Si introducimos en un buscador
afrodisíacos nos encontraremos con multitud de páginas que nos invitan a probar
diferentes alimentos para potenciar nuestro deseo y/o potencia sexual. Entre
los alimentos más comunes están el chocolate, las ostras, las fresas o especias
como la canela.
Pero este tipo de alimentos no son más que
placebos, pues ningún estudio científico serio ha demostrado un mejor desempeño
sexual tras ingerirlos. Y tomar en exceso este tipo de alimentos puede generar
otros problemas de salud.
Pero nada comparado con los problemas que
pueden generar sustancias más fuertes que potencian el deseo sexual. Y parece
que no aprendemos, pues ya en el pasado estas prácticas tuvieron funestos
resultados. ¿Os interesa el tema?
Ya hemos indicado la mitología que
envuelve a muchos alimentos supuestamente afrodisiacos. Y los peligros que
conlleva tomarlos en exceso son bien conocidos. Por poner el ejemplo del
chocolate, un exceso de la ingesta de este alimento, además de crearnos adición
debido a la cafeína y la teobromina, supone aumentar considerablemente el
aporte calórico normal y exceder el número de grasas saturadas recomendadas en
nuestra dieta.
Otro nivel son los afrodisiacos que pretenden
mejorar trastornos sexuales en hombres, tales como la disfunción eréctil (en
España afecta a 1 de cada 5 hombres según estudios del AISD-AP, 2019). Existen
opciones de herbolario, tipo Ginseng o
Gingko.
No obstante, este tipo de potenciadores
sexuales tienen peligros aún mayores. Si el Ginseng puede provocar insomnio, el
Gingko interactúa con medicamentos como el ibuprofeno, lo que provoca efectos
secundarios indeseados.
Pero es la Viagra, aunque no sea un afrodisiaco en sentido estricto, el que más
problemas genera a personas con disfunciones eréctiles.
La famosa pastilla azul facilita la
erección en los hombres, aunque es necesaria la estimulación o excitación
sexual para que se produzca. De ahí que no podemos llamarlo, técnicamente, un
afrodisiaco.
El compuesto principal de este fármaco, el
sildenafilo, pretendía combatir enfermedades cardiovascualres. Pero en los
ensayos clínicos comprobaron que sus efectos eran mínimos en ese aspecto. No
obstante, en cuanto a erecciones masculinas la cosa era sorprendente. Y de un
experimento fallido se pasó al mayor descubrimiento sexual del siglo XX.
Ahora bien, esta pastilla azul tiene, al
igual que cualquier afrodisiaco natural, su lado oscuro. Personas con problemas
cardiovasculares deben tener especial cuidado a la hora de ingerir esta
pastilla y los científicos han constatado el peligro que supone su ingesta para
ciertos pacientes.
En el año 2017, por ejemplo, en el Reino
Unido murieron 19 personas debido al consumo de este producto. El dato era
importante, pues rozaba el del año de mayores muertes, 20 en el año 2000.
Un afrodisiaco tan potente como peligroso
es la denominada Piedra China. Este
afrodisiaco ilegal contiene ingredientes derivados del veneno de sapo Bufo y
bufoteina, un alucinógeno. Y las muertes por aplicarse tópicamente esta
sustancia son un goteo constante a pesar de las advertencias de instituciones
como el Centro para el Control de Envenenamiento (PCC).
Este tipo de soluciones afrodisiacas de
urgencia, poco recomendables para la salud, ya existían en la antigüedad y
fueron la causa probable de muerte de uno de nuestros más famosos monarcas: Fernando II de Aragón.
Fernando II de Aragón, el Católico. Kunsthistorisches Museum Wien. |
Fernando el Católico, tras la muerte de su
esposa Isabel, quedó en una posición muy comprometida en el Reino de Castilla.
Aunque en el testamento de Isabel especificaba que su marido sería regente de
Castilla de su hija Juana (la loca) hasta que su nieto Carlos, futuro emperador
del Sacro Imperio Germánico, pudiera tomar la corona, la ambición de Felipe el
Hermoso y la falta de apoyos entre muchos nobles castellanos lograron cambiar
las tornas.
En noviembre de 1505, mediante la
concordia de Salamanca, se acordó el gobierno conjunto de Felipe y su esposa
Juana (la loca), como reyes, actuando Fernando como gobernador perpetuo. Pero
Felipe no estaba por la labor de respetar el acuerdo y deseaba el reino para sí
mismo. Tras llegar a la Península ibérica no tardaría en expulsar a Fernando de
Castilla por medio de la Concordia de Villafáfila, firmada el 27 de junio de
1506.
Este acuerdo tendría muy poco recorrido
debido a la temprana muerte de Felipe el Hermoso el 25 de septiembre de 1506,
volviendo a asumir Fernando la regencia de Castilla debido a la demencia de su
hija Juana y en espera de que pudiera acceder al trono el futuro Carlos I.
