Una de las facetas más oscuras de la
Revolución Industrial del siglo XIX fue el trabajo infantil. Niños a partir de
7-8 años que trabajaban tantas horas como un adulto pero que recibían un 20%
del sueldo de aquellos por las labores que realizaban.
Y aunque pensamos que el trabajo infantil
es algo erradicado en la actualidad, esa sensación sólo ocurre en el primer
mundo. No en vano, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) instituyó el
12 de junio como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil.
Los datos que ofrece esta organización
resultan escalofriantes. En datos publicados en el año 2017, se estimaba que, en
todo el mundo, 218 millones de niños de entre 5 y 17 años están ocupados en la
producción económica.
A continuación voy a realizar un pequeño
artículo en donde os muestro lo poco que hemos cambiado, no desde el siglo XIX,
sino desde época romana. ¿Os animáis a descubrirlo?
La minería es uno de los sectores en donde
existe explotación del trabajo infantil. Un par de noticias luctuosas nos van a
mostrar esta realidad.
El 08/02/2019 aparecía publicada la
noticia de la muerte de un niño minero en la mina Hyland Mary, del municipio de
Bonanza, en la Región Autónoma Caribe Norte (Nicaragua). El menor, de 16 años,
se vio sorprendido por un derrumbe junto a un compañero de 24 años, que por
suerte, pudo ser rescatado con vida una hora después del suceso.
Ambos eran buscadores de oro artesanos, lo
que significa que eran personas pobres, sin recursos económicos, que arriesgan
sus vidas en minas abandonadas o sin condiciones mínimas de seguridad.
Aquí tenemos uno de los principales
vectores que promueve la existencia de explotación infantil: la pobreza.
Nicaragua, tras Haití, es el país menos desarrollado de toda Latinoamérica.
Un año antes de esta noticia, el 25 de
enero de 2018 (El Mundo), conocíamos en prensa la existencia de la mina de
carbón de Yerada, al noreste de Marruecos y cerca de la frontera con Argelia.
Se trata de una mina abandonada hace más de 20 años por las empresas
internacionales debido a la escasa rentabilidad que ofrece; aunque los vecinos
de Yerada la siguen explotando clandestinamente para poder subsistir en su día
a día. El carbón que logran extraer surte a los numerosos hornos de los baños
árabes (hammam) del norte de
Marruecos. Esos que disfrutan muchos turistas ajenos a esta realidad.
En esta mina, según afirmaba Mourad, uno
de los mineros, trabajaban numerosos niños de unos 14 años, los cuales deben bajar
allí para poder mantener a sus familias.
Los locales llaman a esta mina la mina de
la muerte, pues afirman que desde que se descubrió en 1927 ya han muerto más de
9.000 personas. El artículo se hacía eco de la reciente muerte de dos hermanos,
Houssain (30 años) y Jedouane (23 años), los hijos de Abdelkader, quienes murieron
ahogados el 22 de diciembre de 2017, atrapados en uno de los pozos, a 140
metros de profundidad, después de que abrieran una pared que estaba llena de
agua. No eran menores, pero podrían haberlo sido.
En el medio eldiario.es apareció un
reportaje sobre la mina boliviana del Cerro Rico de Potosí el 28/10/2013. Allí
se relataba la vida de algunos de los mineros que allí arriesgaban su vida para
mantener a sus familias. Uno de los casos era el de Ismael Flores, un muchacho
de 18 años que comenzó a trabajar en la mina a los 14 años de edad debido a que
murió su madre y su padre se fue a vivir con otra mujer, sin hacerse cargo de
él.
En una noticia de 2011, la organización
humanitaria Human Right Watch (HRW) informaba que entre 20.000 y 40.000 niños
trabajaban en las numerosas minas de oro de Malí (tercer productor de África de
este metal). Esta ONG denunciaba que “Niños
de hasta seis años excavan en pozos mineros, trabajan en el subsuelo, levantan
cargas pesadas del mineral y transportan, machacan y criban oro”. Todo
ello, como es lógico, repercutía tanto en enfermedades físicas como mentales.
El 19 de febrero del año 2006, en la mina
mexicana de Barroterán, una explosión de gas mató a 14 mineros y dejó lisiado
(sin un brazo) a un menor de 14 años que trabajaba como ganchero.
Podría seguir, pero creo que no es
necesario para comprender que este problema, ni es nuevo, ni está superado.
Y a la hora de relacionar estas muertes
con el pasado de manera anacrónica me gustaría destacar una pieza que se exhibe
en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid (MAN) y que representa a un niño
minero.
Se trata de una estela funeraria romana
del siglo I d.C. que nos muestra la figura de un niño con instrumentos típicos
del trabajo minero: un pico en una mano y una cesta en la otra. La estela fue encontrada
en Baños de la Encina (Jaén) (CIL II, 3258) y nos enseña, de forma palpable, la
existencia de explotación infantil en la minas de la antigua Roma.
La inscripción inferior indica lo
siguiente:
Qartulus
/ anoru(m) IIII si /[tibi] tera le.
Quartulo,
de cuatro años de edad, que la tierra te sea leve.
Para Roma, Hispania era un lugar de
importantes riquezas mineras, y numerosas minas del sur y sureste peninsular
fueron explotadas para beneficio del Imperio. Siervos domésticos, esclavos,
condenados e incluso trabajadores asalariados necesitados de dinero, eran los
trabajadores de aquellas minas que no poseían ninguna seguridad laboral y
propiciaban numerosas muertes.
La existencia de trabajo infantil en Roma,
en este caso en la provincia de Egipto, también lo tenemos recogido en una
fuente literaria, la obra de Diodoro Sículo Historia (3, 12-13), donde podemos
leer: "Los jóvenes que todavía no
han alcanzado la pubertad se arrastran a través de los túneles hacia las
galerías abiertas en la roca y con gran esfuerzo recogen el mineral para
llevarlo de regreso al exterior de la mina al aire libre”.
Si hoy en día nos horroriza comprobar la
existencia de menores de 14 años trabajando en las minas actuales, comprobar
que en la Hispania Romana existían niños, de hasta 4 años, trabajando y
muriendo en las minas, no puede menos que conmovernos el corazón.
¿Lograremos algún día romper esta cadena
que nos une con el pasado?
Si te gustó este artículo que mezcla
noticias actuales con episodios históricos te recomiendo adquirir mi libro Civis Romanus Sum. No te decepcionará.
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