Hoy os voy a mostrar cinco mitos que persiguen a los
miopes y que, a pesar de las evidencias científicas, no logramos sacarlos de la
conciencia común de nuestra sociedad.
¿Os interesa descubrirlos?
Los ojos se desgastan por usarlos tanto
Este mito sirve tanto para la miopía como para la
presbicia y está muy extendido entre nuestra población. En el caso de los
miopes son muchos los padres que se quejan, al aparecer la miopía en los ojos
de sus hijos, de que la culpa la tiene el número de horas que se pasan jugando
a la consola o viendo la televisión.
Lo primero que debemos decir es que el ojo, como
cualquier órgano, sigue el principio de utilidad: lo que no utilizamos se
termina atrofiando. Es decir, los ojos no se desgastan por usarlos, sino
que los problemas en ellos ocurren, más bien, por lo contrario: por no usarlos
o hacerlo incorrectamente.
Muchos estudios han demostrado que un correcto
desarrollo de los ojos en la infancia requiere de una cantidad suficiente de
horas de sol diurnas. El riesgo de que en un niño aparezca la miopía se
reduce en torno a un 30% si pasa más de 14 horas diurnas semanales realizando
actividades al aire libre.
Por tanto, más que pasar mucho tiempo en actividades
lúdicas con pantallas, el verdadero problema son las horas de sol que robamos a
nuestros ojos en su desarrollo temprano con estas costumbres sedentarias.
Respecto al trabajo en visión próxima, más que
provocar la aparición o aumento de la miopía per se, lo que muchos
investigadores han concluido es la relación directa entre trabajo en cerca y
miopía si el mismo es a una distancia excesivamente corta (inferior a 25 cm) y la
intensidad del mismo es alta.
Debemos evitar estos comportamientos frente a las pantallas.
Por tanto, para evitar que aparezca la miopía lo mejor
es darle al ojo la cantidad de luz solar necesaria para su correcto desarrollo,
así como evitar mantener posturas incorrectas en nuestro trabajo en cerca, el
cual tendrá que compaginarse con los adecuados descansos.
Los miopes simples no tienen problemas
asociados
Existe una confusión bastante general sobre los
problemas asociados a la miopía simple. Podemos definir esta como una variación
de la normalidad refractiva de nuestros ojos consistente en un equivalente
esférico menor a -6 dioptrías. Esto significa que sumando miopía y astigmatismo
(si lo tuviéramos) el valor total no puede exceder de -6 dioptrías.
Esta miopía simple pasa por ser el defecto miópico más
prevalente y muchas personas creen que no tiene mayor problema que el de ver
mal de lejos.
Ahora bien, según varios estudios científicos, el
hecho de ser miope, esto es, de tener un ojo más grande de los normal, provoca
que nuestra retina esté más tensionada, lo que a su vez conllevará posibles
problemas asociados.
En la siguiente tabla podemos ver el porcentaje que
aumentan ciertos problemas oculares graves simplemente por ser miope simple.
Tal como comprobamos, ser un miope de hasta -3.00
dioptrías multiplica por dos, respecto a una persona emétrope (sin graduación)
el riesgo de sufrir Glaucoma, cataratas o maculopatía miópica, y por tres el
sufrir un desprendimiento de retina. Pero esta condición, así como la
maculopatía miópica se multiplican por nueve si tenemos -5 dioptrías.
Por tanto, resulta imprescindible manejar la miopía y
evitar su aumento todo lo posible.
La miopía no se puede frenar
Algunas personas se toman la miopía como un castigo
divino. Y al tratarse de algo que no podemos controlar, su aumento no depende
de nuestra actitud o costumbres frente a ella. Este pensamiento es un error
tremendo, pues sabemos como combatir eficazmente el aumento de la miopía.
Hoy en día se utilizan métodos combinados de lentes de
contacto con desenfoque periférico junto a medicamentos como la atropina para frenar
el avance de la miopía en niños. Y son estrategias que funcionan y permiten rebajar
enormemente esa progresión.
En el blog tenéis artículos sobre la importancia de
controlar este avance de la miopía en niños, así como post específicos sobre
algunas de estas lentillas de control de miopía (aquí
y aquí).
No dudéis en informaros ahí si queréis saber más sobre el tema.
La miopía magna no es peligrosa
Definimos miopía magna como el defecto de
refracción mayor o igual a -6 dioptrías y/o una longitud axial de nuestro ojo
mayor o igual a 26 milímetros. Esta miopía suele aparecer en la infancia,
tiene un fuerte componente genético, más prevalencia entre las mujeres y puede
seguir progresando en su evolución incluso en la tercera década de la vida.
Llegados a la edad adulta muchas personas que sufren
esta miopía magna deciden operarse quirúrgicamente para eliminarla. Y aunque se
quitan las gafas y/o lentillas, lo que el cirujano no logra hacer es dejar que
sean miopes. No olvidemos que la cirugía refractiva es una más de las múltiples
operaciones estéticas que podemos realizar.
El ojo miope magno es mucho más grande de los habitual
y ello conlleva una serie de problemas asociados importantes que podemos
resumir en los siguientes:
- Desprendimiento de retina, por lo general regmatógeno (rotura donde el humor vítreo desprende a la capa de la retina).
- Glaucoma secundario. Se cree que pudiera estar relacionado con la inserción oblicua de la papila en estos miopes.
- Cataratas subcapsulares posteriores precoces (y a veces anteriores).
- Maculopatía miópica. Grave condición que es la principal causa de pérdida de visión en miopes magnos y primera causa de afiliación a la ONCE.
- Desprendimiento de vítreo posterior. Aunque el 98% de los miopes sufren esta condición en la quinta etapa de la vida, en los miopes magnos suele aparecer antes, provoca moscas volantes más molestas y suele tener una alta asociación con desgarros y desprendimientos de retina.
- Membrana neovascular miópica. Una de las complicaciones más terribles que puede provocar una importante disminución de la agudeza visual.
La incidencia de sufrir este tipo de problemas es
mucho mayor en miopes magnos respecto a personas sin graduación. En la
siguiente tabla podemos observar las diferencias respecto a algunas
enfermedades.
Por tanto, el miope nunca deja de serlo y es muy
importante que tenga revisiones periódicas, además de refractivas de fondo de
ojo, para poder detectar a tiempo cualquier complicación retiniana.
El embarazo aumenta la miopía
Muchas mujeres miopes tienen el miedo de aumentar su
graduación de miopía cuando se quedan embarazadas. Seguro que conocéis algún
caso donde, tras tener hijos, la graduación aumentó y se achacó al cambio
corporal que sufren las mujeres embarazadas.
Según sabemos hoy en día, sólo un 14% de las
mujeres embarazadas sufren cambios de refracción con tendencia a la miopización.
Y ello se explica como una condición transitoria debida a la
edematización de diversas partes del cuerpo en los últimos meses de embarazo.
En el ojo, ello lo vemos en la córnea y el cristalino, las dos lentes
refractivas más importantes de nuestros ojos.
Ahora bien, que esa miopía transitoria se termine
consolidando no es algo que ocurra siempre ni está demostrado científicamente.
Es más, muy posiblemente, la consolidación de la miopía se produce en los
primeros meses tras el nacimiento del bebé, momento en el cual muchas madres
apenas salen de casa y mantienen un enfoque en visión próxima más alto del que
solían tener. Según parece, es este excesivo trabajo visual en cerca y la falta
de luz solar suficiente la que parece consolidar el aumento de la miopía en
ciertas madres.
De manera general se suele recomendar esperar unos
3-6 meses después del parto y el cese de la lactancia materna para actualizar
la graduación y así evitar compensar falsas miopías transitorias que
podrían desaparecer.
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