A la hora de preguntar a las personas que han visitado Londres por los
museos a los que accedieron, las respuestas suelen ser siempre las mismas: el Museo Británico, por su riqueza en
objetos antiguos, y la National Gallery,
por tratarse de una de las más famosas pinacotecas mundiales.
Pocos son los que incluyen la recoleta National Portrait Gallery, justo detrás de la pinacoteca, o la Tate Modern, en mi opinión uno de los
mejores museos de arte moderno-contemporáneo que he podido visitar.
Siendo todas las anteriores visitas obligadas, creo que también sería
necesario revalorizar otros museos que bien valen una visita detenida y se
encuentran, en mi opinión, en un lugar muy alto en el particular ranking internacional
por categoría. Por ello voy a intentar abriros el gusanillo con tres museos de
muy diferente estilo. Cada uno, en su género, creo que es una maravilla, razón
por la cual merecen acercarse a ellos y visitarlos.
Museo
de Historia Natural de Londres
En las principales capitales del mundo existen
museos dedicados a la Historia Natural (en mis tiempos denominada ciencias
naturales). No obstante, nunca visité uno en el que la exposición fuera tan
vasta e importante.
Este museo está considerado como uno de los tres más
importantes de Londres y la afluencia anual de personas que lo visitan llega a
los cinco millones. No obstante, me consta que muchas personas no lo consideran
un lugar imprescindible para visitar. Y eso es un gran error.
Admirar el edificio externamente es la primera
sorpresa de aquel que llega a sus cercanías. La entrada, cual moderna catedral,
es el paso hacia el templo del conocimiento científico. Las dos torres, las
arquivoltas… salvo por la ausencia de imágenes religiosas (aquí tenemos plantas
y animales esculpidos en vez de santos), la sensación es la misma que la de
entrar en un gran templo religioso. Y ello que se trata de una arquitectura
victoriana, aunque con una poderosa reminiscencia románica ineludible. En el
interior, con los refuerzos en hierro, lo entenderéis mucho mejor. Sin duda, en
este caso, al igual que en otros museos como el de Arte Romano de Mérida, el
continente no desmerece al contenido (en términos artísticos, claro).
El museo nos recibe con los restos de Dippy, un
enorme esqueleto de Diplodocus que ocupa el Central Hall. Esto nos debe
recordar que este museo fue el pionero a la hora de mostrarnos los dinosaurios
en toda su magnitud.
Sin duda, su sala de dinosaurios, es una visita
obligada e imprescindible. Entre los especímenes que podremos admirar se
encuentran un Stegosaurus de 6 metros de longitud, un Megatherium y la
reproducción, con sonido incluido, de un gran TiranosaurusRex (además del
primer fósil conocido de este espécimen).
Otra de las salas que más suelen impresionar, tanto
a grandes como a pequeños es la Sala de los mamíferos. En ella podremos
contemplar, colgando del techo, una impresionante ballena azul que minimiza al
resto de ejemplares expuestos. El fósil de los huesos de muchos de estos mamíferos
se presenta junto a la reproducción de los mismos, lo que nos ayuda a entender
mucho mejor su fisonomía externa.
Las dos zonas comentadas anteriormente se encuentran
en la parte del museo denominada Blue Zone. Sin lugar a dudas es la más concurrida
del museo y la que resulta verdaderamente imprescindible. El resto de salas
expositivas se dividen por códigos de colores: Red Zone, dedicada a la Tierra y
sus fenómenos; Green Zone, dedicada a las aves, los minerales y la evolución;
Orange Zone, dedicada a los insectos y las plantas.
Además de los fósiles de dinosaurios y las Sala de
mamíferos, otros puntos clave de la visita son el enorme tronco de una secuoya,
por cierto, el ser vivo más grande del planeta; el calamar gigante de 8 metros
capturado en las islas Malvinas en el año 2004; la escalera mecánica del globo
terráqueo, el cual atravesamos; el simulador de terremotos; El meteorito de Wold Cottage, con 4,6
millones de años; o los moldes pompeyanos de un hombre y un perro. Por último,
como curiosidad, la taza realizada con un cráneo humano de hace unos 15.000
años.
