domingo, 13 de diciembre de 2020

Casas-museo en Madrid (II): Museo Romanticismo + Museo Lázaro Galdiano


Tras un primer post referente a casas-museo en la ciudad de Madrid (aquí), vamos a continuar con otra tanda de estos particulares museos que aúnan, por un lado, la visita a una vivienda decorada según las costumbres de la época que representan, mientras que por otro nos permiten admirar los diversos tesoros acumulados por sus antiguos propietarios o por las fundaciones que las gestionan.


Museo del Romanticismo.

¿Dónde está?

En la calle San Mateo, 13. Se encuentra entre las paradas de metro de Alonso Martínez y Tribunal, aunque si lo tuyo es el tren de cercanías puedes bajarte en la parada de Recoletos y tan solo te separan unos diez minutos caminando.

El aforo es limitado, razón por la cual os recomiendo visitarla temprano para evitar esperas. Máxime los domingos, día gratuito por la mañana.

¿Qué vamos a encontrar?

Se trata de una vivienda típica de principios del siglo XIX perteneciente a las clases adineradas de la época.

El edificio fue construido en 1776 bajo la dirección del arquitecto Manuel Rodríguez. Fue diseñado en estilo neoclásico, contando con dos fachadas de marcada simetría y escasa decoración, limitándose ésta a las molduras de granito que rodean los vanos. La distribución interior se dispuso en torno a tres patios, permitiendo una abundante iluminación.

Fachada exterior del Museo del Romanticismo de Madrid

Para 1850 fue comprado por el Conde de la Puebla Maestre. En este momento se realizó el balcón central de la fachada y se incorporó el escudo nobiliario de la familia, lo que aumentó la decoración exterior del conjunto.

Ya en el siglo XXI fue sede de la Comisaría Regia de Turismo, organismo creado por Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer, II Marqués de la Vega-Inclán. A la postre sería este personaje quién fundara el museo tal como lo conocemos en 1924. Gran parte de los objetos expuestos pertenecieron a su colección personal, tanto pinturas como diversos objetos de mobiliario de la época.

A través de un cuidado recorrido, esta casa-museo ofrece una visión global sobre el arte, la historia y la vida cotidiana de la España del Romanticismo, sumergiéndonos en este periodo artístico a través de innumerables piezas de la época. Especial énfasis se hace con piezas que representan el periodo histórico relativo a Fernando VII e Isabel II, pudiendo observar desde obras pictóricas que les representan así como objetos utilizados por los monarcas.

Por tanto, en este museo vamos a encontrarnos tanto una parte temática representada por objetos artísticos, políticos e históricos, así como una parte ambiental, en el que descubriremos objetos decorativos y pertenecientes a las clases adineradas de aquella época. Todo ello en una mezcla muy cuidada cronológicamente y perfectamente intrincada en la sucesión de salas.

¿Cómo es el recorrido por esta casa-museo?

El recorrido lo iniciamos ascendiendo por una elegante escalera a la zona noble de la vivienda. La ostentación y el lujo van a sorprendernos en cada habitación, pues era el objeto de los propietarios deslumbrar a sus visitantes. Ya desde el vestíbulo, zona de recepción de los visitantes, vamos a descubrir las principales características de las casas con decoración estilo isabelino: alta cantidad de mobiliario y un eclecticismo de diversos estilos artísticos que conviven de manera abigarrada.

Por ejemplo, aquí veremos una decoración sobra, compuesta por un reloj de péndulo, las típicas sillas acolchadas y pinturas que hacen referencia a la polémica sucesión de Fernando VII en su hija (Ley Sálica y Guerras Carlistas). Pero en la siguiente sala, la Antecámara, auténtico espejo de la situación social del propietario, veremos cómo conviven las pinturas al fresco del techo con una excelente lienzo que representa a Isabel II dirigiendo una revista militar. Igual ocurre en el Antesalón, con una buena pintura mural de techo (Alegoría de la Noche) y lujosos muebles fernandinos, como el diván, que nos recuerdan la adaptación que se realizó en nuestro país del estilo proveniente del país vecino tras los Pirineos.



El Salón de Baile es una de las estancias principales de la vivienda y la que más os va a sorprender. Era el espacio público de la casa, lugar de fiestas y reuniones, tanto literarias como musicales. El lujo y la ostentación cobraban aquí su máxima expresión. Paredes llenas de oro y forradas de seda, objetos como relojes o cajas de música que reposan en la chimenea o en el lujoso mobiliario, así como un par de importantes objetos musicales o la alfombra original nos muestran esa opulencia. El arpa con decoración neogótica o el piano, construido para la reina Isabel II, son las dos piezas más sobresalientes. Temáticamente, esta sala está dedicada al retrato, temática con gran importancia en la época romántica. Especial atención merece el retrato de Isabel II, obra de Madrazo.



En la siguiente sala, otro Antesalón, destaca el poderoso lienzo Retrato ecuestre del general Prim, de Esquivel, siendo los objetos allí expuestos todos los relacionados con los avatares políticos de la época.



En las siguientes salas, dejamos el ámbito público para adentrarnos en las habitaciones más íntimas de la familia. En las paredes podremos admirar obras, tanto pictóricas como escultóricas, pertenecientes al estilo costumbrista, esto es, una visión “pintoresca” de lo popular que estaba destinada a una clientela de extranjeros que buscaba el tópico de lo español y a una burguesía nacional que prefería olvidarse de la verdadera realidad social del momento. No dejéis de admirar las vestimentas con las que se representaban, las fiestas populares taurinas o el mito de los bandoleros, representados excepcionalmente por unas figuras de barro malagueño.

Caminando por estas salas podremos asomarnos al comedor, lugar utilizado para cenar, momento de la reunión familiar. Las comidas se realizaban en lugares más pequeños en los que no estaba presente la etiqueta francesa. La lujosa decoración mural del techo así como el mobiliario o la vajilla nos transportan a esa lujosa y encorsetada etiqueta de principios del siglo XIX.


En el pasillo anterior al comedor se expone un curioso elemento mobiliario. Se trata del retrete de Fernando VII que, en origen, fue instalado en una pequeña habitación destinada a la higiene íntima del monarca dentro del propio Museo del Prado. Fue realizado en caoba, y tiene la forma de un gran sillón central, en cuyo asiento se abría un orificio para expulsar las aguas fecales. En estas cuestiones más íntimas no había tantas diferencias de clase: el retrete del rey era un mueble de lujo, imponente y acolchado, pero igualmente necesitaba de la consabida “evacuación”, que se realizaba a mano, recogiendo las inmundicias en unos recipientes instalados a tal fin. La fetidez debía inundar también el territorio de la realeza, llegando hasta el elegante y elogiado Salón del Prado.

La siguiente sala que vamos a encontrar es un pequeño oratorio, en donde sobresale San Gregorio Magno, Papa, retrato realizado por Goya, así como un reclinatorio de caoba, tapizado en terciopelo que perteneció a Isabel II. El resto de obras pertenecen al estilo barroco, algunas con un marcado tenebrismo.



La habitación contigua, denominada Sala de juego de Niños, nos muestra diversos elementos relacionados con los juegos de la infancia romántica. A muchos les sorprenderá encontrar cartas, muñecas o puzles que se asemejan en mucho a los utilizados aún en la actualidad. Una réplica en miniatura de una carroza, seguramente tirada por perros, nos recuerda que el lujo ya se obtenía desde la más tierna infancia entre las clases más acomodadas.

En las salas femeninas vamos a encontrarnos desde el Boudoir, traducido como un nido de cosas bellas, lleno de objetos en aparente desorden, hasta la alcoba, presidida por la notable decoración (tapices, reclinatorio, escritorio…) y la presencia, junto a la cama, de la cuna.



Mientras, en el ámbito exclusivamente masculino, vamos a descubrir unas salas más serias y austeras. En la primera sala, denominada Gabinete de Larra en honor a uno de los mejores literatos románticos, vamos a poder admirar un par de pequeños cuadros de Leonardo Alenza dedicados al controvertido asunto del suicido romántico (Sátiras del suicido romántico), o el magnífico retrato de Manuel Bretón de los Herreros, obra de Gómez Cros.



De las siguientes salas destacar la decoración pictórica del fumador (también utilizado para la española siesta), centrada en las escenas orientales, resultado de un gusto estético inspirado por la restauración de la Alhambra, el dormitorio masculino, con sobrios pero prácticos muebles (como el tocador-lavabo), el despacho, con una importante mesa de despacho de estilo Reina Gobernadora en madera de caoba, con cinco cajones en el frente, con decoración de taracea alrededor de la bocallave, y dos cajones secretos laterales. Perteneció al Marqués de Remisa, cuyo retrato se exhibe junto a la mesa, apareciendo esta en aquel; y, por último, la llamada sala de billar, un juego introducido por los borbones en España (en esta mesa no hay agujeros, por lo que se trataría del juego de carambola de origen francés y no del billar que conocemos actualmente).




Las últimas salas son las más divertidas para los niños, que junto a la entrada le habrán proporcionado una cartilla en la que apuntar diversas piezas que deben descubrir por el camino. En una de ellas, diversas pantallas interactivas le propondrán diversos juegos, como el de decorar un dormitorio con muebles de la época. En la siguiente, una gran maqueta, reproducción de la casa, nos permitirá espiar, a través de sus ventanas, diversas escenas cotidianas reproducidas por medios digitales.

En conjunto, una visita muy instructiva en la que aproximarnos a esa época romántica tan interesante como misteriosa.

Para todo lo relacionado con información sobre horarios, planos y demás asuntos logísticos os remito a su página oficial: https://www.mecd.gob.es/mromanticismo/inicio.html


Museo Lázaro Galdiano


¿Dónde está?

Se encuentra en la calle Serrano número 122, haciendo esquina con la calle María de Molina.

Se puede llegar fácilmente en metro, siendo la parada más cercana Gregorio Marañón (líneas 7 y 10) o Avenida de América (salida Pedro de Valdivia; líneas 6, 7 y 9).

Respecto a Renfe cercanías la parada más próxima es la de Nuevos Ministerios, estando a un cuarto de hora caminando.

¿Qué vamos a encontrar?

Esta casa-museo es algo diferente a las descritas anteriormente, pues tiene más de museo que de casa. Aunque en los paneles explicativos vamos a descubrir las funciones domésticas de algunas de las salas, la disposición de las obras de arte está enfocada a reproducir más un museo que una antigua vivienda.

Por tanto, que nadie espere encontrarse un comedor o una cocina en el interior de este precioso edificio de estilo clasicista con un precioso y amplio jardín en su entrada. Al contrario, encontraremos multitud de obras artísticas, principalmente pictóricas y escultóricas, que nos acercan al afán coleccionista que tuvo Lázaro Galdiano.

Casa museo Lázaro Galdiano en Madrid. Exterior edificio y jardín.

¿Cómo se realiza la visita?

Nada más sacar las entradas vamos a empezar nuestra visita por la planta baja, lugar donde se ubicaba, en la época de Lázaro Galdiano, la cochera y los almacenes.

Aquí vamos a poder descubrir que este incansable navarro de origen (de Beire concretamente) acumuló una excelsa colección de objetos a lo largo de su vida. Desde libros antiguos hasta todo tipo de obras de arte, sin importar el siglo o el periodo artístico. Su aspiración era reunir en una misma colección tanto obras relevantes de artistas europeos como piezas que sirvieran para ilustrar la historia de nuestro país.

De esta planta voy a destacar un precioso jarrón tartésico de bronce del siglo VI a.C., donde destaca la figura zoomorfa de un felino en la zona superior. La presencia de una serpiente en el asa lo relaciona con el mundo funerario, pues ambos animales se asociaban al mundo de ultratumba. Se supone que se usaría para realizar libaciones. Una preciosa crucifixión junto a la vidriera de San Miguel pesando las almas, muebles y joyas varias y, dentro de las obras pictóricas, un magnífico San Diego de Alcalá de Zurbarán.

IMAGEN 1

En la planta primera vamos a poder admirar importantes obras artísticas en un espacio privilegiado, una sucesión de salones con techos pintados por Eugenio Lucas Villamil, en donde la familia realizaba su vida social. El lujo de la decoración y de los detalles escultóricos, hacen que esta parte de la visita resulte mucho más interesante que el resto.

Planta baja con una representación de lo que nos vamos a encontrar en el museo Lázaro Galdiano

En esta planta vamos a realizar un recorrido por la colección de arte español. La primera sala se dedica a las tablas góticas, con magníficos ejemplos del arcángel San Miguel, destacando el retablo del círculo de Juan Rius (San Miguel Arcángel Con Dos Donantes), la Natividad del Maestro de Ávila o el San Jerónimo en el Scriptorium, del Maestro del Parral.

El museo Lázaro Galdiano atesora un gran contenido artístico en un continente maravilloso

En esta planta también vamos a encontrar obras de Velázquez (Cabeza de muchacha), El Greco (San Francisco en éxtasis), Murillo (Santa Rosa de Lima) o Madrazo (Gertrudis Gómez de Avellaneda), siendo este retrato femenino uno de los más celebrados del autor.

Velázquez, El Greco, Murillo y Madrazo están representados en la sección de arte español
  
Pero, en mi opinión, la mejor sala de todas es la que reúne las obras de Goya. Dos son los lienzos más sobresalientes que podemos admirar: el Aquelarre y las Brujas.

Ambas obras fueron encargadas por los Duques de Osuna para la decoración de una de las habitaciones de su palacio del Capricho. El Aquelarre es una de las obras más célebres del pintor aragonés y, de paso, del muso que estamos visitando. El diablo, con forma de macho cabrío y situado en el centro, está rodeado de varias mujeres que le ofrecen a niños esqueléticos. Mientras, en las Brujas, vemos a un conjunto de mujeres perversas que atormentan a un hombre con cara de asustado. Las brujas hacen vudú, leen conjuros funestos y llevan una cesta con niños robados de sus cunas.

Ambas obras debemos verlas desde la perspectiva moralizante, pues Goya fustigaba con su sátira a esa “plebe” turbada por las pasiones y la ignorancia, por la superstición y la nefasta influencia del clero.

Y una obra que suele pasar desapercibida en esta sala es La Tienda, de Luis Paret. Una obra que reproduce uno de los comercios más famosos del Madrid de finales del siglo XVIII, la tienda del italiano Geniani ubicada en la calle de la Montera. Aunque la compra de una diadema de encaje es el asunto principal de la obra, yo siempre me fijo en ese miope del fondo que lee tan cerca el periódico.

Las dos obras de Goya son las joyas del museo Lázaro Galdiano y unas de las que más gustaban a su propietario.

En la segunda planta, en el lugar donde antaño ocuparon comedores y dormitorios familiares, ahora se exhiben numerosas muestras de arte europeo que tienen un especial interés artístico.

Por la delicadeza del trazo merece la pena detenerse en el Salvador de Giovanni Antonio Boltraffio, uno de los discípulos más aventajados del famoso Leonardo da Vinci y del que se supone es el diseño original de este retrato. O por el simbolismo simple pero eficaz de Lucas Cranach en El Niño Jesús adorado por S. Juan Bautista, en donde vemos a Jesús venciendo a la muerte y al pecado por medio de su sufrimiento en la cruz.

El arte europeo también cuenta con notables ejemplos de obras pictóricas

Pero lo mejor de esta planta está representado en la obra de El Bosco y de sus discípulos más próximos. El museo posee magníficas obras que son de especial interés. Las Meditaciones de San Juan Bautista tiene la curiosidad de haber encontrado, al realizar una fotografía con infrarrojos, la figura escondida del donante. Ignoramos la razón por la que el autor ocultó la figura con una planta, pero muestra que una obra podía variar enormemente desde su idea inicial hasta ver el resultado final.

Más similar al estilo de El Bosco conocido por el gran público encontramos la obra titulada La visión de Tondal. No obstante, esta obra no es suya, sino de un seguidor. La obra posee numerosos elementos curiosos y simbológicos. En una esquina aparece el caballero Tondal durmiendo que nos da pie a describir la visión. La cabeza humana central indica la idea renacentista del hombre como centro del universo. De una de las cuencas vacías sale una rata negra, símbolo medieval de la lujuria. Ello entronca con la figura de Eva en la parte superior, con la serpiente enroscada al cuello y acomodándole el cojín una mona, símbolo de la mentira y la soberbia. Las monedas que salen de la nariz remiten al pecado de la avaricia. Caen a una cuba donde hombres y mujeres retozan desnudos, símbolo de los pecados de la lujuria y la codicia. A la derecha están representados también los de la gula y la ira. Mientras, a la izquierda, una figura femenina desnuda parece rechazar la oferta de la vanidad que le hace una figura cadavérica con un espejo. Y al fondo aparece el Edén.

El Bosco tiene un lugar especial en el Museo Lázaro Galdiano

La última obra atribuida a un seguidor de El Bosco es La Coronación de espinas o las injurias a Cristo, una obra clásica en la que aparecen los rostros depravados de romanos y judíos mientras Jesús sufría los castigos antes de ser crucificado.

Y también resulta sorprendente, por su gran perspectiva y gran formato, Paisaje con los peregrinos de Emaús, atribuida a Lucas Gassel.


Como anotación indicar que la manera de reunir las obras por Lázaro Galdiano, más como un coleccionista estadounidense, hace que la procedencia exacta de las obras y su atribución a un autor concreto no sea siempre sencilla, razón por la cual muchas se terminan atribuyendo a la escuela del autor.

Por último, la planta tercera está dedicada a armas, tejidos, numismática, bronces, cerámicas, esculturas… En definitiva, un popurrí de objetos variados que se diseminan tanto en vitrinas como en cajones que deberemos ir descubriendo por nosotros mismos.

Personalmente me pareció curiosa la colección de textiles y, por su exquisita elegancia y simetría, los encuadrados en el arte nazarí musulmán.

La última planta del museo reúne colecciones diversas

Sin duda, un museo diferente a cualquier otro que podemos ver en Madrid y un magnífico ejemplo de lo que suponía el coleccionismo en la primera mitad del siglo XX.


Si queréis saber más sobre horarios y exposiciones temporales os recomiendo visitar su web oficial: http://www.flg.es/museo/visita-el-museo/datos-practicos

Hasta la próxima





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