Hoy, en esta sección que se ha convertido
ya en un clásico de este blog, voy a proponeros una divertida y relajante
salida en la cercanía de Madrid para esos domingos calurosos en donde no
sabemos cómo escapar de la ardiente ciudad.
En esta escapada voy a proponeros
disfrutar de Naturaleza, de algo de historia y de un relajante chapuzón. ¿Os
interesa el tema?
Vamos a empezar nuestro domingo con una
visita a una de las cavidades kársticas más impresionantes y enormes de la
Península: las Cuevas del Águila.
¿Cómo llegar?
Para llegar a las Cuevas del Águila
debemos dirigirnos por la A-5 hasta Talavera de la Reina, momento en el que
tomaremos la salida 123 hacia la carretera N-502 dirección Ávila.
Antes de llegar a la población de
Ramacastañas existe una glorieta en donde debemos tomar la CL-501 dirección
Candeleda y Puerto del Pico. Al poco os encontraréis con una isleta en donde
girar 180º para tomar la carretera AV-P-708 que nos llevará a las cuevas.
El aparcamiento (con algo de sombra) está
junto a un restaurante y tendremos que subir una pequeña cuesta para acceder a
la entrada de la gruta y sacar las entradas (por si no las habéis sacado
on-line previamente).
Os dejo el mapa:
¿Qué
vamos a encontrarnos?
Se trata de una cavidad kárstica subterránea en donde el agua ha formado numerosas
figuras con la disolución de la piedra caliza. Primero, las corrientes de aguas
subterráneas formaron la cavidad, y más tarde, la continua filtración del agua
de la superficie, cargada de CO2, disolvió el carbonato cálcico de la piedra y
formó todo tipo de formas sorprendentes. Eso sí, de manera muy lenta: a razón
de 1 cm cada 150 años. Por tanto,
todo lo que vemos ha sido formado en millones de años.
Como la visita es guiada, el encargado de conduciros a través de esta
enorme cavidad os explicará tanto la historia de la cavidad como todos los
espeleotemas (formas de las piedras) que existen en su interior.
Algo que aprecié notablemente fue la posibilidad de realizar fotografías sin
flash, pues no es algo que permitan en otras cuevas. En nuestra mano está
conservar este hermoso lugar natural fruto de la casualidad.
¿Cuándo
fue descubierta la cueva?
Esta cavidad fue descubierta de forma casual, el día de Nochebuena del año 1963, por
un grupo de cinco chicos que cazaban por los alrededores. Estos chavales se
percataron que salía vapor de agua por un pequeño agujero de unos 60 cm de
ancho. Y, ni cortos ni perezosos, excavaron un poco para hacer el agujero
accesible y se metieron dentro para averiguar el misterio. Este vapor se
producía por la diferencia de temperatura entre el frío exterior de diciembre y
la temperatura constante de la cavidad, en torno a los 17ºC todo el año.
Los
chicos entraron provistos de dos candiles
y, tras gatear unos 50 metros, llegaron a la gran bóveda principal, un espacio
de unos 10.000 m2, que es el conjunto de esta cueva. Se quedaron
maravillados por lo que encontraron pero, como era esperable, también les entró
el pánico cuando se les apagaron las luces y quedaron a oscuras. Apenas se
habían adentrado en la cueva unos 15 metros pero a oscuras estaban totalmente perdidos.
Tardaron 5 horas en salir y no me
puedo imaginar la angustia que pasarían. Eran
los primeros seres vivos que visitaban la cueva, pues durante milenios
siempre estuvo inaccesible. Tras informar a las autoridades, las cuevas se
abrieron al turismo el 18 de julio de 1964.
¿Cómo
es la visita?
Ya he indicado que la visita es guiada. Los grupos se forman cada media hora y la
visita dura unos 40 minutos. Se recorren unos 1000 metros a través de un camino de hormigón con barandillas,
realmente cómodo y sencillo.