La magnitud del museo es tal que os ocupará,
perfectamente, toda una mañana. Y si os gusta mucho el tema, podéis comer allí
(es posible llevar tu picnic) y pasar una jornada realmente preciosa. Ideal
para días lluviosos o para visitar Londres con niños.
Información práctica:
·
Dirección:
National History Museum, Cromwell Road, SW7 5BD.
·
Transporte público:
o
Metro: parada South Kensington de las
líneas Circle, District y Piccadilly.
o
Autobús: 14, 49, 70, 74, 345, 360, 414,
430, 360 y C1.
·
Horarios: abierto todos los días de la
semana excepto del 24 de diciembre al 2 de enero de 10.00 a 17.50 (última
admisión a las 17.30).
·
Entrada gratuita (no asustarse por las
largas colas pues avanzan rápido).
Museo de Sir
John Soane en Londres
Se trata de uno de los museos más originales de la
ciudad, pues vamos a poder admirar la vivienda de un acaudalado arquitecto de
la época victoriana junto a las piezas de coleccionista que acumuló a lo largo
de su vida. En cierto modo, por hacer un símil, me recordó a la Casa-museo
Cerralbo de Madrid, aunque la londinense tiene una decoración interior aún más
abigarrada.
Sir John Soane (1753 – 1837) fue uno de los grandes
arquitectos neoclasicistas de Inglaterra. Su mayor aportación arquitectónica la
tenemos en el Banco de Inglaterra, tanto en su fachada como en su cúpula
interior.
Entre sus muchas otras obras estuvo reformar y
rehabilitar las casas de sus familiares, así como las suyas propias. Este es el
caso de la casa-museo que visitaremos, conservada tal cual estaba en vida de su
dueño.
Por cierto, si deseáis conocer a este ilustre
personaje deberíais acercaros antes a la recoleta National Portrait Gallery,
pues allí está expuesto el retrato que le hiciera Thomas Lawrence (en la
biblioteca de la casa existe una copia del mismo).
Siempre me produce cierta curiosidad visitar
casas-museo de eminentes personajes. No palacios de reyes, llenos de gran
boato, sino de importantes personalidades de la nobleza o burguesía de
determinada época. Descubriendo su forma de vivir podemos conocer mucho más de
la época en la que vivieron. En este caso, la vivienda de Soane me recordó, en
parte, el gusto estético que imprimen los arquitectos (como en la casa-museo de
Girona de Rafaél Masó) como el “horror vacui” que poseen los coleccionistas de
obras de arte (como en la casa- museo Cerralbo de Madrid).
En el apartado de piezas artísticas nadie puede esperar
lo que encierra esta vivienda. Desde pinturas y esculturas, pasando por
numerosos objetos antiguos más propios de un museo que de una vivienda
particular, el recorrido guiado no dejará indiferente a nadie.
Lo que más llama la atención a las personas profanas
en la materia es el gran número de copias, en yeso, de relieves y esculturas de
la Antigüedad. Dispuestas por las paredes sin ningún criterio estético, salvo
el suyo particular, las piezas forman inquietantes puzles. En algunos lugares
dicen que la acumulación de piezas recuerda a los grabados de Piranesi pero, en
mi opinión, más bien parece el exceso acaparador de una mente medieval
acostumbrada al horror vacui.
Propiamente de su profesión tenemos numerosos
dibujos de arquitectura (30.000), así como diversas maquetas arquitectónicas de
diferentes edificios antiguos y clásicos.
Entre su colección de pintura destacan las obras de William
Hogarth: los ocho lienzos de La vida de
un libertino (The Rake's Progress) y las cuatro de su famosa sátira
política La campaña electoral basada
en la elección parlamentaria de Oxford de 1754.
Igualmente posee obras de grandes maestros de la
pintura, tales como Canaletto, Sir Joshua Reynolds o A. Watteau.
La joya del museo, no obstante, es el sarcófago
egipcio del faraón Seti I, ubicado en el sótano del edificio. O como le gustaba
llamarlo a su propietario, su cámara
sepulcral. Soane lo compró en 1824, por 2.000 libras esterlinas, al
saqueador de tumbas (otros prefieren darle el nombre de egiptólogo) Giovanni
Battista Belzoni. Anteriormente el Museo Británico había rechazado su
adquisición (ya había adquirido al mismo individuo el gran busto de piedra de
Ramsés II, procedente del Ramesseum, que aún expone), siendo Soane quién ocupó
el puesto de tratante de antigüedades.
