domingo, 28 de junio de 2020

Una escapada dominguera cerca de Madrid (X): Uclés


Si os preguntara por un gran monasterio que se encuentra a menos de 100 Km. de Madrid seguro que todos me contestaríais El Escorial. Ahora bien, si os dijera que se encuentra en la provincia de Cuenca seguro que dudaríais bastante vuestra respuesta.

El monasterio de Uclés es uno de los grandes tesoros escondidos entre las tierras manchegas, siempre tan infravaloradas en lo que al turismo cultural se refiere. De hecho, en la zona se le conoce como El Escorial de la Mancha dada su similar empaque arquitectónico. Por tanto, es momento de realizar una aproximación a una de las visitas domingueras desde la capital que seguro os agradarán.


¿Cómo llegar?

Uclés es una pequeña población que se encuentra a escasos 100 Km de Madrid, siendo el trayecto muy cómodo a través de la autovía A-3. Tendremos que desviarnos en la salida 90, un poco después de pasar Tarancón, cabeza de la comarca famosa por sus dulces llamados borrachos. Tras atravesar la pequeña población de Tribaldos llegaremos a Uclés en apenas 10 minutos, tiempo que se tarda en recorrer los 6 Km que separan la población de la autovía.


Justo antes de llegar a Uclés existe un precioso mirador, a nuestra mano derecha, desde el que tener una preciosa primera toma de contacto con el monasterio que vamos a visitar. Está justo tras un repecho de la carretera por lo que debemos ir despacio si no queremos pasárnoslo.



Una vez entremos en el pueblo veremos un pequeño cartel que nos indica el desvío hacia el monasterio, accediendo a través de una estrecha carretera que sube el cerro en el que se encuentra. Salvo momentos de gran afluencia podremos aparcar nuestro vehículo justo en la explanada que se extiende entre el monasterio y el castillo.

¿Qué vamos a ver?

Comencemos nuestra visita por la explanada del aparcamiento. A un lado se alza, imponente, la torre de homenaje del castillo árabe. Es una construcción maciza, realizada en sillares, la cual está unida por un pequeño puente a una segunda torre, llamada de la Plata. Para poder apreciarla deberemos rodear el risco de la torre de homenaje por su lado izquierdo. Desde esa perspectiva tendremos la panorámica del resto de muralla que se ha conservado, el cual llega hasta la torre Albarrana.


Lamentablemente esta edificación no es visitable en su interior, por lo que nos tendremos que conformar con admirarla en su exterior. Otro punto interesante son las caballerizas del monasterio, anexas a la torre de homenaje. En la entrada podemos admirar, si somos observadores, unos sillares procedentes de la ciudad romana de Segóbriga. Esto nos debe poner sobre-aviso respecto a la gran antigüedad de poblamiento en esta zona. De época romana se conservan restos de fortificaciones cerca del Puente de las Tenerías, o la Fuente Redonda, a unos dos kilómetros fuera del pueblo.

Pero volvamos nuestros pasos hacia el Monasterio de Uclés, verdadero protagonista de nuestra visita. La fachada que se abre al aparcamiento es la sur, la cual data del siglo XVII. Realizada por Pedro de Ribera en estilo churrigueresco, numerosos elementos decorativos pueblan la portada principal. Destaca, en lo más alto, la figura de Santiago Apóstol, lo que nos indica que este monasterio pertenece a la Orden de Santiago, una de las más importantes de la reconquista cristiana de la Península Ibérica.


Porta Santiago una espada, lo que unido a las figuras de los dos moros que le enmarcan más abajo, nos indica su función de matamoros. Imagen ideal y motivadora en la reconquista, se trata de una interpretación errónea del símbolo, el cual remite a su martirio. Aunque las crónicas indiquen su participación en la Batalla de Clavijo, lo cierto es que Santiago nunca luchó contra los musulmanes (pues nunca llegó a conocerlos en vida). En la espada podemos leer (con prismáticos) la inscripción Fidei defensio, defender la fe, que fue lema de la Orden de Santiago.

Resulta interesante, una vez realizada la visita al interior, recorrer el monasterio perimetralmente, pues vamos a descubrir los diferentes estilos arquitectónicos en los que fue construido. Es más, sin nos fijamos detenidamente en la fachada sur, veremos que en los laterales existe un cambio en la construcción por la decoración de las ventanas e, incluso, por un cambio en la altura de uno de los pisos (fijaros en las ventanas).

Las fachadas norte y oeste están realizadas en estilo herreriano, razón por la cual se le suele comparar a este monasterio con El Escorial. Las torres de pizarra con pináculos y el estilo austero se repiten aquí con gran destreza. La fachada este, por el contrario, posee un elegante estilo plateresco, reflejado en la decoración, mediante bajorrelieves ornamentales con motivos alegóricos. El paseo por el perímetro del monasterio es cómodo y nos sirve para divisar, desde la mota en la que nos encontramos, toda la comarca.


Lo primero que debemos hacer al ingresar al monasterio es sacar la entrada, cuya oficina se encuentra a mano derecha. Existen audio-guías y la posibilidad de realizar visitas guiadas, por lo que os recomiendo informaros en su página web antes de visitarlo: https://www.monasterioucles.com/

Lo primero que veremos será un excepcional patio claustral de doble altura. La arcada inferior de 36 vanos está decorada con ornamentos escultóricos, mientras que la superior posee diferentes blasones.

En el centro del patio existe un aljibe con brocal barroco de piedra y con los escudos, Real y de Santiago, en cada uno de los lados.


