Muchos habréis leído la siguiente afirmación sobre
Nerón: Este emperador romano habría
provocado el gran incendio de Roma del año 64 d.C. para poder construir su
fastuoso palacio, la Domus Aurea.
De lo que puede que no tengáis información es que ese
suceso se compara con otro llevado a cabo por el dictador rumano Ceaușescu,
quién durante su mandato en el siglo XX destruyó gran parte del centro de
Bucarest para construir su megalómana Casa del Pueblo.
Yo considero que la comparación no es apropiada. ¿Os
interesa saber la razón?
Nerón ha pasado a la historia como uno de los peores
emperadores romanos. La historiografía romana (Suetonio y Dion Casio) fue
despiadada con él, al igual que posteriormente lo sería el cristianismo
(Tertuliano y Lactancio). Tal es la leyenda negra que envuelve a este emperador
que se le asocia con la imagen tradicional de sacrificar cristianos en el
Coliseo romano cuando el mismo fue levantado por su sucesor Vespasiano.
Actualmente existe una corriente historiográfica que
tiende a matizar bastante esta imagen negativa. Y respecto al incendio de Roma
del año 64 d.C. son muchos investigadores los que esculpan a Nerón de su culpa.
Los autores clásicos recogen ciertos rumores para
culpabilizar a Neón del incendio. Uno de los más comunes es referirse a las
quejas del emperador sobre el sinuoso entramado urbano de Roma. Otro, que en el
incendio hubo personas que portaban antorchas incendiando edificios que aún no
lo estaban y que, a su vez, no dejaban extinguir completamente las llamas. La
aparición de un segundo foco en la propiedad de un consejero favorito de Nerón,
Sofonio Tigelino, también se usó en contra del emperador para acusarle. Y, por
último, la realización de su fastuoso palacio terminó por cerrar el círculo de
la culpabilidad. La línea acusatoria es perfecta, pues se inicia con la queja
sobre la ciudad y se termina con la nueva remodelación de la misma al gusto del
emperador.
Ahora bien, cabe preguntarse la razón por la que se
buscó un culpable al incendio. Un suceso que era muy frecuente en Roma debido a
la arquitectura existente en la misma (madera y casas muy juntas). Aunque la
magnitud de este incendio fue brutal, refiriendo Tácito que de los 14 barrios
sólo 4 quedaron indemnes, la razón a la hora de buscar culpables debemos
ponerla en el foco de las conspiraciones existentes para asesinar a Nerón.
Tácito, fuente cercana a los sucesos, recoge el rumor existente sobre el
causante del incendio, aunque no le otorga mucha veracidad.
No deja de ser elocuente que los mismos personajes que
no permitían extinguir el incendio se dedicaran también a saquear las
propiedades. O que existieran propietarios que deseaban que se quemaran sus
viejos edificios para construir nuevas insulae
y subir los alquileres.
Nerón, desde que se enteró del incendio en Roma y de
su enorme magnitud hizo todo lo humanamente posible para ayudar a los romanos y
sofocarlo cuanto antes.
El emperador abrió el campo de Marte, los monumentos
de Agripa e incluso sus jardines imperiales para albergar a la masa de
afectados, los cuales pudieron refugiarse de la intemperie gracias a
construcciones improvisadas. Dispuso fondos económicos y materiales para
compensar a los damnificados, bajando notablemente el precio del trigo y
trayendo víveres desde el puerto de Ostia. Y en la reconstrucción de Roma,
además de su palacio, decretó importantes instrucciones para regular la construcción
y limitar la altura de los edificios, realizando un ordenamiento urbano que impidiera
la repetición de desastres como aquellos. Por último, aunque no menos
importante, realizó numerosos sacrificios a los dioses y les honró para que no
volvieran a desatar tal catástrofe.
La existencia de una corriente de opinión orquestada
en contra del emperador, lo comprobamos en las críticas a ese ordenamiento
urbano de amplios espacios y avenidas. Las quejas indicaban que anteriormente,
con las casas más altas y juntas, se aprovechaban los beneficios de la sombra y
que la ciudad era más saludable al no estar tan expuestos al sol. Una opinión
que está en contra de los criterios actuales de construcción y que nos indica
la crítica tan infundada que existía contra las acciones de Nerón.