Información práctica:
·
Localización: 13 Lincoln’s Inn Fields,
London WC2A 3BP.
·
Transporte público: parada de metro Holborn.
·
Horario: De martes a sábado de 10:00 a
17:00 H. Cerrado domingos, lunes y festivos.
·
Entrada gratuita (llegar con tiempo pues
existe límite de personas dentro de la casa).
Tate
Britain
Este museo posee la colección más importante del
mundo en su género, con obras británicas que abarcan del siglo XVI al siglo XX.
Para realizar un recorrido artístico cronológico es importante continuar, tras
la visita de este museo, con la Tate Modern, la cual tiene la colección más
importante de Arte Moderno correspondiente al siglo XX (no solo británica).
Ambas galerías están conectadas por un barco, que sale del embarcadero de
Millbank Millenium, justo enfrente de la Tate Britain. El barco está decorado
con lunares y se basa en un cuadro similar de Damien Hirst.
Inicialmente la Tate Britain, anteriormente llamada
Tate Gallery, poseía todas las colecciones pero desde el año 2000, con la
apertura del museo de Arte Moderno se logró dividir la colección, realizando
así una mayor y mejor exposición para el público. Pero lo que parecía ser una
buena idea se ha convertido en un desdoblamiento que ha perjudicado a la Tate Britain,
la cual ha quedado reducida a ser la hermana fea de ambas. Una pena debido a
los tesoros artísticos que posee. Si os gustan los
artistas británicos esta debe ser una parada ineludible.
El edificio de la Tate Britain resulta inconfundible
por su preciosa fachada, un pórtico neoclásico con columnas y cúpula detrás.
Sin duda, un magnífico escenario para adentrarse a descubrir la inmejorable
colección artística que guarda en su interior.
En la exposición permanente del museo vamos a poder
encontrarnos con salas dedicadas en exclusiva a un artista concreto, tales como
las dedicadas a Tracey Emin o Sam Taylor-Wood, o dedicadas a un estilo
artístico concreto. Particularmente me encantó la zona dedicada a los artistas
denominados prerrafaelistas. Este movimiento artístico tiene una notable
representación con obras como Ofelia
(John Everett Millais), La dama de
Shalott (John William Waterhouse), Perséfone
o Beata Beatrix (Dante Gabriel
Rossetti).
Por realizar una aproximación cronológica, en las
salas dedicadas a los artistas británicos del siglo XVI y XVII, merece la pena
admirar:
·
La importante colección de retratos, la
cual podemos ejemplificar con estas tres importantes obras: El retrato a tamaño natural de Isabel I (Nicholas Hilliard); Lady of the Spencer family (A. Van
Dyck); Endymion Porter (William
Dobson).
·
Landscape
with Rainbow, Henley-on-Thames
(Jan Siberechts), obra que marca el nacimiento de la tradición paisajista
inglesa.
Del siglo XVIII voy a destacar:
·
La importante representación de la obra
del gran William Hogarth. Imprescindibles, a mi entender son su Autorretrato con perro, para el cual
tomó como modelo uno similar de Murillo; The
Strode Family, ejemplo del típico retrato de grupo que se puso de moda en
sus tiempos y que contrastaba, por su naturalidad, con los anteriores retratos
solemnes de la generación anterior; The Roast
Beef of Old England, título de una balada patriótica inglesa y obra satírica
en la cual el autor se “vengaba” de su captura en Calais, por los franceses,
acusado de espía. Si nos fijamos, en el cuadro aparecen numerosas alegorías al
poderío superior de Inglaterra sobre Francia.
·
Los retratos del gran cultivador del
género de la época, Sir Joshua Reynolds, están magníficamente representados en The Age of Innocence y Three Ladies Adorning a Term of Hymen,
Suzanna Beckford o el Doctor Samuel
Johnson, retrato de un insigne miope al que le tengo gran afecto por
haberlo utilizado en mi primera ponencia en un congreso (Oftalmo Seo 2016,
Málaga).
·
El otro gran retratista de esta época
fue Thomas Gainsborough, excelentemente representado con los retratos de Giovanna Baccelli o The Baillie Familiy.
