecuentemente para indicar que una persona es capaz de avanzar en su camino a
pesar de los impedimentos y las críticas que reciba por ello. Y es más, cuanto
más feroces son las críticas, más acertado es el objetivo a conseguir.
Esta frase se atribuyó a Cervantes y a su
obra El Quijote de una manera bastante aceptada cuando, en verdad, lo único que
podemos asociar a la genial obra de caballería del siglo XVI es el nombre de
Sancho. En efecto, si estudiamos detenidamente la obra de Cervantes no
descubriremos tal sentencia.
La frase en cuestión parece haber
aparecido por primera vez en un poema del alemán Johann Wolfgang von Goethe,
titulado Kläffer (Ladran):
En busca de fortuna y de placeres
Más siempre atrás nos ladran,
Ladran con fuerza…
Quisieran los perros del potrero
Por siempre acompañarnos
Pero sus estridentes ladridos
Sólo son señal de que cabalgamos
No estoy de acuerdo con lo que decís, pero defenderé
hasta la muerte vuestro derecho a decirlo
Sentencia atribuida a Voltarie, seudónimo
de François-Marie Arouet (1694-1778). Siempre de actualidad, pretende defender
la libertad de expresión, una de las bases de las democracias occidentales.
Esta frase, en verdad, no apareció hasta
el año 1906, cuando Evelyn Beatrice Hall la incluyó en el libro titulado Los amigos de Voltaire (1906), escrito bajo
el seudónimo masculino de Stephen G. Tallentyre.
La autora recreó una falsa conversación en
la que pretendía mostrar las ideas progresistas y liberales del ilustrado
francés, pero en ningún momento se basó en fuentes originales de Voltaire.
En el pasaje, Voltaire defiende a Claude-Adrien
Helvétius o Helvecio (de apellido real Schweitzer, es decir, suizo, que traducido
al latín queda como helvecio), un filósofo contemporáneo perseguido por masón.
Voltaire no comulgaba con sus pensamientos y ello lo podemos comprobar en el
siguiente párrafo extraído de Cuestiones
sobre la Enciclopedia (1771): “Este
hombre [Helvecio] valía más que todos
sus enemigos juntos, pero no aprobé nunca ni los errores de su libro ni las
triviales verdades que vierte con énfasis. Tomé parte decidida por él cuando
hombres absurdos lo condenaron por esas mismas verdades”.
Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo y puedes
engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo
el tiempo
Esta genial frase repetida hasta la
saciedad se ha relacionado con el 16ª presidente de los EEUU, Abraham Lincoln.
No obstante, no existe ningún documento de la época que refiera la veracidad de
la misma.
Otro punto a favor de que se trata de un
mito es el hecho de que también se atribuye a otro mítico presidente
estadounidense, John Fitzgerald Kennedy, de nuevo sin prueba alguna de ello.
Prefiero morir de pie a vivir de rodillas
Esta sentencia suele asociarse al
revolucionario Ernesto 'Che' Guevara, pues cuadra perfectamente con su carácter
indómito y su temprana muerte defendiendo sus ideales. Ahora bien, en ningún
lugar podemos rastrear históricamente que este personaje la escribiera y
verbalizara nunca.
También se ha asociado al revolucionario Emiliano
Zapata a partir del libro Zapata y la
revolución mexicana, escrito por el historiador estadounidense John Womack
en 1969. El pasaje de donde se deduce esto es el siguiente: “un vándalo anónimo grabó en un poste de los
jardines Borda de Cuernavaca, al día siguiente del asesinato [de Zapata], rebeldes del sur, es mejor morir de pie que
vivir de rodillas”.
No obstante, la única certeza que tenemos
sobre esta frase es que fue pronunciada, en una versión similar, por Dolores
Ibárruri, la Pasionaria, en un discurso celebrado en el velódromo de invierno
de París el 8 de septiembre de 1936. La frase exacta que utilizó fue: “El pueblo español prefiere morir de pie a
vivir de rodillas”.
Cuando alguien deja de creer en Dios, cree en
cualquier otra cosa
Esta sentencia, atribuida al escritor inglés G.K. Chesterton, suelen
utilizarla los católicos proselitistas para combatir el ateísmo y el
agnosticismo más radical es la siguiente. La idea que transmite es muy clara:
si no creemos en la religión cualquier otra ideología humana puede influirnos
lo suficiente como para conducir nuestras vidas. Y visto el ejemplo del
nazismo, una ideología que rechazaba a Dios, el resultado no es nada halagüeño.
