Hoy vamos a visitar una casa museo que nos trasportará
al Siglo de Oro español. Una vivienda que perteneció a uno de los literatos más
famosos de aquella época gloriosa del castellano: Lope de Vega. Su visita nos
acercará tanto al personaje como a la forma en la que vivían las personas ricas
de aquella época histórica.
¿Os interesa descubrirla?
Casa museo Lope de Vega
La casa donde vivió Lope de Vega sus últimos 25 años
de vida está situada en el céntrico Barrio de las Letras de la capital.
Exactamente en la calle Cervantes Nº11.
La visita es gratuita, aunque se necesita cita previa
para organizar los grupos. Por tanto, os aconsejo visitar su web antes de
acercaros allí (aquí).
Lope de Vega (1562-1635) fue uno de los más grandes
escritores de todos los tiempos. Los expertos han cifrado en más de mil las
obras firmadas con su nombre, entre las que destacaban las obras de teatro que
le dieron tanta fama y dinero. No en vano se le considera el máximo exponente
del teatro barroco español
La vida de Lope fue intensa y llena de tantas
aventuras como relatan sus novelas. Vivió 73 años, una cifra poco común para la
época. Era un mujeriego empedernido. Tuvo 17 hijos reconocidos, aunque la cifra
aumenta debido a los ilegítimos que tuvo con sus múltiples amantes. Y entre sus
notorias aventuras está la de ser desterrado de Castilla por difamar a Elena
Osorio (su primer gran amor que le abandonó por otro), alistarse en la Gran
Armada de 1588 (en el galeón San Juan), convertirse en sacerdote y mantener una
guerra literaria, tan cruel como graciosa, con otros grandes personajes de las
letras de la época: Cervantes y Góngora.
La casa museo que vamos a visitar está decorada con
muebles de la época, aunque ninguno es original de los que tuvo Lope en vida,
dado que todo ello se perdió con el paso del tiempo y las sucesivas ventas de
la casa. Igualmente debo advertir que algunas estancias están cambiadas de
ubicación debido a obligaciones expositivas. Por ejemplo, la cocina se
encontraba originalmente en la planta baja, junto al jardín. Pero hoy en día
ese espacio está ocupado por la recepción.
La visita, una vez formado el grupo en la recepción,
comienza en la primera planta. Lo primero que nos van a mostrar es el
estudio. La gran sala rectangular con ventanas a la calle Cervantes está
dividida en dos espacios: uno a la derecha nos muestra una gran mesa y una
pequeña biblioteca, lugar donde Lope componía sus obras. A la izquierda, junto
a un par de estanterías con libros antiguos y alrededor de un brasero, se
disponen varias sillas donde Lope se reunía con sus amigos para hablar. Anotar
que los libros son originales prestados por la Biblioteca Nacional y simbolizan
la gran riqueza que llegó a amasar Lope con sus obras de teatro (solía ganar
500 reales por cada comedia teatral). En una época donde la mayoría de personas
era analfabeta, poder permitirse tener en casa tal cantidad de libros era un
auténtico lujo.
A continuación, accedemos al estrado femenino,
un lugar con dos tarimas de estrados y ocho almohadas de terciopelo carmesí
donde las mujeres recibían visitas o pasaban el tiempo cosiendo. Los cojines
nos recuerdan que las mujeres se sentaban a la manera morisca. El tapiz, la
forma en la que se atemperaba la temperatura en las casas nobles. Y el espejo,
formado con una lámina de plata (por ello deforma un poco la imagen), era un
símbolo de riqueza, pues en la época muy pocos podían permitírselo. Según
mostró el inventario de los enseres de Lope, en esta casa llegó a tener tres
espejos.
Junto a esta sala se encuentra la habitación de
Lope, una alcoba pequeña, austera y con una ventana donde el artista podía
escuchar la misa del oratorio desde la cama.
En efecto, esta casa poseía un pequeño oratorio
donde destaca la imagen de San Isidro. También tenemos una composición de la
Adoración de los pastores y diferentes tallas y objetos de culto que nos
refieren la gran religiosidad que se vivía en la época.