Es cierto que el emperador decidió construirse una
residencia espléndida en el centro de Roma, aprovechando que el incendio había
dejado un amplio solar. Pero culpabilizar del incendio al emperador con el
objetivo de levantar tal palacio resulta exagerado. Más bien, parece ser que se
aprovechó de la situación y en el posterior ordenamiento urbano decidió crear
una residencia acorde con su megalomanía. Tal eran las dimensiones de esta Casa
Dorada que Suetonio nos cuenta que “el
vestíbulo era tan grande que podía contener una enorme estatua de sí mismo de
36 metros de altura”. Aquella estatua denominada coloso terminaría dando
nombre al posterior anfiteatro de Vespasiano, el Coliseo.
No quiero proseguir con el tema de Nerón. Para todos
aquellos que deseen profundizar sobre el incendio un poco más os recomiendo
consultar el capítulo que le dediqué al mismo en el libro Mis
mentiras favoritas. Historia antigua.
El suceso de la destrucción del centro urbano de una
gran ciudad con el objetivo de construir un palacio de escala megalómana se
volvió a repetir en el siglo XX. Pero mientras existen notables dudas sobre que
Nerón fuera el autor del incendio que facilitó el solar utilizado en la
construcción, en el caso reciente no existen dudas sobre el autor de semejante
tropelía: el dictador rumano Ceaușescu.
La comparativa entre Nerón y Ceaușescu no es adecuada.
Mientras que el primero se aprovechó de un desastre natural para levantar su
palacio, el segundo diseñó conscientemente la destrucción del centro de
Bucarest con el objetivo claro de levantar su palacio. Mismo fin, aunque con
distinto origen.
Si alguna vez viajáis a Bucarest resulta imposible no toparse
con la denominada Casa del Pueblo. Hoy día es la sede del Parlamento Rumano y
sigue teniendo el honor de ser el edificio administrativo civil más grande del
mundo. Ocupa un área total de 340.000 m2, siendo sólo superado en
extensión por el Pentágono de los EEUU. Posee un millar de habitaciones
distribuidas en 12 plantas en superficie, a las que hay que añadir 8 subterráneas.
Vista aérea del enorme edificio de la Casa del Pueblo (Bucarest, Rumanía) |
Aunque el gobierno rumano ha intentado ocupar el
palacio con el Parlamento y con otros organismos administrativos, como museos,
le resulta imposible ocupar todas sus salas, siendo el edificio civil más
costoso del mundo.
Para levantar tan colosal construcción fue necesario
realizar la destrucción de barrios enteros del centro de Bucarest, siendo
comparada la destrucción con la que podría haber realizado una bomba atómica. El
periodista Stelian Tanase utiliza una palabra inventada para referirse a la
destrucción provocada por el orgulloso dictador: ceaushima; la mezcla de Ceaușescu e Hiroshima. Por realizar una
comparación, Tony Judt indica que se destruyó el equivalente a la ciudad
italiana de Venecia. Sin duda, fue la mayor destrucción de una ciudad europea
en tiempos de paz.
Un total de 7.000 viviendas, 12 iglesias, 3
monasterios y 2 sinagogas fueron destruidas para dejar espacio a la
construcción. Estos fríos números significaron despoblación forzosa de
numerosos habitantes y destrucción de valiosos edificios artístico-históricos.
Se comenzó en 1985, siendo responsable la arquitecta
jefa Anca Petrescu, quién siempre estuvo supervisada minuciosamente por presidente
Nicolae Ceauşescu. Para el dictador este palacio sería el mayor símbolo de su
poder omnímodo sobre el país.
Un símbolo que terminaría arruinando al país, pues en
el coste de la construcción supuso olvidarse de construir hospitales o
escuelas. Mientras el resto del pueblo rumano apenas tenía alimentos o energía
con los que sobrevivir el dictador rumano dilapidaba todos sus recursos en esta
construcción excesiva.
Una construcción sobre la que aún se debate, pues su
coste de mantenimiento es realmente exagerado para el nivel económico del país
europeo. Triste herencia del régimen dictatorial comunista de Ceaușescu quién
aún parece seguir exprimiendo al pueblo rumano.
Sirva este ejemplo para recordar el poder destructor que
puede tener un estado dictatorial sobre su pueblo.
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