Tampoco el comunismo parece haber arreglado nuestro mundo convenientemente a
pesar de sostener que la religión es el opio
del pueblo.
Ahora bien, Dale Ahlquist, presidente de
la American Chesterton Society, indica que la frase verdadera es la siguiente:
“El primer efecto de no creer en Dios es
perder el sentido común”.
Sin duda, la frase pierde mucho de su
atractivo aunque podamos interpretarla de múltiples maneras. Uno de los que lo
hizo, a su manera, fue Umberto Eco, quién en su libro A passo di gambero muestra creencias modernas que sustituyen a la
deidad: Teoría del Diseño Inteligente contra el darwinismo; complots
universales tipo Protocolo de los sabios de Sión; nacionalismo y/o
fundamentalismo religioso…
Perdonen, señores, que no me levante
Esta sentencia se supone que está escrita
en la tumba de uno de los cómicos más emblemáticos del siglo XX, Groucho Marx (1890-1977).
Ahora bien, esta mentira es fácilmente
rebatida si visitamos el cementerio donde descansan sus restos, el Eden
Memorial Park (San Fernando, California). Allí encontraremos una sencilla
lápida en la que está grabado su nombre, las fechas de nacimiento y defunción y
una estrella de David recordando su origen judío.
No obstante, circula una leyenda urbana
que cuenta, con objeto de perpetuar el mito, que fueron los familiares los que
se negaron a escribir esta frase a pesar de ser una de las últimas voluntades
del humorista.
Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando
obtener resultados diferentes
Esta es una de las muchas frases
atribuidas a Einstein y que nunca llegó a decir. No existe ningún documento que
pruebe su veracidad y los expertos han rastreado su origen en la novela Sudden
Death [Muerte súbita] de Rita Mae Brown (1983).
No obstante, esta misma frase se ha
atribuido a otros personajes como Mark Twain o Benjamin Franklin, lo que es un
claro ejemplo de la falsedad de la misma.
Sé el cambio que deseas ver en el mundo
Frase atribuida a Gandhi y que intenta
convencernos de que si cambiamos nuestra actitud podremos cambiar el mundo que
nos rodea.
No existe ningún documento en el que se
pueda leer esta célebre sentencia y el New York Times señaló, en 2011, que
podría provenir del siguiente pensamiento del indio más famoso:
“Somos
el reflejo del mundo. Todas las tendencias actuales en el mundo exterior se
encuentran en el mundo de nuestro cuerpo. Si pudiéramos cambiar nosotros
mismos, las tendencias en el mundo también cambiarían. Como un hombre cambia su
propia naturaleza, también lo hace la actitud del cambio mundial hacia él. Este
es el misterio supremo y divino. Es una cosa maravillosa y la fuente de nuestra
felicidad. No necesitamos esperar para ver lo que otros hacen”.
Si analizamos estas palabras podremos
comprobar que Gandhi indica justo lo contrario, que el cambio personal no es
suficiente. La transformación social y personal deben ser parejas, pues
únicamente trabajando un grupo de personas juntas podrán luchar contra las
injusticias que les rodean. Sin duda, un pensamiento más acorde con lo que
Gandhi solía indicar.
Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin
límite
Frase atribuida a Nelson Mandela, figura
clave para acabar con el Apartheid de Sudáfrica en el siglo pasado. Según
circula por Internet esta frase la dijo en el discurso de Cape Town, en 1994,
cuando era presidente electo por el país.
Ahora bien, en realidad esta sentencia
aparece realmente en el libro A Return to
Love: Reflections on the Principles of A Course in Miracles (1992) el
primer libro de autoayuda de Marianne
Williamson.
La Fundación Nelson Mandela confirmó en
2007 que nunca pronunció esas palabras.
Por último, ¿por qué nuestra sociedad crea
sentencias nuevas y las atribuye a grandes pensadores o modifica las verdaderas
de manera tan poco histórica?
Os contestaré con una conclusión del
profesor de literatura Brian Morton: “La
nuestra es una era en que se cree que podemos reinventarnos a la manera que
queramos. Así que refundimos la sabiduría de los grandes pensadores a la medida
de nuestras ilusiones”.
Hasta la próxima
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