En la torre de tipo herreriano que queda en el monasterio podemos ver un gallo veleta y, justo debajo, una esfera. Allí dentro colocaron los monjes diversas reliquias con las que esperaban estar protegidos de los rayos, cosa que no les funcionó con anteriores torres que fueron destruidas por este motivo.

Desde el patio nuestra visita continuará por el refectorio, lugar en el que comían los monjes. El monasterio, actualmente, es utilizado para diferentes eventos y cursos de verano, razón por la cual el mobiliario en el que se come actualmente es moderno. La primera sensación será un poco decepcionante al entrar en esta sala, pero se soluciona alzando la vista hacia el techo. Un excepcional artesonado tallado en oscura madera de pino se conserva de manera original. Posee 36 casetones decorados con diferentes personajes de difícil atribución. Se piensa que se trata de caballeros de la Orden de Santiago, aunque también podemos ver un romano con su toga o un esqueleto, símbolo del tempus fugit. Justo a la izquierda de esta lúgubre imagen existe otra con una ilusión óptica, pues para un lado vemos la cara de perfil de un joven y hacia el otro, en el pelo, la cara de un anciano. Tal vez, símbolo del paso del tiempo. La única cara que se suele identificar es la de Carlos I, reconocible por la espada que posee en una mano, el orbe en la otra, y la corona.


La siguiente parada será la sacristía, realizada en estilo plateresco.  Está formada por dos naves situadas en ángulo recto y el techo, configurado con una elaborada bóveda de crucería con elementos ojivales, es una muestra de sabiduría arquitectónica dado lo plano del mismo.

De este lugar merece la pena destacar la pila en la que se lavaban los monjes, tallada en una sola pieza, los decorados armarios empotrados o los elementos decorativos escultóricos que adornan las columnas, las pilastras y los marcos de las ventanas.


Resulta verdaderamente sorprendente que aún se conserven los armarios, dadas las vicisitudes por las que atravesó esta edificación. Saqueada en varias ocasiones por los franceses durante la Guerra de la Independencia (la Batalla de Uclés fue uno de sus grandes éxitos militares), más tarde fue hospital republicano durante la Guerra Civil, sufriendo numerosos saqueos y pérdidas durante la contienda (por ejemplo, el altar mayor de la iglesia fue utilizado como combustible). Y, por último, tras la guerra, fue cárcel. Todo ello influyó en que, hoy día, la riqueza de lugar sea más arquitectónica que de otro tipo, conservándose escasos tesoros escultóricos de los muchos que en su día albergó.

La Iglesia del monasterio fue realizada en estilo herreriano por un discípulo de Juan de Herrera, Francisco de Mora, quién le imprimió el estilo realizado en El Escorial. Tiene una sola nave y diferentes capillas en las que nos van a descubrir diferentes aspectos relacionados con la Orden de Santiago y el edificio del monasterio.

Recorriéndolas detenidamente descubriremos, por ejemplo, que aquí fue enterrado el famoso poeta Jorge Manrique, autor de las Coplas a la muerte de su padre. Lamentablemente su tumba se perdió en algún traslado pasado e ignoramos el lugar exacto en el que descansas sus restos dentro del monasterio. También nos percataremos de la importancia de la Orden de Santiago tanto en la reconquista como en la evangelización de América. ¿Nunca habíais asociado la gran cantidad de ciudades llamadas Santiago en el continente americano con esta Orden de Caballería? Un detallado mapa os sacará de vuestro error.


Igualmente, veremos ilustres personajes que formaron parte de la Orden de Santiago, un honor toda vez terminada su acción bélica. Uno de ellos fue Velázquez, quién tuvo problemas por la ascendencia morisca de su madre y por su oficio manual. El rey tuvo que insistir mucho para que le fuera concedida la distinción y al final lo consiguió, tal como aparece en el famoso retrato de Las Meninas. Ahora bien, esa cruz fue añadida a posteriori por otra mano diferente a Velázquez.

Respecto a la iglesia, su retablo mayor fue reconstruido fielmente respecto al original, destacando el gran cuadro de Santiago a caballo, obra de Francisco Rizi, pintor de cámara de Carlos II. También es destacable la impresionante reja que separa el altar del resto de la nave.


Subiendo las escaleras entre la sacristía y la iglesia accederemos a la zona del coro, desde el que se obtienen unas excelentes vistas de la iglesia. Aquí existe una exposición en paneles sobre la historia cronológica del cristianismo.

Seguro que para este momento tenéis una sensación de deja vú respecto a este monasterio. Es normal. Ha sido escenario de numerosas series (El Ministerio del Tiempo, Águila Roja…), películas (Alatriste) y anuncios publicitarios (Aquarius).


La última parte de la visita nos lleva a una espléndida y curiosa escalera doble. Data del siglo XVII y, dadas sus dimensiones, el arquitecto tuvo que desplazar los arcos, tanto el inferior como los superiores, para poderla construir según los deseos de los monjes.


Termina aquí una visita que os sorprenderá por la riqueza arquitectónica que atesora. Lamentablemente, el transcurso del tiempo le privó de su belleza ornamental escultórica, razón por la cual la comparación con el monasterio de El Escorial resulta, tal vez, excesiva. Ahora bien, la calidad de la construcción bien merece una visita.

Y si aún os habéis quedado con ganas de seguir cultivándoos de historia nada mejor que acercaros al cercano parque arqueológico de Segóbriga. Ya publiqué un post monográfico sobre este yacimiento romano que podéis consultar aquí.

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