En ese camino vamos a recorrer, en un
camino circular, la gran cueva de 10.000
m2, pues no se trata de una gruta con diversas cavidades, sino
de una gran cavidad gigante.
Sorprenden las numerosas estalagmitas (en el suelo) y estalactitas (en el techo)
que podemos encontrar, cada una con su encanto particular. Dentro de las
estalactitas, algunas son tan finas que se denominan macarrones.
A
la unión de una estalactita y una estalagmita se la denomina columna.
Vamos a poder ver varias en el trayecto, teniendo algunas un grosor
impresionante. Y el guía nos indicará que algunas presentan un corte limpio
plano. Esto se debe a que, en algún momento del pasado, el suelo se movió unos
centímetros y se rompieron algunas columnas (la unión de una estalagmita y una
estalactita). En las que siguieron vivas el agua volvió a unir las columnas,
creando unos engrosamientos que se denominan escudos.
El guía os va a ir mostrando diversas
formaciones que nuestro cerebro identifica con objetos concretos de nuestro día
a día. A los niños les encantará descubrir, una mano por aquí, una virgen por
allá, y diversos animales (un rinoceronte, una tortuga, un águila, la cabeza de
un toro…).
Dentro de las formaciones más bonitas de
esta cueva destacar una que llaman la mazorca de maíz, por su evidente parecido,
y una cortina casi translúcida que se encuentra cerca. Las fotos no hacen
justicia a su belleza al natural.
Otra de las formaciones más curiosas de
esta cueva son las estalactitas exocéntricas, un espeleotema particular que
tiene un crecimiento lateral (los científicos aún no saben la razón ni el
mecanismo de ellas).
La cuidada iluminación, el sonido del agua
caer, y las preciosas imágenes que nos vamos a encontrar (las fotos no hacen justicia) hacen de esta visita
una delicia para todos aquellos aficionados a la geología.
Para ver los horarios y reservar las
entradas on-line os recomiendo visitar su web: http://cuevasdelaguila.com/visitas/
De manera general es de 10:30 a 13:00 h y
de 15:00 a 19:00 h (18:00h en otoño e invierno). El precio de la entrada: 8€.
Tras visitar las cuevas vamos a dirigirnos
a nuestro segundo punto del viaje: el Castillo
de Don Álvaro de Luna.
Este castillo se sitúa en la cercana localidad de Arenas de San Pedro y es
uno de sus emblemas más conocidos. Llegar desde las Cuevas del Águila apenas
nos supondrá un cuarto de hora.
Se trata de una fortificación palaciega construida en el año 1400 por el
Condestable Ruy López Dávalos, con el objeto de mostrar su dominio de aquellos
territorios. El carácter palaciego ya lo vemos en su disposición en pleno casco
urbano y en un lugar de los más bajos de la localidad.
Su nombre proviene del matrimonio del
condestable de Castilla con Doña Juana Pimentel, hija de Rodrigo Alonso
Pimentel, quién en 1422 era el dueño del castillo tras el destierro de su
original dueño. Álvaro de Luna apenas residió en este castillo, aunque sí lo
hizo su esposa, denominada la “triste
condesa” tras la decapitación de su marido en Valladolid el 2 de junio de
1453. De hecho, el castillo se suele denominar como el de la triste condesa en
recuerdo de ello. Aunque según os explicarán en la visita de triste tenía muy
poco.
En este castillo nació, en 1461, don Diego
Hurtado de Mendoza, III duque del Infantado, quién tuvo una dilatada influencia
en la Historia de España de aquella época: se distinguió en la conquista de
Loja con los RRCC durante la campaña de Granada y, posteriormente, apoyó a
Carlos I de España contra la rebelión de los comuneros.