En la zona que da al jardín vamos a visitar tres
nuevas estancias. A nuestra izquierda se abre el comedor y la cocina. La
primera estancia es un amplio lugar con dos ventanas donde la familia comía a
diario. La cocina, por su parte, estaba compuesta por un fogón bajo, un armario
alacena, diversa cerámica de la época y un locero con platos, lo que nos acerca
a las cocinas de aquellos años.
Por último, justo al otro lado de la cocina se
encuentra una pequeña estancia dedicada al aposento de las hijas. En
esta sala destaca el costurero, una de las ocupaciones que tenía toda hija de
la época.
Subiendo unas estrechas escaleras accedemos al piso
superior, donde vamos a visitar tres estancias. La primera es la habitación
de invitados, la cual está decorada con una espada y una capa, recordando a
uno de los huéspedes más famosos que pasó por aquí, el capitán Alonso de
Contreras (más conocido como el capitán Alatriste), el cual vivió durante meses
en la casa.
La siguiente habitación es la que nos representa la alcoba
de las criadas. Con dos camas, un par de taburetes y una sencilla estera,
nos muestra la sencillez del dormitorio del servicio. Aquí tuvieron que dormir Catalina,
apodada por Lope la malhumorada, y Lorenza, a quién el escritor apreciaba por
sus guisos, aunque no así por sus dulces. La relación con esta sirvienta tuvo
que ser algo más estrecha de lo normal pues al morir le dejó parte de su
herencia, algo totalmente inusual.
Por último, visitaremos la llamada alcoba de los
hijos, un lugar espacioso donde quiero destacar el amuleto presente en la cuna.
Se trata de un cinturón que se colocaba a los bebés con el objetivo de evitar
su muerte. En la época era muy común que los niños murieran en los primeros
años de vida. A Lope se le murieron 10 hijos en la infancia, siendo las causas
más probables la falta de higiene de la época o las enfermedades contagiosas,
como el tifus o la peste.
Una vez visitadas las estancias de la casa podemos
terminar nuestra visita accediendo al jardín, un pequeño y recogido espacio de
esparcimiento donde el poeta pasó largas horas cuidando sus flores. Tal era el
aprecio que le tenía a este espacio que dejó unos versos describiéndolo:
“Que mi jardín, más breve que cometa,
Tiene solo dos árboles, diez flores,
Dos parras, un naranjo, una mosqueta,
Aquí son dos muchachos ruiseñores,
Y dos calderos de agua forman fuente
Por dos piedras o conchas de colores”.
La visita a toda la casa se realiza en una media hora,
por lo que al salir podemos acercarnos a la próxima basílica de Nuestro
Padre Jesús de Medinaceli.
Se trata de un templo con mucho culto en Madrid, pues
a esta imagen de Jesús se la conoce como el padre de Madrid. Como todo buen
madrileño, allí me llevaron mis padres, siendo yo pequeño, a besarle los pies
al santo (eran tiempos sin COVID). Y como anécdota siempre me recuerdan que al
estar junto a la imagen pregunté la razón por la que no llevaba calcetines, lo
que provocó las risas de todos los allí presentes. Desde entonces yo le conocía
como el Cristo sin nines. Seguramente fue la primera vez que me
mostraron una imagen tan de cerca. Y que no llevara calcetines fue lo que más
me sorprendió. ¡Qué curiosos son los niños!
Para aquellos que no les agrade visitar capillitas
tengo otras opciones para completar la visita. Una es la sala expositiva Caixa
Forum, un lugar que siempre organiza interesantes exposiciones
culturales.
Pero si queremos un lugar de arte más importante os
recomiendo bajar un poco más hacia Atocha y adentraros en el Museo de Arte
Moderno Reina Sofía, un espacio tan interesante como sorprendente donde
descubrir obras de artistas tan importantes como Picasso, Dalí o Miró.
De una forma u otra tenéis una buena mañana de domingo
para entreteneros.
Hasta la próxima
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