Fernando el Católico no estuvo quieto
mientras le intentaban mover la silla real de Castilla. El 19 de octubre de
1505 se casó con una jovencita de 18 años, Germana de Foix, sobrina del Rey
Luis XII, con la que lograba restar el apoyo francés a su yerno Felipe el
Hermoso. La idea de Fernando era lograr que el futuro Carlos I heredase el
trono de Aragón, lo que habría supuesto la división de los dos reinos más
poderosos de la Península ibérica.
Y para lograr tal venganza maquiavélica
Fernando necesitaba engendrar un hijo con Germana de Foix. En aquel momento
contaba con 53 años y su deseo sexual no debía ser el de sus tiempos jóvenes.
Por ello, al parecer, recurrió a un afrodisiaco natural llamado cantárida.
Esta sustancia, conocida desde la
antigüedad, se obtenía de un escarabajo verde denominado mosca española
(aunque, curiosamente, ni es una mosca ni procede de España). Al pobre insecto
se le mataba, se le secaba y se reducía a polvo, obteniéndose una sustancia
vasodilatadora con efectos muy similares a la actual Viagra.
Pedro Gargantilla, en su libro Enfermedades de los Reyes de España (La
esfera de los libros, 2005) indica que pudo ser el exceso de este producto el
que llevó al monarca a morir de hidropesía el 23 de enero de 1516.
El cronista del Reino de Aragón, Jerónimo
Zurita, describe de este modo la causa de la muerte del monarca: “[Fue debido a
un] feo potaje que la Reina le hizo dar
para más habilitarle, que pudiese tener hijos. Esta enfermedad se fue agravando
cada día, confirmándose en hidropesía con muchos desmayos, y mal de corazón: de
donde creyeron algunos que le fueron dadas yerbas”.
Otros cronistas coinciden en que el día
anterior a su muerte había consumido una elevada dosis de un “feo potaje” que, además de cantárida
podía tener otros potenciadores sexuales como el testículo de toro. Y se cree
que el exceso de estos productos es lo que le llevaría a la hemorragia cerebral
que le terminó causando la muerte a la edad de 63 años en Madrigalejo
(Cáceres).
La
historia de la cantárida no termina aquí.
Su uso se fue eliminando progresivamente debido a la multitud de efectos secundarios
que provocaba (irritaciones gastrointestinales, molestias urinarias, muertes…),
hasta que en el siglo XVIII volvió a estar de moda, aunque a su función de afrodisíaco le añadió la de veneno.
Del peligro que contenía este afrodisiaco
podemos hacernos una idea con el episodio atribuido al famoso Marques de Sade a finales del siglo
XVIII. En una ocasión, en una orgía que organizó con prostitutas junto a su
criado en Marsella, utilizó unas bolas de anís, seguramente los famosos caramelos
Richelieu, que contenían cantárida para animar a las muchachas a realizar actos
fuera de lo normal. A los días siguientes estas muchachas cayeron enfermas y se
achacó a la cantárida, aunque nadie pudo demostrarlo en el juicio por más
análisis que se realizaron.
De este episodio, seguramente magnificado
por asuntos políticos, los rumores fueron creciendo, hasta publicarse en una
gacetilla local, el Journal de Bachaumont, que Sade repartió caramelos de
cantárida en una fiesta y que multitud de personas habían enfermado y muerto
debido a ello.
Una última reseña a la cantárida la
tenemos en la obra de Gabriel García Márquez, El general en su laberinto, en donde describe los últimos instantes
de Simón Bolívar, el famoso militar
que logró la emancipación de numerosos países sudamericanos. Cuando estaba
postrado en la cama en sus últimos momentos el doctor Révérend le aplicó
parches de cantárida para absorber mejor los medicamentos administrados. Aunque
muchos opinan que esta fue la razón de su muerte en los días siguientes.
Como conclusión, indicar que el uso de
afrodisiacos peligrosos puede conllevar multitud de efectos perniciosos, e
incluso la muerte. Pero que, a pesar de ello, siempre existen personas
dispuestas a probar sustancias afrodisiacas para lograr sensaciones nuevas.
Afortunadamente, en la actualidad, el
mayor potenciador sexual, la Viagra, se encuentra controlado por la
prescripción médica (aunque esto está cambiando en multitud de países) y es
relativamente económico y sencillo adquirirlo. Con todo, su uso no debe ser
excesivo, pues puede conllevar otros problemas de salud.
Como dice el dicho popular: “Con demasía, aun lo mejor malo sería”.
Si te gustó este artículo que mezcla
noticias actuales con episodios históricos te recomiendo adquirir mi libro Civis Romanus Sum. No te decepcionará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario