domingo, 5 de febrero de 2023

Ceaușescu imitó a Nerón en su palacio


Muchos habréis leído la siguiente afirmación sobre Nerón:  Este emperador romano habría provocado el gran incendio de Roma del año 64 d.C. para poder construir su fastuoso palacio, la Domus Aurea.

De lo que puede que no tengáis información es que ese suceso se compara con otro llevado a cabo por el dictador rumano Ceaușescu, quién durante su mandato en el siglo XX destruyó gran parte del centro de Bucarest para construir su megalómana Casa del Pueblo.

Yo considero que la comparación no es apropiada. ¿Os interesa saber la razón?


Nerón ha pasado a la historia como uno de los peores emperadores romanos. La historiografía romana (Suetonio y Dion Casio) fue despiadada con él, al igual que posteriormente lo sería el cristianismo (Tertuliano y Lactancio). Tal es la leyenda negra que envuelve a este emperador que se le asocia con la imagen tradicional de sacrificar cristianos en el Coliseo romano cuando el mismo fue levantado por su sucesor Vespasiano.

Actualmente existe una corriente historiográfica que tiende a matizar bastante esta imagen negativa. Y respecto al incendio de Roma del año 64 d.C. son muchos investigadores los que esculpan a Nerón de su culpa.

Los autores clásicos recogen ciertos rumores para culpabilizar a Neón del incendio. Uno de los más comunes es referirse a las quejas del emperador sobre el sinuoso entramado urbano de Roma. Otro, que en el incendio hubo personas que portaban antorchas incendiando edificios que aún no lo estaban y que, a su vez, no dejaban extinguir completamente las llamas. La aparición de un segundo foco en la propiedad de un consejero favorito de Nerón, Sofonio Tigelino, también se usó en contra del emperador para acusarle. Y, por último, la realización de su fastuoso palacio terminó por cerrar el círculo de la culpabilidad. La línea acusatoria es perfecta, pues se inicia con la queja sobre la ciudad y se termina con la nueva remodelación de la misma al gusto del emperador.

Ahora bien, cabe preguntarse la razón por la que se buscó un culpable al incendio. Un suceso que era muy frecuente en Roma debido a la arquitectura existente en la misma (madera y casas muy juntas). Aunque la magnitud de este incendio fue brutal, refiriendo Tácito que de los 14 barrios sólo 4 quedaron indemnes, la razón a la hora de buscar culpables debemos ponerla en el foco de las conspiraciones existentes para asesinar a Nerón. Tácito, fuente cercana a los sucesos, recoge el rumor existente sobre el causante del incendio, aunque no le otorga mucha veracidad.

No deja de ser elocuente que los mismos personajes que no permitían extinguir el incendio se dedicaran también a saquear las propiedades. O que existieran propietarios que deseaban que se quemaran sus viejos edificios para construir nuevas insulae y subir los alquileres.

Nerón, desde que se enteró del incendio en Roma y de su enorme magnitud hizo todo lo humanamente posible para ayudar a los romanos y sofocarlo cuanto antes.

El emperador abrió el campo de Marte, los monumentos de Agripa e incluso sus jardines imperiales para albergar a la masa de afectados, los cuales pudieron refugiarse de la intemperie gracias a construcciones improvisadas. Dispuso fondos económicos y materiales para compensar a los damnificados, bajando notablemente el precio del trigo y trayendo víveres desde el puerto de Ostia. Y en la reconstrucción de Roma, además de su palacio, decretó importantes instrucciones para regular la construcción y limitar la altura de los edificios, realizando un ordenamiento urbano que impidiera la repetición de desastres como aquellos. Por último, aunque no menos importante, realizó numerosos sacrificios a los dioses y les honró para que no volvieran a desatar tal catástrofe.

La existencia de una corriente de opinión orquestada en contra del emperador, lo comprobamos en las críticas a ese ordenamiento urbano de amplios espacios y avenidas. Las quejas indicaban que anteriormente, con las casas más altas y juntas, se aprovechaban los beneficios de la sombra y que la ciudad era más saludable al no estar tan expuestos al sol. Una opinión que está en contra de los criterios actuales de construcción y que nos indica la crítica tan infundada que existía contra las acciones de Nerón.

Es cierto que el emperador decidió construirse una residencia espléndida en el centro de Roma, aprovechando que el incendio había dejado un amplio solar. Pero culpabilizar del incendio al emperador con el objetivo de levantar tal palacio resulta exagerado. Más bien, parece ser que se aprovechó de la situación y en el posterior ordenamiento urbano decidió crear una residencia acorde con su megalomanía. Tal eran las dimensiones de esta Casa Dorada que Suetonio nos cuenta que “el vestíbulo era tan grande que podía contener una enorme estatua de sí mismo de 36 metros de altura”. Aquella estatua denominada coloso terminaría dando nombre al posterior anfiteatro de Vespasiano, el Coliseo.

No quiero proseguir con el tema de Nerón. Para todos aquellos que deseen profundizar sobre el incendio un poco más os recomiendo consultar el capítulo que le dediqué al mismo en el libro Mis mentiras favoritas. Historia antigua.

El suceso de la destrucción del centro urbano de una gran ciudad con el objetivo de construir un palacio de escala megalómana se volvió a repetir en el siglo XX. Pero mientras existen notables dudas sobre que Nerón fuera el autor del incendio que facilitó el solar utilizado en la construcción, en el caso reciente no existen dudas sobre el autor de semejante tropelía: el dictador rumano Ceaușescu.

La comparativa entre Nerón y Ceaușescu no es adecuada. Mientras que el primero se aprovechó de un desastre natural para levantar su palacio, el segundo diseñó conscientemente la destrucción del centro de Bucarest con el objetivo claro de levantar su palacio. Mismo fin, aunque con distinto origen.

Si alguna vez viajáis a Bucarest resulta imposible no toparse con la denominada Casa del Pueblo. Hoy día es la sede del Parlamento Rumano y sigue teniendo el honor de ser el edificio administrativo civil más grande del mundo. Ocupa un área total de 340.000 m2, siendo sólo superado en extensión por el Pentágono de los EEUU. Posee un millar de habitaciones distribuidas en 12 plantas en superficie, a las que hay que añadir 8 subterráneas.

Vista aérea del enorme edificio de la Casa del Pueblo (Bucarest, Rumanía)

Aunque el gobierno rumano ha intentado ocupar el palacio con el Parlamento y con otros organismos administrativos, como museos, le resulta imposible ocupar todas sus salas, siendo el edificio civil más costoso del mundo.

Para levantar tan colosal construcción fue necesario realizar la destrucción de barrios enteros del centro de Bucarest, siendo comparada la destrucción con la que podría haber realizado una bomba atómica. El periodista Stelian Tanase utiliza una palabra inventada para referirse a la destrucción provocada por el orgulloso dictador: ceaushima; la mezcla de Ceaușescu e Hiroshima. Por realizar una comparación, Tony Judt indica que se destruyó el equivalente a la ciudad italiana de Venecia. Sin duda, fue la mayor destrucción de una ciudad europea en tiempos de paz.

Un total de 7.000 viviendas, 12 iglesias, 3 monasterios y 2 sinagogas fueron destruidas para dejar espacio a la construcción. Estos fríos números significaron despoblación forzosa de numerosos habitantes y destrucción de valiosos edificios artístico-históricos.

Se comenzó en 1985, siendo responsable la arquitecta jefa Anca Petrescu, quién siempre estuvo supervisada minuciosamente por presidente Nicolae Ceauşescu. Para el dictador este palacio sería el mayor símbolo de su poder omnímodo sobre el país.

Un símbolo que terminaría arruinando al país, pues en el coste de la construcción supuso olvidarse de construir hospitales o escuelas. Mientras el resto del pueblo rumano apenas tenía alimentos o energía con los que sobrevivir el dictador rumano dilapidaba todos sus recursos en esta construcción excesiva.

Una construcción sobre la que aún se debate, pues su coste de mantenimiento es realmente exagerado para el nivel económico del país europeo. Triste herencia del régimen dictatorial comunista de Ceaușescu quién aún parece seguir exprimiendo al pueblo rumano.

Sirva este ejemplo para recordar el poder destructor que puede tener un estado dictatorial sobre su pueblo.

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