Tuvo la suerte de no verse destruido por
completo ni por la ruina por abandono en el siglo XVII, ni por los incendios de
la Guerra de Independencia o de la Guerra Carlista, en el siglo XIX. El escudo de armas de esta población es un
castillo en llamas y posee la leyenda “Siempre
incendiada y siempre fiel”. Como os contarán en la visita, este escudo se
eligió a principios del siglo XX, pues el original era una casa en llamas,
símbolo de los numerosos saqueos a los que se vio sometida la localidad en las
guerras anteriormente indicadas. Pero una casa no atrae tanto como un castillo,
¿verdad?
En su historia de decadencia fue
convertirlo en cárcel, cementerio durante el siglo XIX (lo que indirectamente
logró que los propietarios lo cedieran al Ayuntamiento cuando se percataron de
la ocupación muchos años después), e incluso se planeó construir aquí un Parador
de turismo. Pero al final se ha convertido en sala de exposiciones y gracias al
turismo aún puede verse en un estado muy decente.
Aunque
de aspecto palaciego, conserva elementos propios de los castillos castellanos
fortificados, como los paramentos de piedra de
granito, las almenas, las torres circulares de 16 metros de altura en las
esquinas, los matacanes o la típica torre de homenaje de planta cuadrada con
entrada por la antigua primera planta.
Pero el alma palaciega la adivinamos en
sus ventanas geminadas góticas, o en la posición de la torre de homenaje, con
más de la mitad del cuerpo sobresaliendo del recinto amurallado. Fijaros al
pasar en las bóvedas y arcos, que se sitúan en la transición del románico al
gótico.
Hoy en día se puede visitar la plaza de armas: donde en otro tiempo se
situaban diversas dependencias a su alrededor (cuadras, almacenes…), en
diversos niveles, hoy se habilitó como escenario. Aunque el grueso de la visita
es la torre de homenaje, donde la
guía os explicará detalles del castillo y su historia. Y si lo visitáis con
niños les tendrán una sorpresa que les va a encantar. La Torre de Homenaje se
compone de una primera planta habilitada como sala de conferencias, otra
superior con figuras de las personas que vivieron en este castillo y una última
dedicada a un artista local.
La visita es guiada y tiene pases cada
horas entre las 11 y las 14 horas. El precio es muy módico (3€) para la
información que proporcionan y el placer de poder recorrer el castillo.
En la visita también se incluye un breve paseo por el Adarve, el camino
sobre las murallas, desde donde poder ver unas vistas excepcionales de los
alrededores, destacando la Sierra de Gredos.
El gran monumento religioso de Arenas de
San Pedro es la Iglesia Parroquial de
Nuestra Señora de la Asunción. Se trata de una iglesia del siglo XIV
construida en estilo gótico, tal como delata su bóveda de crucería interior. La
torre exterior es renacentista.
Se trata de un templo pequeño pero muy
agradable y espacioso, con tres naves donde la central es más ancha. De su
interior destacar los frescos del ábside central o los altares dedicados a los
patronos de la ciudad: San Pedro de Alcántara y la Virgen del Pilar de Arenas.
Arenas
de San Pedro tiene muchos otros encantos históricos,
como el Palacio neoclásico del infante de Borbón y Farnesio (hoy habilitado
como sala de exposiciones), el Puente medieval de Aquelcabo, la Cruz del mentidero
o el Santuario de San Pedro de Alcántara (visitable tanto el claustro como el
museo sacro), pero los vamos a dejar para otra visita más pormenorizada.
Una vez realizadas nuestras visitas
culturales principales toca descansar. Y nada mejor como disfrutar del
agradable ambiente que existe en las piscinas
naturales que existen en las afueras de
Arenas de San Pedro.
Se trata de un lugar de recreo con numerosas
sombras en las que poder bañarnos (atención: agua muy fresquita) y comer en
plena naturaleza o en el restaurante cercano. Hay un merendero enorme con
sombra en donde permiten llevar tu propia comida y numerosas zonas verdes donde
descansar y estar fresquito.
Como podéis comprobar, un plan muy variado
y del gusto de toda la familia a menos de 2 horas de Madrid.
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