·
Por último, destacaré los románticos
paisajes de Richard Wilson, siendo uno de mis preferidos Landscape with Bathers, Casttle and Ruin. Esta obra muestra como
Wilson sugería la antigüedad por medio de las bañistas representadas como
esculturas griegas o las ruinas de edificios romanos. En concreto, aquí aparece
el Templo de Minerva Médica, en las afueras de Roma. Por supuesto, se trataba
de paisajes idealizados.
En el siglo XIX creo que son imprescindibles:
·
Newton,
Elohim creando a Adán o Nabucodonosor, obras en las que el gran
William Blake demuestra su particular estilo deudor del gran Miguel Ángel. La
representación en la Tate de este artista, el mejor de toda Inglaterra para
muchos críticos, es vasta y de enorme calidad.
·
Otro gran artista perfectamente
representado es Joseph Mallord William Turner. Este gran paisajista elevó su
género a la altura de la pintura de historia y, en muchas ocasiones, se
considera un precursor de los impresionistas por el tratamiento de la luz en
sus obras. A destacar, bajo mi criterio personal, Tormenta de nieve: El ejército de Aníbal atravesando los Alpes, una
obra en la que Turner utiliza diversos medios para simbolizar el caos (como por
ejemplo la ausencia de líneas rectas, sustituidas por curvas irregulares o la
zona inferior dedicada al pillaje); La
Batalla de Trafalgar, ejemplo de su luminosidad tan característica y obra
épica sobre la muerte del almirante Nelson; y Pescadores en el mar, una sublime pintura nocturna en la que la
fuerte luz nocturna contrasta con la débil y parpadeante linterna de los
pescadores, totalmente a merced de las poderosas fuerzas de la naturaleza. La
iluminación, el movimiento y la violencia de la naturaleza son tres
características que definen por completo la obra de Turner.
·
Los Prerrafaelistas, como dijimos
anteriormente, se encuentran perfectamente representados. Se trató de un grupo
de artistas que rechazaron el arte académico predominante en su época el cual,
según su criterio, perpetuaba el manierismo posterior a Rafael y Miguel Ángel.
Ellos preferían volver al detallismo en los detalles y al luminoso color que
realizaron los primitivos flamencos e italianos, anteriores a Rafael (de ahí la
denominación del grupo). El colorido de
las obras del Quattrocento, el gusto por expresar ideas reales alejadas de
estereotipos, un exagerado detallismo, así como el uso de leyendas medievales
son características comunes a los artistas encuadrados en este movimiento.
·
The
Magic Circle (John William Waterhouse), por ser la
representación arquetípica de lo que hoy día conocemos como una bruja.
·
Molino
de Flatford ("escena en un río navegable") y Granja en el valle
(John Constable) son dos obras del otro gran paisajista inglés de este siglo.
Si en la primera podemos descubrir la dificultad que tuvo el artista para
realizar este cuadro de gran formato al aire libre (tuvo que retocarlo en el
estudio posteriormente), en el segundo, de reducidas dimensiones, apreciamos
una técnica propia que solía utilizar denominada nieve o granizo.
Y, por último, del siglo XX (la parte que menos me
gustó) merece la pena destacar el magnífico Tres
estudios para figuras en la base de una crucifixión del inconfundible
Francis Bacon. La obra se basa en las Erinias que aparecen la Orestíada de
Esquilo y presenta a tres criaturas antropomórficas deformes sobre un fondo
plano de color naranja. Se trata de una muy particular noción de crucifixión
utilizando los biomorfos de Pablo Picasso. Tal fue la importancia de esta obra
cuando se expuso por primera vez que muchos críticos realizan un corte
estilístico entre lo que se hacía antes y lo que se hizo después de este
lienzo.
Información práctica:
·
Localización:
5 Atterbury St. Millbank, Westminster.
·
Transportes:
o
Barco: Tate Boat circula cada cuarenta
minutos por el río Támesis, entre Tate Modern y Tate Britain.
o
Metro: Pimlico, línea Victoria.
o
Autobuses: Líneas: 2, 3, C10, 36, 87,
88, 159, 185, 436 y 507.
·
Horario: Todos los días de 10:00 a 18:00
horas.
·
Entrada gratuita
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